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El final de un canalla

Western. Comedia Año 1883. Un grupo de condenados ingresa en la prisión federal de Arizona. Entre ellos está Paris Pitman (Kirk Douglas), un hombre que ha enterrado un botín de medio millón de dólares en el desierto y vive con la obsesión de fugarse para recuperarlos. Con este fin trata de convencer a varios presos para que lo secunden y, al mismo tiempo, intenta ganarse la confianza del nuevo alcaide (Henry Fonda). (FILMAFFINITY)
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Críticas 36
Críticas ordenadas por utilidad
29 de septiembre de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mankiewicz va loco en este wéstern de 1970, dentro de su genialidad y estilo habitual que parte de su clásica búsqueda de la verdad pero, esta vez, a través de la mentira y las lenguas de serpiente que las formulan al margen de la ley en un wéstern carcelario con un espléndido duelo entre dos leyendas: Henry Fonda y Kirk Douglas. El director nos da una película única donde no se queda atrás en la crítica a las convenciones americanas (habiendo sido objetivo de la caza de brujas macartiana) en un híbrido entre comedia y drama desarrollado en el crepúsculo del Viejo Oeste (1883) donde sus carismáticos personajes nos hablan de amistad, mentiras, verdades, hipocresía e incluso destino tomando como protagonista a un elocuente bandido condenado a pasar sus días en una penitenciaria de máxima seguridad en mitad de la nada, acompañado de un grupo de renegados y un alcaide que quiere sorprender a Temis en su buena defensa de la justicia y los valores éticos.

Se puede afirmar con rotundidad que el viejo ‘Joe’ L. Mankiewicz ha sido uno de las caras más reveladoras de la edad de oro de Hollywood, mostrándose polivalente para todo tipo de géneros y producciones donde las obras maestras se suceden, pudiendo encontrar obras maestras como Eva al desnudo (1950), La huella (1972) o ante la que nos encontramos. Es impresionante cómo el director exprime a sus actores, codeándose con los más grandes para sacarlos de su zona de confort y, aun así, que creen interpretaciones esmeradas como el caso de Kirk Douglas en El día de los tramposos. El recientemente fallecido Douglas (1916 – 2020), comúnmente representado como ‘heroe’, es tocado por el pecado original, abrazado por la mentira y las malas artes de un embaucador forajido invulnerable a los efectos de la ética. Esto se trata, como las condiciones de los otros personajes en los que Joe no duda en hurgar, para ver cuánto de verdad y cuánto de mentira poseen, con un tono irónico que roza el sarcasmo y atenta, a su manera, contra unos grilletes tan americanos como la heterosexualidad y la religión.

El guion del también director Robert Benton (Kramer contra Kramer, Ni un pelo de tonto) y David Newman se construye en base de los diálogos, sostenidos por un estupendo elenco cuya concepción recuerda a Alguien voló sobre el nido del cuco (Milos Forman, 1975) donde el personaje de Douglas, Paris Pitman Jr., es ese loco de pelo rojo que, como McMurphy (Jack Nicholson), entra en un psiquiátrico con barrotes, donde explota su genial locura para tratar de escapar de su cárcel mental. Baila con grandilocuencia entre el terreno dramático y el cómico, combinándolo con esa incipiente aventura en ciernes cultivada en la caja de El niño de Misuri (Burgess Meredith), que, con paciencia y esmero, crece como marihuana para darnos un buen viaje hacia el destino y la verdad. El ritmo lento hace esto posible, exportándonos la naturalidad de los personajes en los que los secundarios funcionan como engrasados engranajes que construyen esa máquina de mentira llamada Pitman y su contraparte, el alcaide Woodward W. Lopeman (Henry Fonda), que forman la concepción del Edén. Pitman, interpretando a Eva, se desnuda de los valores mordiendo la manzana, seducido por la codicia de un nido de serpientes, por la mentira. Mientras tanto, Lopeman, haciendo de Adán, paga por su confianza en la creación de Dios, paga por confiar en Floyd Moon (Warren Oates) y, más tarde, en Pitman. Joe, en temas bíblicos, no se queda atrás utilizando a dos tramposos, Cyrus McNutt (John Randolph) y Dudley Whinner (Hume Cronyn), para criticar la hipocresía de los heraldos de la fe que mienten en representación de la iglesia. La construcción de estos dos personajes guarda una complicidad de pareja intrínseca, muy sutil, pero fácilmente visible, algo que Mankiewicz introduce de manera brillante en una película de wéstern de 1970, recordemos, estando bajo el punto de mira incluso trece años después por las acusaciones recibidas. Mediante un atractivo Michael Blogdett interpretando al joven de diecisiete años Coy Cavendish, el director refuerza esa visibilidad de la homosexualidad, pero esta vez, a través de una sugerencia entre líneas prevalecida por el abuso de poder en instituciones.

Todos los personajes guardan un valor que Joe quiere hacernos ver mediante las interacciones con el personaje de Douglas. Para ello, el planteamiento es constituido por las construcciones de sus personajes en una estructura narrativa paralela, sucediendo las secuencias donde los conocemos hasta el punto de encuentro y, por tanto, el inicio de la aventura. La multiculturalidad en la América de finales del s. XIX está representada a la perfección por la presencia de chinos (emigración de 300.00 chinos entre 1854 y 1882), nativos y negros (comercio de africanos y traslado forzado a América en calidad de esclavos entre los siglos XVI y XIX) en personajes secundarios y extras. El actor Yang Chuan-Kwang interpreta al silencioso secundario Ah-Ping, recordando directamente la actuación de Will Sampson en Alguien voló sobre el nido del cuco, teniendo incluso una escena similar.

La escenografía está cuidada al máximo, explotada por la espectacular fotografía de Harry Stradling Jr. De la cual se vale con un gran plano general en picado, desvelado con un zoom out que abre el ángulo de visión y que hace una desértica y hostil referencia al Edén de Pitman y Lopeman con esa inmensa cárcel en mitad de la nada. Aun con la opresión que una cárcel inspira, Mankiewicz se las arregla para crear una atmósfera divertida y vivaz mediante la complicidad de sus carismáticos personajes, sabiendo cruzar la línea del cerrado intimismo con escenas como las conversaciones entre Pitman y los distintos alcaides, y volver a la abierta camaradería con los presos sin perder ni un ápice de naturalidad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Tiggy
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14 de noviembre de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Original y novedosa penúltima película de Mankiewicz, en la que el gran director estadounidense contó con el apoyo de un mordaz guión de la pareja Robert Benton y David Newman, los mismos responsables del texto de "Bonnie & Clyde".

Nos encontramos ante una insólita combinación de western cómico e intriga carcelaria con intento de fuga, todo ello hábilmente ensamblado dentro de una trama bien pergeñada que atrapa desde su extraordinario inicio, y a la que Mankiewicz dota de un tremendo cinismo y de un ágil ritmo narrativo de principio a fin.

La galería de personajes es fantástica, empezando por el pícaro y carismático delincuente interpretado por Kirk Douglas, y finalizando por el recto y justo alcaide de la prisión incorporado por Henry Fonda. Entre medias tenemos a la genial pareja de estafadores en la piel de Hume Cronyn y John Randolph, o al veterano Missouri Kid encarnado por un Burguess Meredith que para hacer más llevadera su larga estancia en prisión, cuida de una granja imaginaria.

Recomendable película, muy entretenida, con una espléndida banda sonora que ensalza muy adecuadamente sus momentos más cómicos, un film que dentro de su transgresora y extraña propuesta, aborda temas como la codicia, la justicia, la camaradería, o la imprecisa línea que separa el bien del mal.

Nota: 7,5
BartonKeyes
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1 de octubre de 2010
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quizá no sea ésta una de las películas más recordadas de Joseph L. Mankiewicz (La huella, Eva al desnudo, De repente, el último verano), pero sí una de las más entretenidas, si no la que más. El día de los tramposos es incuestionable en todos los aspectos que se planteen. Divierte gracias a un guión cargado de energía y diálogos ingeniosos; conquista por el innegable carisma de todos y cada uno de sus personajes (genial Kirk Douglas); deslumbra por su equilibrada conjugación de géneros, que va del western a la comedia pasando por la aventura carcelaria; y mueve a la reflexión a través del sutil planteamiento que se hace sobre los límites de la moral. Imprescindible para cualquier cinéfilo que se precie.
FERNANDO BERMEJO
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14 de junio de 2010
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Simplemente una obra maestra. Así de claro y así de ¿sencillo? Pues supongo que, como se dice ahora, "para nada", pero a simple vista Joseph Leo Mankiewicz logra un singular trabajo solamente contando con un buen guión, obra de David Newman y Robert Benton, futuro excelente director, ambos de los más grandes.
Y claro, con un buen guión, en este caso magnífico y rico en multitud de detalles, el resultado suele ser bueno...a menos que quien esté tras las cámaras sea un cafre de tomo y lomo. Y aquí está uno de los mejores realizadores que ha dado el cine, capaz de triunfar en todos los géneros, siempre elegante en sus maneras y con una mala uva en el fondo que, si se reflexiona, "echa patrás", tal es el elevado cinismo que destilan algunos de sus personajes.
Víctor Bilbao
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6 de agosto de 2011
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El western, a principios de los años setenta, estaba en declive: del clasicismo de los años cuarenta y cincuenta, al eclecticismo de los primeros años sesenta y, a mitad de esa década, la llegada del llamado “Spaghetti Western”. Joseph L. Mankiewicz supo sacar partido al excepcional guión de Robert Benton & David Newman, convirtiéndolo en un western crepuscular con mucho sentido del humor. Justo dos años antes de la magistral ‘Sleuth’, su penúltimo filme se trata de una historia revulsiva sobre el bien, el mal y lo ambiguo de sus fronteras. Joseph L. Mankiewicz enlaza de forma inteligente una enrevesada y versátil historia del viejo oeste con peleas, tiroteos, persecuciones e ingenio irónico. La rítmica música de Charles Strouse, con la canción de ‘There Was a Crooked Man’ inclusive, define de comedia ésta brillante película.

El inestimable reparto lo componen unos espléndidos Kirk Douglas en el papel de bandido y Henry Fonda en el papel de alcaide, y no olvidarnos de unos magníficos secundarios como Hume Cronyn, Warren Oates, Burgess Meredith y Lee Grant.
Angel Lopez
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