La voz de la luna

Último largometraje de este mítico realizador italiano, con varias reminiscencias de su cine exploradas a lo largo de su carrera, este filme es un pastiche de elementos y situaciones que giran alrededor de Ivo Salvini (Roberto Benigni) en su búsqueda del amor. A lo largo del metraje se le van presentando un gran número de personajes con los que interactúa, en diferentes contextos.

Valga decir que La voce della luna es una película con una narración muy especial, no hay una línea argumental claramente definida lo que dificulta el entendimiento, o mejor dicho, la línea que se busca seguir, esto porque no hay mucho más que entender, no hay intención de presentar algo estructurado en el sentido clásico. De esta forma lo que se van observando son secuencias que transcurren en ciertos escenarios y que van cambiando conforme pasan los minutos.

El motivo del porqué esto es así es debido a la fuente primaria que marca la génesis del proyecto, basado en la novela Il poema dei lunatici (1987) de Ermano Cavazzoni. Fellini va presentando entonces distintas realidades, con mucho dialogo y personajes, situaciones disparatadas, y un Benigni con un papel que le queda a la medida. Fellini realizó esta obra con 70 años y con un legado filmográfico tremendo, no seré yo quien vaya a criticarle de forma ociosa, pero ciertamente es un filme poco llamativo.

No se le niega nunca la vitalidad y el gran espíritu que tiene, pero esto no se traslada bien al espectador, porque hay personajes que no resultan interesantes y que en ningún momento se va a sentir una conexión con ellos, precisamente por la forma ya mencionada que tiene el largometraje. Hay quienes lo catalogan como surrealista, pero este no pareciera ser un término correcto, no da para tanto.

Entonces, La voce della luna funcionará más para quienes deseen cerrar el ciclo Fellini con su último filme, que buscando una gran película, es más el interés por observar estos elementos de su filmografía presentes en el relato.

Tan sólo recomendable para los muy-muy-muy fanáticos de Federico Fellini. No vamos a descubrir a estas alturas a este grande del cine. Pero hay que saber retirarse a tiempo. O elegir mejor los guiones, que es lo mismo.
Película sin argumento, delirante. Da igual quedarse encerrado en un tablado de feria que veinte hombres viendo desnudarse a una rolliza damisela a través de una ventana. Todas las obsesiones de Fellini están presentes, pero ¡ay!, ninguna de sus muchas virtudes.
Una pena. No perdamos el tiempo. Ni poesía, ni surrealismo, ni voces, ni luna.

Lejos la película más mala de Fellini. Terminó vendiéndose al sistema de coproducciones y a la televisión igual que todos. Parece una película de Benigni.

Es una copia de sí mismo, todo lo que los críticos siempre dijeron de las películas de Fellini. Esto es lo que pasa cuando un director es demasiado sobrevalorado e inflado: se creen el cuento y terminan pensando que todo lo que hacen es bueno aunque sea una bosta. Que por llevar su firma merece verse una basura que de otra manera nadie la hubiese visto.

Triste final para uno de los grandes.