La ardilla roja

Poco a poco me va gustando el señor Medem, aunque "La ardilla roja" no sea la mejor de sus películas. Obligatoriamente, son películas que hay que verlas "sintiendo", no "asimilando". La diferencia entre ambos tipos está en que el cine de Medem es de sentimientos, muchos de ellos profundos, casi viscerales, y tienes que olvidarte un poco de la mente; otras películas te muestran una historia, y la vas comprendiendo y asimilando.

La película casi muestra a los personajes de Jota y Lisa (Nancho Novo y Emma Suárez-guapísima-) como Calixto y Melibea, sin niguna Celestina. Jota, desesperado porque su novia Elisa le había dejado, intenta suicidarse, pero es testigo de un accidente, y se aprovecha de que Sofía/Lisa está amnésica para volver a tener a alguien a su lado.

La obsesión, a partir de entonces, se convierte en algo que trata de ocultar Jota -mitad poeta, mitad fanfarrón- por todos los medios. Pero... ay, amigo, las obsesiones nunca se pueden ocultar, porque inconscientemente vuelven a aparecer. Y en ese camping llamado "La ardilla roja" tarde o temprano se manifiestan. Pero también el pasado encarnado en Félix (Carmelo Gómez), más obsesionado aún que Jota, y que, a ritmo de Broadway atropella inocentes.

Nunca atrapes a la ardilla, o tendrás un problema gordo. Deja que se escurra por los árboles, que ya vendrá a tí. Este consejo es más o menos lo que nos muestra Medem; la obsesión hacia una mujer es mala independientemente de quién la tenga (sobre todo si eres adolescente, que es cuando más se da la confusión de sentimientos), y lo mejor que uno puede hacer es sentarse y meditar. Ya vendrá esa mujer tan deseada por tí, que estás leyendo esto ahora mismo. De momento, empieza por verla.

P.D: Lo de los "poderes prodigiosos" de Jota sobraba.

Segunda película del director español Julio Medem, que se llevó el Premio de la juventud a la mejor película extranjera en el Festival de Cannes de 1993, entre otros premios. La historia gira alrededor de un tipo que se hace llamar Jota y una chica a la que hacen creer que se llama Lisa. Él está a punto de arrojarse al mar cuando de pronto es testigo de un accidente de moto. Cuando Jota va a socorrer al misterioso motorista descubre que es una chica. A partir de ese momento vivirán una peculiar historia de amor.

La ardilla roja es una película altamente desconcertante, oscura, complicada de entender, que puede gustar o puede no gustar tanto, pero que por eso no deja de ser interesante. Un claro ejemplo de cine simbólico centrado en torno a una impostura que acaba imponiéndose como realidad, el film propone un amplio abanico de sugerencias, que en algunos casos son efectivas y en otros son desaprovechadas.

Medem crea un universo sugestivo e incitador donde las imágenes funcionan como los entresijos de un relato descentralizado, confuso, lleno de rimas, casualidades y reminiscencias oníricas envueltas en una gran estratosfera surrealista. Los personajes tienen un perfil perturbado definido, pero sus diálogos no están bien hilvanados, despistando al espectador, que es llevado por otros caminos que no conducen a ninguna parte. Por último, decir que la película es inclasificable, no se sabe si se trata de un thriller con tintes psicológicos, un drama o una comedia.

La ardilla roja de Julio Medem, es un drama romántico de intriga notable y acertado en sus rarezas. Dirigida con un ritmo gradual y apacible, y al estilo singular y único del director, es embrollada y confusa, además de extraña y original. Realizada de manera inteligente y eclipsante, tiene un resultado abstracto como si de un puzle se tratara, aunque al final quedan todos los cabos atados, obteniendo un resultado atrayente y magnético que cala en el espectador.
La fotografía, es sensacional y vistosa, con imágenes hermosas y agraciadas que estimulan e hipnotizan al público, cautivándolo con imágenes desconcertantes y recónditas. La música, de nuevo realizada por Alberto Iglesias, es intensa y misteriosa, con sonidos penetrantes y profundos además de rítmicos y enigmáticos que resultan intrigantes y amenazadores, en un notable acompañamiento de la trama. Y una vez más, con unos planos y movimientos de cámara subjetivos, primera persona, cámara en mano, steadycam y primeros planos originales y bien trabajados.
Las actuaciones, son remarcables y señaladas. Con Emma Suarez con hundimiento psicológico y natural en su labor, Nancho Novo persuasivo y cumplidor, y oportunos acompañamientos de Carmelo Gómez, Karra Elejalde, María Barranco y Chete Lera entre otros. Empleando para estos, unos vestuarios y caracterizaciones naturales y estéticamente alusivos por un lado, marcando la personalidad de los personajes, y extraños e insólitos por otros, en una buena dirección artística.
El guion, escrito por el mismo director, es profundo y penetrante, además de hipnótico y extrañamente intrigante, con sus habituales toques abstractos y enigmáticos que absorben al público, creándole confusión por contener rarezas intrincadas, y por crear una atmósfera magnética alrededor de la historia. Utilizando para llevarlo a cabo, una narrativa misteriosa e insidiosa, que suena lejana y oscura, dando profundidad a los comentarios que son equilibrados e impecables.
En definitiva, la considero una de las obras más imprescindibles e hipnóticas del director, ya que es insólita y extraña como pocas, y desde luego fiel a su estilo opaco y enigmático. Recomendable por su dirección, guion, interpretaciones, fotografía, música, planos, movimientos de cámara y narrativa que hacen de La ardilla roja, un film notable que merece la pena ser visto por los buscadores de cintas oscuras, extrañas y de difícil o incluso imposible comprensión.

La mentira es el motor de la historia de esta sorprendente película de Julio Medem que siempre suele tratar personajes complejos y ambiguos del mundo femenino. Medem nos propone un juego en el que es fundamental la mirada, articulado sobre tres temas que inquietan al cineasta: la mentira, la mujer y la dominación en las relaciones de pareja. A Medem le interesa el cambio de reglas que propicia la mentira, crea más magia y misterio que la verdad. La mentira en las relaciones sociales, y en las sentimentales entre los humanos, como excusa empleada por el hombre para encubrir las limitaciones de su razonamiento o realidad física. Mentira como expresión del arte de la imagen, para dar apariencia propia falsa, para dominar a los demás. Del macho para inventarse una mujer a medida, de la mujer para dominar al hombre. Y la invisible ardilla encaramada en el árbol, lanzado una piña o una caca sobre el mentiroso.

Se trata de una obra compleja y sugerente, un juego diabólico y mágico, un fascinante entramado interno de apariencia liviana. Hay una metáfora en esta trama, una voz en off que nos define a la ardilla roja, como mañosas, humildes, ligeras, huidizas y estrategas, muy capaces de urdir sutiles planes a espaldas de los hombres. Nuestro desahuciado protagonista, Jota (Nancho Novo) ve la oportunidad de moldear una mujer a su medida, a partir de una bella amnésica, el sueño de todo macho, sin los atributos femeninos que tanto teme, es el ideal que adora todo hombre. Pero la aparición de la ardilla da un sentido surrealista al fracaso del experimento. La psicología femenina, aquello que el hombre ignora, no puede captar y mucho menos moldear.

Todos los tipos de relaciones están representados: las homosexuales de forma esquemática, Fuentes y el empleado de la gasolinera, las chicas del bar del camping, centrándose en las heterosexuales, cuestionando el concepto clásico del matrimonio, el marido machista del taxi (Karra Elejalde), Carmen (María Barranco), la esposa sumisa, y cómo no, el marido (Carmelo Gómez), violento y maltratador del que Lisa (Emma Suarez es la actriz fetiche de Medem) huye. Frente a la dominación tosca del macho, la sutil, como las maniobras de la ardilla roja, que se desliza por los laberintos de la mente, la importancia del amor y el sexo en las películas del cineasta. Una velada crítica contra el machismo y el maltrato conyugal que sigue presente en nuestra sociedad y que Medem denuncia con esta audaz película aleja da de los cánones ortodoxos de expresión.

Julio Medem es sin duda un director interesante, puedes odiar o amar su estilo pero lo que parece es que no te provocará indiferencia.

Me decidí a verla porque de alguna manera había fascinado al genio de Kubrick, eso no lo suele conseguir cualquiera.

Esta historia es fascinante, lo que en un principio parece una trama sencilla de engaño se acaba convirtiendo en un juego psicológico de complejidad, te hace mirar la historia desde ambos prismas, la chica y el protagonista, quién es realmente el que esta engañando?

Emma Suarez destaca por encima de los demás en una interpretación magnética, Novo y Karra están muy bien.

Los simbolismos con el color también son varios, algún momento buñuelesco que parece un homenaje, una peli ante todo austera y original en su idea y ejecución, me anima a seguir investigando trabajos de Medem.