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El doctor Frankenstein

Terror. Ciencia ficción El doctor Henry Von Frankenstein acomete un experimento tenebroso: construir, a partir de fragmentos de cadáveres, un nuevo ser humano. Con la ayuda de su criado Fritz, se adentra durante la noche en los cementerios de la localidad para arrancar a los cadáveres las partes que necesita. Lo que ignora es que el cerebro que ha utilizado en su experimento había pertenecido a un criminal. (FILMAFFINITY)
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Críticas 71
Críticas ordenadas por utilidad
28 de septiembre de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El doctor Frankenstein de James Whale, es una cinta de terror y ciencia ficción de gran talla para su época. Dirigida con un ritmo dinámico, se ve en un santiamén gracias a su corta duración. Y es atrevida y arriesgada para el momento en que se estrenó, y también novedosa, con un resultado maravilloso, irresistible y admirable para cualquier cinéfilo.
La fotografía en blanco y negro, es tenebrosa, oscura y sombría, con lo que estimula al público con el uso de los claroscuros, y por ser lúgubre e impactante. Al igual que los sonidos inquietantes y turbadores, que hacen al espectador sentir la amenaza del film en los momentos oportunos. Destacando también, algún efecto visual al final eficiente y creíble.
Las actuaciones, son auténticas y remarcables, sobre todo en el inolvidable papel de Boris Karloff, y remarcando también a Colin Clive con profundidad psicológica, y a Mae Clarke emotiva y cumplidora. Usando unos vestuarios y caracterizaciones increíbles para la época, y unos decorados que son tanto elegantes y majestuosos por un lado, como siniestros y evocadores en el caso del laboratorio.
El guion, adaptado de la novela de Mary Shelley, es absorbente y sustancioso, con una historia en su interior escalofriante y aterradora, que inquieta al público desde que empieza hasta que acaba. Usando para ello una narrativa clásica, correcta e impoluta. Y realizando un gran trabajo de movimientos de cámara, con primeros planos que dan gran realismo al film, por usarse de modo inteligente e ingenioso.
En conclusión, la considero una obra inmortal y esencial en el género de terror. Excelente y magistral, y tan cautivadora como sobrecogedora para su momento. Recomendable para los seguidores del género y para cualquier cinéfilo. Y desde luego de visión obligada para los amantes del séptimo arte en general, que busquen clásicos inolvidables e irrepetibles.
Elcinederamon
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3 de noviembre de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Considerada por muchos como la película de terror más importante de todos los tiempos, el Frankenstein de Universal protagonizado por un magníficamente maquillado Boris Karloff (quien aparece en los créditos iniciales como “?”, siendo su nombre sólo revelado al final) es una obra cumbre del género de monstruos precisamente por crear un monstruo tan terrorífico como empático, cuyas “maldades”, bien son fruto del error, bien están justificadas.

Con la excepción de "La novia de Frankenstein" (1935), donde James Whale volvió a retratar al monstruo con la sensibilidad derivada de su identificación con el mismo (abiertamente homosexual, el cineasta estaba acostumbrado a la incomprensión social), ninguna de las subsecuentes versiones del clásico de Mary Shelley está a la altura de este clásico instantáneo, engrandecido por la oscuridad hipnótica de la fotografía y la belleza de los decorados góticos, que confeccionan una atmósfera tan envolvente como inquietante.

Quizá esta joya ya no resulte demasiado terrorífica, pero su atractivo perdura más de ochenta años después.

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Juan Roures
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14 de enero de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película con la que empezó este icono del terror que es Frankenstein.

Que sea muy antigua no debe asustar a nadie. Pocas veces he visto un film clásico que resulte tan moderno, fresco y que haya envejecido tan bien como este.

Su escenografía gótica es sublime, muy lograda y encantadora. La torre del doctor Frankenstein, con sus artefactos y su laboratorio es maravilloso y le da mil patadas a muchas otras versiones ¨modernas¨.

La dirección de James Whale es impecable, y no dirías por sus movimientos de cámara y encuadres que es una película de los años treinta, sino por lo menos de los cincuenta, muy avanzados para la época donde la dirección tendía a ser mas rígida y aburrida. Esta resulta dinámica y ágil.

El film es muy breve, una hora y siete minutos, pero se aprovechan lo suficiente para contarnos la creación y destrucción del monstruo, con alguna inquietante escena como la del lago con la niña, como el momento mas conseguido, desde el punto de vista terrorífico del film.

Ciertamente le falta algo mas de metraje, pues la recta final es muy apresurada, sin dar tiempo para profundizar en la propia criatura, no es un guión redondo, pero es tan digerible y competente que resulta casi perfecto sin serlo.

Una película que en su conjunto resulta estéticamente maravillosa y fascinante, una dirección avanzada a su época, y una banda sonora nada empalagosa como otras de su tiempo otro punto a su favor.

Clásico atemporal, que no ha envejecido nada y que es de visión obligada a cualquiera que se considere amante del cine fantástico y de terror.

Gracias.
Mefisto
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22 de enero de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Carl Laemmle Jr. sale a escena antes de los créditos iniciales para advertir al público de que lo que van a ver no es recomendable a personas sensibles y fácilmente aprensivas. Así comienza uno de los títulos imprescindibles del cine fantástico y de la historia del cine en general, la obra que daría el pistoletazo de salida al llamado “terror de la Universal”.

El filme de James Whale representa la obra maestra de Mary Shelley de forma realmente magnífica. El doctor Frankenstein (Colin Clive) es un ambicioso científico que pretende crear vida de lo inanimado, a base de crear un hombre a partir de partes de cadáveres. De esta forma crea su monstruo (Boris Karloff con un magistral maquillaje), pero no consigue controlarlo de la forma que él creía.

La fuerza dramática del relato se centra en el mismo monstruo, verdadera víctima de los oscuros deseos de su creador por intentar emular a Dios. La criatura, aunque tiene el cerebro de un asesino, no es consciente de sus actos y en sus escasos momentos de vida no puede evitar poner en peligro a los demás. La archiconocida escena de la niña en el lago, el desencadenante de su final, es una buena muestra de cómo Whale pretende hacer que el espectador se compadezca del monstruo y lo vea como un ser que no ha pedido vivir y que tiene que sufrir la ira de los demás por ser como es.

La fotografía en blanco y negro bebe mucho del expresionismo alemán y se logra una tenebrosidad muy acertada, dotando al filme de un ambiente gótico-romántico que sería muy imitado en producciones futuras del género, principalmente por la Hammer. Son especialmente notables las escenas del cementerio, las del laboratorio y las del incendio del molino.

En cuanto al reparto, Colin Clive dota al personaje del doctor Frankenstein de fuerza y agresividad, reflejando una personalidad megalomaníaca. Boris Karloff encarna el que es, sin duda, su papel más recordado y memorable, amén de los “mad doctors” que interpretaría posteriormente. El monstruo de Karloff es la figura imborrable de la Universal y del cine de terror tal como lo conocemos.

Imprescindible.
Richy
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27 de mayo de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras el éxito de "Drácula" la Universal aprovechó el impulso para adaptar otras famosas historias de misterio y terror, siendo la siguiente el "Frankenstein" de Mary Shelley, relato en el que un científico busca encontrar el misterio de la vida y la muerte siendo castigado volviendo a su criatura en contra.

Mantiene algunas similitudes curiosas con "Drácula", más allá de la obviedad de tener detrás a la misma productora, como que no está basada directamente en la novela sino en una adaptación teatral de la misma, y en ambos casos acondicionada por el escritor y periodista John L. Balderston, que también realizó el guión para "La momia" e incluso otro para "El hombre invisible" que fue desechado. Es curiosa también la utilización de algunos actores en personajes cruciales en la historia del vampiro que aquí repiten: Dwight Frye , el desquiciado Renfield es ahora el jorobado y puñetero Fritz, y Edward Van Sloan, que encarnó al principal oponente de Drácula, el profesor Van Helsing, siguen en nómina del profesorado para convertirse en el antiguo mentor del Doctor Frankenstein, que le intenta hacer ver lo descabellado de sus experimentos. Por último, si para el príncipe de los Cárpatos se pensó en un primer momento en la estrella del cine mudo Lon Chaney, recayendo en Bela Lugosi tras la muerte del primero, aquí fue el actor húngaro al primero al que se le ofreció el personaje de la criatura, rechazándolo tras hacer algunas pruebas, siendo finalmente Boris Karloff el que se convirtiera en mito del cine gracias a este personaje. Similitudes curiosas.

Whale demuestra una habilidad sorprendente en los movimientos de cámara en interiores o en la creación de atmósferas, con evidentes influencias de películas míticas de la época silente, obras maestras del fantástico, como "Metrópolis" o "El gabinete del Doctor Caligari". Aunque no es el expresionismo el estilo predominante, sino los escenarios góticos, ejemplarizados en el siniestro castillo donde se llevan a cabo los experimentos, repleto de estancias tenebrosas, escaleras empinadas o calabozos con muros en ángulos imposibles.

El diseño de la criatura es una delicia, convertido sobre la marcha en icono popular y caricaturizado hasta la saciedad, con su cabeza cuadrada, tornillos en el cuello, ojos sombreados, brazos llenos de cicatrices, zapatones ortopédicos y su andar rígido, en manos de Karloff impone, atemoriza, pero también emociona y despierta nuestra compasión. Sus primeros planos son gloriosos, cargados de una desazón que desarma.

A pesar del atrevimiento de introducir un hecho fundamental que no se encuentra en la novela, el del cerebro escogido por error perteneciente a un criminal, este factor no acaba desvirtuando el mensaje literario: la criatura no actúa por maldad, sino como reacción al maltrato que recibe. De hecho, en su primera aparición se muestra dócil y obediente siguiendo las indicaciones del doctor, viéndose alterado con la irrupción de Fritz y su antorcha, que provoca su miedo. Lejos de intentar comprender sus temores y aceptar su incomprensión ante las cosas que son nuevas para él, será tratado por las personas como un error, un experimento fallido, pasando de ser "la criatura" a convertirse en "el monstruo". Los seres humanos tenemos tendencia a rechazar lo que nos resulta diferente, extraño, perturbador, a veces por desconocimiento, y en muchas ocasiones ignorando que somos en parte responsables de la situación, pasamos por alto nuestras responsabilidades para estigmatizar al otro como dañino y peligroso, siendo necesaria su eliminación para hacer desaparecer así nuestro cargo de conciencia. La criatura es encerrada, encadenada, golpeada, amenazada con antorchas y látigos, incluso intenta ser diseccionada, y su reacción es la de defenderse de los que quieren acabar con ella, para acabar siendo perseguida por la febril jauría humana portadora de antorchas entusiasmada al grito de "matar al monstruo".

Sólo un par de años después Ernest B. Shoedsack lograría con "King Kong" otra cima cinematográfica con otro personaje sacado de su entorno para ser tratado como un monstruo, repudiado y perseguido hasta ser ajusticiado.

El "Frankenstein" de Whale atemoriza pero también emociona, nos pone nerviosos pero también nos hace reflexionar, desde las sombras habla de la vida y la muerte, de nuestra condición humana, ¿cómo pretendemos convertirnos en divinidades si no somos capaces de enmendar nuestras carencias como humanos?, y entre reflexiones metafísicas, regala algunas escenas que forman hoy parte de la historia del Cine.

Maravillosa.
Orson_
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