Rocky II

En esta segunda entrega vemos a Rocky un poco más envalentonado, aunque nunca prepotente, porque esa cualidad no entra en su carácter. Evidentemente, quien vea esta película ya habrá visto casi con toda seguridad la primera, pero por si acaso no diré nada que pueda quitar la emoción (por otro lado, ya más o menos está claro que en una pelicula de boxeo la emoción radica en quién gana y quién pierde).

Yo disfruté especialmente de la preparación física, aunque hay otros factores en la película que tienen peso y que tampoco puedo desvelar. Rocky continúa construyendo su vida, tanto familiar como profesional, y sigue avanzando, a veces con dificultades. Como no le da demasiadas vueltas a las cosas, lo que hace parece sencillo, pero no lo es.

Como ya dije en la crítica de la primera parte, estamos ante un personaje muy fresco y genuino, muy espontáneo, y en eso radica su encanto. Esta segunda parte mantiene todavía la imagen de un boxeador que no conoce bien sus límites y los está explorando con cierta cautela. Por eso, y por obvias cuestiones comerciales, se hicieron cuatro películas más...

Si les gustó la primera, tienen que ver esta.

Hay estudios empíricos que demuestran lo siguiente: "Cuando una persona gana mucho dinero de forma repentina, y esta no entiende la palabra administrar, invertir o simplemente seguir con tu vida (pero con un extra)...tiene un alto grado de posibilidad de acabar peor que cuando no tenía dicho dinero".

Esto es simplemente lo que le ocurre a Rocky en esta secuela. Adrian, sensata donde las haya y siendo esta la pieza sensata y cuerda de la relación, se da cuenta del excesivo nivel de vida que se quiere marcar Rocky (una casa a tocateja, un coche, una chupa...).

En un principio todo va bien, claro está, ya que habiendo dinero, ¿dónde está el problema? El tiempo pasa y las deudas empiezan a aflorar, no pudiendo hacerse cargo de alguna de ellas. Entonces ocurre algo que se veía venir desde hace tiempo: "Rocky debe volver al cuadrilátero".

Después de oír infinidad de veces lo malas que eran las secuelas de Rocky, resulta que a mi me ha parecido bastante aceptable. Disfruté mucho viendo la primera parte, que alcanzaba cotas bastante notables en algún momento, y con un combate final extraordinario.
Esta segunda entrega es una repetición en casi todos los aspectos, ya no hay ninguna novedad. Hasta el combate final resulta casi calcado al anterior. Es por esto que la película resulta más rutinaria y previsible. Pero no por ello deja de resultar entretenida y eficaz.
El reparto vuelve a ser el mismo, y cumple en casi todos los casos con profesionalidad, Los personajes han evolucionado, ganando en interés en unos casos, como el de la esposa de Rocky, y perdiéndolo como en el caso del propio Rocky.
En resumen, una película digna aunque ya vista con anterioridad.

La segunda parte de la más famosa saga de Stallone adolece de algunas de las virtudes de la primera entrega y se centra mucho más en la despiadada fagocitación que sufren las llamadas "estrellas de un día". Si en el primer combate asistíamos a un choque cultural e ideológico de primera categoría entre dos mundos antagónicos (Apollo - Rocky), en Rocky II emergen los deseos de venganza de Apollo y la sucesiva aceptación por parte de Balboa de que debe hacer lo que mejor sabe, aunque ello le pueda costar su propia vida. Incluso renunciando a dormirse en los laureles cobrando astronómicas cifras por hacer payasadas en anuncios.

También se hace agradable ver que en Rocky II se indaga en los roles machistas por parte de muchos cabezas de familia, que todavía no aceptan que la mujer trabaje y lleve dinero a casa, o que entienda más que los varones de hipotecas, de finanzas y de administración del dinero. Y más en los tiempos de crisis que corren cuando redacto la crónica. Y, por supuesto, también en los roles feministas de sobreprotección: recordemos la mejor frase de Rocky en la película: "Yo no te he pedido que dejes de ser una mujer. No me pidas que deje de ser un hombre."

Stallone renuncia a indagar más en la vida de los conocidos personajes y muchos quedan diluidos como un azucarillo en la leche, sobre todo Paulie y Gazzo, cuyo protagonismo debería ser más acusado. A cambio, la narrativa es más concisa y va más al grano, lo que otorga a la película el necesario grado de comercialidad deseable...

Una buena segunda parte que, con un poco más de detallitos pulidos, podría haber estado a la altura de la primera. Que no es moco de pavo.

Lágrimas, sí, las de emoción al ver ese épico final que me corren a pesar de haberlo visto una docena de veces, de rememorarlo y de volverlo a ver como si fuera la primera vez, Rocky, el boxeador todo corazón y cero técnica se proclamó campeón del mundo a base de corazón, de coraje y de voluntad.

La película, a pesar de haber transcurrido tres años desde la filmación de la primera, empieza recordando el último asalto y llevando a ambos púgiles al hospital, donde a Rocky le aconsejan que deje el boxeo por los daños importantes en su ojo.

Ahí empieza la evolución del personaje, hasta una periodista le dice que si los golpes le han producido daño cerebral por la cortedad y las dificultades que tiene Rocky al expresarse, lo que se hace patente y quizás excesivo en sus primeros intentos para ganarse la vida fuera del cuadrilátero, donde parece más un niño chico que un boxeador que a punto estuvo de proclamarse campeón del mundo.

Y Rocky, consciente quizás por primera vez de sus limitaciones, pone de su parte todo lo posible para evolucionar, parece que en vez de dar dos pasos para atrás tras la tremenda paliza recibida en el combate, sus neuronas dormidas se van regenerando poco a poco, y de ser un verdadero bobalicón se va convirtiendo en un boxeador más avezado, y consigue expresarse a pesar de sus carencias al menos correctamente.

La vida, las deudas, el paro y sus nuevos compromisos familiares, y sobre todo la campaña que orquesta Creed para celebrar una revancha, hacen que Mickey valore las posibilidades de Rocky para poder vencer al campeón, y a fé que lo consigue más o menos convincentemente tras los duros entrenamientos.

El resto es historia, un combate que enardece al espectador ante la clara inferioridad técnica de Rocky y las limpieza con la que le entran los golpes de Apollo, como diría un comentarista de todos conocido, "...limpio como una mañana de primavera...", a lo que Rocky sólo puede oponer su fortaleza y su pundonor.

Para mí esta película es una verdadera matrícula de honor, de 10 sin ninguna duda, dramática hasta el límite y excepcional para todos los amantes del boxeo, siguiendo uno por uno todo lo ya ganado en su primera entrega, pero sublimando hasta casi la perfección ese final. Un lujo, señor@s. un verdadero lujo.