No comparto en absoluto el entusiasmo que despertó en su día la película de Haneke. En ese sentido soy un disidente absoluto con la cinefilia más políticamente correcta de Europa.

El señor Hanke es un verdadero maestro. Maestro-atesano pero no un grande. Podría haber sido un Hitckock de arte y ensayo pero su deshonestidad con el espectador y sus persoanjes de guiñol insisten en tomarnos elp pelo.

Claro que es un magnífico narrador; que la película es un acierto de cásting y un podigio de la puesta en escena y la fotografía. Y? Pues nada; nada más, porque Haneke nos vende puro humo, Tesis de todo a cien fundamentada en un determinismo moral absolutamente ingénuo que le sirve para darnos la matraca con su machacona y simplista tesis.

Me pregunto que aleja a Haneke de Ken Loach o león de Aranoa cuando se ponen tremendistas .Supongo que el hecho de ser un genio ( y esto no va con segundas) pero del engaño.

El título lo dice todo. Está claro que aprovecha la senda marcada por Los Soprano y en general el género de Gángsters pero dándole un toque blandengue absolutamente insoportable. A su vez intenta de forma poco fructífera, fundir el lirismo que se suele desprender de la filmación de la violencia y que ya acuñó El padrino con, y eso es lo triste del caso, una melancolía ñoña, más propia de Sensación de Vivir que de una serie adulta.