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El caballo de hierro

Western Considerada la mejor película de la época muda de John Ford, un western alrededor del ferrocarril y el espíritu pionero de los Estados Unidos de América. El presidente Lincoln ha autorizado la construcción de un enlace entre las líneas ferroviarias de la Union Pacific y la Central Pacific. Un contratista (Will Walling) y un topógrafo (George O´Brien) emprenden viaje con el objetivo de trazar la ruta idónea, pero, aunque logran localizar ... [+]
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Críticas 13
Críticas ordenadas por utilidad
11 de febrero de 2013
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con 30 años, Ford ya ha realizado unas cincuenta películas, si bien, la mayoría eran en realidad cortos o mediometrajes, y muchas de las cuales han desaparecido. La Fox, para mostrarle su confianza, le pide que realice esta película al estilo épico y que pueda competir con los demás estudios. Nuestro director toma como tema un simbolismo de la unión estadounidense: la construcción del ferrocarril que unirá los territorios de la costa este con la costa oeste. Esta historia le permitirá utilizar muchos de los elementos que caracterizan el western, como los enfrentamientos con los indios, desplazamientos de ganado, una estampida de búfalos, y hasta una pelea en el salón. Ford realiza esta película casi como un documental y no desaprovecha introducir una exaltación de lo americano (él se siente tal, pues aunque hijo de inmigrantes irlandeses ha nacido en los Estados Unidos) e introduce un gran momento para la historia de la nación como es la unión de los dos tramos del ferrocarril, la unión de los tendidos de la Union Pacific y de la Central Pacific. En la película están perfectamente combinadas las secuencias de acción con las más íntimas, y no se recata en introducir durante las escenas de gran dramatismo, ciertos momentos de comicidad. En realidad todo esto constituirá más tarde un sello característico de John Ford. La vigorosa interpretación del protagonista se ve mermada por la melindrosa interpretación de su oponente femenina, al parecer una imposición de la Fox. La película tiene más interés como pieza de museo que en su valor cinematográfico y solo os la recomiendo si estáis dispuestos a revisar la filmografía de Ford, que por cierto aquí ya aparece con el nombre de John Ford.
Pp Ferrer S
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17 de julio de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
“El caballo de hierro” es sin duda la mejor producción muda de Ford. Detrás de la cámara nos encontramos a un joven cineasta de tan sólo 30 años, hijo de inmigrantes irlandeses, que ya ha dirigido medio centenar de películas aunque jamás haya pilotado un proyecto semejante. Hace muy poco que ha empezado a aparecer en los créditos como John Ford, pues su auténtico nombre es Sean Aloysius O´Fearna (Algunas fuentes sostienen que fue registrado como John Martin Feeney), nacido en una granja de Cape Elizabeth, estado de Maine, un 1 de febrero de 1894, en el seno de una numerosísima familia –trece hermanos -cuyos progenitores proceden de Galway, Irlanda.

La película está dedicada a los constructores del primer enlace transcontinental por ferrocarril, que unió las líneas de la Central Pacific y de la Union Pacific. Los exteriores del film se rodaron en las inmediaciones de Reno, en el estado de Nevada, durante el primer trimestre del año 1924, en unas condiciones muy difíciles y penosas, ya que a menudo la temperatura ambiente descendía hasta los 25 grados centígrados bajo cero, o incluso más, y ni el equipo artístico ni el técnico, que habían venido de la vecina y soleada California, estaban preparados para semejante temperatura, pero precisamente esa dura climatología, soportando incluso furiosas ventiscas, colabora eficazmente al verismo de una cinta que ha llegado hasta nosotros en su versión más abreviada, con 133 minutos de duración, cuando la original llegaba hasta los 160. El trabajo de producción fue excelente, casi cinco mil figurantes llegaron a intervenir en la cinta, y se dice que el director quiso que todos ellos llevasen la misma existencia que los pioneros del Far West.

“El Caballo de Hierro” se beneficia de una gratificante mezcla de estilos, pues aparte de constituir un “Western” con mayúsculas, tras cuya estela transitarían películas como “El Maquinista de la General” (The General, Buster Keaton y Clyde Bruckman, 1926), o “Unión Pacífico” (Union Pacific, Cecil B. De Mille, 1939), participa del melodrama, el género histórico-documental, el cine romántico y la comedia costumbrista, y consigue sobrevivir con nota a semejante macedonia estilística. También atestigua el excelente pulso narrativo de Ford, superando el estatismo de las cámaras de entonces con un montaje muy dinámico y una serie de escenas memorables. En general, todas las secuencias de acción están estupendamente rodadas, pero los interludios cómicos no les van a la zaga, con un tratamiento de los característicos y las situaciones que ya prefigura la particular marca de la casa “Fordiana”. La historia de la construcción del primer ferrocarril americano transcontinental fue el mayor reto al que hasta entonces se había enfrentado Ford y cuenta con el mérito de ser la película más larga filmada por el maestro, pero, con todo, no encontramos tiempos muertos, no hay secuencias de relleno, todo en pro de una combinación de secuencias de muy diverso tono que componen una heterogeneidad muy bien llevada, con un sentido del ritmo y una condensación dramática más que dignas.

A la postre, la película costó cerca de 300.000 dólares de la época, una exorbitante cantidad, pero tras su estreno resultó un gran éxito y recaudó diez veces esa cifra, revelándose como un magnífico negocio. Demostró que los films de “El Oeste” podían ser algo más que un rutinario y barato espectáculo para rellenar programas, y apuntaló la cotización de John Ford dentro de la industria, impulsando la carrera de un cineasta que en el futuro llegaría a conquistar cuatro premios “Oscar” al “Mejor Director”, convirtiéndose con el paso del tiempo, bajo mi humilde opinión, en el más grande entre los grandes de la historia del “Séptimo Arte”.
Juan Marey
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20 de mayo de 2008
8 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como documental, me parece algo excepcional, por su gran recreación, pero he de decir, que como película me parece de lo más aburrido. Por lo tanto, a ustedes les aconsejo que si lo que quieren es ver como se construyó el ferrocarril en USA, no dejen de verla.
Manucito
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5 de abril de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cien años han pasado, un siglo de furia y ruido, no queda ni el tato, ni uno vivo, Ouija, pero podemos hablar con los muertos, eso es el cine, un arte (como todos) esencialmente fantasmal, ganan por goleada los otros, los muertos, exorcista, de ultratumba, mortuorio, necrófilo, tan sarcófago, de momias y cementerios (lleno preñado), juntacadáveres, de profanadores de (tantas) tumbas, nuestra parte de noche, de vampiros, crónicas vampíricas, arpías y arrebatos.
Es casi todo el rato sepia, pero también tiene algún ramalazo chispazo brochazo de azul lunar tan chulo picasso.
El cronista del imperio, el notario oficial de la máquina, limpiar, fijar y dar esplendor, dar cera, pulir cera, sublimar, anestesiar, imprimir la leyenda, la verdad ni de oídas ni por casualidad, en paradero desconocido, se (la) busca, que no se sepa, al dictado, copia y (sin) pega.
Es un mamotreto insufrible bello que aplasta el aspecto histórico con la fuerza demoledora dormidera de una historia tan pueril como simplona y ridícula, todo lo que vertebra o reviste sostiene el argumento, el amor y las intrigas (poco) palaciegas alrededor de la construcción (de una nación) del ferrocarril de punta a punta del país, es de patio de colegio y nos estamos pasando, algo muy primario y muy tonto, un maniqueísmo burdo abrumador.
Y esta llena de tonterías o enormidades de órdago a la grande, que no tienen un pase, del tipo de... vamos a hacer la revolución, la gran general huelga por nuestros cojones morenos, estamos hartos, hasta los huevos de que estos gerifaltes nos paguen una mierda, tarde y mal, nos maten de hambre o (a) dieta única, búfalo (Bill), que (nos) enferma, y de que los indios se pasen todo el santo día pegándonos tiros como si estuviéramos de (escopeta de) feria..., no, espera, colega, no te precipites, no te me adelantes, escucha, a la damisela que está en el uso de la palabra..., sí, en verdad os digo que debéis volver al tajo, a la tarea, al puesto de trabajo, a doblar el espinazo por Dios y lo que más quieran que yo personalmente de todo corazón os lo pido, para que vean, me esfuerzo, no se me caen los anillos, me mezclo con la plebe, con vosotros, piojos, con los de abajo, (l/os) arengo..., (totalmente) de acuerdo, donde dije digo, digo Diego, nos has convencido, nos retractamos, hermosa, maja, lo que diga una dama va a misa, matriarcado, a freír espárragos la lucha brea obrera, mejor mañana, o pasado, vivan las tetas y las carretas..., así son las cosas y así se las hemos contado, con todo lujo de detalles.
O abruptas barbaridades soltadas como si nada del tipo de... este trabajo no es para blancos... traigamos a los (putos chinos) charlies que sí que es para ellos... (bestias de carga, animales amarillos, seguro).
Y en verdad todos los nudos o clavos del argumento son lamentables, un desastre completo, apenas hay minucias a las que desesperadamente poder agarrase como a un clavo ardiendo, una jodienda.
Por otro lado, estéticamente es preciosa añeja, lo cortés no quita lo cabrón, la banda sonora es rica, popular y variada, infantil y simpática, Italia, yanquilandia e Irlanda, la foto está cuidada y la historia está muy bien contada (dentro de su arquetípica esquemática pobreza) urdida apañada desparramada apelmazada épica, pero eso, un muermazo pestiño espantoso, de quitarse la vida con cloroformo, paso a paso, poco a poco, duermo, muero, no la salva ni ese Juez Priest o de la horca cachondo que aquí aparece tan poco, de humor también andamos escasos o parvos, alicortos, escurridos, ni esos típicos amigotes, la cuadrilla, los tres padrinos, tan siesos en este coso, ni las peleas tan torpes estupefacientes a modo, perezoso.
La pareja protagonista eunuca es asombrosamenete sosa o nula, el héroe de capirote tonto y el malote o maloso un (puro) chiste, un transformer, un genio, un Antonio, indio de día, blanco de noche o al contrario o quién sabe nada ni nadie, Flor de otoño, Hable con ella, Manolo (hazte la cena solo) y (por) Manitú, La flor de mi secreto, qué más da si nadie se entera ni le importa un pelo, ni a los unos ni a los otros, ni la o con un canuto, Pozos de ambición, con los blancos me pinto, betún mediante, de negro, cetrino, aceitunero, gitano, verde que te quiero verde, lorquiano, romancero, black power, y bigote me pongo, yo me transformo, saoko, y con los indios lo otro, me hago/marco un Michael Jackson, cada día, como el culo de Franco, más blanco, y, ya de paso, me quito los pelos, a láser me depilo de cuerpo presente entero y verdadero, perfecto y ferpecto, palante, tira, arrea, Mortadelo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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15 de marzo de 2009
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Despues de ver "Avaricia"de muy larga duración aunque cortada (acerca de una de las opiniones de "the iron horse" por su metraje) y, como de costumbre, pensando que estoy trasladándome en el tiempo a un nikelodeon de 1924-25, presiento que el futuro de Ford era el sonoro con las frases justas y en el silente a no demasiados rótulos. Con la calidad gestual suele bastar. El desarrollo, la complicidad con los actores, la lecturas de sus almas, los momentos divertidos y de que los malos eran los indios marcan la pauta de una película, creo lamentablemente, injustamente olvidada para la gran mayoria pero una perita en dulce para los que rebuscamos en los primeros años del séptimo arte. Recomendable al cien por cien pero con los ojos y la mente de entonces. Ahora si se hiciese una reviuw por los magnates de siempre, quedaría "mu potita" pero no es eso, no es eso.A por ella ¡Mas madera!
bdurruti58
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