Llevo varios años con la sensación de que durante toda su filmografía, Almodóvar se ha dedicado a contar lo mismo una y otra vez. Podría decirse que sus películas son un conjunto de lugares comunes en donde, a veces, su discurso consigue desarrollarse con más o menos acierto. Tras años como espectador considero que poco tiene ya que decir. Que sus incansables traumas, anhelos y desamparos se han plasmado en la pantalla durante décadas hasta perder el ritmo y la frescura.
Almodóvar, como director, ha sido siempre incapaz de vivir varias vidas, poder del que suelen gozar los creadores. Aún así, siempre es posible aplicar la teoría de que si la rueda gira, no hay motivos para cambiarla. Y creo que esa es la razón por la que los espectadores de fidelidad irregular, siguen acudiendo a escuchar al director manchego. En mi caso, siempre he tenido predilección por los personajes abandonados y ahogados por la soledad, sentimiento arraigado a sus coloridas obras.
Podría decirse que Dolor y Gloria es como el gazpacho que tanto gustaba a Iván en Mujeres al Borde de un Ataque de Nervios y que Pepa preparaba con resentimiento. Son los ingredientes de siempre, ya tan familiares y fácilmente reconocibles después de veinte años. Pero ésta vez el director no los camufla bajo la tragedia de alguna dama dolida, ahora es él el protagonista. Y esto no hace si no que me acuerde de que aquel gazpacho elaborado durante la edad de oro de su filmografía contenía una caja entera de ansiolíticos. Y languidezco yo, y languidecemos algunos espectadores más, cerrando nuestros ojitos e incluso dejando escapar algún ronquido furtivo en la oscuridad. A ninguno parece importarnos el desazón que persigue a un personaje grisáceo y triste. No hay sentimiento, no hay sabor. Solo un regusto amargo, autocomplaciente, e indudablemente agotado.

Me entretiene esta película. Me gusta su sencillez, su desnudez, sus esculturales protagonistas, su gore, su brutalidad, su fotografía, su música y su forma de retratar esa asquerosa manía que tienen los hombres de cosificar a las mujeres.
Revenge es justo eso, la historia de una venganza. Chica es asesinada por chicos pero la chica resulta que no esta muerta y con ese imponente desierto como escenario, ella comienza a cazar a sus agresores. Es ella o ellos. No hay alternativas.
Como ya he dicho se trata de una película sencilla, cuenta poco pero mantiene mi atención. Podría decirse que es una versión estilizada de la conocida y polémica Spit On Your Grave, una ida de hoya bañada en colores vivos y arena en donde una tía buena se pone a pegar tiros en bragas a unos asquerosos y misóginos millonarios. Dibuja muy bien la relación entre sus escasos protagonistas, esos hombres ricos babosos insolentes y repulsivos que no saben respetar ni querer a una joven bella. Esa es su mayor virtud el ensalzamiento de una figura femenina contra aquellos que la oprimen, que la perturban, que la juzgan y la condenan. Una chica guapa, sexi, tontita que tiene derecho a ser todo eso sin que nadie la denigre y eso es lo que sucede justo en la película pero con la fortuna de que ella se levanta y reclama lo que es suyo, aunque sea a balazo limpio.

Ayer cuando fui a ver "Ha Nacido Una Estrella" descubrí que mis amigos no sabían que se trata del tercer remake que se hace sobre esta historia. La primera estuvo capitaneada por Judy Garland, la segunda por Barbara Streisand y esta ultima por Lady Gaga.
La historia siempre es la misma, un estudio sobre la fama a través de la tormentosa historia de amor entre dos cantantes cuyas carreras se encaminan en direcciones opuestas.
En esta ocasión es Bradley Cooper quien dirige y protagoniza la película. Y hay que ser sinceros. Lady Gaga es protagonista, sí, pero el verdadero rey de la función y quien interpreta al personaje más jugoso es Cooper. El actor cumple con su papel de atormentado cantante de malos hábitos y mirada llorosa. Gaga, en cambio, interpreta con dulzura y encanto a Ally, una virtuosa cantante y compositora cuyos complejos le han alejado toda la vida del éxito. El problema principal de éste personaje reside en que va perdiendo garra según avanza la película y queda totalmente ensombrecido por Cooper, al menos en el aspecto interpretativo. Musicalmente, Lady Gaga, es quien lleva el peso de la función demostrando su indudable capacidad vocal.
Por otra parte, el aspecto romántico del film no me despierta ningún interés, al principio solo una cierta curiosidad que se diluye al percibir que en el fondo, en esta película hay poco amor por el amor y mucho por la fama. Esto se plasma en la estupenda escena de la bañera donde los protagonistas comparten su conversación más honesta.
Quizás el problema radique en el ritmo, en un principio acelerado que no permite ahondar los verdaderos sentimientos que cada uno tiene por el otro
Sentimientos que siempre hablan de fama, nunca de amor.

Me esperaba una batalla perdida. Uno de esos films que no son capaces de poder manejar su saturada trama. Pero en este caso, me he confundido a medias. El reparto de Avengers Infinity War es amplio y numeroso pero sorprendentemente efectivo. Todos los personajes tienen su momento y su papel satisfaciendo a los fans de personajes no tan protagonistas, eso si yo esperaba ver más a una Gwyneth Paltrow.
Pero quizás el que peor sale parado de toda esta función es el propio villano, un megalómano cuyas teorías sobre la masificación planetaria resultan ridículas al igual que su carácter desequilibrado, a veces emocional y a veces psicótico.
Avengers consigue ofrecer un espectáculo visual pero que sufre ciertos agujeros negros en sus tramas atisbando ciertos resquicios de inverosimilitud sobretodo por la ridiculez de ciertas decisiones y giros de guión y los escenarios intergalácticos en donde se desarrolla la película. Todos planetas espectaculares y cuya atmósfera es sorprendentemente respirable para todo el mundo.
Quizás su mayor virtud, a parte de su integrado reparto en donde todos saben quien tienen que ser, es la sensación de amenaza que e encoge el estómago, la impresión de que estos héroes se enfrentan a un villano demasiado superior.
Seguramente una historia no tan difusa y más integrada hubiera dado una sensación más ligera ya que a ratos sus 150 minutos resultan cansados.
En resumen, lo que demuestra Infinity War es que la auténtica batalla es el descuido y la desidia de unos guionistas, esclavos de los irreverentes plot twist, que convierten las decisiones más heroicas en soberanas estupideces y eso, en el universo de Marvel, resulta una batalla perdida.

Primero de todo me gustaría disculparme con todos aquellos amigos y conocidos que, sin voz ni voto, alguna vez se han visto arrastrados por mi avidez cinematográfica a una sala oscura del cine Palafox a ver un bodrio de grandes dimensiones. Ayer me volvió a pasar y ayer me pregunté de nuevo como me siguen acompañando ciertos colegas a los que siempre y cuando digo siempre es SIEMPRE les digo de ir al cine, la película resulta ser un mojón insufrible.
La película que este miércoles me llevó de nuevo a sentarme en una de esas mullidas butacas era francesa, estaba dirigida por la reconocida directora llamada Claire Denis y por la aún más reconocida Juliette Binoche.
La película me llamó la atención por la buena reacción que había despertado en la crítica que la elogiaban generosamente. Pobre de mi, les hice caso.
La historia que cuenta "Un Sol Interior" nos muestra las relaciones que una artista parisina, divorciada y deprimida, entabla con diversos amantes tratando desesperadamente de superar esa a veces infranqueable linea que separa un affaire de una relación. Quiero recalcar que cuando digo que se nos muestra solo eso, lo digo en sentido literal. La película solo se conforma por secuencias en donde la protagonista interactúa con el amante de turno en una serie de escenas conformadas por planos cerrados pendientes del rostros de los personajes forzando al espectador a engullir esos ineludibles e inverosímiles diálogos metidos con calzador.
Quiero creer que la directora trata de mostrarnos, a golpe penoso, el ambiente incómodo, equívoco e inseguro que se da en los encuentros que todos hemos vivido en esas primeras, segundas y últimas citas pero se hace muy difícil al contar con una protagonista terriblemente dependiente del sexo opuesto que llora todas las noches por la soledad de una cama sin compañía. Vergonzante.