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Haciendo de las suyas

Comedia La empresa de mudanzas Laurel & Hardy tiene el cometido de entregar un piano mecánico, que ha de subir por un elevado tramo de escaleras. Entorpecen su labor una enfermera, un policía y, finalmente, el supuesto destinatario del piano. Primera comedia en la historia del cine en obtener un Oscar al mejor cortometraje (comedia). (FILMAFFINITY)
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Críticas 7
Críticas ordenadas por utilidad
16 de diciembre de 2018
0 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me encanta la traducción del título jajajaja, en serio, que se rompieron la cabeza, en fin... patético.

Lo que más me ha gustado es ver la escalera que sale en la película, con mucho verde alrededor, y ver la misma escalora ahora, apretada de casas a ambos lados, lo que cambia el paisaje.... Esa escalera se mantiene en memoria de esta peculiar pareja.

Pues sí, eso lo que más me ha gustado... la película es una más donde hacen las mismas gracias, e incluse repiten, como cuando se cae en una piscina (algo ya hecho por ellos mismos varias veces). Pero supongo que en su día era lo más, porque ganó el primer Oscar a la mejor comedia en cortometraje.

Lo dicho, lo siento, a mí no me ha gustado, no me acaban de gustar esta pareja tan recordada.
edugrn
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6 de abril de 2022
0 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
108/05(05/04/22) Envejecido oscarizado cortometraje protagonizado por los icónicos (Gordo y el Flaco en España) Stan Laurel (el inglés con nombre real Arthur Stanley Jefferson) y Oliver Hardy (el estadounidense Norvell Hardy), o que quizás estos afamados cómicos resultan vistos hoy día de un infantilismo ultra primario en su humor de una sola nota. Seguro que a los niños de parvulario pueden gustar mucho, pero a una persona adulta le pueden resultar sus gags muy tontunos, donde las bromas se estiran hasta el hartazgo. Estos 28 minutos cumplen 90 años desde su estreno (16/Abril/1932), y lo hace con muchas arrugas, siendo uno de sus trabajos más aclamados, quizás por la idea de esas interminables escaleras por las que hay que subir un gran peso, pero es que ni esto es original pues este corto es una nueva versión parcial de su cortometraje mudo Hats Off (1927), dirigido por Hal Yates, utilizó una lavadora en lugar de un piano, y se filmó en el mismo lugar y hoy se considera una película pérdida. Dirigido por James Parrott, producida por Hal Roach y distribuida por Metro-Goldwyn-Mayer, muestra a la pareja intentando mover un piano embalado por un largo tramo de escaleras de 131 escalones.

Con esta simplista premisa la pareja despliega sus habituales elementos de humor, con la típica inocencia de Stan (con también su típico gesto de atusarse el tupe; Por cierto, que un personaje de la serie lynchiana “Twin Peaks” lo homenajeaba con este peinado, Andy el policia) que provoca casi todas las situaciones torpes, y como Oliver es el que sufre sus desmanes ingenuos, desde que le caiga un piano en su espalda, que se pille un dedo con la caja del mismo, que una mujer le rompa una botella de leche en la cabeza, sea vejado por un (abusón) policia, sea arrastrado por el piano 131 escalones por una pendiente (canta a la legua es un pelele), caiga en un estanque de agua, le metan una pata de escalera en un ojo, le caiga una polea en la chola, se pinche el pie en una púa, sea electrocutado, y más. Y la respuesta del ‘Gordo’, marca de la casa, sea mirar a cámara (rompiendo la cuarta pared) buscando la complicidad del espectador y se encolerice con su compañero, además de tener el actor su típico gesto de colocarse la corbatita avergonzadamente ante alguien.

No tiene más que ansias de amenizarte un rato este metraje, un encadenado de gags reiterativos cuando intentan subir la interminable escalera, donde una y otra vez (como era previsible) se desliza el piano hasta el comienzo (cual Mito de Sísifo), algún que otro encontronazo con aspirantes a villanos, como la niñera resabiada (la aptada en su trasero sería violencia machista hoy día?), el policia abusón (Sam Lufkin) de su poder (sería sancionable su vejatorio comportamiento?), y el arrogante profesor Theodor von Schwarzenhoffen (Billy Gilbert), caricaturizado con su vestimenta de capitalista sacado de una viñeta comunista. Las escaleras es la mitad del corto, la otra mitad acontece con la ‘aventura’ de introducir el piano en una casa, esto con un sinsentido que es un insulto al espectador, y es que como no contestan al timbre (destrozado por ellos), deciden meter el piano por un balcón. Ósea, que hacen allanamiento para meter el piano, un atropello a la razón. Y llegamos al tramo ‘destroyer’, donde las tropelías que perpetran en la vivienda amenazan con echarla abajo, aunque con gags de primero de humorística, no me sacan más allá de una mueca cercana a la risa, como cuando el piano (en realidad una caja de música) se arranca a sonar el ‘Dixieland’ (mientras limpian de modo absurdo) y se ponen a bailarlo la pareja en claqué sobre las tablas del embalaje, esto se encadena a cuando en medio de una pelea suena el himno USA y todos se ponen firmes.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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