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Críticas de Imagomundisblog
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Críticas 120
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
10
22 de abril de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cometer el crimen perfecto es cambiar el original título "M dial of number" por el más comprensible en castellano, sin que te parezca mal ni que te enteres. ¡Qué señor el que nos traducía los títulos!.

Qué misterio puede existir en una historia si desde los 9 minutos conocemos al asesino y éste además nos explica pormenorizadamente sus planes.
Efectivamente hay un propósito: hacernos cómplices de su maldad. Y sufrir en la impotencia cómo va desarrollándose la trama. No queremos que la bella Kelly muera(Margot Wendit), pero seamos sinceros tampoco queremos que se descubra a Milland (Tony Wendit), un tenista retirado a los negocios en la alta sociedad. Éste nos ha hecho sabedores de cada circunstancia. Además, la víctima, su mujer, merece un castigo. Ha "engañado" a su marido en una época en la que no podía ser admitida la circunstancia. El afortunado es un amigo común de la pareja (Mark Hollydays, Cummings) un escritor de novelas policiacas.
Los tres son amigos un triángulo perfecto.
Y en una pareja el tercer vértice ha de ser asesinado.
Un espacio es el protagonista, el apartamento de la alta sociedad de la pareja Kelly Milland.
Ray es un cuervo viejo y sibilino. Bien trajeado ,cínico y elegante. Hitchcock confiaba en su flema británica. Finando hilo entre embrollados chantajes, anónimos y citas la obra pasa rápido. El criminal de baja estofa Swan entra en escena y cumple.
Los diálogos son los únicos efectos especiales en una época en la que pensar y atender la narración fílmica era más importante que ver una película de monstruos digitales con un móvil en la mano y respondiendo un wassap.
Un lugar, el apartamento, una trama y un asesinato. Tus ojos prestan atención a una cortina, un bolso, una llave o una puerta abierta. Pistas.
No deben descubrir que hoy somos el asesino mirando, siendo cómplices. Deseando que nos descubran pero también haciendo pagar a la bella Grace. Pero realmente, ¿no vamos a perdonar a la princesa?...
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9
21 de abril de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de Rosellini otra miseria asolaba a la América deslumbrante. Debajo, enfrente y al lado la miseria acampa. Como refiere la excelente introducción de la película (no se la pierdan). Y desde entonces, y antes América y Nueva York. Y Wyler la miseria la muestra en todo su esplendor. Compadeciéndose y también con las manos amarradas.
Con 8 años ví por primera vez "Calle sin salida" en TVE2 una noche de invierno con mi madre. Desde entonces no ha existido en mi cabeza otra película que explique mejor el determinismo y el origen de cierta maldad.
La pobreza es una tierra fértil donde la baja delicuencia crece. Enfrente de ellos, de los pobres de Nueva York o de cualquier parte, la opulencia, la corrupción y la riqueza se pasea alardeando.
¿Porqué hay que sufrir, sacrificarse y estudiar como el noble personaje de Dave Connell (Joel McRea) , si al final te arrastras por el barrio suplicando unos centavos?. Eso le viene a decir "Cara de Niño" Bogart. Él es un criminal, ha prosperado y vueve a casa, vuelve al barrio a por lo que más ama (su madre y su exnovia). Bogart, a mí parecer está en una de sus mejores actuaciones pues borda los matices en su rostro: la maldad, la decepción, la desidia y la codicia.

Expresionismo de Stemberg, muelles sucios, maderas roídas, metal en blanco y negro y charcos de lodo donde los adolecescentes del barrio en grupo retozan con sus navajas. Enfrente de la calle, otro mundo, niños vestidos de blanco, rubios y con flequillo limpio y peinado en su terraza con portero.
Madres sucias, feas y trabajadoras en escaleras del galigarismo. Y enfrente otras madres, que parecen estrellas de cine, con pieles de armiño y trajes de seda. Dos mundos en uno.
Hay chivatos con marcas en la cara y un código que aprender desde muy joven: ganar aunque sea sucio, pero ganar. Es otro consejo de Hugh "Baby face" a esa banda de jóvenes que son protagonistas (los Dead ends kids que serían contratados para los mismos papeles en muchas películas como la casi remake de ésta, la valorada "Ángeles con caras sucias")

Al final no hay más.
Quedarse soñando el amor de tu vida, la rubia rica que gasta demasiada gasolina (Claire Trevor), o aceptar el amor noble y discreto de la buena chica sin lujo que es Drina (Silvia Sydney, la novia de América de entonces). Eso es lo que le ocurre a Dave Connell. Correr en busca del dinero fácil a costa de perder el alma como el que fue su amigo de infancia o quedarse en la miseria para siempre. Delatar a quien amas o esperar que cambie. Qué fácil es juzgar lo correcto desde afuera.

Tu madre mientras llora por las ventanas cada vez que oye disparos. No quiere saber nada de tí. Pero vas a seguir adelante. Vas a correr aunque sea un callejón sin salida. Porque no te han dado otra, o sí, pero esa es otra historia, la de Dave Connel y no la tuya Cara de niño.
Ni la mía, yo quiero que mi madre me quiera siempre, y ser un buen tipo como me enseñó William Wyler una vez con ocho años.
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9
13 de abril de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El tiempo que todo hombre posee es limitado. Ls elección de mirar (el cine, el libro o la ventana) restan o compiten con el árbol de la vida, ver no es vivir. O sí.
James Stewart es capaz de rechazar los besos de la mismísima Grace Kelly con tal de mirar por la ventana. ¿Usted lo haría?.
Hitchcock nos convence y mira qué es difícil. Y "miramos" por la ventana.
La escoptofilia es la huída de los solitarios. Pero qué ocurre cuando a un fotógrafo de éxito, Jef (James Stewart) lleno de buenas amistades (Thelma Ritter ,Wendell Collins...) y con una pretendiente incansable y encantadora que posee belleza y dinero Lisa (Grace Kelly) se convierte, a causa de un accidente, en un voyeurista profesional.
Un patio y en cada apartamento de enfrente, una ventana abierta a una historia distinta. Como un libro, como el cine. Cuando no puedes vivir, mirar es la otra forma de hacerlo.
El sueño de un cálido verano se transforma así en una amable pesadilla. Porque no sufran, ésto es un divertimento para el protagonista y también para el espectador. Damos cabezadas y jugamos a Poirot. "La ventana de enfrente" se traduce aquí en "indiscreta". Hemos perdido el norte, la discreción de tanto mirar y queremos saber más. Algo así como asomarse en el patio del facebook del siglo pasado. A veces crees que has visto un asesinato. Y eso es grave. Yo, asesinos los veo cada día. Pero no dejo de mirar a Grace Kelly porque yo soy un burgués accidentado mirando siempre en mi sillón.
A estas alturas hay ciertas películas en las que poco más se puede aportar. Todo está dicho ya.
También había niños que jugaban mientras otros miraban y escribían. Otro modo de cualquiera de vivir.
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7
12 de abril de 2019
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde 1940, década prodigiosa del cine negro, Bogart se convierte en el icono fundamental con un personaje y arquetipo ("El halcón maltés", "High Sierra", "Cayo largo", "Tener y no tener", "La senda tenebrosa",...). Sus partenaires serán diversas (Mary Astor, Ida Lupino...) hasta la llegada de Bacall, que encarnaría desde entonces el tándem perfecto, también en la vida real. Delgada, esbelta y rubia. Ondulada de ojos felinos y pómulos salientes, "La flaca" entallada en sus trajes de chaqueta, también había marcado un punto y a parte de quién y cómo, debía ser la rubia que acompañaba a su marido en la industria. Así, Lisabeth Scott "hace" de Bacall, en Callejón sin salida, en su papel de Coral Chandler.
Que criticado (¿porqué?), no menos efectivo que la original.
Scott, con una carrera corta marcada por el género negro ( "Pitfall", " Ciudad en sombras") se desquita bien en beso, cigarro, y tono grave de voz, tal y cómo lo hacía la contrincante.
Cromwell, director de oficio y melodrama de los treinta, había dirigido a las estrellas de entonces y aquí saca pulmón y bocanada del cigarro noir influido por la demanda y el éxito de Hawks y Huston.
Quien tenga dudas que se pase por esta sesión de hipnosis.
Todo está según los cánones: un principio de posguerra, dos soldados de la segunda (Rip Murdock -Bogart y Johnny Drake, inadaptados como los de "Los mejores años de nuestra vida") en el regreso (¿a qué y adónde?). Paracaidistas con su código de honor, se separan jurándose preocupación mutua. Uno de ellos es acusado de un crimen. Boggie, ahora hay que buscar el arma y ve a descubrir quién fue el culpable. Esto es solo la excusa para partir: encontrar la verdad. Y la verdad no es otra que llegar a un club y conocer a otra flaca cantando, ver que está liada con el Gran Jefe y que los secuaces van a intentar matarte. Esa la aventura.
Aquí nadie sabe nada, ni tampoco nos enteramos – el guión, cuentan, se improvisaba- lo que más se trabajaba es que no nos importe demasiado.
Algo va mal, llueve afuera y es de noche siempre, los coches esperan que huyamos para siempre y ya intuyes quien tiene la culpa. Haré lo que sea para estrellarme. Siempre que tú no lo hagas en una escena final, memorable. Y que con un poético "Gerónimo" valiente y acerado desembarques eternamente en la playa de Omaha sin miedo.
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9
10 de abril de 2019
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La sencillez y la elegancia de un relato fatalista. Adónde huir enamorado, no hay salida. Haremos todo por amor. Dispararemos equivocadamente. Pese a no haber hecho nunca uso de nuestra puntería. Daremos en el blanco. Seremos criminales. Dónde está el error si huyes conmigo.
J H Lewis firma su obra maestra. Saca cabeza de la serie B y compite con las "grandes" del cine negro. Tiene en su poder la virtud del relato, no solo la estética que desborda. Godard firma carisma en su "A bout de souffle" pero allí no hay historia. Aquí hay todo. El adorado verismo cuasi documental que reivindica la Nouvelle Vague y la pulsión holywoodiense de un buen relato. Sencillez con la que nos vence, lo que falta a la engolada francesa que nos vende Gun Crazy.

Lewis se saca de la manga una canción redonda. Con sus flasback de juicios. Con la hermana buena contando la historia de un tirador nato. América, América cuánto rifle suelto...Y con los amigos del protagonista, otra vez la infancia marcando destinos, reciclados convenientemente en abogado y policía. El abogado disfrazado de Atticus Finch y el poli de "pistolerito".
Para que los niños buenos sepan escoger entre los buenos y los malos. Y vean cómo acaban estas cosas de "tirar" tan bien y enamorarse.
Pero uno se encuentra por ahí un día a Peggy Cummings de vaquera mala, te pide el sol... la luna...se la das, o eso crees ... y terminas en un coche con la poli en los talones.
Aún eres el rey del mundo arrastrado por High Sierra como Boggie porque "la llevas" despeinada de tu mano y caeis en el pantano...
(...)
Y algo ha fallado porque te han contado el cuento para que quieras ser el lobo...
Bendito malditismo, el amor excusa todo.
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