Joker es una película que hace de todo menos gracia. Provoca sensaciones contradictorias, decepción, incredulidad, rabia y un sentimiento de empatía que llega a doler, pero en ningún caso te arranca una carcajada. Resulta frustrante ver cómo un hombre cae en el abismo, se sumerge en su locura, pierde su alma y ningún ser humano se compadece y le tiende la mano... Más bien le cortan la única soga de cordura que pudiera atarle a la vida real. Phoenix está inmenso, su actuación es inconmensurable. Phillips es capaz de transportarnos a un universo complejo y torturador y de hacernos partícipes de una historia de decadencia protagonizada por un payaso triste. El papel de De Niro, si bien es muy secundario, resulta fundamental y aporta al film un dinamismo menos autocompasivo. Joker es, en definitiva, la película del año y, si me apuran, del lustro. No creo que Phoenix supere nunca este papel, que Phillips escriba y ruede una historia de mayor calibre ni que los espectadores sean capaces de presenciar en una sala de cine una obra maestra en mayor silencio, con una agonía más lírica y perturbadora. Simplemente maravillosa.

Esperaba con ansias esta novena película de Quentin Tarantino... Y no me ha decepcionado. Bajo el pretexto de haber sido rodada en la ciudad de las estrellas, Tarantino nos regala un metraje típico en su filmografía: Tranquilo, pausado, reflexivo, personal. La cámara rueda en primeros planos expresiones y sentimientos, y no tanto escenas de violencia explícita como nos tiene (mal)acostumbrados. Con un guión soberbio, un DiCaprio digno merecedor de otro Oscar (recordemos que el primero lo ganó gracias a "El Renacido" de González Iñárritu) por un papel que parece haber sido escrito por y para él, un Pitt espléndido y una Margot Robbie inocente, risueña y embriagadora, Quentin gana en madurez y sugiere una melancólica y dolorosa retirada. Esperemos que ese momento se dilate en el tiempo tanto como las margaritas de Rick Dalton en la pequeña pantalla.

Derrocha entusiasmo y muestra atisbos de originalidad, aunque indudablemente al guión le falta calidad. Las actuaciones son relativamente buenas, destaca la de Nia Long (absoluta protagonista del film). El guión es facilón y previsible, si bien garantiza sustos de infarto gracias a primeros planos en la oscuridad más absoluta y al derroche de presupuesto (holgadamente superior al de su precuela, que en nada se asemeja a esta) que permite sumergir al espectador en un infierno. Recomendable, pero no tratéis de encontrar un mensaje profundo porque "47 meters down 2" es, tan solo, una película de entretenimiento estival.

Bajo un escenario idílico, una profesionalidad impecable, actores de primer nivel y una premisa tan machista como demoniaca e irrisoria, Oz nos regala una joya de la ciencia ficción, el terror y la comedia. Ni que decir tiene que Kidman y Close sostienen, junto a Walken, el peso de la película y hacen las delicias del espectador. Con un guión hilarante y macabro, planos americanos, actuaciones dramáticas y desternillantes, coches de lujo y mansiones en un entorno no tan maravilloso como a priori pudiera parecer, "Las mujeres perfectas" es, para mi, una de las mejores películas para hacernos reflexionar acerca del papel de las mujeres en las relaciones de pareja y en la sociedas moderna. Film más que recomendable, aunque solo sea por el profundo mensaje antimisógino y de incitación a la rebeldía que alberga y satisfactoriamente, transmite.

Bress y Gruber nos presentan una historia compleja, de ardua digestión. Con un guión relativamente original y una puesta en escena modesta, cautivan y captan la atención del espectador en la primera hora de metraje. Sin embargo, en la segunda fallan. Kutcher es mediocre, a ratos moroso, pero Amy Smart nos regala una actuación brillante, emocionante, divergente. El problema es que solo con ella no basta para hacerte creer en un disparate rodado con fines comerciales y cuyo curso avanza hacia el abismo con cada toma. Si bien el final no decepciona, la película se hace extremadamente larga, tediosa, y desengacha precisamente por su pomposidad. Es de esas historias que, de no verla, y tratando de aplicar la teoría del caos, no sucede absolutamente nada.