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Duelo en la alta sierra

Western. Aventuras Dos viejos amigos se asocian para escoltar un cargamento de oro desde las minas de Alta Sierra hasta un banco. Uno de ellos (Joel McCrea) es un hombre honrado que sólo se propone hacer bien su trabajo; el otro (Randolph Scott), en cambio, carece de escrúpulos y proyecta robar la valiosa mercancía. (FILMAFFINITY)
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Críticas 46
Críticas ordenadas por utilidad
27 de octubre de 2023
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Viejos (pellejos). Si no es preciso. Una muchacha excelente.
Hermosa. Matemática. Vaya par de monstruos, qué grandes, enormes, nunca suficientemente ponderados, lacónicos, legendarios, ascéticos, excelsos, perfectos.
Es asombroso, y emocionante, como, con qué precisión esencial sideral, se manejan los diferentes conceptos/ideas y (a través de) los (distintos) meandros argumentales para dar lugar a una obra tan seca, bella, despojada y brutalmente delicada (y al revés también).
La amistad, la traición, la lealtad, el deshonor, el amor, la violación, la religión, la depravación, la pureza, la putrefacción, el sexo, el dolor, la castidad, el dinero, la moral, la violencia, la justicia, la muerte, la vida. Y cómo todas esas antagonías o paradojas, contradicciones, y cruce de caminos inevitablemente (se) chocan colisionan, conducen irresistiblemente a la desgracia la tumba, tragedia, los intereses creados, sin que nadie tenga la culpa del todo (visión panorámica que no juzga, expone, demiurgo amable sabio) o todos un poco (unos quizás más que otros sin embargo, te quiero), mezcla de necesidades, deseos, decesos, pasados, futuros, agonías, miedos y bajeza. En hora y media te cuentan varios universos enteros de forma concentrada arracimada nada alucinada, cabal, racional, exacta, intrincada, inextricable, fluida, alada, preciosa, dura.
Montones de momentos o escenas deleitan o destacan, prácticamente cada una, y solo le pondría una leve pega de nada, que los hermanos dalton se pasan de la raya, un poco más de contención en su retrato le hubiera ayudado a la película seguramente a ser incluso si cabe más ajustada (ya lo es mucho, ya hace equilibrios entre extremos, rudeza y poesía, barbarie y civilización, de manera cuasi milagrosa), pecata minuta en cualquier caso, absoluta maravilla, alzo mi copa, me rompo la camisa.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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3 de marzo de 2010
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El paisaje, la amistad, el aprendizaje, el itinerario y el heroísmo son los elementos que componen el esqueleto de un western clásico. Antes de que otros elementos extraños y foráneos crisparan su cine, compuso Peckinpah con estos ingredientes una historia que, siendo sencilla en su planteamiento, alcanza las altas cotas de reflexión moral sobre lo bueno y lo malo.

Los personajes de Mc Crea y Scott son las dos caras de la moneda que representa al viejo héroe del oeste, que se resiste a dejar paso a una nueva generación, recordando constantemente viejas aventuras pasadas, en permanente lucha consigo mismo, obligados a aceptar un trabajo de veinte dólares desempeñado con altiva dignidad y muriendo gloriosamente para mejor alcanzar el olimpo de los mitos.
drelles
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6 de marzo de 2012
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este film del oeste fue dirigido en 1962 por el gran Sam Peckinpah en sus inicios demostrando un gran manejo de las cámaras y dejando una magnífica visión de añoranza al viejo oeste.
El reparto comandado por Joel McCrea y Randolph Scott (dos actorazos curtidos en el arte del western) es maravilloso; de lo mejor del género.
El film no es largo, es muy disfrutable, tiene grandes parajes, bonita música, excelente fotografía, un guión muy bien cuidado con una atmosfera de añoranza y nostálgica de otros tiempos majestuosa y un final grandioso y épico, terminando el film de manera absolutamente maravillosa en el que se demostró que Sam Peckinpah empezaba por la puerta grande y donde en la última película de Randolph Scott (y creo que también en la última de Joel McCrea) demostraron que el que tuvo retuvo y que pese a ser ya hombres maduros dejaron una huella imborrable demostrando que tanto ellos como el western tenían lo que hay que tener.
Veanla de principio a fin y disfrutenla un saludo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Mario 92
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22 de enero de 2022
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay películas tan hermosas que duelen. “Duelo en la alta sierra” milita en esta categoría. Más allá del género y sus servidumbres, de las convenciones que forman su gramática, la hondura de su narración trasciende. Sencillamente, conmueve. La dirigió un casi bisoño Peckinpah con un pie en el oeste que fue y otro en el venidero. El indomable director de la cinta en la frente ya estaba llamando a la puerta de lo que sucedería después: la exhibición de las entrañas del western en consonancia con etapas menos diáfanas, la reescritura de sus mitos. “Duelo en la alta sierra” es una epopeya íntima por la edad de sus protagonistas –ineludible lo que para el cine del oeste significaban sendos actores- y por el emotivo tratamiento de su relación con un mundo que ya ha cambiado.

Trata de la dignidad y la amistad, referentes de un cine muy alejado de la sobrecarga tecnológica del cine actual. Pero en esta obra de cámara rodada en exteriores también hay cabida para el amor, lo grotesco y la usura de una nueva época. Para el fanatismo como credo y la violencia como ritual de existencia. Rodándola, Peckinpah ya estaba conformando su propio grupo salvaje de actores y técnicos, sin que eso la convierta en un ensayo. Es un largometraje redondo, clínico en su análisis de la vejez y turbador hasta las lágrimas en su desenlace, cuando los destinos se aprietan hasta dejarnos sin aire. Su conclusión es una conjunción perfecta de ternura y lenguaje cinematográfico: los ángulos y enfoques de la cámara, los travellings, tienen esa carga moral de la que alardeaba el amigo Godard. Un duelo que es una epifanía para el espectador.

Es curioso como el Peckinpah pleno y crepuscular hasta la elegía de “Pat Garrett & Billy the kid” ya estaba en este título. La presencia de L. Q. Jones es un ejemplo. En ambas historias agoniza con perplejidad y pena, lamentando que su corazón deje de latir y su devenir por praderas y montañas concluya. Él, como los hermanos Hammond, también tiene su decoro y su forajida grandeza. El uso de la música, el picoteo de las gallinas, el extrañamiento de los códigos del género en su pureza, la chifladura de Warren Oates, anuncian el vuelco total del western tal como lo habíamos conocido hasta entonces. “Duelo en la alta sierra” se merece el honor de transgredir y homenajear.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Simsolo
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28 de abril de 2010
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
A primera vista lo más interesante de esta cinta quizás parezca ese duelo casi crepuscular entre los dos veteranos protagonistas, dos leyendas del cine, especialmente del western. Ciertamente ese duelo entre melancólico y tenso echa chispas en algunos momentos, pero la película va mucho más allá, es también un duelo entre el bien y el mal, entre lo correcto y lo equivocado, es a la vez un contraste entre la calma que da la experiencia y la impaciencia que proporciona la juventud. Es sobre todo un ejemplo sobre como la moral y la integridad del ser humano se imponen a las miserias y traiciones, es un canto a la amistad, entre aquellos parajes inhóspitos, entre aquellos hombres desalmados unos, fanáticos otros, y es también un canto al amor limpio, puro, como todo lo que brota cuando el corazón comienza a nacer y aún no está contaminado por su propia existencia.
Hay una escena, normal, sencilla, pero que a mi me encantó. El viejo vaquero lava sus agotados pies en el rio mientras los dos amigos hacen recuento de una vida al limite, una vida que no les ha aportado ningún bien material, viéndose obligados en su ocaso a sobrevivir realizando algunos trabajos que jamás hubieran imaginado. Es el final de unas vidas, de unos vaqueros ya extenuados y exprimidos, pero también es el final de una época, de un estilo de vida, de un tipo de hombres rudos y duros, que tenían la dignidad en la más alta estima, y en la que su palabra era su ley.
Es de lo primero que filmó Peckinpah y es de lo que más me agrada, antes de que se volviera tan violento, magníficos como no podría ser de otra forma, McCrea y Scott creando dos personajes perfectos, buenos, como no los secundarios y estupendo el resultado, a pesar de que el final es mejorable. (yo y los finales, parece casi una obsesión, pero creo que no importa demasiado como comienza algo, lo que siempre queda es como acaba).
picais
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