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Phoenix

Drama Nelly Lenz, una alemana judía superviviente de Auschwitz, regresa a su Berlín natal con la cara desfigurada y acompañada por su gran amiga Lene Winter, de la Agencia Judía. Nelly pide a un eminente cirujano que le reconstruya el rostro para que sea lo más parecida a como era antes. Recuperada de la operación empieza a buscar a su marido Johnny, un pianista. Pero el reencuentro no es lo que ella esperaba. (FILMAFFINITY)
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Críticas 38
Críticas ordenadas por utilidad
9 de octubre de 2018
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Para mí Phoenix sería una gran película si las películas tuvieran ese gran poder que tienen los libros, hacer verosímil lo que a la vista resulta imposible. La Biblia no podría haber sido un documental, nadie se la habría creído. Y en Phoenix creo que falla eso: una superviviente a un campo nazi ha sufrido heridas tan extensas y graves que tiene que ser reconstruida por un cirujano. Este intenta darle un parecido a las fotos que se conservan de ella, pero el resultado es solamente un aire lejano a aquella quien fue.
Y la historia está muy bien contada, con personajes a los que se les nota la supervivencia a la guerra en cada plano, con misterio y con dolor oculto, con mucha contención y serenidad. Pero a mí se me iba la cabeza a la infinitud de detalles por los que se puede reconocer a alguien pese a que su cara no sea la misma. La voz, la cadencia y las palabras que nos hacen tan distinguibles, no todos usamos las mismas. Los gestos, la forma de reaccionar, el olor... la película es el reencuentro con su marido, sin que su marido la reconozca pese a tratarla de cerca.
Está basada en un libro, y creo que el libro resultará más creíble. Quitando esto, cuando conseguía meterme, cada escena entre ellos es muy intensa. Se crea una relación cercana entre ellos en lo físico, pero fría y distante, y es esa contradicción entre la distancia y la verdad la que mantiene el interés. Es todo lo que vemos vicario, sabemos que él no sabe, pero hay algo en ella que parece que lo hace dudar. Y ella continúa enamorada, pese a que hace el camino contrario. Ella sí sabe quién es él, pero poco a poco lo va desconociendo.
Nina Hoss, la protagonista, es para mí lo mejor de la película. Junto a esa canción de 1943, Speak Low.
Pepegrau
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24 de febrero de 2020
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En una ciudad en ruinas, una mujer cuya única identidad radica en un número tatuado en el antebrazo deambula como un fantasma en busca de su pasado. El rostro que le devuelve el espejo no es el suyo y la voz con la que antes se ganaba la vida junto a su marido pianista suena apagada. Él ya no está, y cuentan que la traicionó para salvarse de los nazis, condenándola a un infierno en un campo de concentración y tratando después de robar su herencia. Pero ella lo necesita. Necesita volver a sentirse amada para recuperar su sitio en el mundo y sus ganas de seguir adelante en una sociedad que no sabe pedir perdón en voz alta. Ese es el escenario que Christian Petzold recrea para acercarse de nuevo al pueblo alemán que tuvo que reinventarse tras el fin del nazismo: envuelto en culpa y sin espacios definidos para aquellos que regresaron de las tinieblas con tan solo un número tatuado en el antebrazo.
La última película del director alemán arranca en la frontera con Suiza. Una mujer con la cara destrozada por heridas de bala se dirige hacia un Berlín devastado en donde la espera un cirujano, un nuevo rostro y la esperanza de recuperar su vida. En su intento de hallar a su esposo, este no la reconoce e incluso la convence para que se haga pasar por su mujer, a la que cree muerta, y así hacerse con el dinero de toda su familia, que cayó víctima del Holocausto.
Con el mismo ritmo pausado y el afecto por la intriga que demostró en 'Bárbara' -su anterior filme-, Petzold debe saltar un inmenso socavón para que el espectador entre en su mundo de profundas estocadas emocionales. La irrealidad de que un marido no se dé cuenta de que está frente a su esposa puede dinamitar la trama, pero, si se acepta el atajo argumental, el resultado habrá merecido la pena. En un juego de silencios y miradas cargadas de mensaje, la historia fluye mientras se adentra en el interior de la protagonista, en cómo se va encontrando a sí misma a medida que su presente acepta todo el sufrimiento que hasta entonces había intentado obviar. En una analogía sutilmente exportada por el realizador, la cinta sirve para arrojar luz sobre un punto de vista abordado antes en el cine, pero no tan manido: el regreso al hogar cuando este es solo polvo y ruinas, y un sentimiento de culpa y reproche sacia el aire. La decisión de centrarse en muy pocos personajes confiere además al guion la capacidad para ahondar mucho más en la evolución de la mujer, que estalla en una secuencia final de una belleza cautivadora y que sintetiza a la perfección la amargura y el dolor contenidos hasta ese instante, junto con el brillo que anuncia el nuevo día ante un camino por recorrer.
Los resultados de contar otra vez delante de las cámaras con la pareja formada por Ronald Zehrfeld y Nina Hoss son incontestables, aunque la maestría desplegada por la actriz alemana sea la que en verdad da alas a la película. A través de una actuación serena y comedida, y con los ojos más grandes y más profundos que uno pueda imaginar, Hoss prescinde de diálogos para hacer aflorar lo que padece en su interior. Hasta que empieza a cantar, ya que entonces toda la farsa se desmorona, la ilusión comienza a construirse de nuevo y Petzold demuestra lo que realmente significa pasar página y renacer de las cenizas.

Diario de Navarra / La séptima mirada
Asier Gil
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7 de octubre de 2015
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La obsesión por el realismo es una venda que impide ver más allá de las situaciones planteadas. Sin embargo, a nadie parece molestarle que clásicos como los de Hitchcock se fundamenten en premisas que, analizadas con frialdad, no se sostienen. Y es que no es sano confundir verosimilitud con coherencia interna. "Mis amigos los verosímiles" los llamaba con sorna el orondo director inglés, cuando todavía no lo habían convertido en una galaxia intocable. "Phoenix" (2014) parte de un salto de fe tan innegable como intrascendente para el lugar al que la película pretende llegar: preguntas incómodas y situaciones originales narradas con un estilo más elegante que puramente clásico. ¿Acaso buena parte de la filmografía universal no pretende, precisamente, desviarse de la anodina realidad?

Ésta, y otras críticas, en http://blogquenuncaestuvoalli.blogspot.com.es/
Yago Paris
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4 de julio de 2015
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La sencillez de los planos, la serenidad de los personajes a pesar de lo sufrido, transmiten muy bien ese año cero de Alemania, con ruinas por doquier y seres humanos absolutamente desubicados, con cara de permanente extrañamiento e interrogación. Ruinas y casas vacías, son dos brochazos de acertado significado para construir el momento.
En medio de este erial de entusiasmo, la vida repta mientras que la protagonista no se rinde a pesar de llegar incluso a dudar de su propia existencia, sin embargo la realidad es tenaz e implacable y una decisión terrible de su amiga la termina transportando a la realidad en la que deberá sobrevivir con lo que realmente ha pasado y lo que permanece y aquello de lo que ella dispone.
Rota la ilusión de retomar algo ya perdido para siempre renace de la mano de lo único que le resta: Su voz.
Una historia más de un momento que se tardará en olvidar no sólo por lo metódico del mal sino también por lo que todos piensan y pocos se atreven a insinuar……..tanto alemán sin darse cuenta de nada…..con lo que ellos son.
Merece la pena verla. No hay nada nuevo en ella, pero subsiste lo que no hay que olvidar y muy respetuosamente expuesto. Sólo seres humanos con su compleja red de sentimientos y emociones.
Me imagino que nunca llegaremos a tener todas las piezas rotas del caleidoscopio que fue aquella barbarie pero entre más piezas como ésta, mejor.
Choca entre todos los actores la figura del marido protagonista. No acabo de verlo en el papel en ningún momento de la película. Algo muy evidente, por lo que he llegado a pensar si no será algo intencionado para marcar todavía más distancia entre lo que la protagonista quiere recuperar y lo que todos menos ella ven que es imposible y no un fallo de casting.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
cinefiloman
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4 de octubre de 2015
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Phoenix” es una de esas películas que llaman la atención. Sus más que positivas críticas por parte de profesionales y público hacen que uno se acerque a la película con cierto interés. Prácticamente todas las películas relacionadas con el holocausto tienen ese aura interesante, y “Phoenix” cumple parte de los cánones del género, un drama ambientado tras la II Guerra Mundial.

Y como drama, el trabajo de los actores principales tiene aún más importancia si cabe que la ambientación. Ésta se construye en una atmósfera fría e impersonal, justo lo que necesita la protagonista, que acaba de llegar de pasar un calvario en un campo de concentración. Toda esta parte se da por entendida porque la película no quiere entrar en esos detalles, para eso ya hay otros ejemplos. Una vez que el espectador está ubicado en la historia, aparece el excelente trabajo de los actores, que es lo que importa al director.

Petzold juega con los silencios, las miradas y la complicidad de los actores Hoss y Zehfeld. Ambos tienen la capacidad de abstraerse de todo dotando al conjunto de una química muy buena y creíble. Tienen la virtud de crear una relación personal muy intensa en la que las palabras que pronuncian son importantes, pero las pausas lo son aún más. Excelente un trabajo que parece hecho a su medida.

Pero la película tiene algo que no permite que despegue en ningún momento, a pesar de ese ejercicio de la pareja protagonista, y es su ritmo narrativo. Es cierto que para que el argumento funcione, todo debe ser pausado, pero esa cocción a fuego lento se hace excesivamente lenta, algo que no contribuye a que el espectador se meta de lleno en el drama. Su escasa duración se hace larga sobre todo en su parte central, algo que es una pena teniendo en cuenta la calidad de la propuesta.
Moody
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