Los burdeles de Paprika

El guion es un asco, la trama también, las actuaciones son pésimas y entonces....¿por qué le doy un 10?

Seamos serios, todo aquel que ve esta película no lo hace ni por ver una buena historia, por saborear buenos dialogos o por disfrutar de la calidad de las interpretaciones. Noooooooo, Quien ve esta pelicula, lo hace única y exclusivamente por disfrutar de los extraordinarios y sabrosos pechos naturales de una veinteañera Deborah Caprioglio

¿Consigue la pelicula ponerte cachondo, tenerte atrapado entre los pechos de Parika y desear pagar y acostarte con ella? Si...pues por eso mi 10, la pelicula consigue justamente lo que pretende, poner en tienda de campaña al personal masculino de turno, y para ella nadie mejor que la Señora Caprioglio, por lo que extraordinario acierto del casting, nadie podía interpretar mejor la pelicula que ella, y otro 10 para el director por sacarle a la italiana todo el jugo posible en una pelicula erótica sin llegar a ser considerada pornografica y que se prohiba su venta mainstream.

Uno más de los bodrios exhibicionistas del inefable y pésimo Tinto Brass, en torno a una joven que es metida por su novio en un burdel para ganar dinero e irse juntos a la aventura. Ni sus ínfimas pretensiones ambientales o sociales disimulan su cutre propuesta, otro exabrupto de Brass hacia el sublime nombre del erotismo: para Brass lo de insinuar, seducir o fascinar no existe, solo hay exuberantes culos, enormes tetas y demás familia, mostradas a destajo y generosísimamente hasta poder producir tedio y llegar a sofocar a más de un incansable fetichista. Muy listo este señor, que no se decide al porno sin más y se queda en el erotismo comercialoide. Y sí, la Caprioglio está muy buena.

Creo que no se le puede pedir más a un film "erótico"; Deborah Caprioglio desnuda, Deborah Caprioglio vestida, Deborah Caprioglio semidesnuda,... Sí, luego tenemos una serie de señoritas de comparsa y todo eso, y la cosa podría haber durado media hora más o media hora menos, pero, como producto dirigido a satisfacer la "vista" es de lo mejor que he encontrado nunca.

Un 7. La nota máxima para este tipo de películas.

Al igual que todos los animales de La Creación (incluyendo a los aliens) huimos del fuego, todos nos sentimos atraídos por el sabroso marmitako de Deborah Caprioglio. Ésta es una realidad incuestionable; y Tinto Brass, experto en realidades incuestionables, rueda esta obra maestra con pulso nada firme.

Hay que ver qué paisajes tan magníficos tiene este film; uno se detiene en su fotografía y se queda como con cara de gilipollas. Verídico.

Ideal para estas fiestas.

El erotómano Tinto Brass rodó ésta adaptación de la novela “Fanny Hill” de John Cleland pero ambientada en la Italia de finales de los años cincuenta,. Y todo a mayor honor y gloria de la inocente Debora Caprioglio (aunque utilizó el apellido Kinski ya que se casó con el polémico actor alemán Klaus Kinski) que pone todo su empeño en caracterizarse de una desafortunada chica de pueblo cuyo novio caradura la emplea en un prostíbulo pata obtener unos ahorros y sacar adelante un negocio. Abandonada en el prostíbulo de Madame Collette (Martine Brochard) demostrará sin ningun pudor lo mejor de sí misma ante una clientela tan variada como variopinta.

Tinto Brass no presumirá nunca de rodar películas con un buen relato de fondo porque va directo al grano en cuanto a exhibir estéticamente su particular visión del erotismo (se ha derrochado mucho onanismo en sus pases). Lo que es innegable es que es maestro cuidadoso con la cámara, sus decorados y, esos desnudos... Un fotografo del desnudo en que sus actrices y modelos han deambulado en sus films luciendo esveltez de trasero y pecho, cual modelos del Renacimiento. Citando el título de otra de sus películas, Brass es como un “uomo che guarda” y disfruta de su trabajo para que sus adeptos (mayoritariamente público masculino) disfruten de sus puestas en escena sin perder de vista una mínima sensibilidad al arte antes que recurrir al porno. Sí, cine erótico cien por cien. Extinto pero pomposo. Marca de la casa de éste italiano que no ha dado más de sí tras su implicación en “Calígula” (1979), su película más conocida pero supervisada desde Penthouse bajo el mando de Bob Guccione.