Haz click aquí para copiar la URL
Críticas de Martes Carnaval
<< 1 4 5 6 10 12 >>
Críticas 56
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
6
1 de septiembre de 2012
45 de 58 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película minimalista con encanto, que no mata, pero entona.

El cine es una planta delicada, que puede malograrse por falta de atenciones diversas: por la endeblez de la historia, por haber estirado o encogido el argumento más de lo debido, por no haber acertado en el tratamiento del relato, por no haber encontrado el ritmo, por haber elegido a intérpretes inadecuados, por no haber cuidado los detalles, por intentar ser demasiado ambicioso o renunciar a serlo mínimamente… Hecho balance, le damos a esta película un aprobado holgado.

Su razón de ser: el paisaje y el paisanaje.

1 ) El paisaje.

Las vistas son preciosas. Creo que hasta los más recalcitrantes "urbanitas" pueden llegar a sentir el deseo de ser teletransportados allí… al menos, por unas horas. Hay que agradecérselo al encargado de la fotografía, Benjamin Kasulke, verdadero "homo cinematograficus", como avala su trayectoria: profesor en el Northwest Film Forum de Seattle, archivero de The Image Treasury, programador del Festival de Raindance en Londres, proyeccionista de la Olympia Film Society...

2 ) El paisanaje.

Las interpretaciones son extraordinarias. En el triángulo de circunstancias que se produce, y que es la esencia de la película, tanto Emily Blunt, como Rosemarie DeWitt, como Mark Duplass, rayan a gran altura dramática. Las dos intérpretes femeninas tienen, además, un gran atractivo personal. Facilita el resultado una metodología de "corta y pega" de diálogos más o menos improvisados, deudora del cine independiente (o mejor, del cine indigente). Para mí la mejor escena es la de la ingesta etílica compartida o curda a dos, que tiene un desarrollo rayano en la perfección en cuanto a diálogos y evolución de la situación, mérito del montaje. Ya casi por esa escena la película merecería verse porque es muy difícil alcanzar tanto realismo en el diseño de una ocasión así, que muchos hemos vivido: la relajación, el bienestar, la euforia y la audacia que paulatinamente va proporcionando el alcohol en ambiente distendido y grata compañía.

Por contra, la película es mezquina con la trama. Hay poca trama y la que hay no me convence del todo En mi opinión, el núcleo duro de la misma peca —aunque venialmente— de inverosímil y, también, de forzado, para poder decir que al final pasa algo. Ese final, por otra parte, tiene un poco de chulería, de "ahí queda eso", de "ya os he dado bastante, no os quejaréis", de "qué más da que ocurra una cosa u otra, si el mérito de la película va por otro lado". Pues no, si la película se apoya en un desenlace y el desenlace se sustrae al espectador, éste tiene derecho a sentirse moderadamente burlado.

Para terminar, la formulación de un deseo: que siga la colaboración de la Directora Lynn Shelton, con los hermanos Duplass, como promotores e ideólogos de cine —y en el caso de Mark, como actor con recursos—. Si es así, les auguro que escribirán páginas brillantes en el mamotreto de la “Historia del Cine". ¡Ah! y que no se olviden de contratar a Kasulke como Director de Fotografía.
Martes Carnaval
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7
6 de julio de 2012
72 de 79 usuarios han encontrado esta crítica útil
"La Delicadeza" como título de esta película es una tautología o redundancia porque se trata de una película delicada.

Si la delicadeza es la exquisitez en el comportamiento esta película la tiene:

1 ) Porque trata sencillamente una historia sencilla, y la sencillez es un requisito —condición necesaria aunque no suficiente— para la elegancia.

2 ) Porque nos habla de algo que no nos es indiferente: la vida. De cómo puede ser generosa y mezquina, cuando en realidad no es ninguna de las dos cosas. Uno vive mientras le pasan cosas o le pasan cosas mientras vive, y esas cosas pueden ser apasionantes o anodinas; enriquecedoras o destructivas; positivas, negativas o neutras…

3 ) Porque nos dice que lo importante no es lo que nos pasa sino nuestra actitud ante lo que nos pasa. A nadie se le puede entusiasmar o amargar sin su consentimiento. Intentar querer lo que se tiene es siempre más fácil —y, a menudo, más rentable— que intentar tener lo que se quiere.

4 ) Porque es un testimonio acertado sobre la felicidad y la infelicidad, esa chispa que a veces salta y aviva el fuego que nos hace sentir la plenitud o ese viento que lo apaga del todo y nos deja completamente a oscuras. Ni una ni otra son permanentes por lo que hay que evitar dos actitudes hacia el futuro que suelen ser contraproducentes: confiar o desconfiar en exceso. La primera nos hace vulnerables; la segunda, insensibles.

5 ) Porque nos alerta acerca de que la soledad, aunque sea buscada, en lo que tiene de renuncia suele ser un mal negocio. No somos autosuficientes y reconocerlo es una muestra de lucidez.

6 ) Porque nos confirma que hay segundas oportunidades, que son siempre el triunfo de la esperanza sobre la experiencia. Y que la forma segura de desaprovecharlas es no prestar atención, ya sea por obcecación, compasión propia o despiste.

Lo demás son dos grandes interpretaciones —la de Audrey Tautou en un personaje admirable por íntegro y entrañable, y la de François Damiens en el suyo, desaliñado, desgarbado, torpe… pero como dirá la abuela en un diagnóstico rápido "con buen fondo"— y una estupenda banda sonora de la que es responsable, con su solvencia habitual, Émilie Simon.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Martes Carnaval
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
6
18 de junio de 2012
20 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como espectáculo que es, al cine es de aplicación la máxima circense del "más difícil todavía". Una de las películas que más me impresionó en mi infancia fue la de Walt Disney con personajes reales, basada en la obra de Julio Verne: "20.000 leguas de viaje submarino". Vista hoy, es un auténtico ladrillo, pero en su día quedaba redimida por una escena de escasos minutos en que un pulpo gigante se adhería al submarino. Pues bien, una película similar para aportar hoy algo nuevo tendría que incluir, antes de los títulos de crédito iniciales, una escena donde intervenga una cooperativa de monstruos —King Kong, Godzilla, el yeti, la serpiente del lago Ness y Alien entre ellos— que, abducidos por unos invasores extragalácticos, reduzcan a escombros la ciudad de Nueva York o, mejor, a todo el continente americano, y a partir de ahí la acción debería ir en aumento. Es una carrera desenfrenada, muy difícil de seguir. Cuando las cosas se ponían feas, el cine ha encontrado un salvavidas en la tecnología digital, pero ¿qué ocurre con aquel tipo de cine que no precisa de los efectos especiales? ¿Qué ocurre con el cine de otros géneros? ¿Se puede ser innovador en él? La cartelera demuestra que sí. Pienso en películas recientes, como "Io sono l’ amore", "Cisne Negro", "Animal Kingdom", "Drive" o "Shame".

"Un lugar donde quedarse" es una película de género, que los americanos en su inocencia —por no decir ignorancia— se han apropiado: las road movies —las películas de carretera—. Son películas que tienen una estructura episódica, en que cada parte sirve para enfrentar a los protagonistas a una nueva prueba, cuya superación les acercará a la resolución del enigma que deben desentrañar o a la feliz o infeliz conclusión de la empresa que habían emprendido. "Bonnie and Clyde", "Easy Rider", "Thelma y Louise" o la más reciente, "Winter´s bone", son road movies con mayor o menor grado de impurezas. Es cierto que la generalización del transporte privado motorizado añade un elemento específico, pero el viaje, la puesta a prueba, el sufrimiento de calamidades, la obtención de satisfacciones, el sabotaje de unos y la ayuda de otros, el objetivo alcanzado o no, el retorno o el errabundo destino final, que serían los elementos de una road movie, son tan antiguos como el hombre; están en nuestra historia y en los orígenes de la literatura que la testimonia. "El Quijote", llevado al cine, sería una road movie, al igual que las novelas medievales de caballerías o las andanzas del Rey Arturo y sus caballeros, y lo sería también "La Odisea" de Homero que es una de las cunas de la literatura.

Sorrentino ha escogido esta vez una road movie. Y para ser original ha buscado un protagonista atípico y una empresa a realizar por el mismo con resonancias apocalípticas: la lucha contra los nazis, responsables del Holocausto —ya muy talluditos—.

Sigue en el spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Martes Carnaval
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
6
14 de enero de 2012
15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película tiene un punto de encanto, pero también lo tiene de hastío porque la normalidad es aburrida. Cuenta sencillamente una historia sencilla. La historia es universal: de cómo nos podemos complicar la vida y conseguir a pulso ser desdichados, cuando nada nos obligaba a serlo. Una pareja con una niña de escasa edad y con problemas que no son insuperables se rompe por el afán del marido en buscar atajos a su situación, fabricándose paraísos artificiales, que se trocarán en auténticos infiernos. La ruptura da lugar al distanciamiento, y el distanciamiento al olvido. Como suele ocurrir en este tipo de procesos pagan justos por pecadores y una niña se queda sin un padre poco ejemplar, pero comprensivo y cariñoso. Cuando, transcurrido el tiempo, las cosas parece que se van a enderezar, una vez más la vida se muestra maestra en el arte de construir espejismos, pero lo que era una ausencia clamorosa ha vuelto a ser otra vez una referencia vital. No es para tirar cohetes, pero menos da una piedra.

La película tiene indudables aciertos. Destaco tres:

1 ) De cómo es la vida con niño, lo que siempre es evocador para quien ha pasado por ese trance: en el que uno tiene muchas servidumbres y su tiempo libre está mucho más hipotecado que en otras circunstancias, pero en el que, también, uno tiene la contrapartida de que se siente despojado de ese óxido de la personalidad que es el egoísmo, pues hay algo que le fuerza a ser desprendido, al menos a tiempo parcial. Los hijos nos humanizan y nos hacen mejores, de manera muy evidente en los años en que no son capaces de valerse por sí mismos. Es una experiencia, en mi opinión, recomendable, pero también una época que tiene principio y final, y cuando termina hay que asumir ese hecho sin dramatismo y pasar página sin intentar aferrarse a una situación que con sus luces y sombras, con sus enriquecimientos y empobrecimientos, con sus ventajas e inconvenientes ha pasado a ser historia.

2 ) El proceso de reencuentro, en el que la directora Mia Hansen-Løve muestra su gran sensibilidad, dedicándole un porcentaje considerable del metraje de la película, inversión muy rentable porque deja un buen sabor de boca por su exquisita delicadeza.

3 ) El recurso a la poesía del protagonista que connotará ya inevitablemente su evocación futura. No hay legado que embellezca más la imagen de alguien que el formado por unas bellas, oportunas y sentidas palabras. La lírica es una competente suministradora de ellas.

En resumen, es ésta una de esas películas que si bien cuando se está viendo puede no levantar pasiones, como el buen vino, mejora en la barrica del recuerdo, con el paso del tiempo.
Martes Carnaval
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7
29 de octubre de 2011
106 de 127 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dentro del cine de género hay dos categorías en las que a primera vista se podría encuadrar esta película: el cine de terror y el cine de suspense. El cine de terror tiene la finalidad de provocar miedo. Una de las causas de su éxito se debe posiblemente a que los excesos que refleja alejan la acción de la realidad diaria, contribuyendo así a exorcizar otros miedos más próximos y tangibles. El cine de suspense trata de mantener una tensión mediante una planificación de escenas en las que se va desentrañando progresivamente una realidad que a primera vista se presenta envuelta en misterio.

Creo que "Mientras duermes" no pretende sembrar el pánico en la sala; es más bien cine de suspense, aunque no desvela a lo largo de la proyección grandes secretos que estuvieran ocultos en un principio. Podríamos hablar, forzando la definición, de thriller psicológico, que es aquel subgénero de cine de suspense que contempla una lucha psicológica entre los protagonistas (víctima y verdugo —que pueden coincidir en la misma persona si ésta tiene una personalidad desdoblada— o perseguidor del delito y delincuente). Pero el subgénero en el que se incluiría con mayor precisión sería el de thriller psicopático, aquél que gira en torno al mundo de una personalidad tarada. Este tipo de cine conduce inevitablemente a una película de actor.

Luis Tosar interpreta sobresalientemente un papel, que le consolida en la elite de la interpretación mundial. Rara vez encontramos en el cine un personaje, como el interpretado por este gran actor, tan nocivo, vil, infame, perverso y cobarde, que además nos es exhaustivamente explicado, porque todo lo que pasa está narrado por él o visto desde su óptica. Su motivación para hacer las atrocidades no es la venganza, ni el dinero, ni tan siquiera el sexo, es la satisfacción de ensañarse con la inocencia, de acabar con la alegría del mundo, en las víctimas que tiene a su alcance. El calificativo que mejor se le ajusta es el de sabandija: reptil pequeño, pero de los más perjudiciales y molestos, ya que es sumiso en público y únicamente poderoso ante alguien vulnerable. Es un "Gran Hermano" de andar por casa, es decir un "Pequeño Hermano": que vigila, controla, condiciona, altera y malogra la vida de quienes tienen la desgracia de colocarse en su punto de mira. Profanador del hogar, que es para todos el lugar por antonomasia de confianza, de previsibilidad, rutina, satisfacción y seguridad. Sentirse en casa es sentirse a gusto, es no tener sobresaltos, saber a qué atenerse, tener al alcance un mundo propio. Y es precisamente ahí donde este ser despreciable somete a sus bajezas a quien está completamente indefenso.

La película de Balagueró, en la que abundan sucesos inverosímiles, como alumbrar a partir de unos modestos huevos toda una plaga de cucarachas que, encima, no son fotófobas, se justifica por haber sabido crear un ambiente inquietante y, sobre todo, por habernos obsequiado con un villano antológico.
Martes Carnaval
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
<< 1 4 5 6 10 12 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow