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La cosa

Ciencia ficción. Terror. Fantástico En una estación experimental remota de la Antártida, un equipo de científicos de investigación estadounidenses ven cómo en su campamento base un helicóptero noruego dispara contra un perro de trineo. Cuando acogen al perro, éste ataca brutalmente tanto a los seres humanos como a los caninos del campamento, y descubren que la bestia, de origen desconocido, puede asumir la forma de sus víctimas... (FILMAFFINITY)
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Críticas 219
Críticas ordenadas por utilidad
15 de febrero de 2009
39 de 59 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando se estrenó, "The Thing" –que es un remake de "The Thing from Another World", filme producido por Howard Hawks en 1951–, estuvo condenado a permanecer a la sombra de "E.T.", de Steven Spielberg. Si bien existía en ambas películas el denominador común de la presencia determinante (a los fines argumentales) de organismos no humanos; en esencia, se trataba de dos propuestas radicalmente antagónicas; y, como era de esperar, en términos comerciales, la simpática criatura creada por Spielberg terminó imponiéndose con holgura.

Con el correr de los años, sin embargo, la producción que nos ocupa, ha sido objeto de reivindicaciones varias, hasta alcanzar el siempre dudoso status de película de culto. Si habría que bucear en la historia del cine, a fin de encontrar un antecedente preciso, solamente deberíamos retroceder unos pocos años, hasta 1979, y allí hallaremos la cinta que guarda mayor afinidad con ésta de Carpenter: "Alien", de Ridley Scott. En ambas, el núcleo de la trama es idéntico: un reducido grupo de personas aisladas –en una nave espacial, en una estación antártica–, que irán pereciendo una a una con el transcurso de los minutos, se enfrentan a una terrible presencia extraterrestre que les acecha, a la par que dicha entidad no humana precisa de otros seres vivos para perpetrar su especie; y su proliferación, en caso de trascender el remoto ambiente claustrofóbico, provocaría la extinción de la raza humana.

El comienzo resulta efectivo porque, a partir de la punzante banda sonora del maestro Ennio Morriconne, la ausencia de diálogos y la preponderancia del resplandeciente paisaje blanco polar, la situación que se desarrolla –un perro que intenta escapar a los disparos que le efectúan desde un helicóptero– deja desconcertado al espectador, que tardará algunos minutos en comprender el porqué de tal comportamiento.

La disolución de la entidad física de la amenaza encarnada en ese monstruo extraplanetario es otro de los aciertos del director, puesto que, a contramano de lo que abunda en el género del terror, esto es, lo explicito –no exento de lo grotesco–, en "The Thing" lo que realmente inquieta es que no sabemos ante quién ni ante qué nos enfrentamos, dado que el pánico lo causa lo innombrable, lo irrepresentable, lo no explicitado, lo que no tiene una apariencia física permanente, sino que posee la característica de imitar el aspecto de toda forma de vida posible.

¿Obra maestra del género? Por supuesto que sí. No tendrá la importancia capital de prodigios cinematográficos, como "The Exorcist" o "The Shining", pero películas de este calibre, con una concepción diferente del terror y una elaboración esmerada de los personajes y los aspectos técnicos, son precisamente las que escasean por estos tiempos de mediocridad, en que parecería que con la disección de un par de vísceras, que luego vuelan por los aires, alcanza. De hecho, ni siquiera el mismo Carpenter ha logrado a posteriori, superar ésta, su obra cumbre.
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avellanal
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18 de septiembre de 2010
30 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
El remake de Carpenter da una vuelta de tuerca al original de Hawks de 1951. Parece la misma historia, pero en manos de Carpenter es una película diferente.

Obsérvese el tono general de ambas.

A Nyby-Hawks (la autoría del film de 1951 sigue siendo dudosa) les interesaba crear una película de emociones directas: aventura y evasión. En ningún momento hay desconfianza en los héroes que luchan contra el monstruo. Y si existe división en la especie humana, está circunscrita en el “mad doctor”, quien recibe su justo merecido. Participa del espíritu de los western de Hawks (“Río bravo”, p.e.). Y al final, se delata su tono épico, con el parte noticioso que el periodista dicta por radio: “Hoy la humanidad ha ganado su primera batalla universal…”.

Carpenter, por el contrario, opta narrativa y visualmente por un tono oscuro y claustrofóbico. El espíritu de su remake se acerca más al del cine negro de los 50 que al del sci-fi de la época. Y lleva al extremo la paranoia de ambos. Las sospechas individuales rompen la solidaridad del grupo. E incluso el individualismo es cuestionado: “Tal vez no debiéramos sobrevivir”, le dice McCready a Childs. La película ostenta un espíritu noir en su ambigüedad y pesimismo.

Debe tenerse en cuenta que este tono reposa sobre un genial giro argumental.

Primero. La cosa de 1951 es una especie de vegetal-vampiro. Rompe los esquemas de clasificación humanos pero sigue siendo representado antropomórficamente.

Carpenter rompe esa última barrera y hace de su monstruo algo indeterminado; tal vez lo más cercano que ha estado el cine para representar las pesadillas “tentaculares” de Lovecraft (amén a los efectos especiales de Rob Bottin). Al imitar todo lo que toca, el monstruo no tiene atributos propios e identificables, y entra en el reino de lo infra-natural y “primigenio” (las patas de araña refuerzan nuestra aversión atávica): “es una cosa”.

Segundo. En 1951, el monstruo ataca desde el exterior, con lo que arrastra el atributo de lo salvaje e indómito (la Antártida) que amenaza la "american way of life".

Carpenter, en cambio, le abre las puertas de la humanidad y el monstruo acecha desde su seno. Cualquiera en la base puede ser el monstruo. Cambia la proyección de la paranoia del exterior (sci-fi de los 50) al interior (film noir).

Esto último genera la incomodidad creciente en el film: hacia la mitad, Carpenter incluso nos hace dudar magistralmente de la identidad humana de McCready, el héroe (Kurt Russell)… El secreto está en que Carpenter resuelve escenas cruciales fuera de cámara, a modo de elipsis narrativas. No sabemos lo que ocurre en la torre de vigilancia… El uso frecuente de elipsis tiene por objeto acrecentar la tensión y el suspense, que equivale a mayor incertidumbre en el espectador.

¿No es el clásico de Hawks? No, pero a pesar de las diferencias sigue la misma máxima: emocionar, y eso no es fácil.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Especialista Mike
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10 de febrero de 2010
36 de 55 usuarios han encontrado esta crítica útil
La mejor película de John Carpenter fue esta subyugante odisea antártica, remake superior de “El enigma de otro mundo”. Si bien es clara deudora de “Alien”, se conforma a sí misma como una producción con personalidad propia, una especie de “Los diez negritos” con extraterrestre multimorfo y, por si parecía poco, bajo cero.

Los mecanismos de intriga son simplemente extraordinarios, el nerviosismo y la angustia se palpan en el gélido ambiente, en el que no tan solo es amenaza el extraño ser, sino que también el inhóspito clima y la creciente desconfianza mutua. Cualquiera puede ser el mortífero alienígena, y en cualquier momento puede revelarse, mostrando su horripilante naturaleza. El cuidado de los personajes es ejemplar, sostenido por unas más que aceptables interpretaciones de todo el grupo, aislado y paranoico ante la posibilidad de que el vecino sea en verdad la criatura. Sus peleas internas por identificar al ser crean una tensión en la dinámica del metraje, que va mucho más allá de la mera sucesión de episodios terroríficos.

Además del estupendo manejo de la intriga, destaca la pálida fotografía, ese Ártico desolado y amenazador, esas panorámicas (cuando encuentran la nave, etc.) de un paisaje inusual para el género, que contrastan cuando se producen los ataques, teñidos de un rojo visceral de antología gore. No es un film de terror sugerido, sino que muestra explícitamente las grimosas y alucinantes formas de la criatura en sus sanguinolentas meriendas de humanos en todo su esplendor. Los efectos especiales han pasado a los anales del cine de horror, gentileza de la mítica labor de animatronics y maquillaje del genio Rob Bottin (creador de los FX de “Piraña”, “Aullidos”, “Legend”, “Robocop” y un largo etc.)

En definitiva, una película con secuencias espeluznantes e inolvidables -sobretodo el test con la sangre- que forma parte de lo mejor del cine fantástico de los ochenta. En mi opinión, incluso superior a otras modélicas y muy recomendables incursiones del director como “Halloween”, ”La niebla”, “El príncipe de las tinieblas”, “El pueblo de los malditos” y “En la boca del miedo”. Para verla a solas, a oscuras y en invierno.
RandolphCarter
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4 de enero de 2011
34 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
PELICULÓN. Hay que decirlo así. Ni "El enigma de otro mundo" ni leches.

ESTA es la mejor adaptación del cuento de Campbell: una maravilla elegante, parsimoniosa, puñeteramente elíptica, de envolvente BSO, maquillajes de delirio (que alguien trate de igualar el trabajo de genio de Backer con CGI, que me voy a reír) y personajes que no necesitan decir chuminadas ni heroicidades.

Una fucking masterpiece. Gran cine de miedo de los 80. La clase de cosa que ya nadie sabe hacer. Seguramente, la mejor horror movie con monstruo que existe tras el "Alien" de Scott.

Carne de DVDteca obligada. No acepten imitaciones.
metabaron
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24 de abril de 2014
30 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi "La Cosa" hace mucho tiempo cuando era un pequeño malandrín y me fui a dormir completamente acojonado, claro que antes no vivíamos en la actual Cyber-Gomorra y no había telebasura ni banners de "Folla esta noche". En aquellos tiempos, finales de los ochenta y comienzos de los noventa, los niños conservábamos cierta sensibilidad o incluso auténtico pánico ante temas como el sexo o la violencia. En definitiva, éramos impresionables, que es lo que debe ser un niño, cosa que hoy a no ser que nazcas en una familia mormona es bastante improbable. Pero basta de diatribas.

Me avergüenza decir que no volví a ver "La Cosa" hasta recientemente. Quizás la guardaba como un recuerdo infantil, joya de mi niñez, que no quería mancillar o puede que todavía estuviera acojonado, vaya usted a saber, soy carne de psiquiatra. Hasta entonces había ignorado completamente a Carpenter desdeñándolo por folletinesco, patán o kitsch o lo que sea que se le llame por aquí. Pero ¡Oh! sorpresas te da la vida y a veces uno es ignorante o no comprende y rectificar es de sabios. Quizás mi fascinación posterior por Lovecraft y la literatura de terror fantástico ha hecho que aprecie el cine de Carpenter. Aunque la película está basada en un relato similar de otro autor contemporáneo, es cierto que se asemeja bastante a "At the Mountains of Madness" de Lovecraft y precisamente lo que me fascina de "La Cosa" es la capacidad que tiene de traducir la atmósfera "lovecraftiana" en la pantalla grande. La angustia, la repugnancia y el terror frente a lo desconocido, a lo inmemorial. Cuando lo imposible se torna real, el cerebro humano apenas puede mantener la cordura dentro de la pesadilla.

Fuera de mi impresión subjetiva, de la atmósfera del filme y dentro de lo cinematográfico Carpenter hace uso de algunos clichés pero no olvidemos que él inventó muchísimos de los clichés del cine de terror moderno, qué rayos, prácticamente inventa el cine de terror moderno o sea que se le puede perdonar lo que sea. Y si encuentras "lenta" la película es que evidentemente has nacido bien inmerso en la época de Google, la era de la inmediatez vacía, de los montajes vertiginosos donde cien mil elfos matan a doscientos mil orcos en 3 segundos. Esta época estúpida donde la gente ya no lee libros y los cerebros atrofiados e insensibilizados por la avalancha de información rechazan todo aquello que requiera atención durante más de tres minutos o supere los 144 caracteres. Cierro que me pongo apocalíptico.
pasota
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