Mammoth

Lukas Moodysson había logrado lo que pocos alcanzan con sus primeras obras: un cine con sello propio y repercusión internacional desde la minúscula atalaya de las historias íntimas en su Suecia natal. Con 'Mamut', ha suprimido los márgenes entre los que se hallaba ese microcosmos, aquel que se observaba en 'Juntos', 'Lilja 4-ever' o 'Ett hål i mitt hjärta', y ha logrado un proyecto que no sólo le permite flojear ante la inmensidad del mundo sino también viajar a Estados Unidos, Tailandia o Filipinas, tener segundas y terceras unidades de producción y ahondar en los registros de dos de los mejores actores de su generación: Michelle Williams y Gael García Bernal.

El director de 'Fucking Åmål' pierde con mayor presupuesto entre sus manos a la hora de sensibilizarnos con su relato. La historia se dilata demasiado en el espacio-tiempo, y aunque se percibe su opción de profundizar en la presentación de los personajes, su ritmo de carrera de fondo se autolapida en el momento en el que el espectador se da cuenta de que las aristas del perfil de los protagonistas no va a dibujarse más nítidas de las que se han mostrado al principio. La evolución del relato recae, por momentos, en un postizo, que hace varios quiebros cuando el sentimentalismo aparece amenazante, y las licencias narrativas que se permite tienden hacia detalles que resultan inverosímiles: la capacidad de razonamiento de alguno de los niños, por ejemplo.

Su fallido acercamiento entre la trama de hogar y el bigger than life del espacio abierto se puede sintetizar en la utilización autocomplaciente del tema 'The Greatest' de Cat Power. La sugestión que atrapa la interpretación de Michelle Williams le da muchos puntos a la película, aunque quizás sea por pura fascinación del quién esto escribe por esa admirable actriz.

Como dijo Natalia Ginzburg en uno de sus lúcidos ensayos, la vida colectiva y nuestra época no inspira más que odio y aburrimiento, aunque Moodysson se haya dejado la vena rencorosa en alguna ventanilla del check-in.

Esta me parece una película muy vivida, muy veraz. Sin ningún artificio, trata sobre la vida misma, entrelazando varias historias superpuestas de manera que parece muy fácil, la película fluye de manera natural.
Cada presonaje debe pasar en ese momento de su vida por un momento muy intenso, muy dramático. Me parece notable la manera en que los presonajes están trazados, de forma que lleva al espectador a empatizar con ellos.
Muy bien los actores, Gael g. bernal impecable como siempre.

No es “Mamut” una película brillante, a pesar de tener ingredientes suficientes para ello, fundamentalmente por el impertérrito ritmo que Lukas Moodysson imprime. Un ritmo que le va francamente bien al film en sus primeros minutos, en donde poco a poco vamos conociendo a los personajes, sus profesiones y sus anhelos. Pero cuando los hilos se van juntando, casi siempre en paralelismos que parecen gustar mucho a su director, se espera mayor vigor en la narración que nunca llega. Le falta agilidad, lo que provoca la sensación de lentitud, de que todo acontece demasiado despacio, y por tanto, de que la trama se alarga innecesariamente (no en su contenido, pero sí en su continente).

Lo que sí tiene Moodysson es un gran manejo en la dirección de actores (recomiendo ver “Liyia Forever” para quien quiera verificarlo), que unido al buen hacer de Gael y Michelle Williams, es posiblemente, lo mejor del film, sin olvidar a Marife Necesito, la abnegada asistenta, siempre disponible y auténtica tutora en el más amplio sentido de la palabra.
Michelle Williams es una actriz con encanto, muy versátil y de innegable talento y belleza. Le auguro un futuro muy prometedor (aunque ya es una realidad).

El guión está bien planificado pero quizá se queda corto en cuanto al desarrollo de personajes y la película flaquea en el lento desarrollo del personaje de Gael, sobre todo, en lo primeros días fuera de casa. La película, a pesar de sus taras, deja reflexiones muy interesantes y ofrece un retrato nítido (afianzado desde la magnífica, pulcra y limpia fotografía de Marcel Zyskind) de algunos problemas de la sociedad en el mundo occidental y en otra parte del planeta con menos recursos (Filipinas y Tailandia). A pesar de sus diferencias, todo converge en la familia, en los hijos, auténtica puesta en común del ser humano. Fiel a su estilo, Moodysson vuelve a interesarse por problemas de índole social con marcado carácter humano.

Haciendo un balance global, la película es aceptable, con propuestas válidas e interesantes y funcionan muy bien los actores pero es lenta en su desarrollo y deja la sensación de que podía haber sido mucho más.

Hay una frase que me gusta: “la moral es como nos gustaría que fuera el mundo, la economía es como realmente es el mundo”. En estos días convulsos que tenemos la suerte de vivir, gusta ver una película de las denominadas buenas que te dan que pensar y valorar lo que tienes, que no es poco. Esas películas que te pegan un manguerazo de realidad y una vez que termina la ducha de agua congelada, observas aliviado que tú no te identificas con ninguno de los personajes de la película, que se mueven como zombis en un mundo cada vez más extraño y hostil donde el dinero, la lujuria y el sexo se han convertido en la santísima trinidad.

Somos muy graciosos.

Quizás sea necesario pararse y hacerse preguntas cortas pero difíciles ¿estamos haciendo lo correcto con nuestras vidas? ¿Es así como queremos vivir la única y última existencia que vamos a tener? ¿Estamos haciendo lo que queremos o lo que podemos? ¿Vivimos para trabajar o vivimos para trabajar? No, no me equivocado.

La película habla de la soledad, de la familia, de la pareja, de la miseria, del sexo, de la infidelidad, de los hijos, del trabajo, de ganarse la vida, de perder la vida, en definitiva de nosotros..los seres humanos, tan imperfectos, tan volubles, tan dados a hacer lo urgente y olvidar lo importante, tan perdidos que llegamos a pagar por una pluma estilográfica lacada con colmillos de mamut 3000 euros cuando solo sirven para firmar contratos que hipotecan nuestras vidas y muchas veces las arruinan por un instante efímero de ¿felicidad?

Definitivamente, los humanos somos muy graciosos.

El mamut prehistórico sigue en nuestro planeta. Muchas empresas se encargan de encontrar los animales que quedaron sepultados en la tierra tras años de evolución. Con el antiguo marfil de esos elefantes extinguidos se crean piezas de sumo valor que se aprovechan como adornos o joyas. Uno de esos pedazos aparece incrustado en el bolígrafo de Leo, con el que tendrá que firmar un importante contrato de trabajo. Un objeto muy insignificante que, paradójicamente, podría solucionar la vida de su niñera, obligada a restar a cientos de kilómetros de su casa para ganar dinero. Y hay otra paradoja, la misma que encierra el título de la película más internacional y ambiciosa del sueco Lukas Moodysson (responsable de la muy querida Fucking Amal): el mamut, tan grande y bello, es el animal que mejor encarna nuestro mundo tan globalizado, grande y contradictorio, con sus luces y sus sombras.

Mamut habla de pequeñas grandes cosas: la soledad que acompaña a aquellos que lo tienen todo y la melancolía de los que no poseen nada. Así, con un estilo y una filosofía que recuerda a Babel, Mamut se impone como una película sensorial, en algunos momentos sensiblera, pero lo suficiente enigmática y poética como para hilvanar con estilo una trama personal y global, crítica social y narración de varias historias de amor y afecto, todas ellas frustradas por varios motivos. Es una película con magia que rechaza cualquier ideología.

En el fondo nada nuevo (ya sabemos que todo el mundo, en todas las partes del mundo, sufre y siente de forma similar): la novedad es que Mamut está bien rodada e interpretada, incluso posee una excelente selección musical. Las 'historias paralelas' siguen en buena forma, enseñándonos la situación de los niños en las diversas partes del planeta (de la necesidad al bienestar de occidente) y filmando la historia de dos familias muy diferentes y al mismo tiempo parejas. Será políticamente correcta o un tanto abstracta... y aún así funciona. Dos horas de buen cine.

Xavier Vidal, Cinoscar & Rarities http://cachecine.blogspot.com