Quizás, para poder valorar esta serie, hay que mirar mucho más allá de lo intrigante e impredecible que nos depara un gran thriller. Porque es justamente así como empieza, con una intensidad propia de una historia con un gran fondo de armario, que con el paso de los capítulos se postula como una crítica social, enfocada al valor económico que se le otorga a casi cualquier cosa. Esa es la justa medida de lo que sucede: entender que el fin justifica los medios, y que el dinero, en mayor o menor medida, todo lo puede.

Entretenida, pero para mi humilde opinión, se queda a caballo entre lo voraz y cotidiano.

Hay muchas cosas que rescatar de esta serie, tantas, que la convierten en un valor añadido para pasar unas horas entretenido sentado en el sofá tranquilamente. Tiene un aire de misterio soportable, evolutivo, que avanza fluidamente. Dos son los baluartes principales, respaldados por solventes secundarios: la muda interpretación de Anya Taylor-Joy, acoplándose de manera magistral al fundamento marcado por un guion hecho a su justa medida, y el propio guión, que le da sentido a la frase: hechos, no palabras. En algunos momentos me recordó, salvando la distancia, a la interpretación de Tom Hanks en Naúfrago. Poco que decir, y mucho que aportar: carácter interpretativo.

La única pega es que quizás, al medida que la serie evoluciona, se enquista demasiado en el mismo tema. E incluso llega a ser un pelín repetitiva.

A pesar de ello, una serie divertida y diferente, para pasar el rato. Y más ahora que Netflix se ha empeñado en que le demos una pedrada a la tele.

Sobre la serie en general, he de decir que seduce desde un primer momento, aunque se pierde en circunstancias y detalles que no llevan a ninguna parte. Promete mucho, pero se acaba dispersando. Esperas que según avancen los capítulos todo se emboque hacia un final antológico, pero de repente te tropiezas y vuelves incluso antes de donde habías empezado. Como entretenimiento puede estar bien, pero salvo segunda temporada al rescate que de verdad esté dispuesta a dar una respuesta clara y magnificar el resultado de una profecía, sea o no sea cierta, la serie se queda en el suelo tirada, sangrando por las dos rodillas y sin ningún botiquín cerca.