El enemigo de Batman ha aparecido en miles de cómics, numerosas series animadas y tres grandes películas de gran éxito desde 1966. En realidad, Joker debutó en los cómics de DC Batman 1 (1940) como el típico gángster, pero el personaje evolucionó constantemente en uno de los más siniestros en la historia del arte secuencial. Los académicos de una amplia gama de disciplinas miran al Joker a través de la lente de películas, videojuegos, cómics, política, magia y misticismo, psicología, animación, televisión y filosofía.

Porque, Joker, es un complejo fenómeno cultural y de cross-media, seguramente con algo de Karl Marx y de Friedrich Nietzsche también en esta película, y su figura es tan poliédrica y sofisticada que en este film (formidable, feroz), que se revelaba como el compendio definitivo del mito en la gran pantalla, sólo he visto a un ser humano profundamente enfermo, elevado por Joaquin Phoenix en la que es, seguramente, una de las cinco o seis interpretaciones dramáticas más eminentes de la historia del cine, pero sólo eso (que no es poco).

Para mí, la gran pregunta es si Todd Phillips, director que ya quedará consagrado para siempre, pudo hacer algo más en la primera mitad del metraje, integrando alguna pieza más en el puzzle del Joker, que se nos presenta siempre como un torturado enfermo mental pero no como un inteligente criminal; lo vemos vulnerable pero no ingenioso y calculador, capaz de organizar el atraco de un banco en el centro de Gotham; Joaquin Phoenix es, en pocas palabras, alguien por el que sentimos una profunda y desgarradora lástima, pero no se nos da ningún elemento de base para entender al Joker que todos hemos conocido (salvo un par de escenas de infiltración), ni podemos imaginar cómo un ser tan indefenso puede luego evolucionar en un cerebro del crimen, manipulador y brillante.

En definitiva, estamos ante una gran oda, una monodia griega, casi mitológica, estéticamente bella en lo lúgubre, artísticamente innegable, y el baile de Joaquin Phoenix se convierte por momentos en nuestro baile, y Joaquin y nosotros nos movemos en un viaje poético a las profundidades de la psique, en el que la sangre esboza formas y dibujos, sombras y huellas y nos hace testigos de nuestra propia fragilidad.

Comparar el Joker de Joaquin Phoenix con el de Ledger es absurdo, porque son dos mundos diferentes, pero quizá la partitura que le ha faltado a Phillips en esta monofonía excelsa, ha sido la de meter un poco del Joker de Nolan en la primera hora y media. Porque, no nos engañemos, 'The Dark Knight' la veremos muchas veces, pero este 'Joker' que te revuelve el alma, no podremos soportarlo demasiado. Porque nos asusta, nos hace frágiles y, sobre todo, nos deja anímicamente destrozados.

Nunca vi 'Lost' y probablemente nunca la vea. Me decidí a ver 'From' porque me inspiraba la atmósfera lúgubre de su cabecera y, recién acabada de ver la segunda temporada, puedo decir que no sólo he encontrado lo tétrico, sino también lo esotérico, lo terrorífico, lo críptico y, por qué no, lo divertido de una producción coral con personajes bien desarrollados e interpretaciones más que decentes.

Repito, no he visto 'Lost' ni me interesa, pero si hay algo de la esencia de 'Lost' en esta serie, desde luego ha sido muy interesante articularla con horror, ocultismo e, incluso en algunos episodios de la segunda temporada, conspiración. Además, los portales dimensionales están a la orden del día. Para mí, la fórmula funciona.