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Scaramouche

Aventuras Scaramouche fue el espadachín más famoso y charlatán del siglo XVIII. Su vida estuvo llena de aventuras y amoríos. Era hijo de un noble francés que tenía motivos para ocultarle su identidad, razón por la cual Scaramouche ignoraba sus orígenes. Su padre adoptivo, muy amigo de su padre biológico, era Philip de Valmorín, a quien tuvo que ayudar a huir de los hombres del Rey que lo acusaban de sedición... (FILMAFFINITY)
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Críticas 46
Críticas ordenadas por utilidad
18 de noviembre de 2012
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Maravilloso ballet que nos lleva volando por palacios, bosques, teatrillos...por un París lujoso y refinado, con un ritmo alado y una alegría de vivir que se contagia irremisiblemente. Cine en estado puro, que no pierde tiempo en devaneos metafísicos. Tiene gracia, precisión rítmica a lo largo de todo el metraje; una dirección artística sin sorpresas de decorador que va de protagonista, pero con todo el inmenso talento artesano del gran Cedric Gibbons; tiene el technicolor de los que ahora somos mayores pero recordamos que con él pintaban algunos de nuestros sueños de niños. Tiene una partitura perfecta de Victor Young, especialmente la ensoñadora pavana; tiene romanticismo, honorabilidad y hombría, la dosis justa de ingenuidad, unos ojos húmedos y soñadores de Janet Leigh, un malvado sin fisuras, una Eleanor Parker que rezuma sexualidad y un Stewart Granger teatral y socarrón; todos están inconmensurables: saben las fuerzas de las que disponen y las ajustan al empeño sin querer ni pretender otra cosa. Del duelo de esgrima, uno no entiende cómo no atraviesan en algún momento a una cámara con alas que es la responsable de que dos espadachines vuelen. Inigualable en su teatralidad, junto a un epílogo más teatral aún y melodramático, desarrolladas ambas escenas, (no podía ser de otro modo), en la escena y las bambalinas de un teatro de comedia parisino. Puro espectáculo romántico, extenuante en su catálogo de bellezas cinematográficas, que los "modelnos" formados en la generación de los efectos digitales y de la cámara de 360 grados quizá no lleguen a comprender.
berenice
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25 de abril de 2010
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si de pequeño siempre quería disfrazarme en carnaval con un traje que tuviera espada, zorro, pirata, mosquetero, el que fuera, era por Scaramouche, mi personaje preferido. El mejor duelo de espadas en una película divertida y con mucha acción, llena de valores universales.

Marcus Brutus defendía la igualdad, libertad y fraternidad, Scaramouche defiende el honor de su mejor amigo y la promesa de su venganza ante el malvado Maques Noel de Maynes.


Genial! si algún día tengo un hijo está película se la presentaré como algo muy especial.
DAVIDLINUS
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6 de marzo de 2012
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Maravilloso capa y espada que nos recuerda porqué el cine es la más universal de las artes. O lo era, a la vista de los bodrios con que se nos viene agrediendo de unos años a esta parte, circunstancias éstas que conducen dicha labor recordatoria hasta las fronteras mismas de la ayuda humanitaria. Envidio al espectador que por vez primera se siente frente a esta obra maestra, comprendo al que lo haga por enésima. Porque "Scaramouche" es una película redonda, en la que prácticamente nada está fuera de lugar, desde la, en apariencia, más inocente línea de diálogo hasta el último extra.
Fotografiada en hermosos escenarios naturales salpicados con decorados realizados con tal mimo que cuesta discernir cartón de realidad - qué es el cine si no-, estalla el technicolor fastuoso en los hilarantes planos que recrean la Asamblea Nacional, en la flamígera cabellera de Eleanor Parker, y, sobretodo, en la inolvidable escena final, que, además, da a luz al que probablemente sea el mejor duelo de la Historia del Cine. Con mayúsculas.
Citaba al comienzo de la reseña, como de pasada, el diálogo. Pues permítanme reincidir en él. Porque cada palabra que sale de la boca de cada uno de los personajes es de una agudeza pocas veces escuchada. O que éste, su humilde servidor, ha visto demasiado poco cine, todavía. Que también ensalzase hasta al último de los extras no es casual, y donde digo extras quizá quiera decir especialistas: esa galopada que abre la película o la persecución de André Moreau en la que el especialista de turno se parece a Stewart Granger lo que un huevo a una castaña, y, sin embargo, qué encantador.
(Sigue en el spoiler por exceso de palabras)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Carorpar
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14 de marzo de 2008
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Scaramouche fue el espadachín más famoso del siglo XVIII, que lucha y actúa como un charlatán en medio de amores y aventuras. André es hijo de un noble francés desconocido y muy amigo de Philip de Valmorín, a quien ayuda a huir de los hombres del Rey que lo acusan de sedición.
Scaramouche, 1952. Basada en el libro homónimo de Rafael Sabatini -aunque con algunas diferencias, remake de la versión de 1923 de Rex Ingram protagonizada por Ramón Novarro y clásico de aventuras por méritos propios. Estamos en la convulsa Francia prerevolucionaria, bajo el reinado de Maria Antonieta y las ideas de la Revolución plasmadas en el lema "Igualdad, Libertad y Fraternidad". Todo muy romántico.
Las historias de estos clásicos del género eran muy sencillas, para que nadie, ni los niños, se perdieran, pero tenían una solidez y, sobre todo, un entusiasmo y una inventiva visual que dejaban a nuestros padres y abuelos con la boca abierta. Divertimento puro de una época donde las películas se hacían con cariño y los espectadores eran bastante más ingenuos que ahora. Había muchos duelos había para elegir: Errol Flynn y Basil Rathbone en Las aventuras de Robin hood, Stewart Granger y James Mason en El prisionero de Zenda y incluso el final de Las aventuras de Quentin Durward. Pero el de Scaramouche...
La escena del duelo final en que Granger y Mel Ferrer recorren esgrimiendo un vasto espacio hecho de espacios es un momento de cine de acción pura y ligera, una delicia. Esa lucha a muerte ante los estirados espectadores del teatro, sin dobles... es soberbia, espectacular y memorable. Como la sorpresa que nos aguarda, como la mirada que Scaramouche dedica a Leonor (bella Eleanor Parker) -no desvelaré nada más-. Absolutamente mágica.
Amor, aventuras, espadachines, mucho humor, y de propina, una melancólica reflexión sobre el mundo de la farándula, el fingimiento y la venganza. Hora y media de colorido y grandes actuaciones, espectaculares escenas. Scaramouche ha envejecido, sí, pero con dignidad. Dedicada a aquellos que, como niños, les gusta volver a luchar con espadas de madera.
Naran
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21 de septiembre de 2008
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Stewart Granger encarna en este film a un personaje enérgico, decidido, incansable seductor y atento y agradecido con sus amigos. Es difícil no encariñarse de este personaje que actua siempre con una sonrisa en un mundo de locos, como define la cita que introduce la película, extraida de la novela de Sabatini.
Andre Moreau (Granger) será testigo de la muerte de su mejor amigo a manos del conde de Gavrillac (Mel Ferrer) uno de los mejores espadachines de Francia y le jurará vengarlo.
El hilo conductor del relato es la venganza y las temibles consecuencias que comporta: destrucción de la propia felicidad e insatisfacción aunque se logre consumar dicha venganza.
La historia se desarrolla como telón de fondo en una época confusa en la que está a punto de estallar la revolución francesa y se posiciona a favor del pueblo que pretende erradicar el poder, que reside en manos de la nobleza.
Moreau se hallará incapaz de elegir entre dos mujeres, ambas bellísimas pero totalmente diferentes y combinará el aprendizaje del arte de la esgrima con su aportación al teatro cómico como el bufón enmascarado Scaramouche.
George Sidney logra una magnífica película de aventuras dotada de una excepcional fotografía con una gran viveza en los colores, un cuidado vestuario y una excelente banda sonora de Victor Young. Nos presenta a algunos personajes con acertados primeros planos que nos dan una idea aproximada de sus rasgos característicos. Exalta con gran vitalidad la aventura, el amor y la amistad.
La narración es fluida e intensa y combina con gran acierto humor, acción, drama y romance.
Son memorables los duelos de esgrima en los que interviene el conde de Gavrillac, en especial el sublime duelo final en el teatro que se desarrolla en lo alto de los palcos y entre las butacas ante la atónita mirada del público. Son divertidísimas las escenas cómicas de pantomima y son verdaderamente bellas y apasionadas las escenas románticas protagonizadas por el triangulo amoroso. A destacar los primeros planos de Alina (Janet Leight) que retratan la belleza de su rostro y la intensidad del brillo de sus ojos de forma onírica.
Uno de los mejores clásicos del género de capa y espada.
westerner
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