Última Parada 174

El gran problema de esta película de Barreto es que resulta muy difícil empatizar con Sandro. Supuestamente, trata de retratar cierta marginalidad de los que no han tenido oportunidades, aunque el chico si las tuvo solo que las desestimó. Demagogia barata para impresionar a yanquis (y europeos porque es coproducida por Francia) "sensibles".

Un dramón un tanto cogido por los pelos. De todos conocido ese mensaje según el cual la gente no es mala de por sí, sino que el mundo les ha tratado mal. Pues aquí lo exprimen con tanta saña que se percibe un cierto cariz educativo. Eso sí, ¿qué mejor lugar que Río de Janeiro para una historia de este tipo?

Vi hace poco Ciudad de Dios, otra película del mismo estilo, sin tanta moralina, con más ritmo, originalidad y detalles mejor cuidados. Si en aquella se pasaban de violencia aquí se controlan algo más. En definitiva, una historia interesante pero con tanta pretensión de crear conciencia social se dejaron por el camino algo de realismo. Pésimos algunos de los actores y poco lucida la banda sonora.