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Críticas de Haneke der Meister
Críticas 1
Críticas ordenadas por utilidad
10
9 de junio de 2014
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Viajar es muy útil, hace trabajar la imaginación. El resto no son sino decepciones y fatigas. Nuestro viaje es por entero imaginario. A eso debe su fuerza. Va de la vida a la muerte. Hombres, animales, ciudades y cosas, todo es imaginado. Es una novela, una simple historia ficticia. Lo dice Littré, que nunca se equivoca. Y, además, que todo el mundo puede hacer igual. Basta con cerrar los ojos. Está del otro lado de la vida."

La cita de Céline alumbra cada rincón de esta maravilla desde el arranque. Tanto como la sombra de Fellini, alargada y risueña, se oculta a cada paso de un viaje, íntimo y geográfico, por la Roma frívola, desencantada de su propio vacío.
Tardé en decidirme a viajar con el sabio periodista sexagenario, muerto de miedo ante el abismo de una vida banal. He tardado y me jode no haberlo hecho antes. Me cuesta resumir la experiencia del viaje, un trayecto que es mascarada y juego, trampa y cartón, lucidez y éxtasis, pasión y desconcierto. Y belleza. La belleza pensada en imágenes, sonidos, texto, miradas y gestos que son los de un espíritu acorralado ante la visión del vacío. Quizás el nuestro.

Puedo hablar de una exquisita puesta en escena. Podría contar cómo la cámara baila, acompasada y seductora, buceando en las tripas de este mundo superficial, excesivo, autocomplaciente, patético. La música, la sinfonía dolorosa y brutal de las máscaras girando en su propia necedad, las noches de desfase a ritmo de estupidez epidémica. Y quedaría lejos de lo que esta obra de arte sugiere y termina por regalar. Por qué tanta belleza. Tanto dolor que ilumina. Esta película transmite una angustia. El terror de nadar en una corriente absurda, artificiosa, grotesca. El caudal de gentes que consumen la noche en una ciudad, espejo engañoso, cáscara brillante de una sociedad contemporánea que languidece, perdida. La muerte. Ronda la muerte y el pánico de no encontrar lo que otorga sentido a la farsa. La verdad bajo la impostura. Qué hay tras la enorme mentira del mundo.

Y quedo muy lejos de lo que esta obra maestra inspira y termina por regalar. Soy torpe para expresarlo y bastante vulnerable. Y, desde hoy, un poco más feliz. Para todos los públicos? No. Rotundamente. Suena pretencioso? Sí. Absolutamente. Queda el recuerdo intenso, el flechazo, por qué no. Hacía tiempo que no me enamoraba así de una película. Frontalmente, sin anestesia. Elegía en el tono. Ironía en cada línea de la partitura. Carne y plasticidad en sus formas.

Esta película es casi un milagro. Y es un privilegio, por no insistir en la cosa placentera, recorrer las venas de una historia que es muchas a la vez, la misma todo el tiempo, reveladora de miserias universales. Que es reflexión y pura emoción. Vida y arte, la vida en el arte. O tal vez al revés.

Es muy grande el cine cuando es gran cine. Y sí, hay dolce vita y sentimos a Mastroianni bajo los neones. Y da igual, porque tenemos a Toni Servillo. Actor soberbio que lo cuenta todo sin necesidad de hablar. Poderoso, magnético, entregado. Y la gozamos.
Haneke der Meister
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