1984

Así como el libro 1984 es un libro que merece estar entre lo mejor que se ha escrito en el siglo XX, la película en él basada es aburrida, lenta e incomprensible a más no poder.

El espectador que no haya leído el libro previamente ni siquiera entenderá bien qué se le está contando.

Desgarradora, terrible, sórdida, estremecedora y superior adaptación cinematográfica jamás hecha de la obra de George Orwell, y la primera que llegué a ver en mi juventud en la década de los 80 y que posteriormente me influyó hasta tal punto llegando a lo más profundo de mi alma durante años.

En ella al igual que en las versiones la televisiva de 1954 dirigida por Nigel Kneale y posteriormente en la cinematográfica de Michael Anderson de 1956 se nos describe sobre un hipotético futuro en un estado totalitario llamado Oceanía, el cual está gobernado por un gobierno embustero y manipulador que somete al pueblo haciendo uso de la propaganda y el terror a través de métodos más propios de un estado comunista, fascista o de cualquier otra ideología política extremista cuyo fin es neutralizar la individualidad, la democracia, la libre expresión, la sexualidad y las relaciones de pajeras entre cónyuges ya que la práctica de todas ellas son perseguidas por el estado por ser un delito contra el propio estado y la ideología del partido que los gobierna.

Esta versión cinematográfica es la que mejor se aproxima al universo descrito por Orwell en su obra por la puesta en escena que hace gala su director Michael Radford mucho más realista y dramática sobretodo por el gran trabajo que desempeña los actores como John Hurt y Richard Burton en sus respectivos papeles, para Burton desgraciadamente este sería su último trabajo cinematográfico en vida ya que posteriormente falleció poco después de finalizar su rodaje víctima de una hemorragía cerebral, y en el cual la película está dedicada a título postumo a la figura de ese gran actor que fue en vida.

Cabe también destacar el diseño de producción obra de Allan Cameron sobretodo por la excelente y realista recreación sordida y decadente de la sociedad de Oceanía, la música de Dominic Muldowney sin duda una de las mejores que se han creado y que encaja perfectamente dentro del conjunto del film como una especie de himno nacional del INGSOC, y de la acertada composición fotográfica de Roger Deakins para mostrarnos con tonos fríos y oscuros este mundo tan terrible y post-apocalíptico que es visualmente impactante.

Es fácil decepcionarse con esta película. Y lógico. La obra escrita es tan grande que cualquier adaptación cinematográfica, aún dirigida por el más genial de los cineastas, no pasará de ser sencillamente mediocre.

No siempre es recomendable atreverse con todo lo escrito. El problema de las adaptaciones, siempre que hayas leído la novela con anterioridad, es que uno ya ha visionado mentalmente la película a medida que avanza en la lectura. Que un director venga a romperte los esquemas y a estafarte con su película, cuando tú ya has construido la tuya, mosquea, como poco.

¿Y para quienes no hayáis leído el libro y no arrastréis ese handicap? Pues quizás sí sea recomendable la obra de Radford, aunque mucho más lo es la brillante prosa de Orwell. Y ya de paso, que se enteren las acémilas supinas de porqué al reallity de la Milá se le llama "Gran Hermano". Pese a todo, he de confesar que profeso admiración por John Hurt; de lo contrario, hubiese dejado mi valoración de esta película en una enfática "Mala de solemnidad".

1984 es una cinta que refleja libro homónimo de Orwell con una carga elevada de pesimismo. El argumento de la obra nace en el período de posguerra (1948), cuando el Stalinismo se desarrollaba triunfalmente al otro lado del Telón de Acero. Un hombre decide no someterse a la presión propagandística del régimen que lo controla todo; es una reflexión profunda de los efectos y límites del poder autoritario.

La adaptación cinematográfica más conocida de la novela de George Orwell es simplemente decepcionante. Básicamente, es una mera traslación mecánica de la obra literaria, sin ninguna imaginación, por el expeditivo método de cortar aquellas escenas del libro que no caben en el celuloide y dejar las que se suponen más relevantes, con el lógicamente mediocre resultado típico en estos casos, todo lo cual conlleva otro inconveniente incluso previo a lo anterior, más básico, y es que los que no hayan leído la novela no se enterarán de la misa la media, ya que muchas escenas, importantes al menos para ambientar la historia y contextualizar a los personajes, como el desarrollo del trabajo del protagonista cambiando las noticias archivadas de la revista oficial del partido, no se pueden entender con las parcas secuencias mostradas en la película. Anodina para los cinéfilos e ininteligible para los que no se hayan leído previamente la novela.