Tras la ‘II Guerra Mundial’, se produjo un fenómeno social en Estados Unidos que parecía carecer de cualquier explicación lógica: no sólo en familias desestructuradas, sino también en algunas con un poder adquisitivo elevado, se daban a conocer casos de jóvenes adolescentes con un carácter agresivo, que se veían envueltos en peleas callejeras, cometían delitos y se enfrentaban contra cualquier figura de autoridad (fuera ésta familiar, policial, etc.).

Frente a esta situación, el cine quiso plasmar una parte de esta ‘realidad’ con películas que pretendían alertar a los padres de dichas circunstancias, para prevenirlos y hacerles ver (como comenta la madre del propio Jimmy, en un momento del film) que “escuchas noticias sobre estas cosas, pero siempre crees que les pasa a otros y no a tu familia”. Las películas tenían cierta ‘función social’ y querían fomentar una relación familiar que permitiera atajar este tipo de casos.

Sucede, creo yo, que ‘Rebelde sin causa’ quiso alertar sobre esa realidad… y acabó consiguiendo justo lo contrario: encumbró la figura del ‘rebelde’ James Dean, que se convirtió en un modelo de conducta para una juventud deslumbrada por su actitud desarraigada y temeraria, así como por su estética (camiseta blanca, jeans azules y chaqueta roja… laca en el tupé y cigarro en los labios). La trágica muerte del protagonista, poco antes del estreno de la película, acabó de darle el halo de romántica ‘trascendencia’ al film. Así que la película no MUESTRA la realidad… sino que acabó CREÁNDOLA. Los jóvenes no eran como él… querían parecerse a él. El matiz, opino yo, es importante.

Por otro lado, la realidad que intenta retratarse está tremendamente estereotipada: es sabido por todos que los jóvenes suelen sentirse incomprendidos por sus padres, y que intentan rebelarse contra su autoridad… pero mostrar al padre de Jimmy como un ‘calzonazos’ que va por casa con un delantal ridículo causa vergüenza ajena… por no hablar del tremendo machismo en las palabras de Jimmy, cuando le dice a un agente de policía: “Si mi padre se atreviera a darle un bofetón a mi madre… quizá ella fuera feliz… y dejaría de fastidiarle”. Asusta pensar que se pudiera ser tan rancio y retrógrado…

Lo cierto es que la película tiene un argumento pobre, con secuencias desestructuradas de lo que se supone que son 24 horas desenfrenadas, protagonizadas por el trío Dean-Wood-Mineo; los diálogos son flojos... aunque sí están bien el modo en que maneja la cámara el director (Nicholas Ray) y la fotografía...

En cuanto a las actuaciones, bastante bien James Dean (muy intenso en algunos momentos, aunque en otros está un poco sobreactuado); intrascendente Wood (a mi no me transmite nada); y notable Mineo, aunque uno acaba creyendo que su verosimilitud como joven retraído y marginado, con cierta indefinición sexual, se debe a que se estaba interpretándose a sí mismo… En cualquier caso, la evolución del carácter de los personajes es caótica e inverosímil… y supongo que eso lastra la labor de los actores…

En general, la película es excesivamente ‘teatral’, tiene un desarrollo irregular y cuenta una historia de un modo que ha envejecido bastante mal. Claro que las películas actuales que intentan reflejar el carácter rebelde de los jóvenes de hoy en día presentan historias de amor imposible entre adolescentes y vampiros… así que evitaré las comparaciones.

El carácter de ‘mito del cine’ que ha adquirido el film se debe fundamentalmente a James Dean (y a su muerte), y no está en absoluto justificado. Teniendo en cuenta lo bueno y lo malo que tiene, creo que un aprobado es lo más justo.

La película estuvo nominada en tres categorías en los premios Oscar de 1955: Mejor Actor de Reparto, Actriz de Reparto y Guión Adaptado. No se llevó ningún galardón.

Divertidísimo programa de humor, con personajes cuya fama ha trascendido al propio espacio televisivo (como Enjuto Mojamuto, convertido en el paradigma de adolescente friki que sólo piensa en jugar al ordenador y navegar por internet). Del mismo modo, actores como Carlos Areces, Julián López o Pablo Chiapella han logrado dar sus primeros pasos en el mundo de la interpretación 'seria' (como ellos mismos dicen), tanto en cine como en series de TV, gracias a su buen hacer en este programa de TV.

'Muchachada Nuí' ha sido capaz de 'popularizar' tanto vocablos propios a la cultura popular manchega ('horcate', 'amagarse', 'pataliebre', 'gambitero') como expresiones propias de la jerga de la juventud actual: "ponerse palot", "cerrar el boquino", "ser un fanegas", "vaya bullate"...

En general, el tono desenfadado de las secciones y el tipo de humor ofrecido estaba especialmente dirigido a gente que se crió en los años 80 (es decir, personas de la misma edad que los propios humoristas), ya que éstos eran quienes más fácilmente encontraban el sentido de los 'guiños' y referencias de los intérpretes.

Las parodias efectuadas sobre personajes conocidos del panorama nacional e internacional, en la sección 'Celebrities' (Alaska, Hulk Hogan, John Galliano, Ferran Adrià...); el humor irreverente que tenía 'Mundo Viejuno' (en la que se tomaban imágenes de películas antiguas, libres de derechos, y se les añadían diálogos de lo más absurdo); o las reflexiones del 'gañán' ficticio Marcial Ruiz Escribano (en el que un hombre de campo reflexionaba sobre hechos o situaciones de actualidad), en 'Al Fresco', eran algunas de las secciones con más éxito y seguimiento.

Curiosamente, los mejores gags de este programa de TV han tenido un gran número de visitas en webs de internet, lo que contrasta con las cifras de audiencia que tuvo 'Muchachada Nuí' mientras fue emitido en La2 (que nunca superaron el millón de espectadores, y solían situarse entre los 600.000 y los 700.0000 televidentes).

Sensacional anime (película de dibujos animados japoneses), que relata una violenta historia repleta de sangrientos combates, salpicada con escenas eróticas y que también posee pasajes humorísticos. La trama avanza de forma ordenada y poco a poco se le va ofreciendo al espectador la información necesaria para entender la historia.

Tanto la temática como el estilo narrativo se basan en el cine tradicional japonés, en el que abundan escenas que recorren los paisajes y no sólo se le presta atención a los personajes, aunque la naturaleza demoníaca de los enemigos de los protagonistas dota al conjunto de un marcado carácter fantástico.

Los diálogos están impregnados de la clásica circunspección nipona, pero sin caer en la pomposidad, y el desarrollo tiene un punto clásico (como en las antiguas tragedias griegas), en las que el héroe debía afrontar un destino repleto de contratiempos y adversidades.

Cada personaje ejemplifica los roles habituales de la tradición del Japón medieval: Jubei es la perfecta personificación del guerrero: fuerte y resistente, parece carecer de sentimientos, aunque sí posee un gran sentido del honor y un código ético muy estricto (el bushido); Kagero es la típica mujer japonesa... tan firme en sus ideas como hierática, aunque en su interior lucha por no liberar los sentimientos que la atormentan; y Dakuan es la voz de la experiencia y de la sabiduría, un personaje amoral y cínico que usa cualquier método a su alcance para lograr sus propósitos.

Esta película es la primera (y única) que he visto en su género, y ya me encantó cuando la visioné… siendo un adolescente. Aún hoy la sigo encontrando interesante, porque no se queda en una simple sucesión de combates… sino que cuenta con un guión trabajado.

En cualquier caso, advierto que la violencia, el carácter fantasioso de los ‘villanos’ y el propio género de la película (dibujos animados) puede hacer que existan espectadores que se sientan decepcionados o poco interesados por este film (aunque, insisto, ese NO es mi caso). Para los amantes del anime, estoy seguro que ‘Ninja Scroll’ es una pequeña joya.

Desoladora: así debo calificar la revisión de esta película, que vi siendo un crío de cinco años y que yo había idealizado. Sabía que muy bueno no iba a ser este film, porque el presupuesto fue muy escaso, los actores eran casi completamente desconocidos y en este tipo de películas no suele darse demasiada importancia al guión…

Vale, pues dicho todo esto… aún estoy en shock. Quiero decir… es evidente que, en 1978, se quiso aprovechar la gran acogida entre el público que tuvo ‘Tiburón’ (estrenada en 1975) para crear un ‘subproducto’ que intentaba crear una atmósfera similar (zona turística con bañistas atacados por un animal acuático), presentaba una ‘amenaza’ parecida (pirañas, en lugar de escualos), empleaba recursos visuales semejantes (cámara bajo agua que se acerca a la presa) y usaba una musiquilla que nadie se escandalizaría si calificamos como ‘plagio que ni siquiera se disimuló’… pero es que, incluso siendo generoso, el resultado es paupérrimo.

Estaba visionando la película y me he dado cuenta de que logra justo lo contrario de lo que (en teoría) pretende: si viendo ‘Tiburón’ se sentía tal aprensión por el mar que uno dudaba mucho de volver a ir a la playa algún día, viendo ‘Piranha’ se te antoja una buena idea meterte en un río lleno de pirañas asesinas… siempre que, evidentemente, la otra alternativa sea acabar de ver dicho film: y es que el dolor es similar, pero la agonía es mucho más corta.

Si dejamos de lado la bizarra trama argumental de la película (que no tiene pies ni cabeza… ¿qué será lo próximo? ¿periquitos con uñas muy afiladas para invadir Corea del Norte?), y admitimos que a los actores poco se les puede exigir… ¿qué más nos queda por analizar? Pues poca cosa. Sin olvidar que los diálogos son surrealistas, y rescato tres momentos concretos para escenificarlo:

1.- Una niña que está en un campamento de verano se pregunta si ha llegado alguna carta de sus padres. Respuesta del director del campamento: “No. Nadie se acuerda de ti”. (¿Jajaja?)

2.- Maggie y Paul han sido retenidos por unos militares. Paul le encarga a Maggie distraer al guardia, mientras él busca el modo de escapar. Ella le pregunta cómo hacerlo y él le sugiere que trate de seducirlo. Respuesta de ella: “¿Y si es mariquita?”. (¿Jajaja?)

3.- Un empresario está intentando promocionar su parque acuático, justo cuando las pirañas están atacando el río de la zona. Uno de sus trabajadores lo interrumpe, y el dueño del negocio le pregunta por el motivo de su presencia. Su subordinado le comenta: “Las pirañas se le están comiendo a los turistas”. (¿Jajaja?).

Ése es el nivel más alto de las ‘paridas’ de la película. Imaginad el resto.

En fin, estamos ante un film sólo apto para acérrimos aficionados al género… o bien para nostálgicos incondicionales (incapaces de admitir que la película ha envejecido fatal, y que ya en su día fue floja-floja-floja). El resto, mejor que busque otra alternativa.

Creo que con ‘Cisne negro’ estamos ante el enésimo caso de película que acaba siendo engullida por la personalidad de un director (en este caso, Darren Aronofsky) más preocupado en alimentar su propio ego que de firmar una auténtica obra de arte. No niego el talento del realizador para atraparnos con el vigor visual y el ritmo que le da a una historia contada anteriormente en un buen número de ocasiones…

…pero es que el director parece más interesado en lograr la admiración del espectador que en crear un trabajo que sea admirado por el público: el realizador reclama el aplauso para sí mismo, para su estilo narrativo, para su modo de contar las cosas… y creo que antepone su persona a su obra… lo cual es una falta de profesionalidad notable (y una muestra evidente de egolatría).

Aronofsky desea sorprender al público por encima de todo y, para ello, se sirve de cualquier truco para confundir al espectador y lograr el “¡oooooh, no me lo esperaba!”. Está claro que se describe el proceso psicótico que afecta a Nina… pero, ¿hace falta que se someta al espectador a una sucesión de situaciones confusas? Eso que vemos ahora es real… ¡No, es imaginado! ¡No, es real! ¿Pero le pasa ella o la otra? ¡Ah, es a la otra! ¡No, es a ella! ¡Ah, no, es a la otra! ¡No, a ella! ¡O a su madre! ¡O a ella! ¡O a la otra! Diosss, qué estrés. Es tan agotador que, al final, piensas: me da igual a quién sea… que pare esta montaña rusa, me quiero bajar YA.

También es algo pedante el director, con su uso y abuso del simbolismo que subyace en el cambio de carácter de la protagonista, que pasa de ser la afable y educada ‘cisne blanco’ a ser la violenta y agria ‘cisne negro’, y que culmina en el baile-transformación final… con Nina metamorfoseada en su propio personaje. Que sí, que estéticamente es una escena hermosa… pero resulta muy pretenciosa. Y eso de que cada vez que se apodera de Nina su alter ego ‘oscuro’ tenga que inyectársele en sangre la pupila está de más, creo yo.

Lo más cargante de todo, sin embargo, es el interés del director en meter con calzador escenas de sexo que no vienen a cuento: ese afán por crear una ‘tensión sexual’ que llega a su culmen con la escena lésbica Portman-Kunis está forzadísima, y es totalmente prescindible. Lo admito: me recuerda a esas casposas peliculillas pseudo-eróticas de los años 90, tipo ‘Showgirls’. Incluso la escena de la masturbación en la bañera recuerda a la de la película ‘Sliver (Acosada)’. Joder, Aronofsky, cómo sabes ‘vender’ el producto… apelando a lo más vulgar y sórdido.

Dejando aparte estos ‘puntos negros’, sólo cabe decir que estamos ante una interesante película… a pesar de los fallos (o lagunas) de la narración: resulta curioso comprobar que la bailarina que partía como primera bailarina del ballet en el inicio del film (Verónica, interpretada por Ksenia Solo) desaparece casi por completo de la historia… o que quede sin aclararse qué le sucede a la ya acabada Beth… por cierto, ¿hacía falta que se mostrara tan claramente las cicatrices de su pierna, tras sufrir el atropello?

Lo mejor de todo es la lección de interpretación que da Natalie Portman, muy convincente en su faceta como bailarina y muy intensa a la hora de desatar sus sentimientos… o de mantenerlos ocultos. No sorprende que ganara el Oscar a la Mejor Actriz, en los Oscar 2010. Pero es una lástima que el afán de protagonismo del director, y su uso de ‘atajos’ y fuegos artificiales para deslumbrar al público acabe restándole fuerza al conjunto…

La película también estuvo nominada, en los premios Oscar, en otras cuatro categorías: Mejor Película, Director, Montaje y Fotografía.

PD: Otro día analizamos lo incomprensible (y tramposo) que me resulta que Nina baile mejor que nunca justo cuando tiene clavados casi 10 centímetros de cristal en el abdomen… y que esa herida no sangre en ningún momento de su interpretación final… ¡así también yo sorprendo al público, Aronofsky!