Yo creo que un documental debe tener un aire natural, de espontaneidad, que no esté atado por ningún lado, pero éste documental me deja la sensación que está todo armado de forma prolija y ordenada para que la señora Honigmann escuche lo que quiere, me la imagino a la señora Honigmann dándoles un libreto a los señores y señoras taxistas para que digan sus líneas de manera ordenada y clara, me los imagino ensayando muchas veces, y la señora Honigmann haciéndoles repetir continuamente, y bueno, por unos dólares, para los taxistas y para cualquiera resulta un trabajito fácil.

Todo me resulta impostado y falso, hay un taxista que lanza su retorica, todo muy pomposo y después ofrece unos alfajores, ¡que escena tan falsa!, todo tan forzado y después este señor confiesa que actuó en películas de Lombardi, y justamente este director peruano colabora en este documental de la señora Honigmann, es decir, te paso mis actores para tus escenas, ¡que hermoso!

Después la señora Honigmann se dedica a filmar niños que venden caramelos, automóviles destruidos, barrios pobres, miseria e indigencia, todo filmado como un amateur, sin mayor talento en esas imágenes, me hizo recordar a ese cortometraje llamado Agarrando pueblo, en el que filman miseria de forma gratuita porque eso gusta en los festivales europeos.

Hay una escena ridícula y grotesca en el que la señora Honigmann finge ser llevada al cementerio popular solo para mostrar unos fetos muertos en la fosa común, y el final patético sobre un romance trunco sacado de la novela mas cutre posible.

Documental despreciable y decepcionante en todos los sentidos.

Loach sabe, sabe filmar con realismo los barrios pobres y marginales británicos, el contexto social lo conoce como la palma de su mano, quien mejor que Loach para esto.

Loach nos muestra unos personajes con los que me resulta imposible lograr alguna empatía, nos cuenta la historia de Joy, una joven mujer que ya es madre y que esta casada con un delincuente, pero esto no la molesta mucho salvo algunas discusiones donde ella no tiene nada de víctima, ambiciosa y frívola la vemos pasando de hombre en hombre pero parece que prefiere los delincuentes porque cuando su esposo va a la cárcel ella se enamora de otro igual, es mas ella alienta los robos.

Su hijo es absolutamente dejado de lado, por eso me parece ridículo el interés por él en el final, me parece un correcto retrato de la White trash británica pero no más que eso, los personajes jamás logran conmoverme, interesarme en lo que les pasará, sus actuaciones son planas, mediocres, es mas interesante el contexto social que los personajes.

Naomi Kawase se ama demasiado a sí misma, la exposición de sus cuitas personales es sólo un pretexto para mostrarse en primer plano, para hablar de sí misma hasta el cansancio, para aburrir e irritar a partes iguales, si tuviera talento lograría hacerme sentir participe de sus angustias pero no puedo sentir empatía por nada de lo que me cuenta esta mujer tan sufrida.

Cuando la historia que te cuentan es tan sosa solo queda esperar que las imágenes sean atractivas, ya no digo hermosas, pero en esta película las imágenes son poco interesantes, hasta me animaría a decir que son estúpidas, me gustaría que algún teórico del cine me explicara de donde viene esta moda que tienen algunos cineastas modernos de mostrar la nimiedad, quieren expresar el vacío existencial tal vez o quieren parecer mas inteligentes y talentosos que lo que son.

Que los más importantes festivales de cine europeo premien y alaben el tipo de cine que hace la muy respetable señora Kawase es solo una muestra del pobre nivel cinematográfico de estos últimos años, la ansiedad y desesperación que muestran los jurados de los festivales de cine y muchos críticos por descubrir nuevos talentos de cine, por demostrar que existen talentos nuevos, que existe renovación, nos están llevando a un nivel de confusión, no diré que están inventando pero si sobrevalorando a muchos cineastas.

Una película desagradable, sí, desagradable porque es una apología a la fama y la fortuna, esos valores que Estados Unidos se ha dedicado a propagar (con mucho éxito) durante todo el siglo XX, símbolo del sueño americano, del paraíso terrenal, bendecido por el dios del libre mercado y la dictadura de la oferta y la demanda.

Todo en esta película esta armado para exponer este mensaje, el de la apología al dinero y fama, por una simple razón, los personajes no están bien desarrollados, sólo le importa crear una atmósfera de fama y fortuna, desde el primer momento se nos muestra superficialmente las vidas de los personajes, todo muy ligero, el cantante famoso rodeado de chicas, los pobres diablos patéticamente tratando de alcanzar el bendito sueño, y todo continua así, los tipos dispuestos a todo por ser famosos, vender millones de discos( década del 60, la civilización occidental ya asoma su decadencia, los seres humanos pegados a la tele como moscas a las heces).

Tal vez Wilder cree que vamos a creernos el cambio repentino del profesor de piano, sí, porque éste, que estuvo haciendo lo imposible por congraciarse con el cantante famoso, se dio cuenta de repente que los ricos y famosos son unos imbéciles, ¿cómo se explica el cambio existencial de este personaje?, sin respuestas, lo que sigue es de lo más obvio, el cantante famoso comprará la música del pobre diablo previo pago presumible, y todos tendrán fama y fortuna en el país del sueño eterno y disponible para todos, ¡así que tú y yo pobres diablos no perdamos la fe!

En Scarface (remake) todos los personajes eran unos hijos de puta que se buscaban la vida, mal ejemplos para la sociedad, pero todos los personajes estaban tan bien desarrollados que al final te enamorabas de esas escorias, eso es la diferencia entre desarrollar buenos personajes.
Comedia, supongo que Wilder pensó en sacarnos sonrisas con la escena del loro, Lubitsch revuélcate en tu tumba.
Supongo que a los sofisticados les gusta este film porque se menciona muchos cantantes apolillados.

Josef von Sternberg nos relata una historia poco creíble y super forzada, sacada del melodrama mas ridículo que lideró las taquillas de todo el mundo, una historia bonita para pasar el rato, entretenida y nada más, y después dicen que el cine de oro está en ésta época o que todas las películas de ésta época merecen puntajes altísimos.

Bueno, al punto, Josef von Sternberg nos relata la historia de un noble general, querible por cualquier lado que se le mire, un abuelito bonachón, y atención aquí: nos cuenta que los revolucionarios rusos son brutos brutos, violentos, salvajes y borrachos, unos auténticos monos con metralleta, unos cavernicolas, todo tan maniqueista que da asco.
Esa escena de los revolucionarios, oscuros y terroríficos, mirando por la ventana es digna de las películas de propaganda tan numerosas durante la guerra y la caza de brujas.

Es cierto que el viejo luchando por ser un extra es el mejor momento del film pero dura tan poco que uno intuye que lo que más le interesa a Josef von Sternberg es relatarnos una típica historia de melodrama y joder a los rusitos.

El final debería pasar por uno de los mas teatrales y ridículos momentos de la historia del cine, pero ya sabemos que ésta película se suma a la larga lista de películas sobrevaloradas de la "época de oro del cine".

Analizar cuestiones técnicas del film me parece una superficialidad y para eso están los sabios del cine, esos que han leído demasiado a los críticos pretenciosos y vacíos del cine, los han leído tanto que se han olvidado de su emoción más auténtica.