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España España · Granada / Bilbao
Críticas de albertoalbertus
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Críticas 8
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
7
13 de agosto de 2019
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un melodrama con más comedia que drama. Con más amor que drama y con los códigos de la nouvelle vague. En la segunda película de Lous Garrel (inolvidable por 'Soñadores' de Bertolucci') hay tres o cuatros enamoramientos en distintas direcciones que abordan al espectador con escenas de desamor. Pero lo más llamativo es que también se cuestiona eso que se ha venido a llamar poliamor. ¿Es posible amar solo a una persona? ¿Compartir la vida hasta que la muere nos separe? En 'Hombre Fiel', Lous Garrel no sonríe ni una vez. Hay una joven (más pequeña que él) que se le enamora y una exnovia de su etapa universitaria que le dejó por un amigo en común tras quedarse embarazada. El punto de partida es precisamente el funeral (de ese amigo) y el momento en el que le da el pésame a su exnovia. Se dan las cosas de tal manera que Garrel, un periodista poco interesante -como la mayoría-, vuelve a tener una relación con esta mujer-joven-viuda con un hijo pequeño con la que van desgranando algunos recuerdos. Como queriendo saber sin demasiado por qué hiciste aquello. Vuelve a haber en todo esto una tercera persona en la relación. Se habla del tedio. Y hay diálogos excelentes comandados por el reconocido guionista Jean Claude Carrière, que fue colaborador de Luis Buñuel. Como ese momento en el que se habla de que las personas viven cada vez más años. Y llegará la media de edad, a los 100 y algo.

- Sí, el problema es que no se sabe cómo se pagarán las pensiones - dice Garrel, en la piel de ese 'hombre fiel'.
- O como hacer para que el amor perdure.-, añade Lily-Rose Melody Depp, una joven que estuvo (o está) enamorada de él.

Por chispazos así merece la pena.
albertoalbertus
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7
2 de julio de 2019
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
En un momento de la cinta, ella se hunde en la incertidumbre -precariedad, alquileres caros, contratos temporales- con humor: "Mi madre me paga el móvil y el dentista. Soy un fraude de persona", le comenta a su pareja tras hacerse la prueba del embarazo. Positivo. No sabrían cómo sacar adelante a la criatura. El embarazo, claro, no era buscado, que no es lo mismo que no ser deseado.

A partir de ahí llegan las dudas. ¿Están seguros de querer tenerlo? ¿De no querer tenerlo? ¿Ella sí y él no? ¿Al revés? ¿Por qué? ¿Se conocen lo suficiente? Da la sensación de que hay un relato paralelo tras la piel de los personajes pensados por Carlos Marqués-Marcet, el director que se convirtió con '10.000 km' (2014) en una de las voces de cineastas españoles más interesantes del nuevo siglo. El proceso ha contado y mucho en esta ocasión. Para la grabación, Marques aprovechó el embarazo de la actriz María Rodríguez Soto. La intérprete es también pareja sentimental y en la ficción de 'Los días que vendrán' de David Verdaguer, imprescindible hasta el momento en la filmografía de Marques. Levantan una historia de incertidumbre que no solo habla de todas las dudas del proceso de gestación, también lo hace de los anhelos que rodean lo que vendrá.

A partir de esos nueve meses de gestación y de contar cómo los vive una pareja de treinteañeros, el director explora la maternidad, como ya hizo con 'Tierra firme', con cercanía, casi hogareña. También como si fuera un cronista de uno de los problemas a los que se enfrenta la sociedad, el envejecimiento -los nacimientos han caído casi un 30% en España en la última década-. Lo consigue recurriendo a su generación, entre los 30 y los 40 y poco años. Por eso es fácil colgar la etiqueta de "película generacional".

A través de los problemas sentimentales y la apariencia documental, Marques ata al asiento al espectador sin pensar demasiado en lo que vendrá. Pivotando entre el pasado: hay padres que cuando se hace la luz en la sala de cine rescatan los recuerdos de sus embarazos. Y el presente: esos hijos entrados en años que ven imposible formar una familia.
albertoalbertus
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7
18 de enero de 2019
14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quien se haya interesado en encontrar una explicación acerca de las causas o una exposición de las consecuencias del Brexit puede dejar de mirar la pantalla en el mismo momento en el que aparecen los créditos anunciando que el relato está basado en entrevistas personales. El cineasta Toby Haynes sigue en esta película los pasos de Dominic Cummings, jefe de desarrollo de la campaña a favor de la salida de Reino Unido de la UE (Vote Leave) durante las semanas anteriores al referéndum. Con un ritmo ágil, casi de thriller, se esfuerza por equilibrar la figura de un genio atormentado con las argucias ilegales en las que incurrió recurriendo a datos obtenidos de campañas masivas realizadas en redes sociales.

El actor Beneditct Cumberbatch se mete en la piel de Cummings, un personaje peculiar y un excéntrico con aire de gurú. La reflexión, si la quieren, es que la política funciona como un mercado y las grandes apelaciones emocionales se concentran en elecciones. También que todo ese mundo de jefes de campaña y asesores políticos no es más que una maquinaria vender humo. La acertada elección de Cummings como protagonista sirve en realidad para alertar de las fallas de la democracia representativa, sobre todo en tiempos de redes sociales y publicidad personalizada. Como curiosidad, la revista a The Economist predijo la relevancia del personaje en 2016, antes del referéndum. "Con él al mando, la campaña a favor de la salida será diferente a todo lo que la política británica haya visto antes", decía el reportero antes de poner negro sobre blanco el cuestionario a Cummings.

En las elecciones ganó el 'sí'. Ya lo saben. También la campaña del 'Vote leave' fue condenada a pagar 70.000 euros por violar la ley electoral al superar el nivel de gasto permitido en el plebiscito. Cummings tuvo que sentarse en el banquillo por otro asunto. ¿Hay marcha atrás en democracia?
albertoalbertus
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6
4 de enero de 2019
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sobre 'Tiempo después' hay complacencia en el aplauso. Parece que algunos se contentan solo con un nuevo título del director sin entrar demasiado a valorarlo. Y hay también indiferencia. Nada nuevo. Es lo que ha provocado José Luis Cuerda siempre que ha decidido tirar por el surrealismo o subrruralismo, como él mismo lo llama. No logró el beneplácito de la crítica con 'Amanece que no es poco', sí una banda muy fiel de seguidores. Si acaso con 'La lengua de las mariposas', la adaptación enternecedora de la novela de Manuel Rivas. Sin embargo, cada vez que decide tirar por el absurdo ahondando en una reflexión social consigue tantas risas como pesadumbre.

En realidad, el absurdo para Cuerda es la manera en la que vivimos. Los chistes fáciles, casi ridículos, o el retrato de una juventud pasota encajan en un mundo futurista que ni siquiera nos resulta apocalíptico. 'Tiempo después' transcurre entre un edificio, donde viven unos cuantos privilegiados, y un poblado de chabolas. Están todos los personajes deseables de su mundo. Un alcalde, un cura 'rojo', un cura 'facha', un peluquero poeta, una pareja de guardias civiles, un ejército mundial... El contraste entre las citas (cultas) y el chascarrillo son parte de la atmósfera. Sus personajes leen a Julio Camba y a Valle-Inclán. Puede ser que haya quien lo vea pretencioso. En realidad, Cuerda se acuerda así del mejor escritor irónico de periódicos en España y del esperpento. En realidad habla de de la brecha entre los que más ricos y los más pobres.Tan solo la actuación de Blanca Suárez, que parece no creerse su papel, y de Gabino Diego, frenan el ritmo de la cinta, de ese futuro hacia el que (da la sensación) ya vamos avanzando.
albertoalbertus
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8
24 de diciembre de 2018
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay una primerísima parte de la película en la que parece que te pierdes y todos esos planos tan preciosos de jóvenes bailando no van a acabar hasta que te duermas. Sin embargo, Pawlikowski tiene la manía de pasearte sin que te des cuenta -como hizo en 'Ida'- por una historia despertando un brillo en los ojos. Un americano que toca el piano y una polaca que canta. Él mayor que ella. Convulsos años 40. Su romance lo sigue a lo largo del tiempo. Los caminos se entrecruzan, una y otra vez. Parece que no se entienden al mismo tiempo que se enamoran. Los reproches y las costumbres se pegan a los personajes sin saber si la próxima vez que aparezcan en pantalla se unirán para siempre o se despedirán de malas maneras. A un lado y otro del muro de Berlín: folclore y jazz. Solo antes de los créditos sabemos cómo acaba esta historia rodada con tanta emoción que acaba dejando al espectador mudo unos minutos tras su final.
albertoalbertus
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