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La caída de la casa Usher

Terror. Drama Un hombre llega a la mansión de su amigo Usher y la esposa de éste, Madelaine. Usher está pintando un retrato de su esposa, pero, al tiempo que transmite la esencia vital al lienzo, la mujer va desfalleciendo. Cuando perece, será enterrada en la cripta familiar, pero Usher no cree en verdad en la condición mortal de su amada... Adaptación libre de la historia de Poe. (FILMAFFINITY)
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Críticas 15
Críticas ordenadas por utilidad
7 de septiembre de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
297/07(05/08/20) Hipnótico film silente cuasi-surrealista en su aura de terror gótico, dirigida por Jean Epstein en su obra más famosa y aclamada, con guion propio y del aragonés Luis Buñuel (tras su debut en la dirección con “El perro andaluz”, había trabajado como asistente de dirección de la película de Epstein “Mauprat” de 1926), basándose libremente en el cuento “La caída de la Casa Usher” (1839) escrito por Edgar Allan Poe, entre los cambios en la historia del material original estaba la relación entre Roderick y su hermana (que trasladaba rasgos claros de incesto), que se cambió a marido y mujer en la película. Introduciendo elementos de otras obras de Poe como de “El retrato oval” y “El péndulo” (por lo de los insertos de imágenes del péndulo oscilante), aderezando con una patología fabulada que roza lo ridículo sobre como los Usher sienten la necesidad compulsiva de pintar a sus esposas (¿?), donde lo que queda es en este aspecto efluvios de la romántica historia de Oscar Wilde “El retrato de Dorian Grey” (1890), además en su inicio se notan claras influencias de “Nosferatu” (1922), con esa llegada de un forastero a una posada pidiendo que alguien le lleve a un castillo y los lugareños reusando temerosos de llevarle allí, y con ello creando un halo vampírico alrededor del protagonista.

Roderick Usher manda a llamar a uno de sus amigos apesadumbrado por un sentimiento de incertidumbre y horror sobre él y su esposa. Obsesionado con terminar una pintura que está haciendo de ella, Usher se sumirá en una espiral de locura que le imposibilitará diferenciar ficción de realidad.

Pero siendo su hilo argumental nimio, da poco de sí, lo que hace atractivo el metraje es la poderosa ambientación que seguro hubiera gustado a Poe en su retrato punzante del aislamiento mental, bebe del expresionismo alemán, con escenarios fantasmagóricos creados por la dirección artística de Pierre Kefer (“Mauprat”), con un halo de cuasi-pesadilla, gracias en gran medida a la cinematografía de Georges y Jean Lucas, con primero planos de rostros desencajados dramáticamente, ángulos extraños, con esos amplios salones (con ese toque poético de las ramas en el suelo del salón movidas por el aire), esa ampulosa chimenea cual entrada al Averno, tomas subjetivas turbadoras, esas cortinas ondulantes al viento, los candelabros con velas derritiéndose, esos exteriores con niebla, esos árboles de ramas retorcidas despojados de hojas, todo sustentado en un hábil montaje que nos hace calar un clima inquietante de tensión atomizado por las sobreimpresiones siniestras y los slows, con tomas rápidas a ras de suelo que recuerdan a preludios de la steady cam que popularizó Kubrick en los paseos de triciclo del niño de “El Resplandor” (1980) imbuida de un aura de tragedia poética absorbente. Entrando en un relato cargado de lirismo nostálgico, de melancolía exacerbada, entrando en una narración embestida de sentimientos depresivos, donde está omnipresente uno de los mantras de Poe, como es los sentimientos de pérdida tras la Muerte, con destellos a necrofilia, impregnando los fotogramas de aire ominoso, de tintes de ensueño febril. Protagonizando Marguerite Gance (esposa de Abel Gance, que hace un cameo al inicio en la posada), Jean Debucourt, Charles Lamy y Fournez-Goffar. Luis Buñuel tras una discusión con Epstein sobre su interpretación del material, dejó la producción.

La historia es de enorme sencillez, es la puesta en escena lo que da kilates a la producción, la conformación de halo de perturbador a la trama, bañando en un aura operística-malsana el desarrollo, con ese juego de sombras, de luces, de contrastes entre cielos y bosques, esos vientos, ese castillo irreal, ese cielo estrellado líricamente falso (cual ilustración de un libro), todo para enmarcar una historia de amor alienante con desbordes sobrenaturales de terror romántico. Donde un cuadro actúa de modo contrario al de “Dorian Grey”, cuadro que en su visión se juega con ambigüedad con la percepción del espectador, pues unas veces vemos es un lienzo, y en otros momentos vemos que es la propia mujer tras el marco moviéndose sutilmente. Hay tramos tan fascinantes como el traslado del ataúd de Madelaine a través de un bosque, un lago y finalmente la llegada a la cripta familiar rodeados por un bosque de velas gigantes, sublime; esas tomas intensas del péndulo y de las velas derritiéndose la cera cual paso guillotinesco del tiempo; las tomas de las velas derritiéndose cual exposición también del discurrir lento pero pesaroso de cronos; esas tomas fantasmagóricas de las cortinas movidas por el viento, esa grandiosa chimenea cual límite entre este mundo y el de los Muertos. Todo esto no es más que el reflejo metafórico de la convulsa mente del protagonista Roderick Usher, especie de descenso a la locura por amor, apoyándose para esto en una labor de montaje esplendorosa, que bebe indefectiblemente de lo más vanguardista entonces como era el cine soviético cual máximo exponente era Sergei M. Eisenstein, en el modo fragmentario de cortar muchas tomas sobre rostros (sobre todo el de Roderick) y pasar a imágenes alegóricas de sus pensamientos, ello para provocar emociones subliminales.

Jean Debucourt interpreta a Roderick Usher, da una actuación cargada de histrionismo (propio por otro lado del cine mudo), que es muy adecuada para este rol que linda con la demencia, obsesionado con lo que hay tras la muerte, impregnando de melancolía su carácter, reflejando convulso mundo interior, con momentos de una exacerbada intensidad, como cuando no quiere que pongan clavos en el ataúd, o el zozobrante tramo final en que la llegada de lo inesperado lo acucia, expuesto con metáforas visuales ya mencionadas.

No había visto esta película y me ha resultado muy estimulante en su edificación la atmosfera malsana propia de relatos de Poe. Fuerza y honor!!!
TOM REGAN
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5 de octubre de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Adaptación silente y francesa del conocido relato de Poe, interesante pero no fascinante. En los años 20 hay auténticas obras maestras irrepetibles, fue una década de mucho nivel, lo que ensombrece un poco las obras menores como la que nos ocupa.

Tampoco hay que desmerecer sus aciertos, que son numerosos. La ambientación de realidad desfigurada salida de un mal sueño está conseguida, es como mirar un mundo vesánico a través de una ventana. Consta de escenas imperecederas: las velas derritiéndose, la tormenta, el lunático rostro de Usher, los sapos, el cuadro viviente… Cierta inquietud se instaura en el espectador al presenciar esos elementos, una pesadumbre indescriptible.

Ahora bien, abusa de la cámara lenta, lo que a mí me molesta un poco. No dura una hora porque adorne el relato, sino porque estira lentamente sus actos. Y los cambios que hace de la historia hacen que la misma se derrumbe. ¿Alguien se ha parado a pensar qué nos está contando esta película? Nada. El mensaje de Poe se desvanece con ese desenlace inexcusable. Con razón Luis Buñuel abandonó la producción por culpa de los cambios que Jean Epstein estaba realizando en el guion.

Por tanto se queda en una obra interesante, más no fascinante.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Biopunk
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22 de julio de 2018
8 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me ha recordado a Nosferatu, el principio. Ya que la gente tiene miedo de la zona de la casa Usher, nadie se acerca, etc... como en Nosferatu.

Luego, hay mezclas de otros cuentos de Poe, como "El retrato de Dorian Gray" (pero al revés), aunque seún he leído es más bien a "El retrato oval" que según he leido (ya que no la conocía) se asemeja más. También a Ligia o "El péndulo".

Es extraño esta mezcla, pero más extraño es la forma de narrarlo. Es totalmente subrrealista, y lo que se podría decir "cine independiente". Ya que no tiene una forma comercial de narrarlo y se muestran imágenes muy extrañas.

No me ha atraído, tampoco he recibido el terror que supuestamente ha de mostrarse.
edugrn
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8 de septiembre de 2017
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primigenia adaptación al celuloide del relato de Poe (con retazos de otros, en especial de “El Retrato Oval”), francesa y coguionizada por Luis Buñuel. La peli empieza algo morosa y en tono un poco bajo, pero en seguida se convierte en un fascinante, poético (esos planos: guitarra, cielos y aguas batidas por el viento), e inquietante espectáculo visual, consistente en significativos primeros planos, travellings, ralentís, superposiciones de imágenes (esas velas mientras transportan el ataúd) etc; que evocan el romántico, siniestro, surreal e introvertido mundo y sensibilidad Poe, de forma más afín al escritor que las películas de Roger Corman o cualquier otro intento de adaptación que ha habido. Estupenda su sensitiva captación de la Naturaleza (paisajes desolados y neblinosos, árboles vetustos, animales, rayos y tormentas) y memorables últimos veintes minutos, tras el regreso del entierro (los impresionantes, “doblemente” mudos, doloridos cinco primeros de ellos y lo que sigue…). Quizá algo menos satisfactoria sea la conclusión del film (en esto sí más fiel y conseguida la peli de Corman de 1960), pero en todo caso, estamos en uno de esos casos, como el “Vampyr” de Dreyer, de casi centenarios films fantásticos isla, sin descendencia aparente, no demasiado conocidos a nivel general, pero cuyo espíritu vanguardista, imaginería e innovación narrativa y estética, los hacen de indispensable visionado para todos los interesados por el origen y desarrollo del género en el cine.
Ambu
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25 de agosto de 2018
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película centrada en el celebérrimo relato de Edgar Allan Poe, aunque libremente cometido (v.gr. con interpolaciones de otros cuentos como el Retrato oval). Como se sabe es la descripción de un descendiente de una familia que sufre de una hipertrofia auditiva descomunal que lo lleva a percibir los sonidos más insignificantes y lejanos, prácticamente silentes. Sobre este escenario se irradia el guión y en cuanto a los aspectos estéticos habría que mencionar cierto toque truculento que parece inserto en una atmósfera propia del cine expresionista, por lo significativo de la gestualidad, en particular de las miradas. Podría decirse que es un film aceptable, no me pareció de otro planeta, pero no está mal. Hay que aditar el hecho de perspectivas bastante poéticas y sugerentes, con logradas imágenes, bien ensambladas.
elneon
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