Criando Malvas es una serie que en un principio puede pasar desapercibida. Quizá la historia de un pastelero que puede revivir a la gente (con unas reglas un tanto especiales, eso sí) y que se enamora de una mujer a la que no puede tocar porque si así lo hicese la mataría no puede llamar la atención. Pero si a esta estrafalaria historia de amor y desamor se unen el investigador Emerson Cod y a la histriónica camarera Olive Snook (eternamente enamorada de Ned, el pastelero) con pequeños casos de asesinatos de por medio, quizá sí que nos podamos quedar perdidamente enamorados de Criando Malvas.

La psicodélica historia de Ned y Chuck, aderazada de muchos colorines y de casos de asesinato completamente caóticos (no esperéis encontraros las típicas muertes por puñalada, disparo o envenenamiento. En Criando Malvas la gente muere devorada por tiburones amaestrados, congelada o atravesados por arpones de cazar ballenas) tiene sus más y sus menos, pero el humor mezclado con los dilemas de los protagonistas harán que adoremos una serie que nunca debió terminar de una forma tan abrupta.
Además, cada historia personal de los personajes episódicos (víctima, asesinos y demases) son en ocasiones maravillosamente extrañas y divertidas, y muy bien pensadas. Y, eso sí, el asesino nunca es el que sospechas, Criando Malvas sabe sorprenderte.

Una serie maravillosa y muy bien hecha que hará las delicias de todos los fans de Tim Burton, de las historias de amor imposibles y de las series policíacas. Ahora que la reponen en la 2 y sin anuncios, creo que es imperdonable perdérsela.