El día de mañana (Miniserie de TV)

Valga decir que la serie está muy bien. Es un ejemplo de que en este país se hacen series buenas, que tenemos unos actores y actrices de quitarse el sombrero y que el guion se ha adaptado para entretener y enganchar al público.

Dicho esto y como siempre pasa (por lo menos  a mi) la serie está basada en una novela y la novela es mucho mejor. Sí, lo sé, la misma cantinela de siempre, pero es así.

La trama en la novela es mucho más gris, el protagonista mucho más crudo, zafio y egoísta. Su vida se envuelve en un bucle de sucesos que en la serie se nos presentan mucho mas descafeinados. Además han eliminado muchísimas partes y cambiado otras, algo que me extraña, pues la novela es corta y la serie la podrían haber alargado un poco más.

Yo recomendaría, leer la novela y ver la serie.
No obstante, como serie, consigue lo que se propone, entretener.

Me encantó el guión de esta película. Salvo algún fallo puntual, puedo decir que engancha y te hace querer ver como acaba la historia de Justo, estoy seguro que si hubiera leído el libro en el que se basa, lo hubiera devorado en un día. Pero no siempre un buen libro implica una buena adaptación televisiva.

Lo bueno:
-Como digo, el guión. Atrapa desde el minuto uno.
-La ambientación, que es fantástica.
-(Casi todos) los actores. Todos los secundarios están perfectos. Mención especial a el comisario Landa, te lo crees cuando hace de "graciosillo" y cuando hace de cabrón. Pero todos los demás secundarios están también de sobresaliente.

¿Y por qé le pongo sólo un 5?. Porque por desgracia también hay cosas malas, algunas pasables, pero otras que lastran la película de principio a fin.

-Lo malo "pasable": la música. Soy un ferviente defensor de la música en el cine. Creo que, bien tratada, puede considerarse un personaje más de la película. Pero aquí me parece una sobreexposición, en la serie suena de forma casi continua una musiquilla de piano que pocas veces pega. Me recuerda a algún telefilm malo de las tardes de A3, o incluso lo peor de cierto oscarizado director español. No me gusta, pero podría soportarlo si fuera el único defecto de la serie.

-Lo que lastra: aquí viene lo peor, si bien las actuaciones de los secundarios son casi perfectas, los dos protagonistas (Justo y Carma) están MUY MAL. Y sobre todo Justo, Oriol Pla, que no dudo que sea un excelente actor, pero aquí no supo sacar todo lo que el personaje podría haber dado de sí. Justo es un timador, un mentiroso capaz de vender la Giralda a un turista, pero Oriol hace de él un personaje balbuceante, casi tartamudo. No se aprecia el embaucador nunca (cada vez que dice más de tres frases seguidas, se trastabilla). No pude en ningún momento identificarme con él, ni meterme dentro de su personaje. Siempre veía que era un actor actuando (bastante mal). Hace poco he visto la serie "Crematorio", el la que el protagonista, Pepe Sancho, también hace, de alguna manera, de un embaucador. ese sí que me lo creo, eso sí es una actuación. Debería tomar nota Oriol. La chica (que casualmente aparece en Crematorio), también me parece que hace una actuación floja. En los primeros planos de la grabación que hace "alguien" en la serie, no aguanta el tipo. En el resto de la historia, tampoco...

Finalmente, el último capítulo no me gustó, fue todo demasiado rápido y suceden las acciones de una forma increíble.

Una serie que con un par de detalles más me hubiera parecido de 8-9, pero así (y se que voy en contra de la opinión mayoritaria), para mí, apenas aprueba.

Conmueve la novela y conmueve la serie, con un personaje de esos -Justo Gil Tello- que no puedes olvidar. Y es que unido a la pluma de Pisón hay que sumar el buen oficio de Oriol Pla encarnándolo así como también la interpretación de Jesús Carroza -descubierto en “7 vírgenes”- como el policía Mateo. En cambio Karra Elejalde, y que me perdone, por favor, a pesar de dejar el listón alto opino que lo sube demasiado en detrimento del tono, pero bueno, es una opinión subjetiva, claro está. Muy bien también la breve aparición de Alex Casanovas y la del ‘tiet’ Josep Cruz tan eficaz como siempre. Pol López también compone a un desquiciado carismático.

Pero lo que prima es la historia alrededor de ese joven que, huyendo de Zaragoza, sobre los años sesenta, sueña un futuro mejor y acaba siendo engullido por toda una red de marañas políticas y sociales. Y a pesar de todo ello logra dejar una estela más allá del bien y el mal, entrando por méritos propios en un espacio emocional tan grande y extraordinario como la emblemática casa, más bien llamémosle templo, que piensa dedicarle a ‘ella’ (Aura Garrido, por cierto).

Les ha quedado una serie redonda. Una novela muy bien contada, que te emociona, te divierte, te hace querer saber más de sus personajes... Guion de 10. A Aura Garrido ya la conocía y está tremenda, pero Oriol Pla ha sido para mí un descubrimiento tal que apuesto a que será el actor de moda en breve.

147/08(11/11/18) Estimable serie española producida para el canal Movistar+, creada y dirigida por Mariano Barroso, con guión del realizador junto a Alejandro Hernández (“Caníbal” o “El autor”), adaptando la novela de homónima de Ignacio Martínez de Pisón, que cuenta la historia tejida en torno a la vida de Justo Gil tras su llegada a la Barcelona de la segunda mitad de los años 60, y hasta la llegada de la Democracia, desarrollada en modo mosaico a través de los testimonios de las personas que lo conocieron y se cruzaron en su vida. Consta de seis episodios, de unos 50 minutos de duración aproximada cada uno, en los que se hace un análisis lúcido de la Barcelona tardo-franquista de finales de los 60 a inicio de la Transición, donde asistiremos a microcosmos de la España de entonces, con su superchería (con curanderos), buscavidas, cazafortunas, empresarios afines al régimen, timadores, drogas entre los niños pijos, persecuciones políticas, censura al arte, policía torturadora, resistencia la dictadura, la homofobia, todo mezclado en una historia con gancho, con una ambientación formidable, y con unos actores en estado de gracia empezando por su brillante protagonista Oriol Pla, la hermosa Aura Garrido, el enérgico Mateo Moreno, o el carismático y magnético Karra Elejalde.

La cinta tiene en su protagonista Justo Gil (Oriol Pla) el corazón de la serie, su vida desde que llega a Barcelona con su cuasi-vegetativa madre es compuesta cual puzle por las personas que se relacionaron con él, cada uno tiene una visión distinta de él, que si un timador, un trepa, un gañán, un espía político, en realidad es un superviviente. Según se nos muestra es un tipo que aprovecha el Don de la palabra que tiene, el arte para mentir que posee, la rapidez mental para salir de apuros, un carácter jovial y simpático que lo hacían cercano. Desde el inicio vemos que es un tipo optimista, electrizante, vitalista, alegre, decidido, listo para servirse de las debilidades de las personas para vampirizarlas y meterse en sus vidas, en este primer episodio juega con la percepción del espectador, desde la visión obnubilada de Carme (Aura Garrido), lo vemos como un emprendedor que no se detiene ante nada, pero con el final del capítulo, el giro nos desconcierta y deja un regusto de oscuridad sombría, que paradójicamente hace nos enganche por la humanidad que transmite este personaje imperfecto de Justo, y este halo de negrura no hace más acrecentarse episodio a episodio, y que el espectador empatice con Justo es el gran acierto de la serie, conectamos con él, sufrimos con sus reveses, pero porque como he dicho lo hace humano y cercano; Interpretado por un sublime Oriol Pla, se mimetiza con el pícaro rol, no deja resquicios, demuestra una simbiosis con el personaje antológica, sus declamaciones, sonrisa, lenguaje gestual, mirada, con una expresividad extraordinaria, dejando traslucir toda una gama de sentimientos, en un arco de desarrollo impresionante. Su actuación (si hay justicia) debería catapultarlo a proyectos de enjundia.

Mediante Justo nos acercaremos a este tiempo convulso, donde se atisbaban las primeras briznas de apertura libertaria, con jóvenes rebeldes, artistas contestatarios, revueltas obreras, una España donde la vejez y hastío del viejo régimen dejaba escapar la luz de libertad que estaba por venir, pero donde aún coleaban los rescoldos de la represión por medio de uno de sus brazos armados como era brigada político-social, y en medio de esta marejada intentaban sobrevivir nihilistas que solo creían en ellos mismos, y por ende podían estar en un lado o en otro, solo dependía de donde olían su beneficio. En un relato que sabe ofrecer giros inesperados, situaciones intensas, en un increscendo dramático penetrante, aunque en su último episodio hay algunos elementos chirriantes (Spoiler).
Barroso demuestra enorme pericia en la delineación de los personajes secundarios, todos con sus matices, con sus aristas, con sus fallas, lo que los hace humanos y cercanos. Empezando por una Aura Garrido estupenda, su Carme resulta entrañable, vemos cómo va evolucionando, como mantiene una relación amor-odio con Justo, como sus sueños se mueven, además de ser hermosa demuestra tener fenomenales dotes para la actuación, con una sonrisa que hipnotiza; Jesús Carroza como el agente de la brigada político-social, da un papel extrovertido, enérgico, con vis cómica, haciendo creíble su poli simpático y a la vez un torturador; Pep Cruz como el tío de Carme da un perfil de alguien que escarbando puedo atisbar a un tipo enamorado en secreto de su sobrina, y celoso de que ella este con Justo, su actuación me deja ese regusto complejo; Karra Elejalde tarda en aparecer, no lo hace hasta el cuarto capítulo, y cuando lo hace desborda la pantalla, con un rol típico de comisario cruento, que el actor sabe dotar de alma y carácter, con un carisma sublime.

La puesta en escena resulta excelente en la inmersión en tiempo y lugar, la dirección artística de Llorenç Miquel (“Alacrán enamorado” o “la librería”) resulta estupenda en sus escenarios de final de régimen en la capital catalana, rodando para ello en Barcelona y Sabadell, con mobiliario, autos, decoración, detalles, o el vestuario de Marc Gómez del Moral (“Pa negre” o “El fotógrafo de Mauthausen”); Todo esto realzado por la cinematografía de Marc Gómez del Moral (“Pelotas” o “La distancia”), en un patinado granulado que nos retrotrae a las imágenes vintage; La música de Vicente Ortiz Gimeno aporta un sentido melancólico acusado, de esas melodías que se te quedan enroscadas al subconsciente por su poder emocional.