La gran familia española

Aún la estoy viendo, he estado mirando a ver cuando acaba, porque se me hace eterna. Parece que la puntuación en la página es media, no he leído otras críticas, desconozco si la mía coincidirá o no con el resto, sospecho que poco.

La premisa una familia amplia, con toques modernos que pretenden alejarse del modelo convencional, bueno, podría ser interesante, pero es tan plomo, tan pesada en el desarrollo, tan poco atractivos los personajes que acabas desconectando.

Si me preguntan de que va la película, a pesar de haberla visto me siento incapaz, al poco de estar viéndola ya andaba con la mirada distraída, mirando la pared, pillando catálogos de publicidad que andaban por la mesita, y pensando en que echarían en otras cadenas, pero como la empecé a ver, pues aguantar hasta el final como un campeón.

No seáis tan idiotas como yo, y en efecto, es un tostón, dejarlo y dedicad el tiempo a otra cosa.

Una boda de dos adolescentes que tiene lugar el día en que España juega la final del Mundial de Fútbol. Señales por todos lados que indican que esa boda no debería tener lugar, señales que indican que hay mucho más bajo las banderas y los saltos de alegría que producen los goles.

Como un reflejo de la propia España, la película va de menos a más, de la comedia romántica hollywoodiense a la comedia costumbrista de la España actual, que acaba tornándose en drama, para que finalmente Sánchez Arévalo acabe convenciendo con el brillo de las lágrimas.

Dos referentes imprescindibles tienen un fuerte peso en el film:

- La gran familia de F. Palacios y Rafael J. Salvia, estrenada en 1962 y de la que recoge la tradición de esas grandes familias llenas de hermanos felices de la época franquista. Pero en esta ocasión la democracia ha llegado y su esplendor ha pasado, los hermanos han crecido y lo que antes eran simples riñas fraternales se han convertido en rencores e historias por resolver. La acidez de los tiempos y la asimilación de nuestros complejos (primer paso para superarlos) se ha hecho con la familia española, pese haber conseguido ganar por fin el Mundial de Fútbol. Lo que antes eran risas y travesuras, ahora son sentimientos profundos vestidos de risas y travesuras.

- Y, por supuesto, la citada Siete novias para siete hermanos, que da nombre a los hermanos de esta familia y que es el génesis de esta historia. Simboliza ese querer y no poder que los españoles hemos puesto en práctica tantas veces, ese intento de vivir lo que nos muestran las películas de Hollywood. Ese intento de ser algo que no somos y que sólo nos conduce a no ser honestos con nosotros mismos.

El tiempo ha pasado y nuestro quesito se ha puesto malo, pero tendremos que inventar una receta para comérnoslo y el primer paso es reconocer que está malo.

No estamos ante una película perfecta, pero es que los españoles y ninguna familia lo son, ¡y qué más da!

Lo mejor: lo reales que resultan los sentimientos de los personajes, pese a estar representado clichés.

Lo peor: lo bruscamente que está introducido el número musical al arranque de la boda.

La película evidencia la madurez expresiva de su director, por cuanto consigue con su oficio estar a la altura de un reto nada fácil de domesticar: esta reunión nupcial de fieras convocadas a una vieja jaula en la que todos corren el riesgo de ser engullidos por el apetito animalmente atrasado del otro forja su efectividad gracias a la capacidad de Sánchez Arévalo para someterlos cortésmente dentro de su desinhibida, fresca y solícita liturgia. LA GRAN FAMILIA ESPAÑOLA desprende esa difícil ligereza que es la dignidad bien entendida.

Daniel Sánchez Arévalo, cortometrajista por excelencia, y que debutó en el largo con su gran ópera prima “Azuloscurocasinegro”, ha ido entremezclando los géneros de sus cintas, incluso dentro de cada una, teniendo momentos para la risa o para la lágrima, y ésta última no es una excepción. Después de su debut llegaron “Gordos” y “Primos”, y estrena este fin de semana “La gran familia española”, película en la que ha contado con todos y cada uno de sus actores fetiche, es decir, Antonio De La Torre, Raúl Arévalo (testimonial en ésta ocasión), Quim Gutiérrez y Héctor Colomé (sorprendente la pasión de Arévalo por encamar a Colomé), pero que además cuenta con un reparto más que interesante donde también combina experiencia con la frescura de los nuevos rostros, y es que además de los ya mencionados, la película cuenta con la presencia de Verónica Echegui, Roberto Álamo (gran cambio de registro el del actor madrileño), Pilar Castro, Miquel Fernández (más habituado a los teatros), y los noveles Patrick Criado, Arantxa Martí y Sandra Martín.
En “La gran familia española”, sobre todo una cinta coral, nos presenta una alocada comedia donde hay espacio para todo –sí también para relatos más íntimos–, y donde Efraín (miembro de una curiosa familia de 5 hermanos con los mismos nombres del clásico de Stanley Donen “Siete novias para siete hermanos”) y Carla, forman una pareja de jóvenes con la curiosa puntería de casarse justo el día en el que España juega la final del mundial. Sin duda un día único para los muchos futboleros españoles (entre los que me encuentro), y momento con el que Arévalo quiere tocar también la fibra sensible de todos nosotros, utilizando a la selección como alegoría al cambio que han sufrido las generaciones actuales en ser más valiente y no tener complejos.
A partir de estas premisas cualquier cosa es válida, problemas fraternales, líos de faldas, envidias, bailes simpatiquísimos, dudas existenciales, momentos de ternura y….Nuestro Iniesta de nuestro corazón. Todo ello intercalando momentos muy cómicos, con una trama sobre las dudas que surgen en ciertas edades, y donde el amor ocupa un lugar privilegiado.
Quizás no sea la más adecuada para representarnos en los Oscars (a pesar del homenaje a “Siete novias….), y a pesar de estar en la preselección previa al envío a la academia, no le veo el perfil de “premiable”, pero desde luego es una agradable película, ya no catalogable como sorpresa, y que afianza a Sánchez Arévalo en el olimpo de la directores jóvenes españoles.
Encuentro en la película algún momento algo dispar, sobre todo una situación en concreto algo irreal e incluso fuera de lugar (la historia de Roberto Álamo, Antonio De La Torre y su hija en la cinta, para ser más concreto), pero que podemos casi obviar ante la gran interpretación de todos y cada uno de los actores, pero sobre todo ante la extraordinaria factura técnica que nos muestra Arévalo, con un trabajo musical notable y sobre todo un trabajo de montaje superlativo, y que no hace mas que elevar la nota de la película.

habladecine.com

Le cuesta arrancar, sus primeros pasos livianos con coqueteos de comedia no dejan entrever lo que espera, chascarrillo a chascarrillo va entreteniendo con diálogos frescos, situaciones conseguidas, diálogos vivos y naturales, interpretaciones divertidas y frescas... hasta que... si, de lleno el guión renace, explota en ramificaciones multicolores, pequeñas dosis de sabiduría que nos empatizan, nos envuelven y nos tragan hasta hacer sentir lo que es nuestro, lo que vivimos y lo que nos importa... sin dejar de lado la sonrisa, nos adentramos en una particular clase magistral de lo que es la familia, los miedos y las fobias del paso del tiempo, la gran búsqueda de lo que queremos ser, el poder de la amistad y la difícil tarea que es sentir y dejarse sentir... Fresca y divertida la amargura de la realidad se nos mezcla con la dulzura de las sonrisas al salir del cine... y ¡cómo no!... el fútbol que todo lo guía... sabiamente mezclado, el montaje nos consigue elevar hasta donde el director quiera... secuencias magistrales de superposición de diálogos que le dan jovialidad, manteniendo vivo al espectador.