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Nymphomaniac. Volumen 1

Drama Historia de una ninfómana contada por ella misma. Una fría noche invernal, un viejo solterón (Stellan Skarsgård) encuentra en un callejón a una joven (Charlotte Gainsbourg) herida y casi inconsciente. Después de recogerla y cuidarla, siente curiosidad por saber cómo pudo haber llegado esa mujer a semejante situación; escucha atentamente el relato que ella hace de su vida, una vida llena de conflictos y turbias relaciones. Para su ... [+]
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Críticas 118
Críticas ordenadas por utilidad
30 de diciembre de 2013
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
No creo que fuese un asombro que Lars von Trier quisiese hacer una película porno, y mucho menos raro es que esa película se centra en una ninfómana autodiagnosticada. El director danés desde siempre ha llenado de sexo sus películas, uno de los últimos ejemplos “Anticristo” (2009) en la que ya quiso mostrar sexo explícito, pero que al final acabó rodando con dobles para las escenas más crudas. Pero esta vez ha hecho su proyecto más libre, el que de alguna u otra manera ha querido hacer durante todo el tiempo y del que, seguro, se sentirá orgulloso.

Esta versión que hemos visto constituye su versión más “soft”, pero sabemos que todavía hay escenas más crudas. Por lo tanto, ¿Es “Nympomaniac. Volumen 1” una obra que sólo busca la provocación? En absoluto, no es una película comercial, que busque entretener y excitar con escenas eróticas, sino es una historia humana, sobre una mujer que está destrozada por dentro y que se odia a sí misma, y la única forma que tiene de liberarse de ese dolor es contando su historia, esa que le ha dejado como está y que, como ella misma dice, “no todos entenderían”. Desde ese momento, el espectador observa la autodestrucción de un alma, que al principio era feliz en su ingenuidad pero que se empieza a hacer daño a conciencia, teniendo mucha idea de a dónde puede llegar y queriendo llegar allí. Si los análisis de la película se basan en pararse en el porno y en el erotismo, se tapará la profunda y desgarradora historia de una ninfómana que no entiende su propia existencia. Por lo tanto, “Nymphomaniac. Volumen 1” no es una provocación, pues el director no intenta llegar a todo el público. Prosigue con su estilo, ese del Dogma 95 que él mismo creó, por lo que la película no será plato de buen gusto para los paladares más comerciales, a los que se les hará pesada y aburrida. Sin embargo, para los seguidores de este tipo de cine, será entretenida, disfrutable y preciosista.


Stellan Skarsgard puede considerarse un personaje poco importante para la historia, pero no lo es. El sueco representa ni más ni menos que al espectador, que al principio mira con recelo a la historia que le están contando, pero que más tarde se mete de lleno en ella. En el resto del reparto destacan un sorprendente Shia LaBeouf que no quiso tener doble para sus escenas de sexo, y Uma Thurman, que interpreta un papel pequeño pero muy importante para la película, además de ser uno de los mejores de su carrera. Su momento es uno de los más memorables de la cinta al ser duro y desgarrador.



Este Volumen 1, sólo es la mitad de una película recortada de un total de 5 horas de duración. Esta versión ha sido “autorizada pero no vista por el director” como avisan al principio de la proyección. Se notan las escenas censuradas, hay mucho que no hemos visto, y lo malo no es eso, lo malo es las ganas que te dejan de verlo, de ver qué más hay dentro de la cabeza de Von Trier. Hay que reconocer, que aunque no nos mueva el morbo del porno, nos incita a la curiosidad. Si a muchos nos parece mucho esperar un mes para ver la segunda parte, esperar a ver la versión más explícita se nos hará eterno. Además, media película se pasa volando, cuando aparecen los créditos piensas “¿¡Ya?!” y maldices al que se le ocurrió la idea de partir la película a la mitad y dejarte ahí en ese “coitus interruptus”. Y por si eso era poco, el avance de la segunda parte tras los créditos te abre mucho más el apetito.

Lars von Trier es un director capaz de hacer una película porno de autor, donde se mezclan personajes desamparados, rotos, indefensos y mucho sexo para darnos un resultado inmenso. Eso sí, todavía queda la segunda mitad, lo que muchos vemos como algo grandioso puede quedarse en nada si el final no está a la altura, aun así, el 24 de enero saldremos de dudas con el estreno de “Nymphomaniac. Volumen 2”.
Alberto Monje
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2 de mayo de 2014
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tomar un desequilibrio como la ninfomanía es poner a prueba de qué manera se puede llegar a entender sin que se etiquete al producto de escandaloso, más viendo quién dirige, pero en mi opinión se trata de una historia de un brutal realismo, a veces ese realismo de pensamientos y actos que a todo humano le ocurre en mayor o menor medida es lo que más cuesta plasmar, una narración pausada con símiles de cultura por el contraste del testigo, con el sello von Trier, y, dentro de su cine, una propuesta convencional para centrarse en sensaciones sin sumergir en la locura, la fijación por el pecado, la educación y la experiencia 3+5 desvirgadora, la competición por los caramelos de chocolate, una provocación cínica y censurable de gran poderío, satisfacción y orgullo, esta primera parte es un refugio que entretiene con sus teorías e invita a reflexionar.

También se puede observar en ese apetito, hay rebeldía y los ingredientes del amor, una seria declaración de intenciones en cada frase y escena, un dominio de atmósferas variantes y una esencia de estímulo continuo de predominio de perturbación, el amor, los instintos y todo una mentira, una película misteriosa y con alma a la caza de hombres, relaciones al azar que hacen olvidar lo personal, es impredecible y estresante, un método enfermizo que culmina en la secuencia irreal de la señora H, una situación extrema de gusto dudoso pero que provoca muchas sensaciones de cine liberal y que hunde en el fracaso emocional con autoridad, la compasión que pueda generar una adicta al deseo y la defensa de que no sea la necesidad de estar con alguien.

Y es que no es una película sobre el sexo en sí, la insensible soledad o la salud de los cercanos conducen a una trampa de sentimientos que muestra el origen del delirio y que lleva al respeto hacia quienes lo sufren, quizás cada espectador tenga sus ideas, pero, más allá de las penetraciones la película se desenvuelve y se adentra en un discurso psicológico sobre el tema para luego adornarse de hojas de fresno y provocar el trauma incesante de un deseo cada vez menos placentero hasta lubricar ante un cadáver.

En el capítulo final la música es el ejemplo para formular las teorías más científicas a la vez que encuadrar en lo divino, tres voces y tres amantes que forman el complejo abanico de la satisfacción completa de una persona triste y monótona, que da paseos similares a los de un animal enjaulado que espera con ansia el permiso para poder morir y un hachazo final destructivo sobre esta teoría de que el amor es el ingrediente secreto, no siento nada, no siento nada....
stikma
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31 de mayo de 2019
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es posible que nos hallemos ante el trabajo cinematográfico que mejor ha ahondado en la sexualidad... el más sincero, el más real. Ese que habita en nuestro yo más íntimo, de laberínticas búsquedas no satisfechas.

Todos, sin excepción (aunque exista quien no lo reconozca) hemos sentido la necesidad de experimentar alguna de las secuencias que Lars von Trier ha dibujado en su "Nymphomaniac. Volumen 1".

Sé que cuesta aceptar esa búsqueda profunda de una sexualidad que acerque a la satisfacción precisa, la misma que ni siquiera de manera inconsciente aflora, porque la tememos mucho más que la requerimos.

Adoraría el sexo como un dédalo inmerso en una atracción de feria, que reventara las entrañas... Medítalo, eso que rechazas es lo que deseas y a la vez temes.
LEUGIM
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16 de marzo de 2014
11 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una mezcla heterogénea en donde sus componentes tienen sus propiedades bien marcadas pero que no espesa en lo más mínimo. Un desatino a ritmo de Ramstein y Bach que al paso de cada fotograma desvela diálogos con argumentos infantiles que tratan de justificar lo injustificable. Esta película es una clara e irónica muestra de cómo la marca de un director convoca público y hace ver trajes en cuerpos desnudos.

Ninfómana pretende contar una historia explosiva y provocadora, que descreste con sus diálogos y situaciones antes contadas. Lastimosamente –no para mí-, no cumple con nada de lo anterior, se queda en el camino, dando explicaciones que dan flojera. Un claro ejemplo es el escenario inicial en donde un hombre mayor de origen judío destapa su alacena cultural y da clínica de “pesca con mosca”. Un símil que se pretende contrastar con la condición poco moralista de la ninfómana. Y es soberbio hasta cuando se observa que por más que se quiera justificar una conducta censurable hay cosas de la vida cotidiana que no se puede defender a partir de ejemplificaciones que solo tienen su base en temas deportivos. No se puede justificar el asesinato de un niño haciendo el paralelismo de una leona que mata a un pobre venado. Es por esto que a pesar de manejar un hilo narrativo dotado de hermosura con explicaciones sugerentes, no se alcanza una verdadera precisión ideológica. O bueno, digamos que el judío estaba tan excitado escuchando las historias de su nueva amiga, que solo buscaba hacerla sentir bien para terminar la tertulia con un polvo.

Las peores escenas de cama antes vistas, con una técnica de cámara en mano que las convirtió en meros soplos sin estética. Me imagino que cada director es un universo único y una manera de ver el mundo, pero lastimosamente Von Trier es del tipo que no me gusta, porque en cuestión de sexo se deja ver ordinario y poco artístico. Ni decir de las escenas de cama de Átame, el clásico Almodovariano en donde los planos cenitales y los movimientos de cámara suave dejan ver lo atractivo del acto sexual y lo elevan a nivel “arte”. Pero ni de hablar de este figurín. Acá no hay sexo, ni erotismo, esto es el sexo peor filmado.

Pero no todo es malo, rescatemos a Uma Thurman que con sus pocos minutos en escena nos bofeteó y levantó la esperanza. Lo malo fue lo del señor Slater que no tiene apariencia de padre de familia, pero sí de primo chévere, por ese lado se le fue el pie al charco a la señora de los tintos que hace el casting.

Lo bueno. Las escenas intercaladas que ilustraban los diálogos haciéndola divertidamente gráfica. Eso es resultantemente atractivo.
fideo del oeste
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2 de enero de 2014
8 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras las angustias que sufrí al ver Anticristo (2009) en según que escenas, me volví un poco reacio a la hora de volver a retomar alguna novedad fílmica del danés Lars Von Trier. No obstante una cosa no quita la otra, pues sus historias sí me llaman mucho la atención y aún más su forma de contarlas, lo que lo convierten en un magnifico director a la par que provocador y porqué no decirlo, excéntrico según se mire.

Así pues, decidí embarcarme en Nymphomaniac. Volumen I* ya que había varios factores que me llamaban la atención. El primero, el de ofrecernos un relato erótico digno, cosa que ha logrado, y el segundo, el de comprobar el poco bombo que va a tener en las carteleras españolas, factor que he podido corroborar también.

La historia gira en torno a la vida adolescente de Joe (Charlotte Gainsbourg) a través de cinco capítulos en los que a modo cronológico irá contando su vida sexual a Seligman, el hombre que la encontró moribunda en un callejón. Ésta, a modo de agradecimiento, decide abrirse de esta manera a ese extraño.

En Nymphomaniac. Volumen I me encuentro con personajes muy interesantes que acaban calando hondo como el padre de Joe, interpretado por Christian Slater (Amor a quemarropa, 1993), siendo un personaje carismático por su adoración por la naturaleza, en especial por los fresnos, y su modo de educar a la protagonista. La irreconocible Uma Thurman (Kill Bill: Volumen I y II, 2003) también deja huella en uno de las escenas clave de las que dan qué pensar. Por el contrario, me encuentro personajes que parecen ser interesantes y sólo acabamos viendo pinceladas. Esto ocurre en el caso de los dos protagonistas, Joe y Seligman, de los cuales aún no sabemos mucha cosa (quizás en el Volmen II profundicen más) y lo poco que vamos sabiendo va resultando muy atractivo. No obstante, me gusta mucho como el pobre Seligman intenta siempre quitar hierro al asunto cada vez que Joe le relata algo que ella considera grave, haciendo éste una comparación ya sea con la pesca o con Bach. Después nos encontramos a otros personajes que ni fu ni fa como Shia LaBeouf (Disturbia, 2007) interpretando al chabacano Jerôme o Connie Nielsen (Pactar con el Diablo, 1997) dando vida a la odiada madre de Joe.

No obstante, el protagonismo casi absoluto de estos cinco relatos recae en Stacy Martin, quien ejerce de joven Joe, siendo a la que veremos en acción. Su monótono personaje, que acaba convirtiéndose en el reflejo de una sofisticada ninfómana, llega a calar hondo. Remarco lo de sofisticada porque llega a hacer del sexo su estilo de vida. Si para nosotros es habitual llevar unos zapatos para salir a la calle, para ella es totalmente lógico cepillarse a varios hombres al día. Todo ello de un modo planificado en el que no hay espacio para los sentimientos, ni el amor, ni las consecuencias que pueda conllevar hacerlo tanto con un hombres soltero como con un casado.

Al principio he dicho que nos encontramos ante un film erótico digno. Efectivamente lo es debido a que Nymphomaniac. Volumen I nos hace replantearnos moralmente los actos que realizan tanto los hombres como las mujeres, es decir, nos encontramos ante una ninfómana en todo su esplendor, que se fornica a los hombres como si los escogiera de un catálogo, pero, ¿Por qué lo hace? Porque puede, debido a que los hombres también acceden a entrar en el juego, siendo muchas veces no conscientes de dónde se están metiendo. En cambio, hay otros que aceptan plenamente que tras él vendrá otro a la hora siguiente a decirle palabras bonitas.

No obstante, hay dos aspectos que no me han gustado. Uno en referencia al inicio del film. El hecho de que Seligman por casualidades del azar acabe echando un vistazo al callejón y vea a lo lejos a alguien en el suelo, cuando la visibilidad y el ángulo real, hace que parezca muy difícil que una persona pueda percatarse de si hay alguien en dicho lugar. Creo que esta un poco cogido con calzador. Aún así, lo considero poco importante ya que el meollo de la historia es lo que viene luego y eso está bien. En segundo lugar, el contexto de algunas situaciones que quizás el director haya querido dramatizar, pero que acaban siendo hilarantes e incluso cómicas durante un rato. Por no hablar de las que te descolocan, como la música o algunas imágenes que no hay quien las entienda.

Por último mencionar algo sobre la provocativa promoción que se le ha dado a la cinta, siendo a mi gusto excesiva en referencia a la selecta gama de carteles que se hicieron sobre los diversos personajes en una pose de pleno orgasmo. Me imaginaba un film más fuerte en cuanto a contenido erótico, pero no sé, quizás no ha sido el bombazo escandaloso que tanto prometían. Eso sí, la cinta de Lars Von Trier rebosa descaro, sexo explícito (creo que aquí las chic@s se llevarán un chasco con Shia LaBeouf) y grandes reflexiones a borbotones, pero nada del otro mundo. De momento.

*: Para su estreno comercial se dividirá en dos partes. Hay una versión completa de cinco horas y media que sólo se verá en ciertos actos culturales.
SCuenca
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