J.J. Abrams, nos devuelve a esa galaxia muy muy lejana, de la que nos apartó Lucas en las precuelas. Pero tanto nos ha devuelto a ella, que ha condensado la trilogía original en una sola película.
En efecto, amig@s, la peli es eso; "ésto ya lo he visto, ésto también...y estos personajes, cambian las caras y el rol, pero lo que dicen también lo he visto. Y el planeta desierto, y el helado, y el de los bosques". Es como si hubiesen querido hacer una peli para los fan de la trilogía original y, como esta funcionaba al dedillo, hubiesen querido hacer lo mismo.
El guión no arriesga NADA; es más, estoy muy cabreado con el co guionista Lawrence Kasdan. Parece mentira que el autor de El imperio contrataca y El retorno del jedi, haya escrito ésto (nunca llegué a pensar de él que escribiese personajes con dos frases, sólo para justificar su presencia en el film). Pero sí, lo ha hecho.
La película tiene sobradas y fantasmadas por doquier. Y algunas incongruencias bastante gordas. Por no hablar de un sentido del humor, que mejor lo dejamos.
Lo mejor es escuchar a algunos decir que es, incluso mejor que la trilogía original. Ahí, con dos cojones. Es lo que pasa cuando vas al cine habiéndote fumado toda la maria de Amsterdam.
Los que criticaban el CGI de Juicio Final en el último trailer de Batman V Superman, se habrán echado unas risas con cierto personaje oscuro holográfico...¡Qué horror!
Y por cierto, Williams, desaparecido en combate.
En fin, algo decepcionante, repetitivo y sobre todo, complaciente y poco arriesgado este episodio 7. Es lo que hay.
Y por favor, que Kylo Ren no se quite nunca la capucha mientras lleve el casco puesto. Pero nunca!!

He cantado.
He bailado.
He reído.
He llorado.

¿Y la crítica? ¡Ah, sí, es verdad!

He cantado.
He bailado.
He reído.
He llorado.

Pues eso mismo. Tome 1/5 de La cúpula, 2/5 partes de La niebla y otras 2/5 partes de El sonido del trueno. Añádale un chorrito de existencialismo pegajoso y agítese bien. Y ahora, de un trago, para dentro. Se recomienda sal de frutas para los ardores. Que tenga buena digestión.

He de confesar mis dudas a la hora de ver por primera vez esta Obra Maestra. El nombre de Nolan, pese a su estupenda Memento, y a su efectiva Insomnio (no conocía su ópera prima Following), se me antojaba algo raro, algo extraño, pues las características de la obra en cuestión, diferían de sus anteriores obras; tal vez demasiado (algo parecido me ocurrió con Spielberg y su maravillosa El color púrpura).
Pero cuando las luces de la sala se encendieron tras la proyección...¿qué coño había visto? El descoloque me duró horas, síntoma que compartí con mi colega de proyección, con el cual debatí horas sobre el film, cubata en mano.
Obra Maestra. ¿Algo más que añadir? ¿Para qué?

Y llegó David Fincher, "el grande" y al más puro estilo Julio Cesar: "veni, vidi, vici". Y es que alejado de los thrillers a los que nos tiene acostumbrados, Fincher da forma, como un Dios griego, a la arcilla maravillosa creada por ese genio que es el guionista Aaron Sorkin. Con una fotografía sublime, Fincher se rinde una vez más a las nuevas tecnologías, rodando integramente la cinta en formato digital, concretamente con una Red One, cámara que, visto lo visto, ofrece estupendos resultados.
De nuevo, el director de "The Game", utiliza su habitual estilo de rodale, basado en grandes desenfoques y panorámicas, que nos llevan hacia la acción. Pero esta vez, prefiere dejar la cámara más estática, permitiendo que el protagonismo lo lleven los actores (deliciosos Eisenberg, Garfield y Timberlake) en lugar de envolverlos con juegos de cámara de los que Fincher, por cierto, es un auténtico maestro.