Cuenta atrás

Hacía tiempo que no veía una película con tanta intensidad y emoción.
El actor principal ( Gilles Lellouche ) hace un papel muy serio y creible, me ha parecido y transmitido la sensación de ponerme en su piel el llegar a hacer cualquier cosa por su mujer embarzada, hasta a mi me ha faltado el aliento al final de la película.
Elena Anaya, hace un papel de segundo plano en el film muy interesante y cualitativo, poco a poco se va integrando en el cine francés como el especialista en esas lindes Sergi Lopez, otro gran actor con denominación de origen catalán pero con gran arraigo al séptimo arte galo.

Recomiendo la película a gente con necesidad de adrenalina y dosis de emociones fuertes.

Pasa desapercibida la presencia de Elena Anaya en esta producción francesa como la misma película por nuestras carteleras, repletas últimamente de estimables títulos que, por mucho que se diga en algunos círculos, corroboran el buen momento creativo en que se encuentra el séptimo arte. Tanto es así que obras notables como Cuenta atrás, de agradecido visionado y fácil digestión, quedan en segundo plano, eclipsadas por films de mayor envergadura y similar calidad, léase Drive, Los idus de marzo, o Indomable.

El caso es que el nuevo trabajo de Fred Cavayé es una película a reivindicar, cine molón y satisfactorio con muchas dotes y poco que reprochar. Cuenta atrás es una fiesta, atracción de feria de alto standing que te clava en el sillón con tanta maña como fuerza y te ofrece nada más que ocio de calidad, una buena dosis de adrenalina audiovisual. Su ligereza no es inconveniente, más bien al contrario; como un buen vino joven con el que embriagarse sin tener resaca, Cuenta atrás no deja más secuela que sonrisas palomiteras y sensación de sacio cinematográfico.

Y es que la propuesta de Cavayé es un drama eufórico, cine negro con gancho de blockbuster y alma independiente para comer y disfrutar, hamburguesa afrancesada a la que engullir sin remordimientos. Todo en la película está al servicio del público; sus aspectos formales se deben a la ritmo de la trama, a la que se amoldan con máxima efectividad, y los artísticos están supeditados, de la misma forma, al desarrollo fluido de la acción. Fotografía y sonido solidifican la propuesta, y el elenco, con Gilles Lellouche, Elena Anaya, Roschdy Zem y Gérard Lanvin, confirma la unanimidad cualitativa de un film terrenal, recíproco en su relación con el público, al que trata sin pretensiones ni miradas altivas. ¿Su fórmula? Así de simple: cine de ocioso y de calidad es igual a pleno disfrute del espectador.

Lo mejor: es puro entretenimiento.

Lo peor: que se la subestime por ligera.

[Tupeli.es]

Tremenda.

No contéis con tener siquiera tiempo a acomodar el culo en el sofá. No hay tiempo ni a pestañear.

Brutal el ritmo vertiginoso de la película, para jadear o contener la respiración como al protagonista _sin aliento_, le sucede por momentos igual que a los varios secundarios, todos grandes.

Aquí no se desperdicia ni un segundo de metraje, la acción arranca en un visto y no visto para pillar una velocidad trepidante y a cada secuencia cambiar el panorama de la persecución para peor. El tipo está realmente jodido.

El mayor logro es, en tan corto espacio de tiempo, no crear confusión. La trama absorbe una inercia tan endiablada que, pese a lo poquito que dura, todo encaja, todo cuadra, todo funciona como en una sinfonía de brutalidad policial, corruptelas, persecuciones e imposibles que, aún a priori complicadas, se resuelven con rotundidad.

Estupenda. Todo un hallazgo.

Un enfermero de lo más normal se transforma de repente en Bruce Wills cuando unos gangsters secuestran a su mujer embarazada (una inoperante Elena Anaya). A partir de ahí, porrazos y persecuciones a troche y moche cual si fuera una película norteamericana, pero con ese toque europeo que les da otra prestancia. Entre la musica pavorosa y el ritmo hiperactivo, el espectador no tiene tiempo de pensar en que cada situación es inverosímil, y se ve obligado a continuar con Lellouche y su terrorífica inmersión en los arcanos del cine de mamporros. Técnicamente impecable.

Un buen thriller francés con un ritmo muy frenético, y al que la poca duración le hace todavía más llevadero. Las escenas de acción pese a ser bastante modositas son muy correctas, cortas pero efectivas. La cinta no cuenta nada nuevo pero lo cuenta bien, un hombre que trabaja en un hospital se ve envuelto en una trama en la que se ve obligado a hacer lo que sea por salvar a su mujer embarazada.