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España España · Chinchón
Críticas de Galvanes
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
1
8 de febrero de 2018
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Del profe Hitchcock al alumno Almodóvar:

Le pongo un 1 aunque merecería un 0 mondo y redondo. ¿Pero Pedrito, quien se habrá creido que es Vd?
En sus entregas anteriores, se rastreaba algo de fantasía, una peculiar tonalidad, sana vulgaridad. ¡Pero este bodrio! Una sopa fría y desabrida que a lo sumo rezuma comicidad, aunque no creo que sea la meta que se haya propuesto, una mescolanza bochornosa de Les yeux sans visage y de Thierry Jonquet. Vd sería la clase de camarero que se olvida de sumar alcool a sus preparaciones.

¿Que cuento de Calleja es este de un cirujano que rapta al violador de su hija para transformarlo en sosia de su mujer fallecida en accidente de coche? ¿Se cree Vd en la clínica de mi doctor Edwards? ¿Quien le ha dado permiso de emprender tamaña simiesca imitación de Vertigo?
En todo caso, para este tipo de cometido se hubiera necesitado un remedo de James Stewart, y no al insufrible Antonio Banderas con su vacua mirada de vacuno que ve pasar los trenes. Y mejor no insistir sobre el erotómano mentido de tigre, las pantallas de vigilancia asumiendo una representación de la paranoïa, una prisionera que practica yoga, lee a Cormac McCarthy y esculpe trapos en homenaje a Louise Bourgeois: tanta referencia resulta empalagosa. En cuanto al episodio de la crema lubrificante, por favor resérvelo Vd para las páginas publicitarias de las revistas masculinas.
A su edad, debería darle vergüenza confundir guión cinematográfico y trama digna del escribidor Pedro Camacho. Su único hallazgo: Elena Anaya. Bien conoce Vd mi predilección por las rubias, pero con morenas de este temple, dispuesto estaría a cambiar de acera.
Galvanes
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3
19 de marzo de 2017
5 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Allá por los años en los que está ambientada la película, alrededor de la San Martín se procedía en pueblos y aldeas a la matanza. Se le preparaba diariamente al cerdo en la caldera de cobre un sabroso potaje a base de salvados y de productos del huerto, zanahorias, patatas, remolachas, etc. Los últimos tiempos antes del degüello se le alimentaba con castañas y sus buenas bellotas que se iban a recoger al monte cercano.
De los perniles de tocino que nos regalaba tan regalado cochino se almorzaba cada mañana unos torrendos fritos sin pizca de magro que de sólo acordarme espasmos de placer me sacuden el cuerpazo ¡Cualquiera que se atreviese a otro tanto hoy en día le entra algo peor que con el aceite adulterado!
¿A que viene semejante gorrina introducción? Simplemente a declarar esta evidencia: lo que era la norma en los años sesenta se ha tornado en el lujo de nuestra época.

... Y las que nos presenta la película como situaciones de malestar existencial, de plomizo ambiente y de dificultad laboral le parecerán a los cientos de miles de inmigrantes que se tiran al asalto de nuestras fronteras como un avance de su paraiso. Vemos a la panda de insatisfechos de la peli alternar en los bares, jugar a los bolos, ir de excursión, trabajar de camareros, mecánicos o taxistas de noche... y sólo pensar en el maldito coche que no se pueden comprar.
Cierto que ayer como hoy no existía pleno empleo en España, y que muchos compatriotas se aprovechaban de que en Francia o Alemania sí era el caso para dar el salto, pero lo hacían sin los melindres que nos pinta la película, las mujeres de criadas y los hombres de peones en la construcción. En la mayoría de los casos para cerciorarse de que en definitiva con o contra Franco se estaba mejor en España.
Porque dirán lo que se les antoje todos los que claman contra el régimen de aquel tiempo, meramente repitiendo como borregos los dictámenes al uso, pero la gente entonces como hoy se divertía, llenaba los bares y proceaba sin importarle demasiado la relativa falta de libertad de expresión, por lo menos no tanto como quieren hacérnoslo creer los que a veces ni siquiera lo han vivido, y que conste que por la época de la película también se respiraban aires opresivos en Francia o Alemania, aunque de distinta índole.

Cinta insoportablemente llorona, muy acorde con esa maldición tan íbera que consiste en renegar de España, con esa propensión que tienen los españoles de desestimar lo mucho bueno que encierra su patria para sólo dar estima a raterías extranjeras.
Galvanes
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2
19 de marzo de 2017
1 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Cómo me arrepiento de haber visto esta pobrísima variación sobre el triángulo amoroso! Todo el buen concepto que tenía acumumulado sobre la obra de sir Neville ha sufrido un serio bajón, y mucho me temo que cuando me acaezca ver otra de sus películas, el mal regusto que me ha dejado ésta va a enturbiar y envenenar lo que pueda suceder en pantalla.

Cuando se lucubran fantasías, hay que ir con mucho tiento y sutilidad, mucho más que cuando se pretende representar como en espejo una realidad, ya sea psicológica o histórica.
La idea de base sobre la que se asienta el argumento cojea espantosamente por carecer del más mínimo vislumbre de verosimilitud. Resulta tan imposible tragarse la situación expuesta, que nada consigue hacernos olvidar durante toda la película que estamos asistiendo a un ejercicio vano de elegante palabrería.
Podría haberse salvado de rastrearse alusiones a un trasfondo oculto, una suerte de Gala compartiendo marido y amante, o una relación entre pareja y mirón, pero ¡Nada de nada!... pura sosería ñoña y por momentos empalagosa.

Pese a todo, un estupendo Rafael Alonso, sobre todo en el tercero de los tríos donde aparenta estar realmente cargado de años, hasta en la voz. Y me ha encantado ver la estatua del Ángel caido. Algo es algo.
Galvanes
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