Kevin Costner alcanza la cima cinematográfica de su carrera con un film espléndido. `Bailando con lobos´ cuenta la historia de un soldado que huye del mundo, que busca o, mejor dicho, se encuentra, otra forma de vivir fuera de la que había experimentado durante toda su vida. Es un viaje por dos culturas ambientado en la Guerra de Secesión americana. Una travesía entre dos mundos totalmente distintos pero que conviven en una época determinada. Una narración magnífica de las costumbres Sioux, de la espiritualidad perdida, del amor a la naturaleza constante y permanente, de la pasión por una tierra todavía en fase de construcción. Una dirección magnífica acompañada por una banda sonora sublime y una fotografía alucinante. Es el paso al frente de un director que aspiró a conseguir el todo y se lo llevó en el bolsillo. Siete ‘Oscars’, entre los que destaca el de Mejor Película, avalan el film.
Una obra imperdible, de disfrute absoluto durante las tres horas de duración. Una obra pictórica, musical y, por supuesto, cinematográfica digna de elogio. Un vídeo meritorio de visualizarse una y otra vez hasta la saciedad.

Si alguien pensó un modo perfecto de acabar una saga tan expectante como esta, está de enhorabuena. La última entrega del mago más famoso del mundo no defrauda, es más, aunque cueste decirlo, fascina. Después de siete taquillazos entretenidos pero muy lejanos a lo que se esperaba, Harry Potter cierra sus puertas al cine con una película buena, rozando lo muy bueno podríamos decir si me apuran. Con unos efectos verdaderamente increíbles, el joven mago y sus amigos concluyen con un notable un ciclo tremendamente ‘normalito’ en todo, excepto en el éxito económico que ha supuesto cada una de las cintas. Quitando algún matiz concreto como la actuación de unos adolescentes todavía faltos de tablas y algunos errores garrafales en el maquillaje (cuando vean la última escena me entenderán) la película alcanza todas las metas que se propone y pasa sin duda alguna a encabezar en cuanto a calidad las ocho películas que ya se han estrenado, cosa que, por otro lado, no era muy difícil. Más que recomendable para todos aquellos que han seguido la saga, la más cercana al libro, un final digno de la expectación que ha levantado.

El hombre Elefante no se podría considerar otra cosa que una joya del séptimo arte. Esta película encaja perfectamente con la pregunta existencial que de unos años para acá me vengo haciendo: ¿se hacen ya buenas películas?
Por supuesto que la respuesta a esa retórica pregunta es: “si, por supuesto que se hacen” Pero bajo esta aparentemente coherente afirmación, habría que matizar largo y tendido.

The Elephant Man, viene a ser la tramitación en el cine de una vida, así de simple y así de claro. La película nos habla de la vida del propio Hombre Elefante, John Merrick, un caballero de la Inglaterra victoriana que nace con estrepitosas malformaciones y que vive las más auténticas calamidades por ello. La película, está dirigida magistralmente por un, como decíamos antes, más que excéntrico director: David Lynch. Un cineasta capaz de ensimismar al mundo con obras de arte como ésta o similares (véase ‘Una historia verdadera’) y horrorizar a crítica, público y un servidor con Dune y equivalentes.
Centrándonos ya en el film, cabe destacar la fuerza con la que impregna al espectador, el sobrecogimiento extremo que durante casi dos horas se vive en el cine o en el salón de casa, ante las penalidades de ese hombre. La vergüenza y el asco profundo que a los propios seres humanos nos hace sentir nuestra raza ante las barbaries que se le realizan y la esperanza en la gente de bien, en el buen amigo, en el punto de apoyo encarnado por el doctor Frederick Treves o, lo que viene a ser lo mismo, el majestuoso Anthony Hopkins.
La lágrima perdura en el párpado del espectador al acecho de cualquiera escena para resbalar por la mejilla, el arte se respira durante cada plano, cada escena, cada segundo de una película única; desconocida para la mayoría de aficionados al cine, pero imprescindible para los que, por suerte, tenemos más tiempo para adentrarnos en las maravillosas fauces de este mundo de ensueño. Una película que conmueve hasta la extenuación, que se balancea en un continuo paseo entre la bondad absoluta y la más putrefacta actitud humana. Una película de llorar, de llorar mucho y por distintos motivos. De tristeza infinita y de felicidad plena, de deshonra absoluta y de orgullo natural.
Si ustedes quieren disfrutar de buen cine, de ese que parece que ya no se realiza, de aquel que no requería de ingentes cantidades de dinero para emocionar, para disfrutar de él; vean el Hombre Elefante, les aseguro que no saldrán decepcionados.

Spielberg nos muestra su cara más delicada, fina y sensiblona. Una película que llega a emocionar, que atrae al espectador hacia los problemas de las mujeres negras de principios del siglo XX en la Amércia más profunda pero que se excede en muchas ocasiones en sensiblismos, en el llanto facil y, tal vez por eso, no llega a calar en el espectador como una de las grandes cintas del cine.

Una buena manera de gastar casi tres horas de tu vida. Lástima que no se entiendan muchas de las gracias si la visionas en versión original y, que por el contrario, deje mucho que desear su doblaje al Castellano. Audrey deslumbra una vez más