James Wan consigue ponerte nervioso y alerta en todo momento gracias a una gran dirección, además de contar con un guión que conecta bien con la historia anterior. Lástima que lo mejor de la película sean sólo esas dos cosas. Lo interesante no se desvela hasta la recta final, dejando al largometraje carente del atrapante y desasosegante comienzo de la primera. Los sustos, sean predecibles o no, ya no son tan aterradores. Una secuela, por tanto, que te dejará dormir “sin secuelas” tras haberla visto, pero que le salva el pertenecer a la trama anterior y el tener una segunda mitad más divertida, quizás lo único en lo que puede superar a la primera.

“Los juegos del hambre” es directa, nerviosa, destinada a un público mayoritariamente juvenil pero con suficiente contexto político manipulador y carga social como para atraer la atención de la audiencia en general. Además de cumplir con los suficientes elementos para convertirla en un blockbuster de masas, cuenta con una hipnótica Jennifer Lawrence como imprescindible protagonista. Pese a su entretenido metraje queda la sensación de que podría haberse desarrollado un poco más, aunque también eso hace que juegue a su favor el que esperes una continuación. Cine de entretenimiento de un mínimo de calidad.