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La cueva de los sueños olvidados

7,2
2 987
Documental Documental en 3D presentado en el Festival de Toronto 2010. Fue rodado en la cueva francesa de Chauvet, considerada como uno de los mayores tesoros de la humanidad: es una galería de arte natural con más de 400 pinturas rupestres de 32 mil años de antigüedad. (FILMAFFINITY)
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Críticas 27
Críticas ordenadas por utilidad
2 de diciembre de 2011
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Werner Herzog es un cineasta tan poco convencional y de un valor tan importante casi como lo son las pinturas encontradas en la cueva de Chauvet (y a este paso, casi tan anciano), al sur de Francia, ya que desde el momento en el que Herzog filma el interior de la cueva, esta pasa a formar parte de la obra de su filmografía, de ahí que ambas sean casi tan importantes, porque no dejan de estar dentro la una de la otra.

Un tesoro incalculable que ve la luz gracias a su valiosa Cave of Forgotten Dreams (Werner Herzog, 2011), un documental (en 3D) que sigue la línea de Encuentros en el fin del mundo (Werner Herzog, 2007) descubriéndonos y archivando rincones de la tierra tan desconocidos y lejanos para nosotros, los mortales, tanto en el tiempo (hay pinturas que datan de hace 30 mil años) como en el espacio (dado que el acceso a la cueva está actualmente cerrado) pero que nos hace ver que nos asemejamos más de lo que creemos a nuestros antepasados, mostrando la belleza y realismo de las pinturas de la cueva e intentando recrear la vida de sus habitantes pasados.

Tampoco podían faltar los particulares "locos de Herzog", personajes habituales en su obra que se obsesionan por el material encontrado y dotan de cierto sentido del humor y pasión al documental, pero el propio Herzog, aparte de dejarse fascinar por los tesoros encontrados, al mismo tiempo formula un interesante discurso, culminado magistralmente en el epílogo, que nos recuerda que nuestra leve existencia en esta vida se hace eterna siempre que otro prolongue nuestra mirada hacia el mundo que lo rodea.
antonio1004
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27 de junio de 2012
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el inicio del film, Hezrog nos cuenta brevemente qué es Chauvet: una cueva situada en Francia que contiene las más antiguas pinturas rupestres conocidas, así como otras manifestaciones de la vida del Paleolítico Superior. Sus palabras son profundas pero humildes e invitan a la reflexión sin imponer discurso alguno, siempre sugiriendo antes que señalando. Las magníficas imágenes exteriores de la cueva, acompañadas por dicha voz y guarnecidas por un acertado uso del 3D, están tomadas por una cámara que se balancea con suavidad conduciendo los curiosos ojos del espectador hacia el interior de lo desconocido. El resultado de todo ello es una belleza magistral que va mucho más allá del simple esteticismo y que consigue una profundidad tridimensional mucho más compleja que el mero espectáculo visual.

Herzog pretende transmitir con fidelidad las sensaciones experimentadas dentro de la cueva, y para ello no descuida detalle alguno. No solo nos permite explorar Chauvet hasta su último rincón, sino que además nos da un minuto para escuchar su silencio e incluso nos habla del olor que desprende (atención al personaje entrevistado especializado en perfumes). La experiencia es tan cercana que uno tiene que reprimir el impulso de incorporarse para acariciar las rocas pintadas.

Pero La cueva de los sueños olvidados no solo guarda su belleza en el interior de la cueva. En primer lugar está el exterior, fantásticamente dibujado de forma visual (excelentes tomas del bosque y río que rodean Chauvet; imágenes de ensueño conseguidas mediante el balanceo de un helicóptero teledirigido), así como también oralmente (otra vez la mencionada voz en off) y mediante un impecable tratamiento de sonido directo (cuidadísimo detalle que acompaña todo el documental). En segundo lugar, están los personajes, que gracias a las bien escogidas preguntas del director, desprenden profundidad y calidez. De este modo, Herzog no sólo busca su testimonio, sino que también despierta nuestro interés hacia ellos como personas independientes del contexto en que se encuentran (está el pasado de malabarista de uno de ellos, los - fracasados - intentos de tirar una lanza prehistórica tal y como lo hacían los neandertales de otro, las melodías sacadas de una flauta prehistórica por parte de un individuo vestido con ropajes igualmente prehistóricos...). Mención especial merece el empleo del 3D que, siempre al servicio de la película, saca el máximo jugo de cada plano sin que su evidencia resulte incómoda en ningún momento.

Por último, la conclusión de la película resulta conmovedora. Mencionar la vertiginosa (pero magnífica) sensación al comprender que Chauvert no es solamente una puerta hacia el pasado, sino un espacio multitemporal donde nuestro tiempo también quedará encerrado, un espacio donde en un futuro alguien descubrirá evidencias sobre la existencia de nuestro presente. Aquí es donde reside la verdadera tridimensionalidad de la película.
Martí
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3 de agosto de 2012
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Más allá del tedio generalizado que genera todo el documental (disponen de poco material filmado y tenían que estirarlo al máximo) y de algunas escenas de relleno poco afortunadas considero este documental como todo un hito cinematográfico que debería de inspirar a muchos cineastas futuros.

Hay que ser conscientes que disponemos de un patrimonio científico de interés turístico tan interesante como frágil y exponerlo a hordas de turistas sería precipitar su deterioro. Pero ahora disponemos de una magnífica herramienta que es la filmación en máxima definición e incluso en 3D que nos va a permitir de disfrutar de la experiencia científico-turística desde una sala de cine y sin generar ningún tipo de impacto negativo. Es una maravilla!!! Además el director pretende en todo momento acercarnos a ese clima interno y hacernos "vivir" la experiencia incluso olfativa...

Si el cine es una manifestación artística de primera magnitud ahora puede convertirse en la herramienta de divulgación científica más extraordinaria. Atentos a visitar virtualmente desde las fosas marinas al espacio exterior pasando por el mundo cuántico que se gesta en los aceleradores de partículas.

Bravo por la inicitativa pionera de W.Herzog.
josenunez
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26 de junio de 2012
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pasa la vida y con ella el tiempo que todo lo oxida, pero de repente Chauvet buscando respiraderos de la tierra como el que busca trufas, da con un hallazgo sorprendente: las cuevas de su propio nombre, y de aquí que Herzog se deja impresionar por el nulo maltrato del paso del tiempo y se apasiona por esa cueva tan bien conservada, en las que son visibles tantas huellas de lo que aquello fue o supuso para el ser humano, otra de las bestias habitantes de la época.

30.000 años y la cueva virgen como la que más. Quizás hace 30.000 años o más mis restos biológicos no habrían visto la luz pero los abuelos de mis miles de abuelos allí estaban, decorando esas cuevas para fascinación del hombre del Siglo XXI.

El documental es sosegante ya que se basa en el respeto de lo que aquello debió ser, lo hace sabiendo transmitir al espectador la pasión, misterio y magia de esa cueva. Herzog filma la verdad de la realidad, usando el 3D para dar volumen y credibilidad a esas redondeces de las piedras que fueron aprovechadas para imprimir movilidad y volumen a las pinturas. 3D que recuerda a esas películas eróticas que te hacían sentir la profundidad y redondez de esas damas epicúreas, al igual que estas prehistóricas, fértiles, tan femeninas y voluminosas.

Yo también pienso que es la película que todo hombre habría querido hacer, pero para poder retratar esas pinturas hechizantes y saberlo transmitir, está el grande Herzog.

Pasa el tiempo, y el tiempo y más tiempo que el posiblemente imaginario, y ahí están intactas esas pinturas, esa cueva con la huella de sus moradores del tiempo pasado que quizás no fue mejor. Pero a forma de epílogo, Herzog nos recuerda las imparables leyes naturales e intocables de la evolución, a semejanza de esos cocodrilos albinos, evolucionados en Francia que viven al amparo de la contaminación calórica de una central nuclear a menos de 40 Kilómetros en línea recta de las cuevas de Chauvet.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
iovErdÈ
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11 de julio de 2012
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
144/26(29/06/12) Notable documental realizado por el polifacético y singular alemán Werner Herzog, un bello acercamiento a uno de los más grandes descubrimientos del SXX, la cueva francesa de Chauvet, donde un grupo de espeleólogos galos comandados por Jean-Marie Chauvet, lleva su nombre, sobre el río Ardeché en el sur de Francia, cerca del Pont D’Arc, encontraron por casualidad en 1994 las pinturas rupestres más antiguas de que se tienen constancia, unos 32000 años, asimismo hay huesos de animales ya extinguidos, curiosamente no hay restos humanos, mide 13000 metros de longitud. Las pinturas de animales ya extinguidos y otros aún existentes, es un reflejo del valle en el que vivieron estas personas, como mamuts, lobos caballos, osos de caverna, bisontes, rinocerontes y panteras, así como dos pequeñas figuaras humans, una es una mujer con los órganos sexuales maximizados, han llegado a nuestros días conservadas de modo milagroso casi como recienpintadas, gracias a un corrimiento de tierras hace unos 20000 años que selló la gruta. Herzog consiguió un permiso especial del Ministerio francés para filmar dentro, y es que su acceso está muy restringido, solo se puede permanecer dentro un par de horas por motivos de salud, pudiendo moverse únicamente por una estrecha plataforma. Herzog con un equipo de cuatro personas incluido él, lo hace con un par de linternas y una pequeña cámara de 3D para trasladarnos la sensación de los relieves naturales como parte de de los animales y así darnos la impresión que tuvieron sus creadores, esto y una mágica música de Ernst Reijseger (habitual de Herzog, ‘Rescate al amanecer’, ‘The White Diamond’ ‘The Wild Blue Yonder’). Herzog un amante de conjugar lo infinito de la naturaleza con la pequeñez del ser humano nos monta en una emocionante máquina del tiempo destino miles de años atrás, te introduce en la cueva de mano de este germano convirtiéndose en un evocador viaje al pasado, nos enteramos de las investigaciones que llevan a cabo allí, arqueológicas, paleontológicas y geológicas, se alcanza con la cinta un delicioso paréntesis en el tiempo, donde el arte rupestre resulta fascinante, casi podemos imaginarnos a estos enigmáticos personajes que quisieron dejar muestras de su paso por allí . (Continua en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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