Paseando a Miss Daisy

Pequeño pero sutil y entrañable drama donde los dos actores principales, Morgan Freeman y Jessica Tandy, son los únicos encargados de sacar la función adelante. Nada destaca en esta película por encima de la pareja de actores. Morgan Freeman y Jessica Tandy están simplemente sublimes.
Por contra, la levedad del tono (no podía ser otro) puede no gustar a todo el mundo. Los momentos en que Hans Zimmer intenta animar un poco con la música no me parecen del todo acertados.
Una joya de interpretaciones en un buen drama que reflexiona sobre la vejez y la amistad, con el trasfondo de los prejuicios raciales de trasfondo. Basada en una obra de teatro de Alfred Uhry, aquí también guionista, Paseando a Miss Daisy tiene una impronta dramatúrgica que puede no gustar a todo el mundo, pero nadie puede negar que los diálogos y los actores no son del más alto nivel. Sobria pero entrañable película.

Aunque la película no sea una película de Oscar, la pareja protagonista es magnífica, de las mejores de la historia del cine sin ninguna duda. Morgan Freeman nos trae a un Hooke encantador y adorable, desde el principio de la película hasta el fin. Sin embargo, Miss Daisy, el personaje magistralmente interpretado por Jessica Tandy, va cambiando poco a poco a medida que el film se desarrolla. La antipática anciana del principio va dando paso a una viejecita entrañable, que enamora al espectador.

Además de todo esto, la película sirve para denunciar el racismo y la intolerancia al que fueron sometidas cantidad de personas.

Hay veces que los Oscar pueden resultar perjudiciales para una película. Tal vez en el momento de ganarlos pueda suponer un incremento importante en las recaudaciones en taquilla. Pero con el tiempo muchas películas han quedado marcadas por haber ganado el Oscar de manera inmerecida frente a otras candidatas, o directamente porque el premio les venía realmente grande.
Pasaeando a Miss Daisy es una de esas películas. Supongo que tras ganar el Oscar sus ingresos aumentaron considerablemente en todo el mundo, ya que además estaba recién estrenada. Pero después de veinte años su Oscar se recuerda como algo excesivoy gratuito, algo que daña la imagen de una película que no lo merece, ya que, por encima de todo, Paseando a Miss daisy es una buena película, sencilla, pequeña, entrañable y emotiva, apoyada en dos actores maravillosos.
La historia comienza cuando Miss Daisy, una intratable anciana sureña, tiene un serio percance con el coche a la salida de su garaje. Tras el accidente se compra un coche nuevo, pero su hijo no deja que lo conduzca para evitar nuevos problemas. Para ello contrata a un chofer negro que será quien traslade a Miss Daisy cada vez que necesite desplazarse en coche. Obviamente la reacción de la señora no se hace esperar y rechaza de pleno al chofer. Solo la paciencia de su hijo y, especialmente, del chofer, hacen que a lo largo de los años la actitud de la mujer vaya cambiando hasta conseguir que el vínculo entre el honesto chofer negro y la testaruda anciana sureña se convierta en algo que va más allá de la amistad, y que tiene a la lealtad y al respecto como pilares principales de la relación.
La película esta dirigida por el veterano director australiano Bruce Beresford, un artesano con una extensa cantidad de películas en su curriculum pero de las que apenas destacan unos pocos títulos. Gracias y Favores, Crímenes del corazón y esta Paseando a Miss Daisy son sus mayores logros artísticos. Y es que Bruce Beresford es un director tan honesto como limitado, algo que recorta el alcance de todas sus películas, incluida esta. Pese a contar con colaboradores de lujo que ayudan a dar a la película un envoltorio cálido, su trabajo como director no consigue ensalzar una historia que está indudablemente supeditada a las virtudes del texto de la obra teatral en que se basa y no a su traslación a la pantalla grande.
Así, si la película acaba llegando a buen puerto es gracias a la sutileza de unos diálogos y unas situaciones que acaban resultando entrañables sin que por ello pierdan contenido y complejidad. Paseando a Miss Daisy se acerca a temas como el racismo, el más evidente, la tercera edad y las relaciones humanas de forma ligera, cercana, pero nunca superficial.
(sigue sin spoiler)

Paseando a Miss Daisy de Bruce Beresford, es un drama que toma como base la amistad y la vejez. Dirigida con un ritmo tranquilo, es propia e íntima en el modo de plasmarla con sencillez y naturalidad, y por estar realizada de modo impecable y magistral a la hora de calar con sinceridad en el espectador, definiéndola con esplendor y emotividad.
La fotografía, es agraciada y evocadora, por usar colores lumínicos pero bastante apagados, dando sensación y alusión al atardecer de los protagonistas en su vejez, y desde luego, usando imágenes acogedoras y atractivas. Y la música, es bella y tranquilizadora, por tener sonidos confortantes y hermosos de la mano de un siempre sensacional Hans Zimmer.
Las actuaciones, son sublimes, encantadoras y magníficas. Con Morgan Freeman admirable, natural y convincente, Jessica Tandy notable, clamorosa y brillante, y Dan Aykroyd cumplidor y eficiente en su línea interpretativa habitual. Usando estos, diálogos sarcásticos y mordaces, aunque también afables y apacibles, siendo uno de los principales fuertes del film.
El guion, adaptado de una obra de teatro, es cercano, simple y emotivo, por ser agradable y sencillo, y por estar realizado sin florituras ni adornos innecesarios, tan solo una realidad verosímil que mezcla la ternura y la desesperanza de lo inevitable, con profundidad y resignación, siendo sentimentalmente arrolladora. Y emplea para llevarlo a cabo, una narrativa que mezcla con acierto lo amable y cordial por un lado, con la ironía y antipatía por el otro.
Para concluir, cabe destacar los movimientos de cámara y planos majestuosos y lentos, al ritmo de los protagonistas, que gustan por ser cuidados y sobrios. Y unos vestuarios y sobre todo caracterizaciones sugestivos a las distintas épocas narradas, dignos ganadores del oscar por el excelente uso del maquillaje en su intención de envejecer a los protagonistas, en un excelente trabajo bien elaborado.
En definitiva, la considero una cinta tierna e inolvidable, maravillosa y espléndida por su sencillez y trama sincera y verosímil. Y desde luego, impecable y encantadora obra merecedora de 4 oscars, entre ellos el de mejor película. Recomendable por su dirección, guion, actuaciones, diálogos, música y caracterizaciones que la convierten, en una digna y hermosa obra fílmica que no luce excesos innecesarios, sino naturalidad y franqueza en la historia.

Bruce Beresford da una vuelta de tuerca a su predilección por los duelos interpretativos y pone a funcionar la alquimia que se produce entre la veterana actriz inglesa Jessica Tandy (distinguida en 1990 con el Oscar a la Mejor Actriz por el papel de Miss Daisy) y el inmenso Morgan Freeman, dándole réplica como el apacible chófer negro.
La película, construida en base a la relación de sus dos protagonistas, la acomodada profesora jubilada judía, Daisy Werthan, y su chófer negro Hoke Colburn, con la introducción, en un relato casi de interiores, de un telón de fondo que muestra la segregación racial de los años 50 y 60, ofrece el retrato de unas vidas separadas por las diferencias sociales y raciales y unidas por la soledad, el descubrimiento mutuo y el paso de los años.