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Siete psicópatas

Comedia. Thriller Un guionista (Colin Farrell) busca inspiración para su próximo trabajo, en el que dos excéntricos amigos (Sam Rockwell y Christopher Walken) planean secuestrar a un perro. El asunto se complica cuando el animal de compañía de un mafioso desaparece. (FILMAFFINITY)
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Críticas 132
Críticas ordenadas por utilidad
25 de julio de 2017
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vamos con la crítica:
Si el film se hubiera centrado en hacer pequeños cortos con siete psicópatas y sus vidas. Después le hubiéramos agregado a alguien que acabara con ellos por ejemplo creo que hubiera sido una genialidad.
El problema es que la mitad de la película está vacía, un despegue glorioso que estalla en el cielo sin remedio.
A ver si dejan ya de emular a otros directores y se centran en hacer algo que tenga sentido.
Tierramedia
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4 de agosto de 2013
12 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo primero de todo para los perezosos, no pierdan dos horas de su vida viendo este engendro, no lo merecen ni ustedes ni yo.

Después de todo una vez más (y van unas cuantas) la mayor parte de las críticas no reflejan lo que a mí me ha provocado la película, pero ya empiezo a estar preocupado por mí. Una cosa es que “Prometheus” sea una basurilla y haya alguien que le guste, otra bien diferente es que la gente aplauda este engendro que pasamos a diseccionar.

El principal problema de la película ya lo sufrimos en la anterior cinta del mismo director “Escondidos en Brujas” era una infumable historia que se perdía en una narración confusa con un aire “moderno” que no era otra cosa que una excusa para ocultar la incompetencia del guión y la nula capacidad narrativa del director. Aquí todo esta amplificado, se trata de una evolución lógica de la anterior, corregida y aumenta como se debe hacer.

En la película no dejan de pasar cosas, la mayoría de ellas sin ningún sentido y que a la mitad de la misma esperas que tengan una lógica. Es decir, durante una hora esperas que el puzle se cuadre en algún momento y la película tenga un sentido (esto mismo sucedió en su anterior película). Sin embargo, no para de contar cosas que no llevan a ninguna parte salvo a desesperar al espectador.

Este director intenta realizar una copia mala del estilo desestabilizado de Charlie Kaufman, juntándolo con unas nociones de violencia que podemos decir que copia de Tarantino o de John Woo o de cualquier director de la escuela Hongkonesa. Evidentemente no solo no lo consigue, sino que demuestra que un guión debe tener una lógica, aunque la misma sea enrevesada y compleja de digerir.

Ya que juega el papel de guionista y director, es imposible separar la valoración anterior de esta, su papel es penoso con plagios muy mal hechos de algunas escenas. El protagonista sobre el que descansa la película no es Colin Farrel sino Sam Rockwell, que clava el papel de psicópata aunque creo que a estas alturas de su carrera se lo debería mirar porque sus papeles destacados no suelen ser muy cuerdos. El resto del elenco o está de paso o no ha cobrado a tenor del trabajo realizado
Mamideck
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15 de octubre de 2012
8 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque a algunos les parecerá un poco más de lo mismo, sin embargo hay que darle crédito al director Martin McDonagh (responsable de la interesante "Escondidos en Brujas") por contarnos otra historia de gangsters, locos y balas, pero con el suficiente estilo y fuerza para no aburrir y entretenernos hasta el final.

Si bien a primera vista la historia puede sonar a trillada, se refuerza mucho en la forma cómo se cuenta y se desarrolla la trama misma, que no sería nada sin el impecable reparto que se consiguió para dar vida a cada uno de estos psicóticos personajes.

Empecemos por Colin Farrell, que colabora por segunda ocasión con el director McDonagh y no desentona en el rol principal como "Marty", seguido de unos más que cumplidores, increíbles Cristopher Walken ("Hans") y Woody Harrelson (éste último está impagable como el peligroso "Charlie"), ofreciéndonos actuaciones brillantes y firmando algunas de las escenas a tomar en cuenta a futuro.

Otro que también está muy bien es Sam Rockwell como "Billy" y de soporte destacar también a otros veteranos como Tom Waitts, Harry Dean Stanton, y rostros más contemporáneos como Gabouride Sidibe (de la oscarizada "Precious"), Olga Kurylenko, Michael Pitt y la bella Abbie Cornish.
darkman
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13 de febrero de 2013
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando hace casi un lustro se presentaba en la cartelera española una película sobre dos hombres que iban a esconderse en Brujas, a la espera de órdenes de un superior mafiosín, ya podíamos prever el cariz que tomaría la carrera de Martin McDonagh. Con su última película ha vuelto a retomar el humor británico negrísimo y la violencia, al más puro estilo tarantiniano. Sí, porque aunque las comparaciones sean odiosas, esa introducción bestial, con los dos esbirros asesinados a bocajarro mientras hablaban de cosas triviales recuerda mucho a las conversaciones y a las gamberradas de Tarantino.

Por suerte, después de esa presentación, la película no se desinfla. Es un constante ir y venir de diálogos ingeniosos y de violencia gratuita, con puntos álgidos como la escena en que Rockwell plantea un posible final para un guión. Quizá todo resulte hiperbólico, como ya ocurría en “Escondidos en Brujas”, a menudo, incluso, los personajes están demasiado caricaturizados. El argumento gira en torno a un guionista sin ideas (Farrell) llamado Marty (curioso, podría ser el álter ego del director) y un actor en paro (Rockwell) que se gana la vida secuestrando perros junto a un viejo de pasado turbio (Walken). Rockwell, en su afán por ayudar a escribir a su amigo, le introduce en un mundo de perversión y psicopatías cuando secuestran al pequeño Shih Tzu de un mafioso local (Harrelson). Esa base de metacine le da a McDonagh la excusa perfecta para exagerar a sus personajes. Ya se sabe, a veces la realidad supera a la ficción.
Dentro de la propia trama, encontramos especies de micropelículas cada vez que hay una idea para uno de los siete psiscópatas, título, también, de la obra que escribe el personaje de Farrell dentro de la propia película. Todas ellas son sangrientas y brutales, especialmente la de Dean Stanton o la de Waits (atentos a los créditos del final).

En cuanto a los personajes, Farrell está correcto, muy en la línea de 'Escondidos en Brujas', sin tanto movimiento de cejas, pero igualmente divertido y riéndose de los tópicos irlandeses (hace de escritor irlandés borracho) aunque, a veces, sobreactuado. Rockwell, de nuevo, muestra su capacidad para encarnar a tipos raros, insanos, histéricos, ambiguos; y nos regala la mejor interpretación de la película.

'Siete psicópatas' constituye un ejercicio cinematográfico fresco y divertido, con violencia y delirios por doquier, sin más pretensiones que hacernos pasar un rato ameno, con carcajadas incluidas. Quizá sea un clásico de culto en el futuro. Su mejor baza, el guion plagado de chistes, sus personajes exagerados y un Sam Rockwell en estado de gracia.
Monchita
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17 de octubre de 2018
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Martin McDonagh llegaba con la vitola de haber realizado 4 años atrás una de esas grandes sorpresas que, de vez en cuando, asolan el panorama cinematográfico. Por si ello fuera poco y tras la recepción a la excepcional Escondidos en Brujas, precisamente un par de meses atrás llegaba a España otro trabajo auspiciado por él, se trataba de la ópera prima de su hermano John Michael McDonagh, El irlandés, que también encandiló a crítica y público.

Es quizá el motivo por el que sorprendía que después de cuatro años McDonagh no hubiese vuelto al ruedo, así que el cineasta británico habrá pensado que qué mejor modo de hacerlo rodando un film con el que no solo regresa al panorama, sino también introduce códigos metacinematográficos para hablarnos sobre su alter ego en pantalla, Marty, un guionista que se encuentra en una etapa de plena crisis y que, entre las ideas para su nuevo trabajo, baraja el hecho de escribir una historia sobre siete psicópatas, pero donde la sangre y la violencia no sean elementos predominantes, acogiéndose más al hecho de jugar con personajes de lo más estrambóticos y darle un aire distinto a una propuesta que podría derivar en desmadre puro y duro. Como es obvio, todo ello se ve reflejado en una Seven Psychopaths donde la mayor importancia ni siquiera recala en esas siete figuras que, en ocasiones, no tienen más que unas líneas de diálogo.

Tras un prólogo jugetón (e incluso ciertamente paródico) para con el género en base a un diálogo de la mano de Michael Pitt y Michael Stuhlbarg, la aparición de una de esas figuras que dejan al espectador ensimismado empezará a otorgar las coordinadas de uno de esos thrillers que combinan a la perfección la faceta de comedia negra y, a juzgar por lo visto hasta el momento, incluso podrían enlazar con el cine de un Guy Ritchie que ha terminado recalando en el mayor prostíbulo del mundo, Hollywood. Afortunadamente, McDonagh es McDonagh y el estilo del director, aun enlazando con una propuesta distinta —hasta cierto punto— a la de su debut, no se ha movido un ápice: sigue sabiendo generar situaciones con audacia y, a raíz de ellas, afilar diálogos que apuntan contra todo sin temor a que una bala perdida termine recalando en su propio film; no se le resisten los momentos cuasi líricos sugeridos con sutileza desde su faceta más dramática y hasta se atreve a coartar el ritmo con incursiones que rebajan ese tono humorístico y se dirigen hacía otros lindes abriendo nuevas posibilidades.

De entre todas esas virtudes, la que mejor maneja el británico es la humoristíca; más allá de que pueda o no funcionar, en ella siempre se perfila un cierto modo de encauzar el humor que, aun tocando temas recurrentes, sabe malearlos a su antojo consiguiendo el efecto deseado, así como sorteando las vicisitudes de un género que podría jugar en contra del propio cineasta, pero que McDonagh interpreta a las mil maravillas para encauzar un arranque espectacular en su Seven Psychopaths y, con algún que otro ínfimo bache, no rebajar las prestaciones de una mala leche y una negrura que alcanza aquí uno de los mayores picos del año en una cinta que parece realizada con una facilidad pasmosa. He ahí, precisamente, otra de las virtudes de un cine que se mueve y entrega al espectador con una habilidad fuera de toda duda: las raíces de esa comedia negra caen en boca de un elenco portentoso (lo de Farrell con el género parece innato) y se sienten arropadas por ese relato con trazos de metacine que, por evidentes que puedan resultar en alguna ocasión, enriquecen un subtexto cuyas connotaciones hacen todavía más disfrutable la propuesta en sí.

En definitiva, si alguien creía que Martin McDonagh se había perdido, está de vuelta y con más fuerza que nunca, haciendo gala de ese humor tan ‹british› y negro que caracteriza la cinematografía de las islas, así como tomando referentes que bien podrían haber dado luz a la propuesta (esa trama del perro de un mafioso secuestrado que parecía pedir Ritchie a gritos, e incluso en menor medida el cartel que nos recuerda al Trainspotting de Boyle, otro relato fragmentado de personajes como parecía ser este), pero el autor de Escondidos en Brujas sortea con destreza para demostrar que su ópera prima no fue ni mucho menos una casualidad, y que su estilo va camino de ser perenne, por mucho que los factores externos parezcan apuntar en direcciones que McDonagh, con mucha filosofía, excluye sin inmutarse.


Crítica para www.cinemaldito.com
@CineMaldito
Grandine
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