Haz click aquí para copiar la URL

Fanny y Alexander

Drama La historia está ambientada en 1907, en Uppsala, Suecia, y se centra en los Ekdahls, la familia del joven Alexander y su hermana Fanny. Los padres se dedican al teatro y son felices, hasta que el padre muere de forma repentina. Al poco tiempo, la madre decide casarse con un líder religioso conservador, una decisión que cambiará sus vidas. (FILMAFFINITY)
<< 1 3 4 5 10 19 >>
Críticas 91
Críticas ordenadas por utilidad
26 de agosto de 2012
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Poco se puede encontrar en el cine de Bergman que sea simple evasión, porque hasta la escena más inocente da que pensar. Ya sabemos que el drama llega a ser espeluznante, pero también la alegría y el humor esgrimen filos y bordes cortantes. Siempre hay un lado de oscuridad. La conclusión es que su cine es de todo menos convencional, porque transgrede fronteras psicológicas, sociales y naturales. Qué forma parte de la “realidad” próxima, del “más allá” o de lo que íntimamente perciben los personajes nunca es posible dilucidarlo completamente, pues lo sobrenatural fluye con absoluta familiaridad junto a la cotidianeidad, de manera que no sabemos si las visiones de Alexander y de su abuela son pura fantasía de sus mentes inquietas, o si proceden realmente de una dimensión paralela de espíritus que permanecen tras la muerte. La duda que planea en nosotros sobre la existencia de esos fantasmas y sobre ciertos poderes parapsicológicos deja un aura de ambigüedad muy bergmaniana, retratando mundos interiores torturados y carcomidos por las eternas preguntas: ¿Existe Dios? Y si existe, ¿por qué no escucha? Y si escucha, ¿por qué la vida llega a ser tan deplorable a menudo?
El tema de la fe es una constante del realizador sueco. Nadie obtiene respuestas ni consuelo. Es una sensación como de estar perdido en un vacío inmenso y lo único que alivia el terror a la soledad es la compañía de la hermana, la mano cálida de la madre, el blando regazo de la abuela, las risas de los tíos o la presencia intangible del padre fallecido. Por el contrario, el obispo, el siervo religioso, portador de sus propios dogmas de una severidad cruel y descarnada, concentra en sí la amenaza, el invierno inclemente y helado que despoja de aliento vital, en busca de flores tiernas que agostar. Qué casualidad que no posa sus ojos el frío y carroñero servidor de Cristo en una matrona envejecida y apagada, sino en una mujer hermosa y radiante que trae el añadido de dos niños exuberantes. Cómo debe de relamerse ante la empresa de someter y chupar el alma a tres personas tan jugosas, procedentes de una extensa familia muy acomodada y divertida. La matriarca viuda del clan no oculta a su amante de toda la vida, un simpático prestamista judío; uno de sus hijos es un galán impenitente con una esposa tolerante que acepta con filosofía las infidelidades conyugales; otro de sus hijos es un borrachín casado con una pobre infeliz y es especialista en entretener a sus sobrinos con espectáculos escatológicos; el tercer hijo, el padre de Fanny y Alexander, es el único que se ve centrado y lleva bastantes años a su joven esposa. Las doncellas del servicio doméstico son tratadas como parte de la familia y nadie se escandaliza cuando alguna cae en las redes seductoras de alguno de los señoritos. Hay fiestas, risas y es difícil aburrirse en la mansión; pero también hay rincones tenebrosos, presencias de ultratumba, misterios y secretos indescifrables. En tal ambiente, Alexander crece como un chico de potente imaginación, orgulloso, rebelde y frágil. Su vida dará un vuelco al cruzarse en ella el siniestro obispo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Vivoleyendo
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
5 de mayo de 2009
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fanny y Alexander es una obra nostálgica y amarga. Toda su ambientación, su discurso y su lento discurrir es pura poesía en movimiento. Sentimientos poderosos sacados a la luz y ocultos en los oscuros recovecos del alma. Es un enfrentamiento del hombre con un Dios injusto. Un enfrentamiento entre la calidez navideña de los tonos rojos del hogar de los Ekdahl y el blanco impávido, severo y gélido del "palacio" episcopal. Un enfrentamiento entre la alegría de la promiscuidad socialmente aceptada y la inversión sexual oculta y esbozada. Bergman sigue sin ofrecer respuestas a sus preguntas pero eso no hace más que aumentar el deleite que proporciona su creación postrera.

Recuerdos cálidos y agrios sobre la muerte, el amor y la disciplina férrea capaz de atormentar y mostrar cómo desaparece la delgada linea entre el amor y el odio.

Alexander ve el fantasma de su padre muerto. Si a Hamlet le reveló el nombre de su asesino, a Alexander no parece ofrecerle solución a sus preguntas, tan solo un pequeño alivio en la oscuridad de una vida que tiene que empezar a vivir con su hermana, su madre y un padrastro que lo ama no con "un amor ciego ni atolondrado", sino con uno "rígido y fuerte". Al final, también se le aparece el fantasma del obispo con su pesada cruz al cuello. "No te librarás de mí tan fácilmente". Está claro, siempre queda la esperanza, aunque no podemos esperar que esta dure mucho. Como mucho, un ratito en medio de la noche, perdidos en el taller de títeres de un prestidigitador mefistofélico. O tal vez alimentando la imaginación con las historias que dibuja en la pared una linterna mágica. O puede que durmiéndonos mientras la abuela nos recita un poema. Un instante para atesorar.
laranra
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
1 de diciembre de 2011
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bergman nos invita a penetrar en la mente de Alexander, su intimidad se deja fluir en familia, es la navidad en un hogar de abundancia, siempre aparecen pinceladas de soledad y tristeza, y de religión, hunde en la oscuridad a través de la tradición, la condición de la generosidad forzada, adorar el mundo personal para entender la vida y olvidar el mundo real, magnífica definición del teatro y propagable a cualquier expresión artística, todos los monólgos vienen cargados de dureza, el cariño y las prohibiciones, las disputas y la codicia, compañías de conveniencia, todo pasa por la conciencia, todo se va haciendo cada vez peor, la desesperación por el fracaso, sentirse cubierto por el polvo, la cobardía, mujeres y cerdos, una presentación en familia, un repaso a cualquier sociedad en una sola mansión, el surrealismo no se hace tan evidente como en otras, pero el abordaje psicológico tiene un arsenal de primera, profundiza en la fragilidad de todos los miembros y forma un desequilibrio mental bajo un mismo techo que se globaliza en la histeria que se siente en esta primera parte.

El agotamiento y la enfermedad, pasa a centrarse definitivamente en los menores, sus duras experiencias de la pérdida, comienza la agonía, el miedo por estar tan cerca del dolor, el lamento de la viuda es cruel, se instala en el mundo de afuera con mucho dramatismo, ya no habrá tiempo para la evasión, aparece el obispo, la representación de la Iglesia que impone, que obliga a tragar el orgullo con amenazas y dura disciplina, la mentira y la imaginación no son aprobadas, eso es para los artistas, la mano firme genera el conflicto, renunciar a los libros y los juguetes, la felicidad queda atrás, en la figura del padre que a veces aparece con sufrimiento, el respeto impuesto, soportar las reglas básicas, el terror de rezar.

Se trata de un método de dolor gradual que deja almas desnudas y va pinchando con sucesos paranormales, es la película más densa que he visto sobre la disciplina, un duelo con castigo, el carácter mide fuerzas entre el rebelde y el enemigo poderoso, hay cruces en cada plano, no hay salida, se convierte en violenta y genera el odio con total franqueza... ¿Cómo los sacó de la casa?... Bergman comienza a jugar con la existencia, con lo imposible, simplemente se introduce en la mente incomprensible de un niño atormentado, muestras las realidades de la vida de manera incomprensible, el angel y el diablo, conexiones de su estilo sobre hombres que pierden el poder, que aman ciegamente, suicidios y pesadillas, extrañas premoniciones, caminos marcados hacia el arte ejecutado de manera horrible, insufrible y fatídica, líbranos del mal y líbranos de tí.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
stikma
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
5 de agosto de 2009
15 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Maravillosa película filmada con un preciosismo y exquisitez deslumbrantes. La ví olvidándome quien la había dirigido para no tener preconceptos y admito que me dejó fascinada. Esta claro que Bergman era un director bien curtido y capitalizó toda esa experiencia haciendo un film bellísimo desde lo visual y con un guión muy bueno (tiene sus mecetas por eso no es un 10). De todo lo que he visto de Bergman tanto en Fanny y Alexander como en Los comulgantes las actuaciones son de lo mejor que ví en cine. El director muestra su oficio en una obra digna de todo los premios que ganó. Increíble al comienzo, con toda la preparación de la navidad, los regalos y la llegada de los familiares son las mejores escenas, con un despliegue de lujo y belleza impresionantes hasta en los más mínimos detalles. MA-RA-VI-LLO-SA.
Srita davidlynch
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
22 de mayo de 2020
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
El río que nos lleva.
El poder de la ficción como antídoto frente al mal del mundo (ladrones y horrores).
El teatro como lugar de refugio de los cómicos que se acurrucan en el seno protector de la invención. El pequeño mundo del teatro contra el gran mundo exterior.
Dios como el mejor personaje creado por el hombre para poder sobrellevar el dolor de vivir.
Lo laico y corrompido frente a la rigidez eclesiástica de la verdad. El dulce y amoral desorden versus la muerte que todo lo ordena y puede.
Hombres débiles, ridículos, anodinos, miserables, desgraciados o terribles frente a mujeres poderosas en su mayor flexibilidad, sabiduría, generosidad e inteligencia. Con sus necesarias y abigarradas excepciones, esto no es un sermón ni propaganda gubernamental.
Pis, meados, orinal, puta, coño, mierda, mierda y mierda.
El niño, que es obviamente Bergman, lo observa todo con asombro, rabia y alucinado éxtasis. Se abre al mundo con una mezcla de estupefacción, dolor y libre capacidad creativa.
Prodigiosa película llena de opuestos, de mundos contrapuestos, de ideas y antagonías; bellísima, profundísima, ligera y grandiosa, total; que toca todos los palos, que no sabe si reír o llorar, que asume la comedia y la tragedia, que todo lo ve, comprende y perdona, que es un enorme juego y una gigantesca aventura.
Y de fondo los judíos, mágicos, usureros, fantásticos, los que mueven los hilos, los marionetistas, los grandes creadores. Dinero e ilusión, materia y espíritu.
Y de cerca Suecia, los cómicos y su burguesía pudiente llena de recovecos, fracasos, gracias y desgracias. Aquí los actores no son unos muertos de hambre, tienen ciertos dineros, posesiones y su ejército de servicio.
Una gran matriarca que dirige con dulzura y sabiduría un mundo de mujeres (sus nueras más todas las criadas) y que tiene tres hijos cada uno de aquella manera, el buenazo mequetrefe de sexo desparramado (el maravilloso sentido del humor y la libertad con la que aquí se trata el sexo), el fracasado ampuloso y borracho de mujer alemana buena y el moribundo hombre de teatro que tiene a todos con el alma en vilo en su última actuación.
La película es un canto de amor al teatro, la ficción y la vida. Abraza el temblor de la realidad (o la realidad como temblor), difumina las fronteras entre lo real y lo imaginario, la muerte y la vida, la verdad y la mentira, lo vivido y lo soñado, y ensalza la libertad ambigua y la debilidad humana frente a la hipocresía religiosa y el afán idealista de falsa perfección.
Comedia, drama, tragedia, terror; fiesta y reflexión, melancolía y humor, desgarro y celebración, rito y muerte. Toda la gama.
Poe en ese cuento gótico en castillo maldito. Mozart por su alegre tristeza juguetona y honda. Chejov y su costumbrismo profundo, ligero y severo. Strindberg por su capacidad dramática para representar la vida como un juguete diabólico. Edith Wharton ("La edad de la inocencia" es una cita obligada, de ida y vuelta, como literatura y cine, antes y después) y su capacidad analítica y su mirada escéptica, clínica. Melville y Hamlet. "Los muertos" de Joyce y "Dublineses" de Houston. Hasta en España "El sur" de Erice (o incluso, válgame Dios, "Arrebato", de Zulueta en su reflexión con reproducción casera de las imágenes y, por tanto, el estudio apasionado de la imagen y la creación como únicos modos posibles de salvación) como amada herencia.
Todos somos marionetas, actores representando papeles con los que tenemos que lidiar aunque no nos gusten (y es necesario, muy conveniente tener/hacer más de un personaje durante la vida).
Perfecta en su totalidad más allá de ciertos quiebros o desvíos más o menos abruptos, por su capacidad de unir lo más diverso y darle sentido pleno, por esa amalgama de géneros y miradas y por la claridad y la belleza expositiva.
Es un cuento abismal y a la vez un riguroso estudio humano.
Es profunda, bella, musical y llena de contrastes. Comienza como una deliciosa comedia de leve amoralidad, gira al terror gótico y acaba con agridulce, reconciliada humanidad.
Emocionante. Apoteósica. Amable (teniendo en cuenta que todo es dolor y desolación, solo nos quedan la amabilidad de unos con otros y la invención).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
<< 1 3 4 5 10 19 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here

    Últimas películas visitadas
    arrow