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El Reino (Serie de TV)

Serie de TV. Intriga Serie de TV (2021-2023). 2 temporadas. 14 episodios. Cuenta la historia del pastor Emilio Vázquez Pena (Peretti), candidato a Vicepresidente de la República, cuyo compañero de candidatura es asesinado súbitamente durante el acto de cierre de campaña. Tras el horror llega la oportunidad: Vázquez Pena podría convertirse ahora en el próximo presidente de la nación. Entre intrigas, intentará descifrar quién es el asesino y cuáles fueron sus ... [+]
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Críticas 28
Críticas ordenadas por utilidad
27 de septiembre de 2021
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La trama promete: un pastor evangelista y su entorno más cercano metidos de lleno en la corrupción económica y en el encubrimiento de los abusos sexuales del mencionado pastor. Vamos, nada tampoco demasiado original, ya que eso es algo que hemos visto en la realidad y en muchas otras (y mejores), pelis. El desarrollo del tema es irregular, a menudo inconexo y no siempre fácil de entender. En cuanto a la situación política argentina, aun siendo peculiar y muy diferente a la nuestra, tampoco creo que llegue al extremo casi absurdo que muestra esta peli. En definitiva: un intento fallido en lo cinematográfico y errático en lo político. Respecto al protagonista, a pesar de su evidente fealdad física (qué nariz más horrorosa), tampoco consigue dar la talla de malvado, malo, malo, que el guión le exigía.
Bonifacio49
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21 de agosto de 2021
7 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
...poco aprieta. Esa es la sensación que deja el visionado de la controvertida miniserie de Netflix. La escritora Claudia Piñeiro (Las viudas de los Jueves, Betibu), notoria experta en tomar hechos de la realidad y transformarlos en bestsellers en este caso falla miserablemente. Si no fuera por toda la publicidad gratuita que le dio el (licito) enojo de las comunidades evangélicas hubiera pasado sin pena ni gloria. Es que en apenas ocho capítulos pretende abordar la intromisión de los USA en la política interna de otros países (un clásico del cine progre), la influencia de los cultos evangélicos en la política latinoamericana, la corrupción de algunos líderes religiosos, el abuso de menores en instituciones religiosas, la culpa y la redención, el debate sobre el aborto, entre otros temas que terminan diluyéndose en una melange bastante poco convincente con el agregado de introducir una multitud de subtramas que no llevan a nada y carecen de interés por sí mismas. Por lo demás, el guion no solo está repleto de inconsistencias sino además de lugares comunes como el sempiterno pizarrón con las fotos de los sospechosos a que nos acostumbró el cine de Hollywood, la fiscal que arriesga su carrera y su vida personal en aras de la justicia, el empleado judicial que la secunda trabajando a destajo, el procurador acomodaticio. Lo que más llama la atención es que siendo Piñeiro esposa de Ricardo Gil Lavedra, ex juez, ex camarista y ex Ministro de Justicia de Alfonsìn y De la Rua, desconozca cuales son las funciones de un fiscal y cuales sus competencias. En lo formal resulta excelente la fotografía y la musicalización aunque, como sucede con otras producciones argentinas en la grilla de Netflix como Corazonada o Edha todo parece Manhattan aunque estén mostrando Lugano I y II o Barracas. El retorno a la dirección de Marcelo Piñeyro es auspicioso y demuestra no haber perdido el pulso aunque no haya filmado nada desde 2013. Por el lado de las actuaciones las hay sobresalientes (Furriel, Dupla, Awada, Spinetta, Lanzani, Morán), apenas cumplidoras (Darín, Fanego) y desastrosas (Peretti, Uriel Díaz). En el caso de Peretti se debe más que nada a un error de casting porque si bien es un buen actor, carece del carisma necesario para encarnar al pastor y no convence ni como líder carismático ni mucho menos como villano. En cuanto a la polémica desatada con las comunidades evangélicas, es totalmente lícito el enojo de éstas ya que para la guionista pareciera que todos los pastores son unos delincuentes y sus seguidores unos descerebrados capaces de creer una cosa y a los dos minutos todo lo contrario si el pastor de turno se los ordena. Y aun cuando algunos ministros han intentado defenderla, las declaraciones de la propia Piñero dejan claro que es lo que ella piensa de estos cultos. No es licito que, bajo el pretexto de la libertad de expresión se pretenda justificar el fundamentalismo de la autora que es una notoria defensora del aborto por lo cual denosta contra todo lo que sea contrario a dicha práctica y la iglesia evangélica fue una de las más tenaces opositoras a la eufemísticamente llamada Ley de interrupción voluntaria del embarazo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
devilman
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20 de agosto de 2021
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Reino, una serie de ocho episodios de más o menos cuarenta y cinco minutos no resultó ser tan mala, a pesar de la densidad de sus primeros capítulos. Hacia la mitad se pone interesante y el argumento se agiliza.

Al comienzo no quedaba muy claro por qué los sectores evangélicos, en el mundo real, intentan censurarle la serie, pero a medida que transcurre la trama se entiende. Sucede que, a pesar de todo, los deja mejor parados de lo que se podría esperar a causa de su motivo de censura: porque los presenta, al menos, con un mínimo de fe que en la realidad se sabe que carecen, puesto que en este mundo de no-ficción las iglesias evangélicas son meras organizaciones civiles que actúan para robarle plata a la gente pobre y ser a su vez un instrumento de lavado de dinero de los grandes capitales corruptos, sin la más mínima devoción más que por el dios dinero.

El personaje de los servicios me recordó inevitablemente a Marcos Peña, toda su lógica operativa y su sumisión al imperialismo yanqui lo hace perfectamente relacionable al estilo de politiquería macrista. El poder burgués queda representado con claridad.

El sentimiento que se percibe de la derecha incontenible también se muestra tal cual es; una fe ciega y corrupta amparada en esencialismos oscurantistas cuyo engaño al otro también es un autoentaño, lo que sienta las bases para la manipulación de la burguesía a los títeres creyentes que, sin embargo y por su devoción fanática, puede resultar en una marioneta que potencialmente puede cobrar vida por sí misma. Así es como, básicamente, la clase burguesa suele orquestar al fascismo en momentos de una inevitable crisis capitalista. Cuando la clase capitalista se siente verdaderamente amenazada, juega a fondo. La ultraderecha nunca dejó de ser el brazo armado del capitalismo.

Esta serie deja un sabor análogo a estar aconteciendo a los orígenes de un régimen neonazi. A partir de los métodos de manipulación de las derechas continentales (e. g. fake news), parece dar cuenta que aún algo peor es posible. Este es el sabor amargo que acompaña al entretenimiento.

Por otro lado, tiene elementos que podrían ser considerados de realismo mágico. Esto me recuerda invariablemente a la serie Mesías, aunque esta última maneje una ambigüedad evidente, lo cual la torna fascinante.

Cabe destacar que otra posible causa de crítica de parte del lobby de la ideología evangélica radique en que la serie plantea subliminalmente, más allá de toda superficialidad escandalosa, un sentido crítico protestante, es decir, se le plantea al evangelismo una crítica no desde la razón sino de la fe, al modo que Lutero lo hizo con la Iglesia apostólica y romana. Siendo ateo, respeto eso. Toda lectura directa de preceptos religiosos sin intermediarios es algo digo de ser apreciado.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Maija Meier
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17 de agosto de 2021
8 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si las virtudes técnicas de esta serie son indiscutibles, y es un logro que saludamos: textura de la imagen, despliegue escenográfico, agilidad narrativa; sus cimientos argumentales, tan puerilmente irreales, hacen que todo el edifico de una trama a vocación coral, ante la primera ventisca que demande un mínimo de verosimilitud, de coherencia en el obrar de sus personajes, se tambalee fuertemente ofreciendo un espectáculo tendiente al tedio; cuyo desenlace, es decir su anunciado derrumbe, al pretender coquetear con el lado "místico e incomprensible" de la realidad, no solo incurre en la más remanida de las cursilerías, sino que también, y quizás sea bajo ese prisma que haya que valorar a este mega producción de Netflix, le aporta una cuota de humor involuntario; como si en definitiva la serie fuese un mal chiste contado en ocho vertiginosos episodios.
Javi_510
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20 de agosto de 2021
8 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Serie con un gran elenco, (aunque algunas apariciones, hay que decirlo, no son de buen nivel) y una excelente producción, al estilo Netflixlandia. Es especialmente notorio el manejo de las luces y las sombras aunque abusivo el contraste que estas marcan en la caracterización de los personajes.



El guión en ese punto es francamente desastroso, con diálogos poco plausibles, generando la sensación en el espectador de que lo que ve dista mucho de la realidad. El pretendido realismo, necesario en cualquier thriller, termina convirtiendose en una grotesca parodia. Ello especialmente visible en el retrato llano, caricaturesco y estereotipador de una grupo colectivo religioso (el protestantismo cristiano) dotándolo exclusivamente de características oscuras negativas, y hasta bufonescas. Dota a ese grupo social de una moral que dista francamente in extremis con la realidad, a la vez que se los presenta sin contrapuntos ni complejidad, al caduco estilo del cine clásico, donde el bien está de un lado y el mal del otro. En ese sentido me sentí estafado intelectualmente.

Me llamó particularmente la atención la representación maligna que se le da a un pastor, dotándolo de un peinado y vestuario similiar a "drácula", el famoso personaje cinematográfico que se caracteriza por "succionar la sangre de las personas". En ese tipo de recursos, hay que darle la derecha a los productores.

Mejor tratamiento y redondez puede observarse en el retrato del grupo social más acomodado, el grupo "político" pues (presumimos de moral cristiana católica) el retrato de esos personajes encuentra cierta semejanza con la realidad.


En definitiva, me queda la sensación de cierto interés morboso en caricaturizar a un grupo social dotándolo de características negativas, pretendiendo crear una ficción con tinte de realismo, punto donde justamente el producto falla-. Lo recomiendo para aquellos que quieran divertirse con 8 capítulos, pero no tomarse este tipo de dialogos en serio. La realidad es, afortunadamente, un poco más compleja que esta representación.
Primate14
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