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Y el mundo marcha

Drama Un joven solitario impulsado por la ambición y el idealismo se enfrenta a la vida en el Nueva York de principios del siglo XX. Las duras condiciones que impone esta realidad desmitifican el mítico sueño americano. (FILMAFFINITY)
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Críticas 36
Críticas ordenadas por utilidad
28 de marzo de 2009
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Clásico inolvidable americano del cine mudo, una historia preciosa y con gran fondo humano.
Comienzos del siglo, ahí nacerá nuestro protagonista el cual marchará a la gran manzana en busca de una oportunidad que le abra camino.
Allí se desarrollará esta historia, en la New York de los años veinte, una ciudad reconocible pero…con menos rascacielos.
New York será el entorno de este personaje que se casará con una mujer de una manera rápida y apresurada.
Este es el comienzo de esta historia de lucha por el amor y la supervivencia matrimonial.
La historia narra los buenos y malos momentos que todo matrimonio ha de pasar sean comienzos de siglo o principios del XXI, son unos problemas eternos; la película cuenta la ilusión del comienzo, el amor juvenil, los problemas de la rutina matrimonial, los hijos, los problemas económicos que se atraviesa, la esperanza de avanzar profesionalmente, entre otras tantas cosas.
La película narra de una manera fresca y ligera la vida de este joven matrimonia que con ilusión viven el día a día, ilusión que ha de estar unida a la madurez personal pues si uno no es capaz de luchar por sus propósitos estos nunca le van a venir a la puerta por si solos y ese será el momento decisivo en la historia de este joven matrimonio, la lucha ha de ser de ambos a pesar de los momentos duros que se hayan podido pasar.
La resignación, intento de suicidio, el abandono serán intentos de romper esta lucha por cobardía, esta es la razón del fracaso matrimonial y personal hasta que descubren que la ilusión, el amor y las ganas de lucha vuelven a ellos.
Esta es la esencia de la película narrada con un buen ritmo al igualmente que genialmente dirigida y actuada.
La película centra su idea en este joven matrimonio que representa la ilusión de vivir a pesar de los golpes que la vida les pueda dar pero también centra su atención en el increíble avance de la sociedad del momento, muestra el poder de las masas y de su trabajo masificado, del nuevo ritmo de las ciudades y del horror claustrofóbico de este nuevo ritmo al igual que de su peligro, al igual que Chaplin critica la masificación del trabajo y de la inhumanidad hacia el proletariado.
Preciosa película y por lo tanto inolvidable, acercándonos a los casi cien años, la película sigue sobreviviendo cosa que algunas de la actualidad que reciben diez oscars no pasan ni de los dos años de vida.
manuel
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22 de diciembre de 2009
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Johnny Sims nace el 4 de julio de 1900 y al nacer, su padre, orgulloso, le dice al médico que ha atendido en el parto que el mundo hablará de ese niño. Pero no será así porque la película trata precisamente de cómo las ilusiones se van desvaneciendo y cómo muchas personas están condenadas a no ser más que multitud. Él será una parte de esa multitud que busca una oportunidad en Nueva York, una ciudad con siete millones de habitantes en la época en que se rodó la película (1928). Y veremos cómo un hombre vulgar, que cree no serlo, se estrella contra la vida sin que al mundo le importe en absoluto.

Ver una película muda requiere un gran esfuerzo por parte del espectador actual porque su educación visual está decenas de años por encima de estas cintas. Sin embargo, cuando se deja llevar, a los pocos minutos de comenzar “…Y el mundo marcha”, puede apreciar que el encuadre que muestra a los vecinos agolpados al inicio de la escalera mientras un Johnny de doce años sube lentamente tras la camilla en la que yace su padre muerto, transmite la misma sensación de angustia y soledad que transmitiría una gran película acabada de estrenar invirtiendo muchísimos más medios.

Es verdad que algunas escenas nos resultan ahora algo ingenuas, lógico hasta cierto punto porque en una película sin sonido es más difícil expresar los matices y porque al espectador de la época, mucho menos experimentado en cine que el actual, se le presentaban las emociones de una forma más clara. Pero en esa ingenuidad reside muchas veces el encanto de las películas antiguas y esta película puede verse con interés, más allá de su valor documental.
Cinexin
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2 de noviembre de 2012
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
"The crowd" es un film que funciona de forma muy similar al neorralismo italiano que nacería en la post guerra (SGM), es decir, es una película retratista que sirve para reflejar de forma muy realista la imagen de una época pero que en sí no tiene una trama que sea original o que te mantenga atado.
Las emociones que me genera son las mismas que me brinda un libro de historia, no me siento demasiado comprometida con la situación y todo el tiempo me parece que lo que ocurre ahí no tiene nada de excepcional, y soy de las que parte de la idea de que las historias que se cuentan en el cine deben poseer algo que las haga sobresalir.

Ahora centrándonos en Vidor, creo que comete el error con los intersubtítulos que en varias oportunidades sobran. Por otra parte acierta en escenas como la previa a la renuncia donde logra un montaje interesante cuando el protagonista intenta concentrarse en números y aparece la imagen de su hija, y me gustó la paradoja de la burla al tipo que hace malabares en la calle.

Lo mejor: la historia de amor.
Lo peor: no me emociona.

NOTA: cabe destacar que nunca no me gustó demasiado el neorralismo.
Ketty Analfer D
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4 de septiembre de 2012
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Brillante reflexión sobre nuestra sociedad, de una vigencia pasmosa casi un siglo después. De hecho, fuera de USA es seguramente más actual ahora que entonces. Norteamérica está muy presente, desde el 4 de Julio hasta el American Dream, pero, hoy día, el resto de la película nos puede retratar a cualquiera, con nuestras aspiraciones de cambiar el mundo que acaban teniendo más que suficiente con lograr llevar la vida de un hombre normal que pague sus facturas si puede. Sólo el retrato de la esposa puede parecer obsoleto.

Los momentos técnicamente más sorprendentes son los iniciales; la llegada de Sims a NY va seguida de unas imágenes que transmiten una sensación de tumulto (de "crowd") que no se han vuelto a ver, y que, desde luego, no se van a superar con infectos CGI. Y de ahí a la amenazante presentación del edificio en contrapicado y a la asfixiante vida de hombre normal del protagonista entre un océano de contables.
A partir de ahí, la lucha del hombre por nadar en una corriente deshumanizada que no se puede detener ni para compadecerse de sus desgracias más terribles, dejando en el camino al que no sea capaz de seguirla. De nuevo, esta idea cuenta con escenas difícilmente igualables, en el trabajo del protagonista, con su familia o en plena calle.

Una de las mejores muestras de que el cine mudo no necesita miradas compasivas; con sus medios, puede medirse con cualquier otra época y salir ganando. No ha vuelto a haber un hombre normal como Sims en The Crowd, un amor como el de 7th Heaven, un Napoleón como el de Gance o una épica como la de Intolerance.
Esteban Belén
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5 de agosto de 2015
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Extraordinaria película, clásico indiscutible al que el tiempo no sólo no ha envejecido lo más mínimo sino que ha agrandado aún más todas sus virtudes. Humor, emoción y drama a partes casi iguales se conjugan, con la inexplicable perfección de los clásicos, en una narración ágil y brillante, en un perspicaz y profundo estudio de personajes, a caballo entre el realismo y el naturalismo, lleno de hallazgos visuales y narrativos y con media docena de escenas inolvidables que ya forman parte de la historia del cine, desde la inicial escena de la muerte de la madre y la subida de las escaleras por parte del protagonista cuando es un crío, al impactante plano de las oficinas -citado por Billy Wilder, ya lo sabe todo el mundo, en “El Apartamento” (1960)- o la impresionante escena de la discusión de la pareja que acaba con un larguísimo plano fijo de la protagonista que aún no le ha dicho a su marido que está embarazada o, cómo no, el famosísimo plano final en el teatro de variedades que cierra magistralmente el film. Retrato del hombre común, del individuo en la época de las masas -constante “leit-motiv” de la filmografía vidoriana-, de una intimidad inaudita para la época, en la que vemos a nuestros protagonistas desayunar, comer, cenar, afeitarse, trabajar, ir a la playa, cocinar, limpiar, ir al baño o amarse, la película es una permanente lección de inteligencia, profundidad y modernidad que aún hoy nos deja pasmados y paralizados por la exhibición de inteligencia y de vida que pasa ante nuestros ojos, sin que podamos jamás olvidar la prodigiosa, inalcanzable interpretación de Eleanor Boardman –esposa de Vidor en aquellos momentos- . Sin lugar a dudas una obra maestra absoluta. ¡Loor y gloria al maestro King Vidor!.
Gould
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