El título original, Northern exposure (apartir de ahora NX), algo así como exposición nórdica, conceptualiza perfectamente la esencia de la serie. Todo comienza cuando Joel Fleishman, un joven médico judío neoyorkino llega a Cicely, el Norte, un pueblo al final del camino, y poco a poco inmerso, expuesto a un nuevo mundo, se transforma.

El Norte aparece como el paradigma de lo irracional, de la magia, de lo caótico, lo espiritual, lo tribal; en contrapunto a la figura del Dr. Fleishman, científico racional de Nueva York, la capital del mundo, ordenado, meticuloso, republicano, materialista. NX presenta la vieja dialéctica sapiens-demens de la humanidad haciendo llegar a Joel Fleishman, el protagonista, a Cicely, Alaska, el otro protagonista.

Llega a Cicely para devolver con cuatro años de trabajo la deuda contraída con el Estado de Alaska por el pago de sus estudios. Fleishman es judío, es un punto importante, pues el pueblo judío es bastante hermético en sus relaciones sociales y no existe ninguna comunidad judía en cientos de kilómetros, lo que hace aumentar todavía más su aislamiento. Es joven y está encerrado en un mundo extraño, perdiendo los mejores años de su vida. El oficio de médico rural no se parece nada a sus aspiraciones de hacer dinero tratando a viejos millonarios en Nueva York.

Cicely es la última frontera, el único lugar en el que todo puede pasar. Cicely son los blancos que han huido de la vertiginosidad del mundo occidental; son los amerindios, con una cosmología radicalmente distinta al resto de su sociedad; son los viejos tramperos y cazadores; son todos los hombres sin destino que ha llegado allí atraídos por el extraño embrujo de Alaska; es la pequeña emisora KHBR, que hace un juego de palabras con BR, pronunciados en inglés /bi ar/, oso, el narrador del cuento.

Alaska es un estado mental.

Ante nada debemos tener en cuenta que Carnivale es una historia inconclusa de seis temporadas por lo que lo presentado de la trama principal es tan sólo una muestra llena de cables sueltos. Aún así parece que señala alto, parece una magnífica vuelta de tuerca al viejo argumento de la lucha del bien contra el mal.

Además la serie es técnicamente espectacular, tiene planos deliciosos y en general la cámara está muy bien colocada. Su BSO, muy bonita.

Carnivale se encuadra en la gran depresión norteamericana, en la zona que se ha venido a llamar la "dust bowl", la cuenca de polvo, entre los Estados centrales de Oklahoma, Tejas, Kansas, Nuevo Méjico y Colorado. Es en ocasiones una serie costumbrista que describe las vidas decadentes y oscuras de aquellos inmigrantes que lo perdieron casi todo entre la arena y el polvo.

Pero no todo es brillante. Carnivale acusa una falta de ritmo durante muchos momentos de la serie porque el argumento se desvela tan lentamente que hasta mediada la segunda temporada no sabemos casi nada del porqué de la búsqueda de Ben Hawkins. Esta falta de ritmo es compensada parcialmente con unos pocos giros intensos pero deberían ser las subtramas el recubrimiento de los pilares que son el argumento principal. Y las subtramas carecen de interés en su mayor parte, las posibles historias paralelas están poco explotadas de forma que se centra casi exclusivamente en una, la de las bailarinas, desaprovechando la riqueza de una serie coral.

"Now, the people in this towns, they are asleep. All day at work, at home, they are sleepwalkers. We wake them up."

El prometedor inicio muestra cien libros de un biblioteca histórica clavados por cien clavos, enfrentando los libros portadores de un conocimiento perfecto, inmutable, creado por Dios al hombre Hombre mortal culpable de la muerte de Jesucristo y de los males del mundo, enfrentando los libros inmortales a la vida fugaz.

Ermanno Olmi nos muestra un caminante huyendo, abandonando los libros en busca de la vida. Pero fracasa a la hora de desarrollar la busqueda y el encuentro.

Vladimir Ilyich Ulyanov, Lenin, pasa sus últimos días en el pueblo de Gorki, diez km. al sur de Moscú. Con medio cuerpo paralizado tras varios infartos pasa sus últimos días.

Sokurov presenta a un Lenin aislado del mundo, inválido, encerrado en una casa en donde se le trata como a un viejo bufón, despojado todo el poder que tuvo durante la Revolución de Octubre. Crea una atmósfera extraña y feísta de alienación e incomprensión en donde Lenin poco a poco se va hundiendo, incapaz de hacer frente a su vida.

Sokurov consige lo más difícil, crear un planteamiento a priori interesante, pero se tropieza en lo más básico, no consigue que la película no resulte aburrida.

Un argumento cíclico que se repite hasta llegar a una fortaleza ridícula asaltada con la imaginación. Hubiera sido una buena película si técnicamente hubiera sido bonita, pero ver al mismo negro en la misma terraza con dos tazas de café durante 110 minutos no lo entiendo como algo estéticemente bonito.