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España España · Santa Coloma de Gramenet
Críticas de Chacal
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Críticas 143
Críticas ordenadas por utilidad
7
7 de octubre de 2020
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sogo Ishii comenzó su andadura como director a finales de los 70 y pronto destacó por propuestas fílmicas de sentimiento punk, contestatarias y radicales. Catalizador de la furia de la juventud japonesa de los 70 en films como Panic High School (1978) o Crazy Thunder Road (1980) a la parodia de la nueva familia japonesa bizarra y loquísima de The Crazy Family (1983). A mediados de los 90, Ishii, pareció calmar su furia nihilista durante unos años para proponer varios ejercicios de cine cuasi espiritual y new age. Aunque el director volvió por sus fueros con películas como Electric Dragon 80.000V (2001) donde convertía al bueno de Tadanobu Asano en una especie de superhéroe electrificado guitarra en mano. En 1995, Ishii realizó una propuesta tan atípica como August in the water (1995) en el que proponía una mezcla insólita de espiritualidad, romance adolescente, misterios a lo Dimensión Desconocida, muestrario de saltos de natación, conversaciones con el cosmos en general y con delfines en particular. Todo en uno. El film cuenta el acercamiento sentimental entre los adolescentes Izumi y Mao. Ella es una joven dedicada a la competición de salto en trampolín. Tras un incidente en una competición, Izumi cambia totalmente y empieza a sentir ciertos poderes sensoriales además de una fuerte conexión con el universo.

El envoltorio de August in the water (1995) como producto teen con romance y algo de fantasía engaña al espectador encontrándose éste con un film difícil en tono y ritmo que dificulta entrar en la historia. Una vez comprendido el juego que ofrece la película, ésta te envuelve en un fascinante tono muy atmosférico, sutil y sobrenatural. Un cuento sobre cómo estamos conectados con todas las cosas que nos rodean en este mundo y con el propio cosmos. El film cuenta con mucha sutileza y parsimonia narrativa elementos de ciencia ficción muy interesantes empezando por el desencadenante de todos los extraños acontecimientos: la caída de un meteorito en un bosque cercano al pueblo de los protagonistas.

Dicha caída espacial ocasiona una serie de fenómenos como una extraña enfermedad que hace que de repente tus músculos se vuelvan rígidos como una piedra. En ese sentido resultan misteriosos esos planos urbanos donde se remarca el calor infernal que azota el pueblo mientras vemos cuerpos de transeúntes cayendo desplomados en plena calle. Estos hechos extraños van creciendo en intensidad (y poco a poco) a medida que avanza el metraje creando una correcta sensación de extrañeza. Antes de eso y en el primer tercio del film, la historia se centra (aunque retratado de una manera consecuente con el tono del film) en el inocente y tierno romance adolescente entre sus protagonistas (triángulo amoroso incluido) que ayuda a empatizar con los personajes una vez se desate el gran cambio del film. El punto de inflexión tanto en la trama como en la tierna relación entre nuestros protagonistas sucede en una de las competiciones de salto olímpico de la muchacha. Una escena tensa ya que en uno de esos jueguecillos de adivinación tan típicos en el instituto se prevé que un horrible accidente le sucederá a la buena de Izumi. La tensión es creciente no solamente por este hecho sino por la decisión de Ishii de meternos casi diez minutos de escenas de saltos en trampolín (ayudado por unos rápidos travelling). Una escena extraña que culmina con el trágico accidente de Izumi, dejándola en coma para poco después volver a la consciencia aunque notablemente cambiada. Ahora, la muchacha sentirá el poder de todo lo que nos rodea, la naturaleza y el universo.

Esta aura de misticismo y proximidad de un apocalipsis recoge la corriente fílmica japonesa en el que se retrataba la ansiedad por la llegada del año 2000 y la posibilidad de la llegada del fin del mundo o por lo menos un notorio cambio social/tecnológico que nos llevaría a la decadencia como especie (a mi parecer, se está cumpliendo a la perfección). Estas ansiedades se encuentran en numerosos films japoneses de los 90 aunque en August in the Water, el fin del mundo está planteado como la urgente necesidad de "nosotros" (como humanidad) de mirar hacia dentro y estar más en sintonía con la naturaleza que nos rodea, estar más en conexión con el planeta. De lo contrario, el propio universo podría acabar con nosotros dándole al botón de reset.

August in the Water (1995) es un film que no destaca por ofrecer grandes aspavientos en pro del espectáculo, siendo poco complaciente con el espectador en ritmo. Al contrario, la película logra introducirte en una atmósfera cuasi onírica, lenta pero absorbente en ese mundo lleno de fenómenos extraños, conexión con el más allá ayudado por una fascinante banda sonora que acaba por hechizarte en el tono del film. El tramo final logra elevar el nivel general de la obra, resolviendo el conflicto con una lluvia torrencial que invade al pueblo y a los protagonistas. Es de destacar el bonito y atmosférico clímax del film, ambientado en un futuro misterioso donde el destino de los protagonistas se resuelve por medio de unas imágenes de una composición y simbolismo excelente.

A nivel de dirección, Sogo Ishii opta por mezclar una narrativa y opción de planos contemplativos y pausados a la vez que nos golpea con movimientos de cámara rápidos y sorprendentes con el tono del film con travellings o la cámara en mano como ese excelente momento desde el tejado de un edificio donde Izumi y Mao contemplan una ceremonia tradicional del poblado. Además ofrece la desaparición de uno de los personajes, atravesando un rio, que me pareció de una fuerza onírica conmovedora y muy conseguida por su sutilidad. Izumi y Mao están interpretados por Rena Komine y Shinsuke Aoki, respectivamente, los cuales no acaban por destacar aunque Komine si que me pareció un rostro fresco a tener en cuenta. Ishii volvió a contar con ella para el siguiente film del director, El laberinto de los sueños (1997) donde compartía protagónico con Tadabonu Asano.
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Chacal
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8
6 de abril de 2017
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras una serie de films de ínfima calidad, la saga clásica de Gamera quedó paralizada y hundida en los confines del mar tras Supermonstruo Gamera (1980). Tras el exitoso renacimiento de Godzilla a mediados de los 80 muchos comentaron la aparición de una nueva entrega de la tortuga gigante. Los fans siempre han deseado ver en la gran pantalla a Godzilla y Gamera juntos y dándose de hostias pero el hecho de que fueran criaturas de estudios cinematográficos diferentes dificultó la tarea aunque eso no evitó que durante finales de los 80 aparecieran carteles publicitarios anunciando un posible Godzilla vs Gamera. Por el momento seguiremos soñando con un enfrentamiento de esas proporciones y conformándonos con los numerosos montajes hechos por fans y que podemos encontrar en Youtube (hay alguno de gran calidad). Con Godzilla disfrutando en los 90 de las mieles del éxito con su serie Heisei (1984-1995), una renacida Daiei se apuntó al carro de este renacido interés por el Kaiju Eiga y anunció para 1994 un reboot de su monstruo insignia, Gamera. Esta nueva entrega de la tortuga y como veremos más adelante no se quedó en el mero exploit (una vez más) de Godzilla. El gran causante de que Gamera, el guardián del universo (1995) fuera algo revolucionario y único es Shusuke Kaneko y todo el equipo técnico y artístico que lo acompañó tanto en ésta como en las dos entregas posteriores de la trilogía noventera de la tortuga. Kaneko, un enamorado del Kaiju y del cine fantástico en general, siempre soñó con rodar una entrega de Godzilla (para eso tendría que esperar hasta 2001) pero la Daiei le ofreció libertad creativa con Gamera, el cual no era precisamente uno de sus monstruos favoritos. Antes de embarcarse en Gamera, Kaneko llamó la atención de Brian Yuzna, quien pidió que rodara uno de los segmentos del film Necronomicón (1994)
En el film que nos ocupa, una embarcación que lleva un cargamento de plutonio choca con un gran atolón en mitad del océano Pacífico. Segundos después, los horrorizados tripulantes observan como el atolón se aleja lentamente por sí mismo. Mientras, en la isla Himegami, un grupo de biólogos que investigaban una nueva especie de pájaro desaparecen junto a la aldea pesquera en la que residían.
Gamera, el guardián del universo (1995) supone una renovación del género en toda regla. Kaneko recoge los mejores y más puros elementos del Kaiju y los moderniza a las nuevas generaciones de manera seria y adulta y con un estilo influenciado por el cine fantástico y de acción americano de la época. Un ritmo non stop, ágil y fresco que te mantiene pegado a la pantalla. Kaneko, además, comete el acierto de tardar en presentar en pantalla a los monstruos prefiriendo crear atmósfera y un clima de suspense muy acertado en el primer tercio del film con el descubrimiento en medio del océano de un enorme atolón y que resulta ser el caparazón de Gamera.
Como hemos comentado, el film contiene un ritmo fresco y ágil pero otro de los puntos a favor del film son sus personajes, más carismáticos de lo acostumbrado (el inspector de policía interpretado por el actor fetiche del director, Yukijiro Hotaru, es un ejemplo) y con una obsesión por parte de Kaneko de presentar protagonistas femeninas, como la fantástica Shinobu Nakayama interpretando a la ornitóloga Nagamine y que va tras los Gyaos. Como curiosidad, en el film aparece Ayako Fujitani, hija de Steven Seagal y que también aparecerá como protagonista años más tarde en la interesante Ritual (2000) de Hideaki Anno (creador de Evangelion y director de la reciente Shin Godzilla) y cuyo personaje en Gamera irá apareciendo durante toda la trilogía. Su personaje, llamado Asagi, mantiene una conexión telepática con Gamera sustituyendo así a las hordas de niños chillones de la serie clásica por algo más interesante y moderno. Y no faltan los cameos de actores clásicos del Kaiju como Akira Kubo (Los monstruos invaden la Tierra, El hijo de Godzilla, Invasión extraterrestre) o Kojiro Hongo (Los monstruos del fin del mundo, Gaos el terror de la noche) interpretando a generales militares en el presente film. Gamera, el guardián del universo (1995) presenta elementos inéditos y frescos en el género Kaiju como es su acercamiento al cine de terror en los primeros ataques de Gyaos en la isla (presentados desde la óptica del monstruo) además de un muy agradecido sentido del humor (el científico desaparecido cuyas gafas aparecen de entre los excrementos de Gyaos) y auto-parodia que le sienta de maravilla como cuando el protagonista masculino le dice a Nagamine, la ornitóloga: “Algún día te enseñaré Tokyo sin monstruos…” o cuando las mujeres se quejan del elevado precio del pescado desde la aparición de Gamera.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chacal
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9
18 de enero de 2017
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gracias a Japón bajo el terror del monstruo, el cine de monstruos gigantes japoneses, el kaiju-eiga, había nacido. Pese al éxito de la secuela del saurio, Godzilla contraataca, el resultado no había convencido excesivamente ni a público ni a crítica; la impactante representación del ataque nuclear en Hiroshima del primer Godzilla todavía estaba muy presente como para tomárselo a la ligera en films de entretenimiento. A sabiendas de esto, las siguientes películas del género iban a tomar caminos diferentes pero igualmente fantásticos. Se consolidó un equipo de trabajo que había funcionado y funcionará en el género a las mil maravillas, compuesto por Ishiro Honda en la dirección, el maestro de los efectos especiales Eiji Tsuburaya, Akira Ifukube en la música y al productor Tomoyuki Tanaka moviendo los hilos detrás de todo proyecto.
Después del primer Godzilla, Ishiro Honda dirigió Half Human (1955), una curiosa visión del abominable hombre de las nieves, un film dificilísimo de encontrar debido a que estuvo prohibido durante décadas en Japón por su supuesto tono racista contra una pequeña comunidad japonesa indígena llamada Ainu. Un año después, llegó el film que nos ocupa, Radon, titulado en su estreno americano como Rodan y en España como Los hijos del volcán. Esta vez, el monstruo volaba y ahora en color. La historia sigue a una comunidad de mineros que se tienen que enfrentar a unos misteriosos insectos gigantes que están causando el terror en el pueblo sin sospechar que en el interior de la mina, se esconde un peligro aún mayor, los huevos de un ave gigante prehistórica.
Honda se aleja del entorno urbano y moderno del primer Godzilla para retratar a uno de esos pequeños pueblos perdidos en medio de Japón, donde parece que aún no hayan llegado las nuevas tecnologías. En este sentido, la representación del modo de vida minero está muy bien conseguida y es plasmada con realismo. El primer tercio del film aporta elementos propios del cine de terror donde claramente se ven ciertas influencias del fantástico americano de la época como "Them. La humanidad en peligro" (1954), aunque el diseño de los insectos gigantes (denominados Meganurones) están más conseguidos técnicamente que las hormigas de Them!
Respecto a los efectos especiales, son mayoritariamente impecables, superando a producciones americanas de la época (exceptuando algunos momentos algo risibles como algunas sobreimpresiones algo vergonzosas del escenario con personas, y el clímax final, cargado de poesía, pero manchado por ese par de Rodans que parecen aviones de papel).
A pesar de esto, el film nos regala secuencias míticas como el nacimiento del primer Rodan, la espectacular escena donde la enorme sombra del monstruo pasa por encima de una pareja en el volcán, o las impecables escenas de destrucción rodadas con gran tensión y detallismo. De hecho, para disimular los cables que sujetaban a los monstruos, el equipo del film se dedicó a borrarlos manualmente fotograma a fotograma en el montaje (aunque eso no quita que en alguna secuencia se vean claramente).
En el lado negativo, nos encontramos con los mismos problemas de siempre en las kaiju-movies y que se agravarían con el tiempo, y es que el drama humano resulta de poco interés y pasa desapercibido delante de las verdaderas estrellas del film, los monstruos gigantes, lo que provoca que el ritmo decaiga en ciertos momentos. Y para finalizar, ¿a qué viene la interminable duración de la escena de los misiles contra el volcán?
Al igual que Godzilla, Los hijos del volcán, sufrió un remontaje para su estreno americano. Escenas eliminadas por Ishiro Honda fueron añadidas como una en donde nace un segundo Rodan, así como también la eliminación de secuencias en la mina y con los Meganurones. Actualmente estos remontajes americanos son piezas de coleccionista.
Para el que quiera acercarse a los kaijus clásicos por primera vez o para el que ya esté cansado de Godzilla, Los hijos del volcán es uno de los mejores exponentes del género. Un film sólido y entretenido. El personaje de Rodan volvería a la saga de Godzilla como aliado del saurio y con cierto aire paródico.
Ishiro Honda, tras el estreno de Rodan diría sobre sus películas de monstruos gigantes: “Los monstruos nacen demasiado grandes, demasiado fuertes, demasiado pesados, ésa es su tragedia”. Lo que evidencia su voluntad de dar a estos films una personalidad propia, más que presentar solamente a monstruos destrozando maquetas.

(https://orientparadiso.blogspot.com/)
Chacal
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7
13 de agosto de 2013
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Impactado me quedé cuando me enteré que Corea del Sur es el primer país del mundo en agresiones sexuales y más impactado aún al saber que hay alrededor de 2700 casos al año de violaciones y agresiones sexuales a menores. Este film sirve cómo denuncia de estos casos en los que la justicia no reprende como debería a estos agresores sexuales debido a un sistema de leyes penoso en este aspecto en los que al cabo de unos meses el agresor puede estar de nuevo en la calle.

Se trata de un film brutalmente intenso en su primera hora de metraje en el que asistimos al vía crucis de la adolescente la cual sufre violaciones, vejaciones y humillaciones por parte de sus compañeros de clase (unos chavales que de verdad dan una rabia tremenda) y la total indiferencia por parte de las autoridades y de esas personas que dicen representar a la ley. Esta primera parte del film está fantásticamente realizada, con buen gusto, un excelente ritmo, fotografía y geniales interpretaciones además de no cortarse un pelo en presentar momentos escalofriantes e impactantes.

Es cuando llega el momento que estamos esperando todos desde el minuto 1 cuando el film baja algo de nivel. La venganza de la madre es ansiada y muy deseada pero por desgracia no resulta del todo satisfactoria ya sea por algunas carencias técnicas pero sobretodo por la falta de atrevimiento del director de no querer llegar a situaciones más extremas. Llamadme sádico pero estos chavales violadores se merecían mucho más, era lo que deseábamos todos y el castigo nos deja parcialmente decepcionados. El final, además, es algo fallido.

No obstante esto el resultado final es muy satisfactorio que no redondo. Al acabar el film quedas hecho polvo e impactado. No recomiendo hacer una doble sesión de ésta película junto a la excelente Silenced (también de agresiones sexuales) porque acabaríais destrozados y vuestra confianza en la justicia hecha añicos.

(https://orientparadiso.blogspot.com/)
Chacal
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6
7 de octubre de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El éxito de la serie Mazinger Z (1972) fue especialmente notorio en España. El anime llegó al país en 1978 y el impacto de éste en la mente de los infantes de la época fue tremendo teniendo en cuenta que animación de ese estilo no se había visto nunca salvo cosas como Heidi o Marco. La violencia de las encarnizadas batallas entre los colosos de la serie alimentó las quejas de los padres lo cual obligó a TVE a cancelar la emisión llevando apenas 30 episodios. Si bien, en medio de la fiebre por Mazinger, el merchandising hizo de las suyas dispuesto a sacar hasta la última peseta de los progenitores. Álbum de cromos, muñecos entre otros artículos relacionados con la serie invadieron las tiendas. En el cine, los distribuidores españoles, fieles a su estilo, tampoco perdieron el tiempo estrenando en las pantallas patrias la ¡película de imagen real de Mazinger Z! ¿Cómo es posible? Por supuesto, Mazinger Z: El robot de las estrellas (1977) fue un timo como la copa de un pino y motivo de trauma para los chavales de la época que esperaban encontrarse con su robot favorito.

El film cuenta la odisea que mantiene una organización para defender la Tierra de unos malvados que quieren poner en peligro a la humanidad por medio de una serie de robots gigantescos comandados por el Doctor Inferno. Tras la muerte de sus padres, la versión taiwanesa de Koji Kabuto, querrá vengarse. Solo él será el piloto indicado para conducir a ¿Mazinger Z? Mientras tanto, los villanos buscarán un mineral rojo indestructible que les ayudará a construir un robot invencible.

Mazinger Z: El robot de las estrellas (1977) tiene su origen en 1974. En plena fiebre de los robots, en Japón, se realizó la serie japonesa en imagen real Super Robot Mach Baron, uno de los muchos exploits de Mazinger. Esta serie fue comprada y remontada en 1977 por una productora en Taiwan convirtiéndola al formato largometraje para cines. En Taiwan realizaron varios cambios a la historia, emparentándola ésta aún más con Mazinger. Contrataron a actores taiwaneses, los vistieron como Koji Kabuto y compañía y los insertaron de entre las escenas con los robots de la serie original japonesa. A este experimento (muy común en la época por otra parte) lo titularon The Iron Superman (1977). El film fue comprado después por los ávidos distribuidores españoles que la retitularon Mazinger Z: El robot de las estrellas y siendo estrenada en nuestro país en 1978. Lo gracioso es que el robot no se parecía en nada a Mazinger, siendo Mach Baron un robot de color rojo. Si pensaron que haciendo pasar a este robot por Mazinger Z obtendrían un beneficio considerable en la taquilla acertaron de pleno. El film fue todo un éxito en nuestro país congregando a más de 700.000 espectadores.

Pese a todo, hay que reconocerle al film que es todo un ejercicio de diversión sin complejos de carácter Z, si, pero muy entretenida. Punto y aparte merece los looks de los protagonistas, un muestrario de pelazos y bigotazos memorables. Los personajes humanos no intentan más que asemejarse a sus homólogos de la serie animada de Mazinger siendo todos delirantemente acartonados protagonizando, eso sí, algunas batallas con el ejército del Doctor Inferno (en descampados, claro) de buena calidad marcial. ¿Hemos dicho Doctor Inferno? ¡Si! Porque el carismático villano también tiene su papel destacado en esta producción, siendo presentado todo el rato en una sala oscura y rebotándole en la cara una siniestra luz violeta para remarcar su estatus de genio del mal. El Doctor Inferno mantiene su manía por conquistar el mundo enviando a sus colosos robóticos a la Tierra. Las batallas entre los robots (las escenas procedentes de la serie original japonesa), no destacan especialmente por su calidad técnica, siendo muñequillos del todo a cien pero resultan éstas divertidas. El montaje del film es una locura mezclando sin ton ni son las escenas del Mach Baron japonés con las nuevas escenas taiwanesas. Una delicia freak. Por supuesto, la marcha musical de la película es irresistible, aunque todas las canciones de las series tokusatsu de la época se parecen entre sí, pero eso no le quita su gracia.

Mazinger Z: El robot de las estrellas es un subproducto de marcada Serie (casi) Z, no exenta de diversión, resultando un film entrañable e hilarante no solo por su capacidad de entretenimiento sin prejuicios sino por toda la historia que arrastra su producción y cómo afectó en España. Un pequeño clásico entrañable que no hace sino amar más la fiebre por los robots gigantes que tuvo lugar en los años 70. A pesar del engaño con el personaje, el film tuvo el suficiente éxito en España para que comenzaran a venderse una serie de cómics en que se contaban más aventuras de este Mazinger rojo. Muy curioso.

El film, o más bien, el robot Mach Baron, fue objeto de un reboot en 2017 titulado Brave Storm. Una muy sorprendente puesta al día del género, realizado con limitaciones presupuestarias pero sorprendente pulso narrativo, excelentes ideas y amor por el género. Un film muy recomendable de cara al fan.

(https://orientparadiso.blogspot.com/)
Chacal
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