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Dos días, una noche

Drama Sandra dispone sólo de un fin de semana para ir a ver a sus colegas y convencerlos de que renuncien a su paga extraordinaria para que ella pueda conservar su trabajo. Su marido la acompaña para apoyarla. (FILMAFFINITY)
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Críticas 109
Críticas ordenadas por utilidad
25 de octubre de 2014
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los hermanos Dardenne huyen de la teatralidad y del artificio efectista en este relato que ellos mismos escriben y dirigen, y precisamente por ese compromiso formal con la simplicidad sorprende la elección de una estrella reconocible como protagonista de su film: Marion Cotillard. Sin embargo, la impecable ejecución profesional de la actriz, de impresionante verosimilitud, y su insustituible poder para llenar el plano, ambas cualidades suficientes para dar sentido a su presencia en prácticamente el cien por cien del metraje, son avales sobrados para entender la razón de semejante elección de casting.

Dos días, una noche, título que resume el periodo temporal en el que transcurre la historia, nos presenta la complicada situación de Sandra cuando debe convencer a sus compañeros de que renuncien a su prima anual para poder mantener su puesto de trabajo. La película nunca recurrirá al sentimentalismo fácil y comercial o al discurso político explícito. En un aparente rechazo de la radicalidad, nos encontramos ante una obra carente de ornamentos, más íntima y personal que altisonante, pero con una carga de denuncia social honesta y estremecedora.

El conflicto de Sandra parece extraído de cualquier recorte de prensa en uno cualquiera de los países que sufrimos la crisis. Una de esas noticias que, de vistas y oídas, ha dejado de ser portada. Jean-Pierre y Luc Dardenne devuelven así el protagonismo a las personas, al ciudadano común que sufre el expolio (económico, psicológico o de otra índole). Lo hacen con talento, pero sobre todo sin santificar, sin juzgar, desde la observación franca y la humanidad. Su estilo natural detrás de las cámaras desnuda cada escena para aproximarla a la realidad y, no obstante, obtener una narración perfectamente fluida, precisa, donde ni sobra ni falta nada.

Excelente oportunidad para meditar sobre la crisis y nosotros mismos, sobre el egoísmo y la solidaridad. Imprescindible si se tiene conciencia.

Publicado en blog www.fascinoscopio.com
Fascinoscopio
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22 de noviembre de 2014
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando eres capaz de ponerte en el lugar de cada uno, y llegar a comprender sus miedos y sus miserias, es que algo bueno estás viendo... Los hermanos Dardenne recrean, explican, interpretan y seducen con un realismo, verismo y neutralidad mordaz... Con toques de documentalismo, la película exprime al máximo cada fotograma de verosimilitud... sus diálogos, actuaciones y argumentos se unen en un guión articulado en subtramas que completan la historia principal, la encumbran a lo extraordinario de lo cotidiano. El egoísmo como tema es encumbrado sin piedad en una sociedad falta de ideales y de compasión, representado con un tema cercano, no sin falta de susceptibilidad ajena... Cotillard lleva el peso de lo visual y de la trama, aguantando y elevando el listón.
Bolseiro
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27 de noviembre de 2014
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sandra es una mujer que está de baja por depresión. Cuando se restablece y recibe el alta, se encuentra con que en su empresa han decidido despedirla o, si no lo hacen, quitar la paga extra de mil euros a sus empleados. La empresa les pide a los empleados que voten lo que prefieren. De dieciseis trabajadores, catorce votan por mantener la paga extra aunque eso signifique el despido de Sandra.

Sandra le pide a su jefe que haga una nueva votación el lunes, para que ella hable con sus compañeros durante el fin de semana, y éste acepta. Ahora tiene dos días para tratar de convencer a sus compañeros de que renuncien a los mil euros de la paga para que ella pueda mantener su empleo.

Película belga dirigida por Los hermanos Jean Pierre y Luc Dardenne, que también son los guionistas de este drama social en el que abordan esta lucha entre lo individual y lo colectivo. Este conflicto que plantean entre lo que está bien y lo que te conviene. Algo que, indudablemente, hace que el espectador no se pueda quedar al margen, y que verdaderamente te llega, porque te pongas del lado que te pongas, acabas sintiéndote mal.

Excelentemente dirigida, la película huye de los recursos fáciles de este tipo de dramas. No es efectista y por momentos coquetea con el cine documental. Todo en la película es humilde y carente de pretensiones, a pesar de que su protagonista (Marion Cotillard) sea una actriz de renombre, pero es que su interpretación rezuma verosimilitud y carisma, siendo capaz de llenar la pantalla con su presencia sin que tengas la sensación de que estés ante una demostración de estrella de cine. Magnífico su trabajo, dando vida a una mujer complicada, resuelta y luchadora pero al mismo tiempo transmitiendo una gran fragilidad y sensibilidad.

Los hermanos Dardenne (salvo, quizá un poco al final) no juzgan, ni demonizan, ni pontifican, simplemente ponen sobre la mesa una historia que por desgracia, en estos tiempos, tiene mucho de cotidiana, y la muestran con total naturalidad, poniendo la cámara delante de los actores y logrando una narración fluida, realista y, por momentos, emocionante.

De un modo menos evidente, “Dos días, una noche” también trata otras cosas. Por ejemplo, la relación de Sandra con su marido, un hombre bueno buenísimo, que siempre está pendiente de ella, que lo aguanta todo, que la ayuda en todo, tanto, tanto, que a veces parece ahogarla. Como espectador, dan ganas de decirle que la deje un poco en paz, parece su sombra con tanto deseo de protección. En un momento dado ella le dice “ya no me quieres, porque llevamos cuatro meses sin hacer el amor y no protestas”. Para que os hagáis una idea de lo bueno que es el hombre.

Como puntos flojos, encuentro que la película se centra demasiado en el personaje de Sandra, que lo absorbe todo, y deja bastante de lado el resto de personajes. No hay desarrollo de personajes. Algunos de sus compañeros deberían haber tenido más empaque, más presencia, y se ha desaprovechado esa opción de mejorar la película con más matices. Tampoco me gusta el uso de la música en la película. No hay música en casi ningún momento, y sin embargo hay un par de escenas en el coche en las que parece querer hacer propaganda de un par de canciones concretas, que no se muy bien a qué viene.

La película está bien hecha, hay pocos reparos que ponerle. El argumento está muy bien y la Cotillard brilla con luz propia. A pesar de lo poco efectista que es, me emocioné un poco en algún momento. No es un peliculón para la historia, pero es un drama social muy bien hecho, muy creíble. Película honesta y de total actualidad.

Lo mejor es que hace pensar. Propone debates. No solo debates con otras personas sobre lo que cuenta la película, sino también debates internos, de nosotros con nosotros mismos. ¿Qué harías tú si fueses Sandra? ¿Y si fueses cada uno de sus compañeros? ¿Y si fueses el jefe? O, dicho de otro modo ¿Cuales son nuestros verdaderos valores?

Hay que verla, y luego responder.

http://keizzine.wordpress.com/
keizz
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22 de octubre de 2014
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con la estupenda “El niño de la bicicleta”, los hermanos Dardenne iniciaron su etapa quizá más optimista dentro de la dureza y marginalidad con la que presentaban sus proyectos anteriores. Y debemos decir que la iniciaban, porque con “Dos días, una noche” parecen haberse instalado en ese optimismo inmaculado, ese rayo de esperanza que siempre puede asomarse a la vuelta de la esquina cuando todo se viene abajo.

Aunque, en el caso que nos ocupa, el final pueda parecer algo amargo, ese reducto de positivismo que acaba encontrando el personaje de Marion Cotillard, una mujer que tiene dos días, y una noche, para convencer a unos compañeros de trabajo contra la espada y la pared de que voten a su favor si no quiere perder su empleo, estriba en la satisfacción que otorga la lucha por la integridad más que por salvar el propio cuello. Y, sobre todo, el orgullo personal que da el no pertenecer a ese grupo del “quítate tú para ponerme yo” que tanto impera en el mundo laboral, acentuado por una crisis de la que todos somos víctimas.

Pero que esto no lleve a error. Los cineastas belgas, aunque hayan modulado su dosis de realismo descarnado para dar a sus personajes una opción B a la que aferrarse, no abandonan su vertiente más comprometida y social, no dejan de lado a esos personajes mundanos rodeados de grandes muros grises e inmersos en una realidad que siempre se empeña en ponerte la pierna encima para que no levantes cabeza. Siguen apostando por un cine comprometido y crudo, de esa dureza que te da el saber que lo que ves en pantalla te puede ocurrir a ti.

Fieles a sí mismos, los responsables de “Rosetta” o “El niño” no nos regalan con “Dos días, una noche” su mejor trabajo ni el más remarcable –al menos no en comparación con el resto de su filmografía-, pero tampoco es esto necesario. Lo que nos dan es otro pedacito de realidad que, eso sí, tiene un enorme acierto en la elección como cabeza de cartel de una Marion Cotillard sincera y visceral, una actriz natural y sublime que llena la pantalla y aporta a su personaje el gramito de fragilidad y entereza que necesita, y que eleva esta nueva propuesta unos cuantos peldaños por encima de lo que podría haber sido sin ella. Ya sólo por su trabajo bien merece la pena su visionado.

A favor: Marion Cotillard, sublime
En contra: no es la más remarcable de los cineastas, aunque tampoco lo necesita
kubrick_is_alive
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24 de octubre de 2014
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Abres el periódico y sabes que tarde o temprano, en alguna sección u otra, vas a toparte con la maldita noticia. Enciendes el televisor durante la hora del noticiario y sabes que también van a hablar de esto. En la radio, tres cuartos de lo mismo, y en internet, después de haberle dado al play a unos cuantos vídeos de gatitos y de Jennifer Lawrence (que vienen a ser lo mismo), también. Esta vez han sido 126 las que mañana no tendrán que ir trabajar. Hay que tener en cuenta a todas estas personas... y a las familias que dependen de ellas. La cifra final se multiplica. Un drama al que, por pura repetición (y por inoperancia de los poderes fácticos) nos estamos acostumbrando demasiado. Existe el riesgo de la insensibilidad... hasta que tanto en el periódico, como en el espacio televisivo, como en el programa de radio, como en la página web, llega la hora de hablar de cultura, ese oasis más o menos infecto que a pesar de los incansables esfuerzos de las fuerzas internas y externas, sigue reivindicándose como uno de los únicos polos de decencia en este infecto mundo.

Hablamos, una vez más, de la puta crisis, de las víctimas que se cobra y de los verdugos, tanto los que dan la cara como los que tan bien saben esconderse en las sombras. Corren malos tiempos, cierto, pero al jefe de todo esto parece que no le tiembla demasiado el pulso cuando le comunica al de recursos humanos que hay que aligerar carga, que esto se va a pique, que la cosa está muy mal... y toda esta mierda que ya se vomita sin pensar. En este caso, le ha tocado pringar a Sandra. De patitas a la calle en un abrir y cerrar de ojos. Gracias por todo, y búsquese la vida. Por suerte, o mejor dicho, por intervención divina de última hora, le será concedida una prórroga. ¿Acaso no vivimos en un país libre? Pues a votar se ha dicho. A Sandra le acaba de caer del cielo la posibilidad de una votación que puede salvarle la vida. El trato es perverso, quizás porque los jueces van a ser sus propios compañeros de trabajo. Si ella sigue, cada uno de ellos tendrá que volver a ajustarse el cinturón... si se va, no se rebajará sueldo alguno... hasta nuevo aviso.

Aunque la mejor de todas las noticias es que la defensa del caso la llevará a cabo una de las parejas más prestigiosas en la materia. Estamos en buenas manos: Jean-Pierre y Luc Dardenne vuelven a la carga tres años después, y hasta el último momento no conservaron intactas sus opciones para conquistar la tercera Palma de Oro (que se dice pronto) en la pasada 67ª edición del Festival de Cine de Cannes. 'Dos días, una noche' es aproximadamente lo que dura un fin de semana, que es también el tiempo que se le concede a la protagonista para que convenza a sus compañeros de que cuando vuelvan el lunes al trabajo, voten a favor de su permanencia en la empresa. Marion Cotillard, estupenda de nuevo tras algún que otro bache, lucha contra el sistema, contra los miedos de quienes la rodean pero sobre todo contra ella misma, para así no perderse para siempre. La rescisión de un contrato laboral... a veces ''sólo'' hace falta esto para que nos hundamos en el pozo, para nunca regresar. Ahora sí: así de mal están las cosas.

Y así de bien siguen esos hermanos belgas que raramente no dan en el clavo. En esta ocasión, aparte de sorprender con una elegante puesta en escena que apuesta por la -desigual- simetría de los bandos enfrentados, su mayor acierto llega a la hora de enfrentarse al verdadero reto: no se trata de que la más precipitada, improvisada y cruel de las votaciones vaya a decidir sobre el futuro profesional más inmediato de un personaje que vive literalmente ahogado en sus propias angustias (un clásico en el cine de los Dardenne), sino de saber ver hasta dónde llega la colectividad y hasta dónde la esfera más estrictamente individual. ''Hay que aislarlas'', nos llevan contando desde hace mucho tiempo, pero ahí está la trampa.

Los cineastas de Lieja, en permanente contacto con la realidad más palpable (así lo atestigua cada una de sus películas), saben que esto funciona justamente al revés; que no se puede separar lo que por definición es inseparable. Y en esto se convierten los ''dos días y una noche'', en una encomiable fusión de las dos partes indisociables del mismo problema. Éste último, por supuesto, y como suele suceder con cada una de sus propuestas, no es el de una sola persona, sino también el de una comunidad entera a la que ya no debería serle tan fácil pasar de página, cambiar de canal / dial o irse a otra web. Sin prometernos un final feliz pero sí un proceso durante el cual nunca se faltará a la verdad (pero sí a la coherencia racional en un momento determinado, lo cual es, guste o no, otro sello distintivo de la firma), el equipo Dardenne & Cotillard pone la personalidad y su incuestionable savoir faire a este excelente testigo de la actualidad que, como sin quererlo, desemboca en una película redonda, tan cruda, perra, cercana y, en el fondo, esperanzadora como la insoportable realidad que nos (y la) rodea.
reporter
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