Haz click aquí para copiar la URL
Argentina Argentina · santa fe
Críticas de rouse cairos
<< 1 3 4 5 10 60 >>
Críticas 296
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
7
5 de octubre de 2015
35 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Truman” es la crónica de cuatro días especiales, donde -como puede- el protagonista tiene que organizar su vida y la de su mascota antes de partir. Es una comedia dramática que utiliza frecuentes momentos de humor para descontracturar un tema tan real como difícil: ¿cómo son los días de una persona aún joven para morirse, cuando sabe que su cuerpo ha entrado en cuenta regresiva hacia el adiós definitivo?, ¿cómo organiza su vida y cómo se relaciona con los demás?
Sobre estos interrogantes circula la nueva película protagonizada por Darín, en uno de los picos de su carrera. En la historia se llama Julián y es un actor argentino que vive en Madrid, donde es bastante reconocido. Tiene barba, muchas canas y un aspecto juvenil; está separado y tiene un hijo estudiando en Amsterdam, al que hace bastante no ve.

Luego de años sin verse, Tomás (Javier Cámara), radicado en Canadá, viaja a España para acompañarlo y convencerlo de que retome un tratamiento médico sin garantías a pedido de la prima de Julián, Paula (Dolores Fonzi).
La película empieza y termina con este amigo yendo de Canadá a Madrid y viceversa. Abarca solamente cuatro días, que es el tiempo que durará esa visita al amigo. Ese breve plazo temporal colma de intensidad la breve anécdota y sostiene una película íntima y confesional, concentrada en dos personajes y el perro del título.

Cine minimalista, que explota al máximo tiempos, miradas y pausas. Es confortante que la película no predica ni baja línea. Construye su relato alrededor de la enfermedad sin descargar golpes bajos, siempre ligado a la despedida como eje narrativo.
Las distintas escenas y personajes le sirven al realizador para ejemplificar los puntos de vista y las situaciones vivenciales que ocurren con el entorno, cuando alguien cercano va a morir.
No hacen falta grandes discursos, reiteradas palabras, sino unos grandes actores y un director que deja a las emociones que fluyan en la escena. La fotografía y la música van de la mano con la humanidad del guión que, incluso con su elevada cuota de misoginia y misantropía, no deja de ser una tragicomedia con humor liberador para describir la despedida de un amigo, aprovechando a exponer que, en nuestra sociedad, ni la muerte escapa de las leyes de mercado y se puede elegir el ataúd o la urna, el modelo y la parcela, recibiendo los distintos presupuestos por e-mail.
Porque el director jamás renuncia a provocarnos una sonrisa y las acciones fluyen y emocionan de una manera tan natural que olvidamos la representación. Tal vez porque ante todo “Truman” es una película sobre los afectos y la comprensión. Y también sobre la aceptación del otro tal cual es y de las jugarretas inevitables del destino, al que se puede ladrar o cascotear con sonriente estoicismo.
rouse cairos
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
6
21 de septiembre de 2015
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los paisajes y personajes de "Beyond the reach", tienen muchas similitudes con "No es país para los débiles" de los hermanos Coen: una atmósfera crepuscularmente decadente, poblados al borde de la extinción en medio del desierto, sheriff envejecidos, impotentes y desencantados. También la situación de los jóvenes que emigran para estudiar y buscar otros horizontes o los que eligen quedarse a sobrevivir con el oficio de baqueano y cazador, en permanente duelo con la hostilidad del terreno. El joven Ben (Jeremy Irvine) es de estos últimos y precisamente el film se inicia cuando despierta de una pesadilla en la que corre, escapando de algo. Lo primero que percibimos es ese jadeo traspasado de cansancio y adrenalina; luego suena el teléfono con el pedido de su jefe, porque se ha presentado un nuevo trabajo que promete ser bien pago: guiar en el desierto a un cazador adinerado que busca distraerse de sus negocios internacionales persiguiendo ganado silvestre.
-¿Osos o venados?, pregunta Ben rutinariamente, al iniciar la entrevista con su flamante cliente y el otro contesta -cimarrón... (justo la especie más escasa y protegida, la más autóctona). Entonces, el joven le pide las autorizaciones pertinentes, pero un cruce de miradas con su jefe le basta para inducir que previamente ya han acordado allanar todo tipo de dificultades legales.
No del todo convencido y bastante contrariado, el joven Ben sube a la poderosa camioneta de seis ruedas quipada como un hotel cinco estrellas y cargada de municiones para el poderoso rifle de Madec, el personaje encarnado por Michael Douglas. A poco de andar, un suceso inesperado, aunque provocado por la incontinencia del precipitado cazador, imprime un giro de sucesos que tuercen lo que había comenzado como una costosa y caprichosa distracción para convertirlo en un despiadado y desigual enfrentamiento de gato y ratón.

Esta es una película donde el espectacular paisaje del desierto tiene un enorme protagonismo, con valiosos antecedentes en la historia del cine, que ha sabido registrar tanto su inhospitalidad como sus posibilidades infinitas. En este punto, difícilmente uno puede dejar de pensar en los westerns de John Ford, con su homenaje al desierto americano, la quintaesencia del lejano Oeste.
Léonetti es consciente de esa marca registrada en los orígenes y aunque por momentos no muestra gran experiencia respecto de dónde colocar la cámara (la escena donde el joven se esconde tras la camioneta, no tiene mucha coherencia espacial); en general, cada plano rinde un homenaje a ese legendario paisaje tan propicio para la aventura.
Michael Douglas, el veterano actor y productor, hace una caricatura esperpéntica de uno de sus personajes más famosos, el Gordon Gekko de Wall Street, agregando sadismo y crueldad al perfil de millonario obsesionado con su poder de dominación. El cazador inescrupuloso que en plena cacería se hace un tiempo para seguir con su teléfono satelital complicadas negociaciones internacionales. Su cínica frialdad y permanente malhumor lo definen como un villano plano despojado de toda ética rechazada por su culto al capitalismo salvaje de sus negocios. Madec es capaz de alternar un acuerdo pendiente con los chinos, mientras persigue a su presa humana como si fuera un animal. Su accionar es reiterativo, cuando no puede sobornar, busca destruir con todo su arsenal a mano en un circulo que estira la anécdota minimalista de una persecución implacable, donde el joven actor Jeremy Irvine se limita a esquivar cómo puede los embates. Construidos a pura contraposición, Ben y Madec se internan en las profundidades del desierto reviviendo la lucha de David y Goliat, en un enfrentamiento que resulta entretenido, con pequeños y breves destellos en que suceden cosas interesantes.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
rouse cairos
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
6
8 de septiembre de 2015
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
:

El opus 8 de Carnevale es una curiosa película coral compuesta de cuatro pequeños relatos, que sólo tienen en común el espacio convocante: un restaurante de acceso restringidísimo por donde van pasando clientes adinerados pero infelices. Atendido por dos misteriosos hermanos, interpretados por Graciela Borges y Pepe Cibrián, que observan los sentimientos y reacciones de los comensales, como los dioses homéricos o como un Gran Hermano contemporáneo.

El espacio (simbólico o no, según la lectura posible) queda en un barrio antiguo de Buenos Aires, disimulado detrás de una fachada anodina, emplazado sobre las ruinas de una antigua catedral con vitrales que replican la pintura de La última cena. Un lugar a cielo abierto pero con un pequeño escenario y músicos que amenizan frente a los exclusivos comensales que ocupan todas las noches una única y lujosa mesa, por donde desfila una fauna de delincuentes de guante blanco, ex enamorados desencontrados y otros seres furiosa o mansamente desesperados.

La espectacularidad del lugar y el nutrido elenco, que alcanzaría para mucho más de una película, reclaman un guion que paradójicamente pocas veces está a la altura en su evidente pretenciosidad. En la mayor parte de los relatos no funciona el tempo ni el lenguaje cinematográficos. Salvo en las dos historias finales (la de las tres amigas y la de los hermanos, que envuelve a los otros episodios con un desenlace sorprendente), aunque nada evita que los personajes caigan en estereotipos y en diálogos reiterativos, que van opacando el contenido, sin aprovechar los megarecursos de que se dispone.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
rouse cairos
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7
26 de agosto de 2015
60 de 69 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dicen que la mejor estrategia del diablo es hacer creer que no existe, como ocurrió con el clan Puccio y su monstruoso jefe disfrazado de cordero. Esa respetable apariencia que encierra el mal, es uno de los aspectos más interesantes de la historia que cuenta la nueva película de uno de los mejores realizadores del actual cine nacional.

Filmada con un pulso clásico y sobrio, “El clan” es un film comercial y al mismo tiempo profundo. Con una gran producción en todos los niveles, además de excelentes actuaciones que devuelven al cine argentino la posibilidad de acercarse a hechos verídicos y trágicos, de una manera inteligente, sin excluir la fascinación del espectáculo.

Todo film de Trapero transita por momentos de fuerte realismo e impronta documental, entonces -por su propia naturaleza- la trama (un resonante hecho policial en la época bisagra en la Argentina de los años ochenta, se presenta inmejorable para el director de “Mundo grúa”, “El bonaerense”, “Leonera”, “Carancho” y “Elefante Blanco”, quien ratifica su solidez narrativa con esta reconstrucción de la sórdida historia de los respetables vecinos de un barrio tradicional que llevaban una doble vida impensada para sus allegados. Precisamente, la confianza que despertaba esta familia fue lo que les permitió marcar a muchos conocidos adinerados entre el final de la dictadura militar y los primeros años de la democracia.

El film expone el momento histórico para ubicar temporalmente, y coloca la lupa sobre la doble condición de este grupo que en microescala demostró funcionar como la dictadura, con un permanente mecanismo de negación acerca de los males propios y una externa demostración de virtudes y religiosidades. La doble faz entre la afectividad familiar y la oscuridad criminal es lo más perturbador a la hora de mostrar cómo funcionaba la familia dentro de las paredes de su residencia, mientras en el sótano o en el baño tenían a las víctimas secuestradas. La película muestra hasta qué punto era coherente la conducta esquizofrénica de todos. Por acción u omisión. La vida cotidiana coexistía con el horror de los secuestros pero sin conectarse, como el que pone alta la radio para no escuchar o mira hacia otro lado para no ver, porque ésa era la consigna que bajaba desde la autoridad del padre-patrón interpretado magníficamente por Francella que compone un psicópata de dos caras, esgrimiendo una autoridad incuestionable. El frío manipulador coexiste con el pater familias que colabora en las tareas domésticas y escolares y después redacta notas extorsivas en la soledad de su escritorio, donde luce su diploma universitario de contador.
La música cumple un rol importante dentro del film. Al contrario de lo habitual, la banda sonora no intensifica sino que suaviza la tensión. Canciones ochentistas de Virus, Seru Girán o David Lee Roth, a la vez que estilizan el relato, lo vuelven menos denso y claustrofóbico. Al respecto, la escena en que el personaje del joven Lanzani (revelación actoral) echa mano a un respirador de buzo, sintetiza la textual falta de aire ant, a permanente presión paterna, porque la película descarga en Arquímedes toda la fuerza del mal y muestra a su entorno más bien victimizado, empezando por su hijo Alejandro, mucho más ambiguo entre lo corrupto y lo corruptible.

La película tiene un innegable profesionalismo en todos los rubros, aunque recién cerca del final alcanza su mejor ritmo. Nos comparte la perturbación ante esa extraña mezcla de familia falsamente ejemplar y su siniestra mezcla de fama, respetabilidad, dinero, deshumanización y delincuencia. Múltiples capas del relato que no siempre funcionan con la misma fluidez pero que igualmente con una dimensión que va más allá del simple policial y trasciende la mera animación de un recorte periodístico de aquellos años de transición. Trapero vincula, expone, saca a la luz datos desconocidos para las nuevas generaciones y para ser rememorados por quienes atravesaron tiempos más oscuros.
rouse cairos
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
8
24 de junio de 2015
38 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
La flamante remake del clásico de Daniel Tinayre , realizado en 1960, justifica la actualización de su propuesta, que incorpora la actualidad de su propio tiempo y a su vez interpela hasta qué punto nos hemos desacostumbrado a los dilemas éticos y su consecuente dialéctica para defender ideas y consecuencias.

La película arranca con un largo plano secuencia que registra una descarnada discusión que enfrenta dos puntos de vista opuestos. El relato abre con un áspero diálogo entre la joven Paulina (Fonzi), recién recibida de abogada, y su padre, un juez de notoria trayectoria (Oscar Martínez) que espera de ella la continuación de una carrera en el ámbito del derecho, donde se le abren todas las puertas. Sin embargo, la joven ya tiene una decisión tomada al respecto: abandonar su especialización y regresar a Misiones, su tierra natal, para integrarse en un proyecto docente con jóvenes estudiantes de zonas marginales. Su padre se opone a esta decisión, pero Paulina decide seguir adelante.
Ya en zona semirrural, con los aserraderos que permanentemente reciben árboles extraídos de una selva cada vez menos verde, Paulina y sus ideales chocan con la realidad: la diferencia de idioma y de clase social son apenas el inicio de una tarea ardua que se complicará cuando un grupo de jóvenes jornaleros la confunden con una prostituta y es víctima de una emboscada y agresión sexual.

La película de Mitre toca puntos sensibles por el trasfondo del tema abarcado que no ocupa el primer plano pero cuenta y mucho. Santiago Mitre realiza un juego de temporalidades que también estaban en la película original: interrumpir y volver sobre el tiempo narrado, con el fin de retomar el hecho conflictivo desde diferentes ángulos. Este recurso refleja la complejidad del caso y permite diferenciar móviles y motivaciones.
La nueva versión se hace eco de los debates políticos contemporáneos y las distintas reacciones ante un hecho de violencia de género, con su posterior reclamo de justicia, generando posiciones encontradas. Al respecto, el film opera contra la idea de venganza que tan opuestamente canaliza otro film argentino reciente como Relatos Salvajes.

Es que “La patota” no sólo es una película política sino también una propuesta desconcertante, que puede dejar perplejo al espectador a la luz del irritado sentimiento social del ojo por ojo y diente por diente.

El planteo central es ante todo un conflicto ético, distante por igual del puro misticismo y del melodrama. La película se torna cada vez más inquietante y desafiante de la mano de su protagonista.

Plantea las ansias de cambio social, poniendo el cuerpo y la voluntad transformadora. Del otro lado, se acentúan las normas que conservan y legitiman. En la diferencia de posturas ideológicas se centra el relato. Cuando la heroína se convierte en víctima, como lo remarca su padre juez, todos esperan una justicia equiparada al castigo.
Sabemos que Paulina no cree en la justicia institucionalizada, que desconfía de su capacidad, porque “no busca la verdad sino culpables” -afirma- y en la expectativa acerca de si su convicción permanecerá irreductible, se sostiene el suspenso.

Con un tema sólido, buenas actuaciones y una estética que llena los ojos de buen cine, “La patota” se mira sin respiro hasta desembocar en un largo plano final memorable y sin palabras, que refuerza ese punto de vista que avanza de frente y nos enfrenta, con la fuerza de las convicciones.
rouse cairos
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
<< 1 3 4 5 10 60 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow