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Los violentos años veinte

Cine negro. Thriller Estados Unidos, Ley Seca, años 20. Relato sobre los diferentes caminos que siguen tres veteranos que se conocen durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Cuando regresan a América tras luchar por su país, tropiezan con el problema del desempleo y con grandes difícultades económicas. Uno de ellos (Lynn) seguirá con decisión el buen camino; otro (Cagney), amargado por la falta de futuro, no encuentra más salida que el contrabando ... [+]
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Críticas 52
Críticas ordenadas por utilidad
10 de abril de 2008
15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película nos permite asistir como espectadores de lujo a la historia colectiva de América desde la Primera Guerra Mundial (1914-1918) hasta poco después del crack del 29 y a la historia personal de aquellos muchachos que tras la guerra, y ante la imposibilidad de encontrar trabajo, toman la senda del delito.
A través de una pequeña introducción general muy bien hecha, de excelente factura, vemos crecer la evolución de los personajes.
En la elaboración del film trabajan un notable elenco de talentos, desde Raoul Walsh en la dirección, Robert Rossen ("Cuerpo y Alma") en el guión, Jerry Wald ("La senda tenebrosa"), Don Siegel en el montaje ("Código del hampa") o Mark Hellinger, autor de la historia original.

El estilo seco de Walsh, sin apenas transición hace que todo vaya muy fluido, a pesar de abarcar casi dos décadas. Era el director idóneo para la Warner, trabajaba deprisa y con eficacia.

Actores:
Cagney: Genial interpretación, llena de fuerza, vitalidad. Dentro de sus fechorías, mantiene un rígido código ético a diferencia de Bogart, para quien no existe la moral y ambiciona secretamente el escalafón más alto del poder.
Bogart: Está también muy bien, en su línea; quizás pincha un poco en su última escena en la que siente pavor y comienza a temblar en exceso (o quizás me resulta raro ver a Bogart atemorizado).
Gladys George: Su composición de Panamá tiene una presencia absolutamente cautivadora. Enamorada (pero no correspondida) de Cagney hasta el final, tanto en la riqueza como en la pobreza. Se come la pantalla.

Recomendable para todos aquellos que quieran degustar cine clásico del bueno, con dos estrellas de siempre.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Gabriel Ufa
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15 de noviembre de 2008
14 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excelente retrato de una época marcada por una ley, como dicen en la película, mal hecha, un error, que es la Ley Seca, y la trampa que acarrea dicha ley, el contrabando y la mafia que se enriquece a su costa, encarnada en la película por el ambicioso Eddie Bartlett (James Cagney) y el criminal sin escrúpulos George Hally de Humphrey Bogart. Narra el ascenso y caída de un ex-combatiente de la 1º G.M. que regresa a casa para encontrarse que el mundo ya no es como antes, sintiéndose abandonado por el país que defendió con su vida. Es en esta situación de precariedad en la que decide ganarse la vida ilegalmente.

Esta historia del gángster Cagney le sirve al director para contarnos la dureza de esos años veinte para la sociedad americana, una sociedad acostumbrada a la opulencia que en su mayoría tuvo que apretarse los machos para superar la crisis, pero otros como el personaje de James Cagney se aprovechó de las circunstancias para forrarse.

No es que sea un erudito en cine negro, pero considero que la película es de suma importancia dentro del género porque es un reflejo fiel de los años veinte, la época dorada de los gángsters en América, fuente principal de la que bebe el cine negro y porque tiene unas interpretaciones magníficas, un Humphrey Bogart que ya despuntaba y al que le quedaban un par de añitos para saltar a la fama con "El último refugio", también de Raoul Walsh, y un James Cagney supremo, cuya interpretación de gángster bajito (más bajo que Bogart, que ya es decir), nervioso y con más mala leche que un perro chico seguramente sirvió de inspiración a Al Pacino para su Tony Montana, más seguro que la de Paul Muni en la "Scarface" original, o al menos eso me parece.

Walsh es uno de los grandes del Hollywood clásico, no os la perdais.
Malemute Kid
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12 de noviembre de 2009
14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Prohibido prohibir. Empiezo así, con la antítesis extrema a los recortes de libertades tan cotidianos hoy día. Porque estoy cansado de que decidan por mí, porque si quiero fumar y morirme siendo fumador pues quiero poder decidir por mí, no quiero imposiciones ni normas ni leyes ni delitos.
Porque sueño con ese mundo, porque pienso que el hachís es menos hachís si nos empeñamos en convertirlo en algo ilegal, porque creo en una distinción tácita entre lo favorable o bueno y lo jodido o malo. Porque todos tenemos una condición natural que nos permite distinguir, aunque bien es cierto que a nivel personal. Porque todo es subjetivo, porque no creo en la despenalización de las drogas duras. Porque el bourbon hubiese sido mejor en los años veinte si Capone no hubiese aparecido. Porque esta Ley Seca trajo como consecuencia la aparición de los gánsteres y sus mafias, porque quien quiso beber bebía. Y porque todos los poderosos se alimentaban del dinero sucio del hampa, tal y como hoy ocurre con el tráfico de cocaína. Hipocresía ciudadana.
Salud y no abusemos de las drogas.
Francisco
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15 de septiembre de 2009
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tremenda y repleta de virtudes. Raoul Walsh demuestra cómo usar casi a la perfección esa hora y tres cuartos con los que he disfrutado como un cochino. Se me ocurre plantearme qué podría hacer este hombre ahora mismo en el siglo veintiuno, es sólo una idea.

La cantidad de argumentos e historias complementarias que aparecen no desvirtúan la historia general sino que la enriquecen locamente. Gracias a un Cagney memorable, desde luego, pero ¿qué decir de esa maravillosa y hasta ahora, lo reconozco, desconocida Gladys George? Y es que es todo destacable en Los violentos años veinte, desde la violencia, explícita en el título en castellano, hasta la muestra de valores metafísicos como el amor, la amistad y sus opuestos, el odio y la antipatía. Hay más ritmo que en la mayoría de películas que se hacen hoy setenta años después. Walsh va a lo que va y no pierde el tiempo. Consigue retener todo el interés del mundo en saber cómo acabarán los personajes y logra mantener una intensidad elevadísima.
Entretenimiento puro.

Ciertamente hay alguna elipsis excesiva y se abusa de la voz en off. Son sólo detalles.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Luisito
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27 de octubre de 2011
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
El final de la primera guerra mundial no tuvo las repercusiones que a muchos soldados americanos les hubieran gustado. Tras unas palmaditas en la espalda, estos hombres sintieron el desprecio de una sociedad que les daba la espalda. La mayoría deambulaban sin trabajo por la ciudad, sin tener claro a lo que dedicarse. Esta situación hace que un hombre honrado como Eddie Bartlett, no encuentre otra salida que la del contrabando de licor en un país donde la ley seca se acaba de aprobar. Pero en el mundo de los negocios clandestinos, te acabas asociado con gente traicionera, fría y sin escrúpulos, como su ex compañero de pelotón George Hally. Una vez creada la sociedad, todo se tornará violencia y venganzas entre bandas rivales por hacerse con el control del tráfico de alcohol en la ciudad.
Una fotografía genial en blanco y negro, con multitud de contrastes, a cargo del aclamado Ernest Haller (lo que el viento se llevó), acompaña a la perfección la magnífica dirección de Walsh, quién pese a abarcar casi dos décadas de la vida de este malhechor, consigue con su estilo fluido, que la acción nunca desaparezca.
De las interpretaciones poco hay que comentar, un James Cagney espectacular consigue la escalofriante naturalidad interpretativa al alcance de muy pocos, haciéndonos partícipes del levantamiento y caída de un delincuente que un mal día decidió probar ese brebaje con el que traficaba. Un secundario de lujo como es Humphrey Bogart, no consiguió otra cosa sino hacer de este film un clásico del cine negro y del sub género de gángsters.
Peaky Boy
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