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Críticas de Paco Ledesma
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Críticas 11
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
9
1 de octubre de 2008
16 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de ver esta película, sólo sabía lo poco que dice su título: que relataba los últimos días de Goya en su exilio francés. Se suponía también que para que la película tuviera algo más de miga, el personajes magistralmente interpretado por el desaparecido Rabal contaría los hechos que marcaron su vida. Pero la película va mucho más allá y no sólo la historia está bellísimamente relatada, sino que se convierte en una obra de arte más. Los planos son bellísimos, los juegos de luces y sombras son evocadores y tremendamente sugestivos para un estudiante de arte, Goya es fuerte y atrae con su aspecto de ogro bueno, las escenas oníricas y las habitaciones cambiantes le dan una rabiosa modernidad a la película, dejando de lado las tediosas pelis de época y haciendo un paralelismo con la modernidad de goya; los fondos irreales, que no son otra cosa que sus propios cuadros... La música es maravillosa y evoca a la España de siempre sin caer en la charanga y pandereta tan penosamente habituales... Es espléndida en todos los sentidos y es como la espiral que Goya dibuja en sus delirios, una satisfacción y una sorpresa continua y que nunca acaba, te deja un regusto, unas ganas de volver a ver algunas escenas y te llega al corazón con ese Goya sordo que mira al infinito y recordando los errores de la España que dejó atrás. Maravillosa.
Paco Ledesma
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10
29 de septiembre de 2008
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si quieren ver una película completa y que le deje tan sorprendido al final que tengan que chasquear los dedos delante suya para volver en sí, vean Testigo de cargo sin dudarlo. Su reparto es magnífico, destacando a sir Charles Laughton como uno de los mejores abogados que han pasado por la pantalla grande y a la elegante y amantísima esposa sufridora Marlene Dietrich, sin duda el persona más completo y que más sorpresas dará. Charles Laughton le deleitará con su afilada ironía y hará las delicias de los espectadores sus ingeniosos diálogos con la enfermera plasta que le han colocado después de su problema de corazón; uan enfermera que puede medio interrumpir un juicio para avisar a Laughton que es la hora de su dosis. El personaje es espléndido, mezcla de gruñón y pícaro que mandará a dormir la siesta a la enfermera a la primera de cambio para poder despachar asuntos legales... Tyrone Power, el bueno entre los buenos, acabará siendo una persona detestable y no se imaginan por qué, porque este final nadie se lo espera. Bravo por esta película!
Paco Ledesma
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9
29 de septiembre de 2008
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película sobre el desgaste de un matrimonio y la tutela de un jovencito rubio que nos hace llorar con lágrimas sinceras y llenas de ternura. Meryl Streep es la mujer hastiada, que ve como su vida se anula bajo un matrimonio en el que, lo principal es el trabajo y es ascenso vertiginoso de su marido, Dustin Hoffman. El padre tendrá que aprender a cuidar un niño que está un poco malcriado y para ello renunciará a todo por lo que había luchado...
La película nos ofrece momentos espléndidos, pero sin duda, para mí los mejores son como se preparan el desayuno el primer día después de la huída de la madre, con un Hoffman que no sabe ni cascar huevos y ya al final de la peli, con un dominio absoluto de la cocina... No hay mejor escena para representar la dedicación de este padre abandonado hacia su hijo, un hijo que, de la noche a la mañana, se encuentra sin madre y tiene que aprender a cooperar con su padre, el cual deja de lado sus ocupaciones, poniendo, por primera vez en su vida, a su familia por delante.
Meryl Streep, grandiosa como siempre, nos aporta unas escenas únicas durante el juicio, cuando se entera de todo lo que ha hecho su ex marido por su hijo y a todo a lo que ha tenido que renunciar, dándose cuenta de lo buen padre que es...
Una película maravillosa, con una historia muy simple y que nos muestra otra cara de la separación: cuando es la mujer la que se va... Sencillamente perfecta!
Paco Ledesma
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10
23 de abril de 2008
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todos le tenemos miedo a la verdad porque la verdad puede ser dolorosa y, aunque siempre es preferible a una mentira, muchas veces puede condenarnos a una vida de amargura, una vida en la que nuestro interior se retuerce como hoja que la llama engulle y sólo el alcohol con su efecto de sueño de los sentidos puede aplacar tanto dolor. Eso es lo que le pasa a Brick, un hombre que parece que sintió algo más por un amigo suyo y ahora ahoga esos sentimientos prohibidos entre whiskys y con un matrimonio no muy bien relacionado, en el que él llega incluso rechazar un vaso en el que ella ha bebido. La tensión es patente en esta magna obra del cine y el tándem Taylor Newman nos hace vibrar e incluso estremecernos con ese drama existencial en el que el amor, lo prohibido y el pasado se entremezclan con endebles hilos que parecen se fueran a romper en cualquier momento. El tejado de zinc quema, pero la gata resiste, comprende lo que Brick siente y sigue amándole a pesar de todo, una gata con un precioso vestido blanco que resalta esos ojos violáceos tan bellos, una gata que lucha por lo que cree que es suyo y que llora con una terrible dulzura sentada en su cama de cabecero dorado. Completa esta magna obra un padre moribundo, pedante y odioso que sabe ver en el corazón de las personas y admira a las almas atormentadas, pero de buen fondo, rechazando la hipocresía y la mediocridad de su horrorosa nuera coneja y esos nietos tan relamidos e insoportables. El padre ama a Brick a pesar de ser un auténtico fracasado y ama a la gata luchadora, ama la dolorosa cara de la irremediable verdad, de la muerte que afila su guadaña y se enfrenta a ésta para asentar su imperio sobre los nobles corazones, no sobre las apariencias y falsedades... Destacar la frase de Liz: "Estoy viva, ¿comprendes?... Vivo todavía, ¿por qué le tienes tanto miedo a la verdad?" Sencillamente genial, he llegado a poner esa escena múltiples veces con enfermiza obsesión y no me cansaré nunca. A mis 19 años uno de los mejores clásicos que he visto en una atmósfera agobiante y opresiva que nos transporta al calor sureño, a los corazones atormentados, la lucha por el dinero y el amor en todas sus posiblidades... Disfrútenla.
Paco Ledesma
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10
18 de abril de 2008
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde los créditos iniciales sabía que esta peli me iba a gustar, pero no fue así, porque no me ha gustado, me ha encantado! Desde esas primeras notas sonando a grabación de vinilo del aria Una furtiva lacrima del Elixir de amor sabía que esta película prometía. Luego, esa imagen de un partido de tenis y esa frase lapidaria que hace estremecerse hasta al más frío. Woody Allen sabe hacer que el espectador se sienta partícipe de lo que en su película pasa y, aunque no se quiera reconocer, le hace sentir miedo porque llega hasta a identificarse con el papel de Jonathan Rhys Meyers. El amor y el dinero se alían en esta película y maquinan sobre los personajes arrastrándoles a una vorágine que acabará con ellos. Lo peor que te puede pasar, parece decir Allen, es morir; lo peor es vivir y ver como el mundo se va pudriendo a tu alrededor y como todo el un simple oropel y cuanto has hecho para conseguirlo, cuantas plantas has pisado para atravesar por esa senda, es en vano... Nada cuenta y, si nos libramos del castigo, será aún peor, porque ahí estará el remordimiento para recordar lo miserables que podemos llegar a hacer por dinero... Un anillo que choca con una barandilla y no cae al río puede condenarte para siempre, condenarte en la peor cárcel: la de la libertad del cuerpo y la cárcel del alma. La felicidad en apariencia del dinero, esconde el mayor dolor de un alma atormentada y condenada que amó y murió sin dejar de respirar... Vive, pero nunca vivirá mientras aquellas lágrimas recorren su rostro por siempre jamás...
Paco Ledesma
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