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Mi hija Hildegart

Drama Madrid, 1933, Tras haber asesinado a su hija Hildegart, Aurora Rodríguez se entrega a la justicia. En la cárcel, rememora las circunstancias que la movieron a cometer un crimen tan atroz. En su primera infancia, Aurora Rodríguez, testigo de frecuentes desavenencias matrimoniales y de la indiscutible supeditación de las mujeres a los hombres, concibió la idea de tener una hija a la que educaría para que se consagrara a luchar por la ... [+]
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Críticas 12
Críticas ordenadas por utilidad
26 de marzo de 2016
15 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yo no sé si la intención de Fernando Fernán Gómez, director, o de Eduardo Guzmán, autor de la novela en la que se basa "Mi hija Hildegart", "Aurora de Sangre", es criticar, alabar, mostrar o comprender, pero les ha salido un retrato completamente real de lo que significa el comunismo o el socialismo, que es algo muy distinto de la socialdemocracia actual, aunque beba de las mismas fuentes y por lo tanto participe de los mismos vicios. Amigos y amigas, esto aunque se haya escrito un libro, es una historia verídica ocurrida hacia 1934, no una fantástica en la que se dibujan franquistas cafres tirando a psicópatas. No, se trata de Aurora Rodríguez (Amparo Soler Leal), mujer tan radical y revolucionaria que ideó el proyecto de concebir a una hija que sería educada en exclusiva para la "Gran Idea", la liberación de la mujer y de paso, la del género humano en su versión socialista, marxista o anarquista. Os parecerá una locura pero hay otros casos parecidos en la historia. Por ejemplo, el de James Mill con su hijo John Stuart Mill, pero esta vez a favor del liberalismo, la otra gran rama de la izquierda. En cualquier caso Aurora aparece como un ser autómata, una máquina racional, materialista y socialista, que rechaza cualquier placer, distracción, galantería "que detesta" o incluso sentimiento, entre ellos el amor, por supuesto, unos principios en los que quiere educar a su desgraciada hija.

Ahora bien, la locura, si es que se le puede llamar así, o contradicción no son las de Aurora sino las del comunismo en particular y la izquierda en general. Viendo esta película se comprende perfectamente porque su historia está llena de crímenes a una escala superlativa. Aurora viene a representar al líder revolucionario e Hildegart (Carmen Roldán, es guapa esta chica) al pueblo. El primero guía al segundo hacia la libertad, la igualdad y el progreso, usando la razón y la ciencia. Pero ¿qué pasa cuando la masa o parte de ella no se somete? Pues que tiene que ser exterminada. Mas el asesinato no es una opción entre varias sino la único solución para mantener a flote la ideología izquierdistas. Si como dice Jefferson en la Declaración de Independencia de los Estados Unidos "Sostenemos como evidentes en sí mismas estas verdades: que todos los hombres son creados iguales [y] dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables (...) la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad", el hecho de que haya opositores que nieguen tales afirmaciones hace que ya no sean "evidentes". Luego su eliminación es imprescindible para mantener la "verdad". Lo más curioso es que la represión y el terror se realizan en nombre de la libertad, la igualdad y los derechos humanos. Esto se explica porque hay realmente la obligación de aceptar su credo. Y si no, castigo.
Reaccionario
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17 de marzo de 2016
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todos los ingredientes del film están manejados con soltura y la dignidad que este proyecto rebosa por todos lados la palpa de lejos el espectador. Fernando Fernán Gómez emplea en esta obra un sistema narrativo perfecto con el que se consigue que no haya un plano que sobre o que falte y también que la película pueda contentar tanto a los públicos populares como a la intelectualidad más comprometida. Eso fue una constante en la obra de Fernán Gómez como director porque consiguió hacer películas comerciales a partir de temas trascendentes que en manos de otro autor con menos flexibilidad artística hubieran sido aceptadas por grupos minoritarios de espectadores. Hay que destacar la intervención de Pedro Díez del Corral, que fue capaz de darle un tono particularmente sugestivo a su interpretación y que desde luego demuestra una peculiar elegancia. Amparo Soler Leal está sublime en cada escena, en cada gesto y en cada movimiento. Sin duda fue esta su mejor interpretación. El resto del reparto la secunda muy bien y la cinta resulta notable porque aparte de entretener en todo momento hace reflexionar sobre la confrontación entre delirio y lucidez que define la personalidad del apasionante pero cruel personaje protagonista. Una plasmación verdaderamente ágil donde todo está muy bien medido mezclando lo exquisito con lo sórdido. Merecía una gran atención y la tuvo.
Cromatico
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23 de diciembre de 2017
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hildegart fue concebida por un sacerdote a cambio de que nunca reclamara derechos de paternidad, y luego su madre proyectó una especie de experimento que quiso llevar hasta el final: hacer de Hildegart una mujer brillante intelectualmente (el nombre Hildegart, en alemán significa “jardín de sabiduría”), independiente de los hombres, amén de con ideas políticas de izquierda.

Esta historia acaecida en 1933 cayó en el olvido tras la guerra y durante la dictadura franquista. En 1973, el escritor y periodista Eduardo de Guzmán publicó su obra 'Aurora de sangre. Vida y muerte de Hildegart', donde recuperaba la memoria de Hildegart. Eduardo de Guzmán nos desvela un entramado metafórico sobre las relaciones de dominación, de autoridad y poder, y la persistente lucha de ambas mujeres por ser libres.

Esta película dirigida de forma muy profesional por Fernando Fernán Gómez y escrita por Rafael Azcona y el propio Fernán Gómez, trata tan asombroso episodio. La obra está basada en estos documentos que he mencionado, sobre todo en la obra de Eduardo de Guzmán. La dirección de la película por parte de Fernán Gómez la califico de técnica y profesional meramente, con escaso resultado en lo que a punto narrativo se refiere. Tiene un guión bastante bueno que narra con verosimilitud tan peregrino relato y acontecimientos, con una meritoria música del afamado cantautor Luis Eduardo Aute. Buena fotografía de Cecilio Paniagua, y mediocre ambientación y puesta en escena.

Uno de los platos fuertes de esta película está en el reparto, brillando con luz propia Amparo Soler Leal en el papel de Aurora, rol que interpreta de manera brillante, dramática y muy convincente, madre racionalista que deviene irracional y loca. Y acompañan muy bien Carmen Roldán, un joven Manuel Galiana, Carles Velat, Pedro Díez del Corral, José María Monpín y Guillermo Marín.

El tono del film es del tipo documental, con una impronta teatral en su confección, una obra de gran interés, sobre todo para los más jóvenes, pues narra la historia de una joven intelectual que parece mentira que emergiera en aquellos principios de siglo, pionera en sexología, ilustrada, que se relacionaba con los intelectuales y científicos de su tiempo (llegó a cartearse con el mismísimo Sigmund Freud).

Pero luego está ese otro punto oscuro que toca más a lo psicológico. Este caso es un equivalente al mito de Pigmalión, como un escultor enamorado de una estatua que había hecho él mismo. Aurora proyecta su plan pigmaliónico, pero le sale mal. La vida en muchas ocasiones no concuerda con la Mitología ni con los planes humanos, por bien trazados que parezcan. Aurora Rodríguez Carballeira siempre vio a su hija como “su obra”. La concibió como el ‘mesías’ que salvaría a la humanidad de todos sus pecados y, sobre todo a las mujeres, sometidas por el yugo de los hombres y una educación represiva. Un delirio, una manera enferma de tragarse a la hija, de devorarla, de atarla, de no permitir su libertad y su albedrío. Ese es el interés de este film, sobre todo por cuanto responde a una historia verídica, algo que ocurrió, un demente plan maternal y educativo con final dramático y funesto.
Kikivall
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8 de septiembre de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Curiosa película basada en el libro "Aurora de sangre" de Eduardo Guzmán. Narra la vida de Hildegart Rodríguez, concebida por su madre para que se consagrara a la causa de la liberación de la mujer, lo que ella hubiera querido hacer. Tuvo una esmerada educación y, a los 18 años, ya había acabado la carrera de derecho y empezado la de medicina, era autora de varios libros y estaba afiliada al partido socialista. Pero no dejaba de ser una adolescente rebelde y acabó enfrentándose a su madre y ésta, la mató.

Narrada en tono documental pero demasiado plano para mi gusto, lo que hace que, resulte un poco aburrida en algunos momentos. Aunque el interés de la historia hace que no te duermas. El director demuestra su oficio pero, pienso que de forma rutinaria y sin demasiado interés, en el fondo.

Amparo Soler Leal hace su mejor personaje en el cine, claro que, entre Fernando Fernán Gómez y Rafael Azcona le hicieron un papel para que pudiera lucirse y siendo Alfredo Matas el productor y su marido tenía que ser para ella, le va como anillo al dedo. Menos perfilado está el papel de Hildegart para una desconocida, por lo menos para mí, Carmen Roldán, aunque cumple perfectamente, igual que el resto del reparto.

Creo que podía haber sido una obra maestra si Fernando hubiera querido.
Barcino
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28 de mayo de 2022
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como me ha ocurrido con otros muchos episodios de la historia de este Estado, como podría ser la invasión del Val d´Aran por parte de militantes republicanos durante el franquismo, tuvo que ser Almudena Grandes quien me mostrara, a través de su última y magistral novela (para mí, la mejor de la serie Episodios de Una Guerra Interminable) “La madre de Frankenstein”, la existencia de un apasionante episodio histórico para los que estamos interesados en la repercusión pública y la lectura política y social de la salud mental a través de una figura descomunal cuya sombra aún pervive en nuestra sociedad, la de Aurora Rodríguez Carballeira, que alcanzó la notoriedad pública en 1934 por ser la madre de una niña prodigio de nombre Hildegart, a la que ella misma asesinó y por lo que fue condenada.

Es obvio que el relato cuenta con todo los ingredientes para no dejar a nadie indiferente y para conmover a la mente más fría. Hildegart fue diseñada fría y un tanto eugenésicamente desde antes de su nacimiento para llevar a cabo la revolución que llevaría a la liberación definitiva de la mujer. Para ello, su madre seleccionó a un hombre concreto para ser fecundada mediante una única relación sexual sin mediar placer alguno y, desde su nacimiento, fue formada por su madre para convertirla en una mente ideológicamente libre y comprometida con el socialismo y la revolución feminista. Pero cuando la hija decidió tomar las riendas de su propia vida y relacionarse con un hombre, Aurora Rodríguez Carballeira no dudó en asesinarla para que muriera de forma consecuente y virgen, en la consecución de sus paranoicas teorías eugenésicas que acabaron sangrientamente con la rebelión de la criatura con respecto a su creadora, como su de un moderno Frankenstein se tratase.

Pues viene a resultar que “La madre de Frankenstein” de Almudena Grandes ya tenía un precedente fílmico en este Estado fechado en 1977, injustamente desconocido y firmado, ni más ni menos, que por un tal Fernando Fernán Gómez, el cual adaptó (con guión del propio genio y de Rafael Azcona, ni más ni menos) al lenguaje cinematográfico de forma sublime un texto literario sobre el mismo personaje escrito por Eduardo de Guzmán y titulado “Aurora de sangre”.

Fernán Gómez, en la cumbre del dominio del arte del cine, crea un maravilloso híbrido a medio camino entre la ficción y el documental para recrear la vida, pensamiento y procesamiento judicial de Aurora Rodríguez Carballeira y el desenlace fatal sufrido por su hija superdotada Hildegart. Por si todo esto fuera poco, la música de la cinta se le encargó a Luis Eduardo Aute.

Para redondear esta obra maestra imperecedera, encarna a Aurora Rodríguez Carballeira Amparo Soler Leal en una de las mejores interpretaciones de su carrera, e igualmente sublime Carmen Roldán como la joven Hildegart.
Sergio Berbel
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