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Críticas de PituxaSkol
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Críticas 15
Críticas ordenadas por utilidad
4
14 de agosto de 2023
93 de 123 usuarios han encontrado esta crítica útil
No nos dejemos engañar por el punto de partida porque en esta película hay un despliegue visual muy interesante, pero es que Islandia es así. Ahí va uno con una cámara y se mueve un poco por la ring road y ya tienes media película hecha con la paisajística sobrenatural y sobresaliente de la tierra volcánica. Soporto películas aburridas como esta solo si están rodadas en Islandia. Y cuando se rueda en Islandia y a poco que el director muestre un poco de empatía con el espectador y tenga un guion medianamente bien encuadernado, la puntuación se me dispara: Corazón Gigante: un 9. Sparrows: un 8. Rams y The Deep: un 7... Un blanco, blanco día, de este mismo director, Palmason: un meritorio 8

Y es que aquí hay muy poca historia. Quizás se sublimina en el estudio de la masculinidad, pero bueno... Lo mismo me dijeron algunos de El Faro de Robert Eggers, que qué pasada de película (me dijeron), su mensaje sobre el hombre blanco y tal (me dijeron), y si tengo que volver a ver cualquiera de las dos, nunca más abriré un paquete de la gula del norte... pero por qué esa mala obsesión de estas pelis con los peces gelatinosos!!

Quisiera advertir a otros cinéfilos que no se dejen llevar de la mano de esas puntuaciones estratosféricas que van al 8 e incluso al 9. Esto no es un western, como algunos nos indican sin abrir miras. Si llamamos western a esto podemos decir que "Vente a Alemania Pepe" también lo sería en el momento en el que Alfredo Landa regresa de Berlín para conquistar su pueblo Paralejos en el alto Aragón. Aquí no hay tensión. Yo diría que tampoco hay villanos (aunque alguien dirá que qué mejor villano que el que hay en uno mismo, jejeje... o qué mejor villano que el dios silente... mis dieses para vosotros). No hay tampoco pueblos o ranchos en peligro... No hay disparos. No hay ningún momento épico. El tabaco no se escupe. Se fuma mucho en pipa.

Hay caballos. Eso sí. Durante toda la película vemos caballos. Locos los dobladores a mover los cocos. Algunas veces me sobran caballos y me faltan personas. Hay de las dos horas y pico de película, planos de caballos a tomar por saco en el paisaje negroverde islandés. Hay también un caballo descomponiéndose. Así se la gasta el neowestern vikingo. La conquista del salvaje oeste escandinavo. El caballo en descomposición como imagen del devenir existencial y el eterno retorno. Flipante. Lo nunca visto, vamos.

No diré que la película tiene sus cosillas. Hay una parte inicial interesante. Cuando sale la expedición. Después maldita la hora en que no cogieron un maldito barco para ir a donde maldito el sitio donde tenían que ir. "Cómo no habéis venido en barco?" pregunta un tipo guasón, y esa me parece la mejor frase. Pónganle un marco. Hay escenas en la celebración de la boda, también buenas, esa lucha libre de pirolas, no lo voy a negar, muy bien ahí el homoerotismo reprimido... Todo lo demás es un poco pretencioso y repetitivo. Andar en círculos. Como si rodar algo que sucede a finales del S. XIX sólo se pudiese hacer poniéndose la gorra transcendental de la lentitud. Será que si mueves la cámara rápido igual te sale un repartidor de Glovo en la lontananza repartiendo pizza. Y sobre todo: Los actores: Muéstrense siempre deslumbrados por el ojo del culo de Dios. Y si no saben poner esa cara transcendental, enseguida se arregla. Aquí los personajes tienen dos registros emocionales: con barba y sin barba. Los hombres se llevan mal pero Palmason mal nos lo plasma, la palma cuando empalma planos sin plan. Y las mujeres... las mujeres... en fin. Las mujeres se dedican a estar ahí, como la laboriosa mujer del duro territorio conquistado por el hombre, su padre, que la vemos desplumando una gallina o cogiendo un cacerolo de agua hirviendo como si se pasase su vida comiendo ensalada en el mcdonalds y le sirviesen té de mandarina. Que pocas ansias, señorita. Ni se nos pone un buen primer plano de ella fumando en pipa.

Alguno pensará: hablas de aburrimiento, hablas de lentitud. Bah... ya tenemos al que se hace manolas con fast and furious. No se equivoquen. Esto no es una película en el que cada detalle aporta, ni aportan información ni sentimiento. Aquí los detalles rellenan el guion flojo, el tempo larghissimo oculta personajes vacuos y sin cabeza. Tanto me da lo que les pase. Como si se vuelven para Dinamarca a leer a Kierkegaard y a quemar biblias.

También hay alguna marca de estilo del director que ya utilizó en "un blanco, blanco día". que si en aquel momento me parecieron buenas ideas (como el paso de las estaciones o las fotos presentación de los personajes), aquí, por repetitivas, me supieron como cuando comí las patatas matutano al jamón por segunda vez. Como si el director cogiese cosas buenas que sabe hacer bien y bueno, allá van de nuevo. Mira qué gracia. Eso lo lleva haciendo Wes Anderson en sus últimas veinte películas y así le va. De cabeza a su infierno particular.

Esta es tu película si viste El Faro dos veces seguidas (excluyendo suicidas). Asistentes a las JMJ o si tienen dudas de fe (¿en serio, a estas alturas del S XXI poniéndose en el pellejo de un cura del XIX?).

Huyan si... mmmm... les gustó la anterior película de Palmason. Huyan si alguna vez vieron un western y lo pasaron pipa. Yo qué sé... El árbol del ahorcado, por ejemplo, Dead Man incluso.
PituxaSkol
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8
10 de abril de 2022
16 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Es divertida pero de repente no lo es, y eso de lo que me reí hace un rato, ahora tengo más información y quizás no debería haberme reído. A mí, cuando como espectador una película me da esas sensaciones lo agradezco mucho."

"Yo creo que Netflix tiene mucha culpa en la estandarización de las cosas que hemos hablado. Ellos, tengo entendido que hasta te dan la lista de cámaras para rodar donde no hay ninguna de 16 mm. Hay una estandarización de actores, de interpretaciones... da igual que sea una película lituana que de aquí, todo parece igual."

Así habla Chema García de su primer largo que está fuera de lo estándar. Esto no es Netflix. Esto no es quizás tampoco cultura pop ni posmodernismo. En todo caso es la subversión del género. Esto es punk. En los tiempos que corren lo subversivo es lo que se sale de lo estándar, abre el foco, rueda en cierta periferia de las sensaciones y genera cierta incomodidad.

Se acuerdan del bofetón de Will Smith a Chris Rock, pues él se rie del chiste que hace el cómico de su mujer calva, y después se levanta y lo abofetea. En la moral de lo posmoderno dar una hostia al bufón puede estar justificado. Pero ese es otro tema. Lo que quería decir que en ese gran momento, icono de la sensibilidad cinematográfica del siglo XXI, lo subversivo es lo que siente Will Smith, la incomodidad que provoca tu propia risa.

Espíritu Sagrado es drama. Podría decir que es una comedia dramática pero lo más horrible que se nos cuenta se come las risas. Existen los dramas cómicos. Pues eso. Un drama cómico porque lo que se nos muestra es el barrio pobre, el puesto callejero, el mercadillo, la feria, el heroinómano, la vivienda social, la precariedad, la enfermedad y los estafadores, los manipuladores, la maldad que picotea en los más débiles o vulnerables, en los que se dejan seducir por los cantos de sirena de una vida mejor en comunión eterna con los extraterrestres.

Hay a quien le costará entrar. Bien por ese transfondo incómodo, bien por la forma lateral de abordarlo (desde el humor), bien por el propio tipo de humor que se emplea (bizarro, surrealista, politicamente incorrecto), o bien por cierto realismo crudo en la dirección artística o un casting de actores amateur. Que trabajazo por dios en las localizaciones y el diseño de interiores. Hay cierta sordidez nostálgica, ese kitsch del quiero y no puedo, que nos acompaña a diario pero que nunca sale en el cine. En esta película el cutrerío simpático alcanza cuotas imaginables de ocupación por metro cuadrado: fijénse por dios en ese bar, en la inmobiliaria o en todos los anuncios que salen en la tv local, la música!... O en toda esa caterva de personajes que por dios juro que conozco a unos cuantos en mi propia vida o ya no sé si yo mismo podría ser uno de ellos.

Leamos algo más de lo que dice el director sobre estas cosas de las que acabo de hablar:

"Un almacén de atrezo es un sitio enorme donde hay 500 sofas, 500 sillas, todas con una etiquetita y vas allí con quien se encarga del diseño de producción y dices, quiero el sofá 43, y las sillas 32. Das una hoja a la salida, te lo cargan en un camión y en una tarde tienes todo el atrezo de la película. ¿Qué pasa? Pues que es igual que el de una serie que van a hacer al día siguiente o el de una peli que viste ayer. No es que se parezca, es que es el mismo, el mismo objeto físico, y eso ha creado una uniformidad de la dirección artística de las películas que me parece terrible, y aquí Leonor Díaz ha evitado ese proceso, igual que en la búsqueda de localizaciones. Queríamos que hayan sido vividas. La casa donde transcurre la trama está vivida hasta hace muy poco. Era una casa a la venta que alquilamos y es un trabajo enorme. Aquí hemos tardado meses en encontrar todo, y evidentemente es mucho más laborioso, pero se nota que es algo que existe, que lo reconoces" y sobre los actores... "No es mandamiento, pero me gusta tanto (trabajar con actores no profesionales) que no tengo necesidad de dejar de hacerlo. Me provoca tanto disfrute que no veo por qué dejar de hacerlo. Siempre les digo, si quisiera que la peña actuara llamaría a un actor, pero quiero un naturalismo máximo, casi documental, así que olvidaos de actuar.

En fin, me doy cuenta que no es una película mainstream para todos los públicos. Pero estoy seguro que es de esos títulos que irán ganando posiciones en el ranking del cine patrio transgesor. Podrá gustar a los que se divirtiron con Carmina o revienta, los que gustan del humor negro de Azcona, del toque surrealista de Fesser. Los que se vieron más de dos películas de John Waters, Aki Kaurismäki o Ruben Östlund. Los que no piden la cabeza del bufón cuando hace un chiste.
PituxaSkol
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9
18 de diciembre de 2021
17 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el cine de los últimos años estoy bastante harto de saltar de película en película sin encontrar nada sorprendente, fresco, ágil, con sentido del humor, cine cínico, cine incluso que asuma sus limitaciones con imaginación.

Que aburrida la forma de llevar el cine social a la pantalla, cayendo directamente en el panfleto o el absurdo posmoderno, en el guión patchwork con un mono ciego y cocainómano de script.

Cansado ya del nihilismo que provoca bostezos. De la preocupación formal sin nadie a los mandos como pasa en la colorida Midsommar. Que harto de películas como Titane que cada día que pasa le tengo que bajar un punto en el voto de Filmmafinity, porque tiene la extraña virtud de ser una película que se va disolviendo como si no lo hubiese visto hace un mes. Parece que hace años que la vi. Titane envejece tan mal que en un año parecerá que se estrenó hace diez.

Pero al lío. Porque aquí se viene a hablar de The Innocents, y como comprenderéis por mi puntuación, esta sí, señoras y señores. De vez en cuando hay películas que me reconcilian con el cine de estreno.

The innocents va de niños. Y que niños! Un año de trabajo de dirección pasó Eskil Vogt con ellos. Y va de niños y el misterio y la magia de los juegos infantiles, y ese punto escuro en el que alguna vez sentimos que nos movíamos cuando los adultos quedaban al margen. Es una película de terror frío. No lenta porque aquí cada secuencia tiene su jugo y está bien engarzada con la anterior y con la que le sucede. Nada queda fuera del guión. Y lo que queda no deja un agujero en medio de la trama.

En un momento de la película, estos niños que están en tiempo estival, esa época del año del ocio un poco turbio, cuando las horas no se dan llenado, pues estos niños descubren que tienen poderes paranormales, y no saben controlarlos o lo hacen mal o intuyen de todo lo que hacen, a tientas, cual es el camino correcto.

El espectador hace ese camino con ellos. Perfectamente llevado de la mano. Pocas costuras se adivinan en el guión. Hay mucha sutileza, se insinua lo peor, lo tremendo apenas se deja entrever. Ese horror contenido en el que un niño cae, otro llora, cinco se asoman a un balcón a observar algo que los atrae sin explicación, nos entretiene y nos tiene amarrados al asiento. Se agradece la factura sosegada y el guión clásico, cuando el petardeo, el ruido y los colorines sin soporte firme son el imán que nos ofrecen las propuestas más abundantes en el cine del mismo género. Esta es una peli emparentada con Thelma, Déjame Salir (obviedad) y La Cinta Blanca.

Hay temas de fondo, claro, dobles capas, pero como en las buenas películas puedes entrar en ellas sin que te den collejas con un panfleto enrollado. Aquí hay diversidad, feminismo, sororidad. El germen de la violencia machista. Todo en la médula. No se nos restriega como si fueses borrego.

Eskil Vogt por lo que leo fue guionista de la excelente Thelma. Su primera película con guión propio fue Blind (buscándola desde ya) En esta hace de nuevo la dupla de guión y dirección. Apuntado queda para seguirlo de cerca.
PituxaSkol
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7
7 de febrero de 2022
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película de bajo presupuesto basada en hechos reales, con una modesta puesta en escena pero de potencia dramática. Nos muestra la lucha del anciano Kenneth Chamberlain de 70 años, enfermo del corazón y en tratamiento de un trastorno bipolar, para evitar que tres agentes de la policía entren en el ruinoso piso en el que vive solo, cuando acuden a una llamada de emergencia, al pulsar accidentalmente el viejo Kenneth su collar de alarma médica.

El primer acierto de la película, de escasa hora y media, es mostrarnos sin muchos preámbulos al anciano con el problema encima. Se despierta alarmado por los golpes de la policía en su puerta, y a través de un rodaje minimalista y economizando medios nos vamos enterando de qué pasa con él, de su sordera, sus problemas de salud mental, su inestabilidad, su desamparo.

Basta un molesto piiii piiii piiii que nos acompaña un buen rato en las escenas de puñetazos en la puerta y gritos de los agentes, para que a través del audífono de Kenneth sintamos nosotros su desasosiego, su miedo y el frágil control que tiene sobre si mismo.

También es muy interesante ver como se aborda esa delgada linea en el que la ayuda al prójimo que va en el sueldo de los agentes de la ley, se convierte en una auténtica espiral de delirio paranoico con el que los policías deciden derribar la puerta que Kenneth se niega a abrir, inventándose/imaginándose para ello toda una suerte de delitos que puedan estar pasando al otro lado.

Separados por esa puerta que se resiste a caer abajo, poco a poco vemos como Kenneth Chamberlain, dentro de la casa, no está tan "chalado" como en un principio pensábamos (la exposición del personaje nos lo muestra según se suceden las escenas como sabio defensor de sus derechos), ni fuera en el descansillo, los policías son lo que se cansan de repetir, es decir, las personas que se preocupan porque no le pase nada al anciano.

Como en un curioso juego de inversión de papeles de la fábula del lobo y los cerditos, aquí los tres cerditos, resultan ser unos cabrones que quieren entrar en la casa de un lobo bueno.

La puerta, que funciona como límite de la cordura, es la trinchera que asaltan todo una serie de personalidades trastornadas, supuestos valedores de la seguridad ciudadana, para invadir la casa refugio de un hombre fiel a sus principios. MI voto es 6,5 / 7,00
PituxaSkol
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8
3 de abril de 2022
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Madredelamorhermoso. Qué película más chula. Es que hay películas que no envejecen. Vengo de ver y puntuar "La peor persona del mundo" con un 6,5-/7. Una elegante película en la que se actualiza la relación chica chico embebiéndola en ciertos debates del siglo XXI. A muchos les puede gustar, y deduzco que ha sido convenientemente votada con bastantes dieses porque se cree que lo que sucede en esa peli Noruega representa a una generación jovén de veintipicos. Pero eso es lo quisieran muchos. Es decir, votan el ideal romántico. La vida real de la gente joven es más como "Se escapó la muerte". Es una vida de posguerra en la que se trabaja muchas horas en trabajos precarios. Aquí ganar un extra en un premio de loteria supone poder comprar una moto para ir al trabajo en vez de ir en bicicleta, y meterle un sidicar los domingos para hacer excursiones. O dejar el piso en el que no se tiene baño por uno con más comodidades. O tener dos trajes y un abrigo. Esto le pasa a una pareja de super super enamorados. Por dios que juro que están enamorados y que ella, una Claire Mafféi, que no sé por qué diablos no hizo carrera en el cine, es un espectáculo. Un lujo de intepretación. Aquí también sobrevuela como un pájaro de mal agüero, el miedo a que tanto idilio se rompa. Hay apuntes de la pérdida de confianza en uno mismo, o en tu pareja, y se nos muestra en varias ocasiones el juego de una posible infedilidad. Y el acoso brutal del tendero que ofrece comida por trabajo y sexo.

Pero a ver, confiemos un poco. No por casualidad se llaman Antoine y Antoinette. Es que igual están hechos el uno para el otro!
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
PituxaSkol
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